Sobre Tigres de Papel, de Francisco León. (Altazor,
Lima/2013)
Por Gladys Mendía
Novela de narración fragmentaria,
a veces poética, con mucha cultura pop (letras de canciones, nombres de calles
y avenidas, el lenguaje popular). Los personajes reflexionan sobre la realidad,
critican el sistema de poder, de los cuales son víctimas y victimarios. Se
muestra las diversas clases sociales de Perú y sus pugnas, en especial con
ejemplos limeños. Los personajes tienen bien definido su "profundidad psicológica".
La narrativa de Francisco León es una mezcla de varias cosas a decir verdad,
tiempo pendular, metatexto, cultura general, experiencia vital y una forma muy propia
de narrar; varios aspectos que la hacen notable y memorable en la literatura
actual latinoamericana.
He aquí las primeras
páginas del libro, para que sirvan de abreboca al apetito del lector:
RECUERDAS, FABIANNA,
tus apresurados pasos en umbrías tardes invernales. Eran solo y siempre,
algo como un llegar a casa, juventud y
ansias nuevas palpitando entre tus piernas. Ahora bancas
de hospital, falsos techos de concreto y losetas que nos sirven
de mortaja a los misios en nuestro tránsito a la nada. Mas no a tu andar eterno
por calles, buscando bajo un cielo añil tuberculoso hipnóticos rumbos.
***
—HOLA.
—Ah, hola.
Ella roja,
tanto como su
dulce boquita. Es la
magia de la estación, el retorcido esqueleto de pétreos ídolos mormones
desquiciándose en la estrechez de sus dominios. Sometimes i feel so happy, sometimes i feel so sad.
Sometimes i feel so happy, but mostly you just make me mad. Baby, you just make
me mad. Linger on, your pale blue eyes. Linger on, your pale
blue eyes...
Se observa en el espejo
y súbitamente descubre su hermosura, de una manera simple, alejada de
falsas revelaciones. Al pie de la ventana
se divisa el enmarañado extenso del parque, angustias poco importan, rostros no
se distinguen en vegetal/mosaico. Sin embargo, sí el de él, vecino muchísimo
mayor, apariencia descuidada y bohemia, pero romántica en extremo, algo entre
cuentos de hadas y pistoleros ante los hermosos ojos celestes de Fabianna. La
sangre animal golpea su corazón, bajo el blanco seno... Thought of you as my mountain top, thought of you as
my peak. Thought of you as everything, i’ve had but couldn’t keep. I’ve had but
couldn’t keep. Linger on, your pale blue eyes. Linger on, your
pale blue eyes...
—Hola, y... —procede a
profanarte con la palabra porque le gustas.
—Ojalá mi mamá no se
entere, qué churro.
Y la pícara pero a la
vez tierna sonrisa. Él prosigue su camino. Volteando el parque, en una
tienda...
—Ayer vino Fabi a
comprar yuquitas, pero ya no habían.
—Umm... Gracias.
Guarda el vuelto. La
yuquita en su mano, redonda cual sacha papa rellena, embarrada con keptchup,
salsa wolf y mayonesa.
—Ají, no, seño. Estoy
mal de la garganta —se marcha.
En dirección
contraria, a ella
le revuelan los pensamientos.
—¿Se habrá dado
cuenta?—buscando alguna amiguita a la cual contarle, apurada, energizada por
las hormonas y los años. It
was good what we did yesterday. And i’d do it once again. The
fact that you are married...
Sí, niña, lo sabe, hace
rato se dio cuenta, ante su paso, cuando te disfuerzas y lo saludas, solo
cuando no te rodean tus amiguitas, ¿para darle celos acaso?, el amor al nacer
no es perverso, en apariencia; hace rato se dio cuenta.
Enciende la
noche tu pelo
negro, como si fuese el fin del planeta, pues eres hasta
aquel hoy incomparable, el final
de la existencia
no derrite eso, alimentando
hogueras, fogatas, calefacciones intuidas bajo
lechos, molestando sin
querer, muy sólidos
hogares... only proves, you’re my best friend. But it’s truly,
truly a sin. Linger on, your pale blue eyes. Linger on, your
pale blue eyes.
***
Como
toda empleadita de tienda
Soñó
con ser estrella de cine...
