miércoles, 27 de enero de 2021

POESÍA ACTUAL DE VENEZUELA: Clara E. Briceño Zappacosta

 



Clara E. Briceño Zappacosta (Venezuela - 1992). Estudió Artes en la Universidad Central de Venezuela. Vive en París desde el 2016, donde realizó una Maestría de Literatura Comparada y una Maestría de edición literaria y audiovisual en la Universidad Sorbonne. Traduce poesía latinoamericana. Recientemente colaboró en las revistas Chevet Magazine y Fracas. En el 2020 trabajó como correctora en la edición del libro French Unpublished Poems & Facsimile 1958-1960, de Miyó Vestrini, (Trad. Patrick Durguin, Ed. Faride Mereb) publicado por Kenning Editions y Ediciones Letra muerta. Actualmente lleva el proyecto digital poemas sin casa, un refugio de poemas inéditos, sin techo, de escritores latinoamericanos, y trabaja en varios proyectos de poesía. El mar escribe sentencias es su último poemario inédito.  @claraelisabz


De El mar escribe sentencias (inédito)




Hay un fuego que se retiene
entre un idioma y otro
falta de tilde ~
Traicionar a la lengua también es  
quedarse sin techo.





Construyó su propia tumba 
con papel.

Viva y breve 
lanzó los libros al piso.

Las esquinas del ataúd 
estaban hechas de repisas.
      Almohada partitura.

Y  allá camina 
 claros ojos que nunca tuve.

Aire.
Quedaba la ventana de un estante 
para ver tu rostro 
y verla a ella.


Sin su voz lisa
te dije, no lo hagas
y te dije 
vete con ella 
en una lengua ajena

para empezar a llenar la última repisa 
para sellar la última ventana. 

Ahogada
me dio la espalda contigo.
Ahora siempre me conjugan en pasado.

Hice de mi tumba lo que quise 
un cuarto lleno de papel. 

Con mis ojos 
la tierra
y la tumba 
siempre propicias.
 
A lo que se muere por dentro 
no se salva 
se entierra escribiendo.

Ahora
solo
solo pared 
solo papel 
solo en-tierra 
esa muerte.





Son las 5 o las 7 
quizá las 8 de la noche. 
No hay libro ni pantalla ni canción ni comida. 
Y las manos se riegan en la cabeza
las uñas se ensucian 
llenándose de vacío.

Hurgas hasta dar con la nube. 

Son las 10 de la noche. 
Algo pasa, la letra ahora está más choreta 
y el gato sigue en la ventana. 

Olvídate de la compañía 
de una montaña, de Venecia o Tel Aviv.
Él, ha sido el único que
a pesar el rasguño 
insiste.






Mi estancia es temporal 
donde sea que esté 
pasajera
tengo horarios para cada sitio 
se repiten mientras duermo 
han estado buscando una salida.

Y ya no quedan adoquines de alabastro 
ni el invento de algún mármol 
solo falsos mausoleos para los días 
solo miedos que revolver con una cuchara vacía
porque hace años que no se le echa azúcar al café.

Huidiza
me escurro 
no porque quiera
se me acaban las horas.

Vuelta tumba
sarcófago para recalcitrar palabras
la casa me hunde.

Y ahí viene
hay que volver a recoger los peroles
pintar las paredes
esconder la tierra debajo de la alfombra.

Y volverá a sonar alguna alarma 
para decir lo suficiente:
tu en cualquier lugar
tu en cualquier estancia 
tu en cualquier cuerpo 
tu en cualquier palabra
tu 
tu
tu
y las sobras.


***

Mi espacio tiene dos superficies, sin intermedios.
Están, la del colchón y la del piso. 
Las dos se extienden entre mis piernas  
me acuesto 
ya no en la cama 
sino en el piso. 
Las cosas se mezclan
y aunque se siga escribiendo por la noche 
en el piso o en la cama
ya las manos no dan para la piel.
 




No hay comentarios: