Bienvenida a Mario Benedetti
** El pasado domingo 17 de mayo DE 2009, falleció a los ochenta y ocho años de edad, en la ciudad de Montevideo, el escritor uruguayo Mario Benedetti. A su memoria y a su palabra siempre viva dedicamos hoy este espacio
Daniela Saidman
Estaba allí, sentada, con toda la pasión de los amores de juventud, esos que carecen de medias tintas. Por eso su palabra llegó tan hondo, al centro mismo de todas las incertidumbres. Después vino el desgarro, el sentido del exilio, del comprometido paso de los seres humanos por los sueños y las libertades y él estaba en todas esas dudas y en todas las certezas que se fueron tejiendo con el tiempo.
Benedetti (Paso de los Toros, 14 de septiembre de 1920 - Montevideo, 17 de mayo de 2009), fue y seguirá siendo compañero de andares, porque tiene la exacta dimensión del hombre, porque su voz cálida y solidaria se fue anudando en las cotidianidades, en las lecturas y en las ganas de volar las libertades de los pueblos y sus gentes.
A través de él hicimos nuestras las curitas puestas en el alma porque su palabra supo decir sin máscaras y sin poses, porque con él cantamos, contándonos.
“Cantamos porque llueve sobre el surco / y somos militantes de la vida. / Y porque no podemos ni queremos / dejar que la canción se haga ceniza. / Cantamos porque el grito no es bastante. / Y no es bastante el llanto ni la bronca. / Cantamos porque creemos en la gente / y porque venceremos la derrota”. (Por qué cantamos, fragmento).
Es por esto que a Benedetti no es posible decirle adiós, sino darle la bienvenida, saludarlo como quien se toma un café con un entrañable amigo, guiñarle un ojo cuando le damos la vuelta a la esquina, haciéndolo cómplice de lo más y mejor que nos habita.
Su muerte no es su muerte, o no sólo de él, porque con él morimos un poco. Aprenderemos ahora a revivirlo en cada uno de sus versos, en el joven que fue Juan Ángel, en la Tregua que vino después y que sigue desnudándonos, triste clase media. Y también en la voz cascada de llantos de Pedro y el Capitán.
Aprendimos a leerle entre los pliegues de la alegría y la reflexión honda y desgarrada del que está obligado a partir, solo con sus recuerdos, con las nostalgias de los roces, las voces y los rostros. Así, estamos los que nos hemos quedado sin él, pero con él a cuestas, entre los brazos, abrazándolo desde ya, para siempre.
“Vuelvo sin duelo y ha llovido tanto / en mi ausencia en mis calles en mi mundo / que me pierdo en los nombres y confundo / la lluvia con el llanto / vuelvo / quiero creer que estoy volviendo / con mi peor y mi mejor historia / conozco este camino de memoria / pero igual me sorprendo” (Quiero creer que estoy volviendo, fragmento).
AMIGOS
Miles de personas se han conmovido con su partida, los jóvenes que fuimos y los que son, sus amigos más entrañables y todas y todos los que hemos copiado sus poemas para enamorar a alguien o aprendérselo de memoria por el simple placer de saberle cerca.
Eduardo Galeano, autor de Las Venas Abiertas de América Latina, consideró que su amigo Mario Benedetti, fallecido el domingo pasado a los 88 años, era "un escritor generoso que celebraba el éxito de los demás". Y subrayó que "creía en otro mundo posible”.
El cantautor uruguayo Daniel Viglietti, amigo de Benedetti, con quien compartió escenarios en distintas geografías, donde a dos voces se unieron la poesía y el canto, dijo que el poeta “fue un creador fértil y generoso, un querido maestro que desbordó géneros". Y agregó que “Mario siempre fue un hombre comprometido, que se jugó por sus ideas, dentro del Uruguay y en el exilio, y defendió los derechos humanos hasta el último día de su vida".
José Saramago, Premio Nobel de Literatura, señaló que "siempre quedaba esa ingenuidad que es pensar que lo inevitable se puede posponer, pero no se puede, y cuando llega, como acaba de llegar para Mario Benedetti, es muy duro". El escritor portugués comentó que "todos sabíamos que Mario estaba mal, que con la enfermedad que tenía en cada minuto estaba en riesgo. La ingenuidad no ha sido posible. No hay milagros", lamentó.
El español Joan Manuel Serrat quien le dio música a El Sur También Existe lamentó la pérdida del poeta y dijo que “vivo con la pena de perder un amigo que no voy a poder volver a ver, cuando regrese a Montevideo no lo voy a encontrar y estos vacíos que me va creando la vida cada vez son más complicados de sobrellevar”.