ERNESTOCARDENAL
—Y TÚ CON
QUÉ SOÑABAS, RUBÉN, en esos años,
¿acaso con ella?, con culpa, con rabia y deseo por ese cuerpo esplendoroso, ¿por
aquel pedazo de
carne? No, tú querías ver en ella lo que hace mucho no
habitaba más que en su subconsciente y en tu memoria de lo desconocido. Y
pensaste, Rubén, en expulsar duramente a los mercaderes de la 20th Century Fox,
como dijo Cardenal. Cuando realmente ya la zorra andaba por otro lado. Mas
nunca podías dejar de estar templado, Rubén, cómo la anhelabas ¿no? y deseaste
exorcizarla y la perdonaste por todo lo que no te hizo. Tú no culparás tan solo a una empleadita de
tienda. Pero ese Dios al que le hablaba Cardenal no es otro que su voz poética,
su yo profundo que reza, te perdono empleadita de tienda, y sueña con una casa
suburbana, Krujis Corn flakes & jugo de naranja artificial, siestas por la
tarde y noches de
sexo aburridísimo... Pero
¿sabes?, ella estaba harta de
aquello, de ser espiada y tocada por familiares cercanos seguramente, pues cada
hogar es un infierno y Satanás mete el rabo peludo hasta en la cama de los
niños... se pudre todo antes de llegar a ser cierto. Y allí está tu culpa, tu
trauma, el odio a tu propio sexo quizá, que siempre la añora y la desea. En
noches interminables querías liberarla, pues el mundo estaba contaminado de pecados y radioactividad
y quién
crees, infeliz, que
tenía solamente hambre de amor y nosotros, el mundo, los
malos, le ofrecimos tranquilizantes. No es así, Rubén, lo único que podía ya
curar su alma de fantoche, su profanada piel tan blanca era el dinero, sí, el
color verde de sus promesas, vigiladas por el ojo eterno. Duele creer que es
así siempre, un mundo no pensado con nosotros ni para nosotros. Qué pretendías,
que siguiera por siempre deseando, creyendo que sería joven por siempre. No,
ella tuvo algo y comparado con la nada que nos espera... —El Cuervo arrojó
lejos el poemario de Ernesto Cardenal; le estorbaba.
***
¡NO!, DEFINITIVAMENTE no quiero morir en un
hospital, dijiste una noche entre zancudos,
prefiero la libre muerte de los pasteleros..., y sonreí, pues sabías que
no te creía, ni tú lo creías; no obstante, recordé aquel dolor por Carlos, uno
de los fundadores en el barrio, llamado a ser el mejor, con cinco hembras en
distritos diferentes, llevándose ropa fina para venderla, camisas de seda que
le dabas, aquellas de cuando Xavier empezó a hacer algo de dinero. Dolor por
Carlos, tal cual y lo comprendí después,
cuando destruido llegó a las afueras del crematorio, dispuesto a cumplir una
promesa que le sacaste casi en broma. ¿Fumarás sobre mis cenizas? Carlos, el
calvo, el hermano perdido, tu amigo.
... mi cuerpo ardiendo
por la fiebre, luego negrura, inconsciencia...completé las frases y nunca te lo
dije, hasta hoy, que ya no estás hace mucho y no sé si serán las mismas...
labios infinitos cerrándose sobre algún grass amarillento que no me extrañe, e
incluso me detesté para mandar ejércitos de hormigas y cucarachas a lamerme los
pezones, a roerme las entrañas...
Fuertes y bellas
palabras, pero la libertad a veces no basta, lo sabes tras el duro choque
contra una realidad descalza. El
tiempo se arrastra
como una serpiente de piedra.
Escaleras en el lomo, desde las cuales podemos recibir al sol. Si es que aún
hay tiempo. ¿Hay tiempo?, aquel que no te roban, sea con amor, fuerza o
engaños, todo el tiempo del mundo, pero estás en una quinta de humedecidas
paredes, hasta que te llaman y brilla intensamente sobre tu cara un sol que no
deja de fornicarte recuerdos y recuerdos.
—Familiares de la
paciente Fabianna Dextre...
Te apersonas, pues lo
sientes, aunque sabes que...
—¿Es usted algo suyo?
—No —sorprendido,
atónito—. Quiero decir no familia, amigo solamente, pero tantos recuerdos
entre ambos no
habrían entrado en
las camas del nosocomio.
Así lo escribió,
“amigo”. Nombre y apellido.
—Claro, firme aquí.
Xavier escuchaba,
absorto, medio ido y tú a su lado.
—Su cuadro es inestable
en estos mo...
Recuerdos.
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