ISABEL DE SÁ Nació en Esmoriz, en 1951. Es licenciada en Artes Plásticas / Pintura, por la Factultad de Bellas Artes de la Universidad de Oporto. Obtuvo distinciones a lo largo de su carrera en la pintura, marcada por decenas de exposiciones individuales, por su participa- ción en exposiciones colectivas y por los premios Nadir Afonso, en la Bienal de Chaves, y Banco de Fomento, ambos obtenidos en 1983; y también en poesía, con una vasta obra publicada que ha sido reunida en el volumen Repetir el poema (Edições Quasi, 2005). Su obra está presente en la 16 a edición de la História da Literatura Portuguesa de António José Saraiva y Óscar Lopes; en el Dicionário de Literatura Portuguesa, 1a edição, de Álvaro Manuel Machado; en la História da Literatura Portuguesa (As Correntes Contemporâneas), 7, de Óscar Lopes y Maria de Fátima Marinho; en Alfa (anos 70 e 80. Poesia), de Fernando Pinto do Amaral; en Poemas Portugueses – Antologia de Poesia Portuguesa do Séc. XIII ao Séc. XXI. con selección, organización, introducción y notas de Jorge Reis-Sá y Rui Lage, con prefacio de Vasco Graça Moura (Porto Editora, 2009); así como en la más reciente anto- logía Os cem melhores poemas portugueses dos últimos cem anos, organizada por José Mário Silva (Companhia Das Letras, 2017).
Traducción por Carlos Ciro.
Salí a la calle a buscar la muerte
Salí a la calle a buscar la muerte que andaba sobresaltada por las paredes como un perro rabioso. Le ofrecí el brazo, la traje conmigo, la convertí en mi amante. En un lecho de lino nos acostamos en secreto me habló durante días seguidos sobre su infancia, la soledad bajo la tierra, el amor a la naturaleza. Me habló de cómo acariciaba los animales comedores de cadáveres y de esa alegría maliciosa.
La muerte comenzó a tener para mí mucha importancia. Comencé a vestirla con ropas claras, a coserle flores en el cráneo, amando su faz lívida, iniciándola en una sensualidad sin fin.
Entonces, en una mañana la Muerte me sonrió mostrando en sus labios su carácter perfecto, exento de mezquindad; me besó en la boca, en las piernas, en el corazón. Me perturbó.
Entonces, en una mañana la Muerte me sonrió mostrando en sus labios su carácter perfecto, exento de mezquindad; me besó en la boca, en las piernas, en el corazón. Me perturbó.
En mi interior hervían países, millones de rostros volteaban hacia la luz: Todo era claro como nunca había sucedido.
Había comenzado otra vida: ocurrió la iluminación.
Fui à rua buscar a morte
Fui à rua buscar a morte que andava desaustinada pelas paredes
como cão raivoso. Ofereci-lhe o braço, trouxe-a comigo, fi-la minha amante. Num leito de linho nos deitámos e em segredo me falou dias seguidos sobre a sua infância, a solidão debaixo da terra, o amor pela natureza. Explicou-me como acariciava os bichos comedores de cadáveres e dessa alegria maliciosa.
como cão raivoso. Ofereci-lhe o braço, trouxe-a comigo, fi-la minha amante. Num leito de linho nos deitámos e em segredo me falou dias seguidos sobre a sua infância, a solidão debaixo da terra, o amor pela natureza. Explicou-me como acariciava os bichos comedores de cadáveres e dessa alegria maliciosa.
A morte passou a ter para mim muita importância. Comecei a vesti-la de alvas roupas, coser-lhe flores ao crânio, amando-lhe a face lívida, iniciando-a numa sensualidade sem fim.
Então, numa manhã a Morte sorriu mostrando nos seus lábios o seu carácter perfeito, isento de mesquinhez; beijou-me a boca, as pernas, o coração. Perturbou-me.
No meu interior países fervilharam, milhões de rostos se viraram à luz: Tudo era claro como nunca sucedera.
Começara outra vida: dera-se a iluminação.
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