VENEZUELA
La muerte del escritor uruguayo conmovió a Venezuela. Escritores, poetas, gestores culturales y lectores resintieron la pérdida de una de las voces más hondas y honestas de Nuestra América.
“En esta hora de tristeza, queremos expresar nuestra más profunda palabra de solidaridad al hermano Pueblo uruguayo y al mundo, por la sensible partida del escritor y poeta que fuera en vida un hombre comprometido con la causa de la humanidad. Su pluma, sus ideas, su mérito como militante de la palabra quedarán impresos para siempre en la memoria de nuestro Pueblo Suramericano”, señaló el Presidente Hugo Chávez en un comunicado en el que exalta la vida y la obra de este poeta enraizado en el sentir de los pueblos latinoamericanos.
El Premio Nacional de Literatura 2008, el poeta William Osuna, indicó que “además de un gran poeta, cuentista y novelista, -Benedetti- fue un gran polemista, un defensor de estas causas, que en este momento se avizoran con aires de triunfo”.
Por su parte la narradora Laura Antillano, mostró su conmoción al decir que “siento que perdemos una voz con la que nos identificamos los latinoamericanos. Es una voz fundamental en la poesía latinoamericana, su poesía amorosa, su poesía de solidaridad con la realidad de América Latina”.
El ex ministro del Poder Popular para la Cultura, Francisco Sesto, escribió que “falleció un ser humano, de verdad humano. Pensador, creador, trabajador infatigable, revolucionario y, por lo tanto, solidariamente activo con las luchas de los pueblos por la justicia y la dignidad, contra toda forma de opresión”.
LETRAS DE OSADÍA
Sus letras, son las de la rebeldía, las libertarias, las que ondean en los mástiles de las escuelas, las que surcan los mares y otras humedades. Autor de más de ochenta libros, traducidos a alrededor de veinte idiomas, Benedetti fue un hombre comprometido con su tiempo, con los pueblos, con las libertades sin cortapisas.
Gracias por el fuego (1965), Primavera con una esquina rota (1982), Geografías (1984), La borra del café (1992) y Andamios (1996), son algunas de sus novelas, en las que el ser humano, con sus esquinas pobladas de fantasmas y miedos, de alegrías y esperanzas, se asoman a las rendijas y a las cotidianidades. Marcado a cal y canto por el exilio, Benedetti edificó en su obra literaria a las mujeres y hombres que somos, estos que lo leen y lo sienten, sabiéndolo a él hecho de los mismos sueños y ganas.
Los Inventarios recogen casi toda su obra poética, mientras que sus obras de teatro (El reportaje, 1958; Ida y vuelta, 1963; Pedro y el Capitán, 1979 y El viaje de salida, 2008) aunque tal vez sean menos conocidas, le dan la talla de un intelectual en todas las dimensiones posibles, además fue un incansable cuentista y un ensayista profundo, sencillo y liberador.
BIENVENIDA
Reconocemos el asombro que no debería asombrar. Y sí, se nos fue Benedetti, sin querer claro, como se va casi siempre la gente más querida. Benedetti no está muerto, simplemente está, está en los ojos de los amantes que se descubren en el roce, en la patria hecha girones de exilios y miedos, en la esperanza, en la magia, en los pasos y en lo más y mejor de los seres humanos. Está y estará siempre, siempre que hayan manos que palpen su papel y sepan desnudar y desnudarse. Está, porque no es posible que no esté. Estará donde están los poetas, esos desterrados de la República que andan cantando y contando sueños y verdades, esos que saben edificar el mundo que necesariamente habrá de ser.
Pertenece ahora al presente irrevocable de los enamorados de la vida, de esas otras y otros que sabrán decirlo y hacerlo suyo, como lo hicimos los jóvenes que fuimos y que aprendimos a saberlo poeta en todas las humanas pasiones.
A Benedetti hay que bienvenirlo en las entrañas, en las manos, en las sábanas, en el sonido del sol naciendo, en la noche con y sin estrellas, en la risa, en el dolor, en lo entero de nuestras humanidades. Hay que aprender a reconocerlo en las rebeldías, porque allí anidará su voz, así como en los amores donde susurrará sus versos. Benedetti poeta amado, incansable, quijote de sueños con todo y sus alforjas llenas de adioses, estará siempre de este lado del mundo, en la orilla de los vencidos que venceremos, donde volveremos a leerlo una y otra vez para confirmar su paso y sus convicciones, las nuestras, donde también sueñan Cortázar, Martí, Nazoa, el Che, Camilo y todas y todos los que supieron hacer de la palabra una trinchera de lucha, un fusil de margaritas.
dsaidman@gmail.com;
www.dapaulasa.blogspot.com
*Publicado en el Diario de Guayana, domingo 24 de mayo de 2009
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