Mariana Libertad Suárez (Caracas, Venezuela 1974). Poeta, narradora y académica. Autora de diversas publicaciones en torno a la escritura de mujeres latinoamericanas entre las que destacan: Sin cadenas, ni misterios: representaciones y autorrepresentaciones de la intelectual venezolana 1936- 1948 (Premio Internacional de ensayo Mariano Picón Salas, 2008); La loca inconfirmable: apropiaciones feministas de Manuela Sáenz (Premio literario Casa de las Américas- categoría Estudios sobre la mujer, 2014); y Éramos muchas: mujeres que narraron la Revolución mexicana (Mención honrosa en el X Certamen internacional de literatura Sor Juana Inés de la Cruz, 2019). Entre sus publicaciones literarias están los poemarios: Oscura bisagra (2017), El libro de los destinos (2019), La naturaleza química de las emanaciones (2020) y (Ad)herencias: tratado sobre la mujeritud (2020).
KILAUEA
Eres escudo blando.
Sin aspaviento expulsas tus ardores,
se elevan y en lo alto
transmutan mis temores
en un río que contiene tus olores.
Veo fluir el magma
que se convertirá en lago fogoso
lo veo bajar, en calma,
hirviente y pegajoso
por las sagaces curvas del reposo.
De pronto, todo cesa,
la colada serena se suspende
me erijo juglaresa
de la erupción reciente
de ese dulce emanar incandescente.
DECLARACIÓN DE FE
Anochecía en un sofá
del nuevo continente.
Nunca comprendí cómo llegaba tu imagen
ni por qué me dediqué a beber nostalgias,
de esa suavidad perfecta
que, desde siempre,
recubre las durezas de tu alma.
También comenzabas a extrañar.
Inmersa en reverberos, cada palabra
cruzó mares y ríos y océanos y dunas de arena impúdica,
como aquellas que acogieron tu tiesura en silencio.
Dunas encenagadas, durezas afectas, palabras punzantes y voces inmateriales
rodaron tanto y tanto que dieron a luz
una multiplicidad de nuevos seres
hora luna, hora roca, hora montículo de grava parda,
testimonio de una inserción distante
encuentro desollado, a la sombra del cimiente
Y sucedió:
conseguimos encender la mañana de un primero de enero.
TRAS LA TORMENTA
Reconozcámonos
y dispersémonos en las divergencias
de nuestras convicciones
en el resultado de los juicios más categóricos
en nuestra efusión perenne
y dediquémonos, pues, a defender causas perdidas.
URÓBOROS
El señor de los vientos remonta
y tú regresas
El hijo de Enki, iracundo, contesta
y tú regresas
Ninurta se transforma en el dueño de Asiria
y tú regresas
El polvo y el moho ocultan tu nombre esculpido en las tablillas celestiales.
La nimiedad de un rayo tembloroso asciende amedrentado
desde una isla sin dueño,
resplandece el abrazo que creíamos secreto
y tú regresas.
DEPORTACIÓN
Mi casa es este cuerpo,
este par de colmillos
buscando a quien cazar.
Me alimento de arañas, caracolas y grillos.
Habito el entramado de tu falda
como una escolopendra,
sueño con ver llegar lo que ya tuve.
Enroscada,
espero
que me mires,
me sonrías,
me acaricies el rostro,
y, en un gesto piadoso, me aniquiles.
ÉXODO
Estallamos,
solo quedaron
once mesas
diez ciudades
seis países
dieciocho llamadas de año nuevo
(cero abrazos)
una súplica dirigida a Achelois.
Una esperanza remota (pero nuestra) de que Aqueloo se hiciera navegable
veintiocho pupilas dilatadas
cincuenta y seis suspiros que no oímos,
seis retazos de sueño/s en los que volvemos a habitar la misma casa.
COLLATERAL DAMAGE
Vivimos en el río decrecido que expulsó de su cauce aquellas naves,
en la petrificación de la esperanza,
en la tierra reseca inamovible,
en el estómago del tiempo que, inocente, nos devoró creyéndonos sus hijos.
En el risco arrojado, en la roca expelida.
Somos las amargas secreciones de un Titán.
EXCORIACIÓN
Con las plantas llagadas, veo cómo el valor se transforma en blasfemia;
la ternura, en absurdo;
las lanas imperiales, en jirones sangrantes;
Aracne, en una bordadora timorata;
las ramas de cenízaro, en el arma predilecta de los torturadores.
Con el empeine a punto de llorar, acepto la cándida inocencia de los zarzales y la inevitable letalidad de las astillas que se clavan
en aquellos que erran con los pies
en carne viva.
PISIGA
Al no encontrar ayuda médica, la mujer tomó a la niña y cruzó a pie unos tres kilómetros por la frontera hasta el poblado chileno de Colchane donde médicos atendieron a la menor.
AGENCIA AFP DE NOTICIAS
Paola,
Oruga peludita,
me arrodillo a tus pies,
casi me arrastro,
y junto a mí,
está la humanidad que más importa,
temblando de dolor y de vergüenza.
Paola,
Oruga peludita,
el miedo
y ese tránsito en el que,
sin saber, te viste envuelta,
tenían cien mil cabezas,
Y Iolao,
desguarnecido y débil,
no pudo contener tanta impiedad.
- Paola, oruga peludita,
Inocente y amable,
¿dejas que te cante una canción
de despedida?
¿el arrullo que debiste recibir?
¿escuchas la sonaja?
¿el juguete que no te regalaron?-
No merezco respuesta, bien lo sé
Ya no estás en tu cuerpo,
tu patria ya no existe,
tu entierro fue en el límite de la ignominia,
donde los espejismos nos devoran,
ya no tienes sonrisas ni lágrimas ni sueños,
por eso va mi súplica,
Oruga peludita,
déjame que te cante, te acaricie y te cuide,
aunque en la soledad de cada noche,
sepa que es imposible tu perdón.
EL ARTE DE CAZAR
En las fábulas de Esopo se asume que las hienas un año son hembras y otro son machos, que cada once meses mutan sin remedio. Mito que Esopo aprovecha para enunciar la idea de que, si una hiena macho penetra con violencia y contra su voluntad a una hembra, lo mismo le harán a él convertido en ella el año siguiente.
Alberto Ruy Sánchez
Supe de tu dolor, hiena con faldas,
pero ellos solo escucharon
la risa horripilante
que te hacía mucho más temible de lo que eras.
El día que te vieron morir,
temblaron
o rieron con más estridencia que tú,
pero ninguno consiguió probar tu carne.
No naciste para satisfacer apetitos ajenos
ni para escuchar cómo otros debatían.
Llegaste al mundo para engendrar creaturas hermosas:
humanas que gestaron monstruos,
etéreas que engulleron la injusticia,
grandilocuentes que nos adiestraron
en el arte de cazar.
“¡Mamífero feliforme que no sabe procurarse su propio alimento!”,
“¡cleptoparásita!”,
“integrante de una minúscula familia de carnívoros”.
“Peluda, manchada, ¿cómo puedes cometer la osadía
de aliarte con otras parecidas a ti
y salir a cazar?”.
“¿Cómo?,
¿a quién?,
¿a quién se le puede ocurrir que has aprendido
a buscar tus presas,
y a espantar leopardos y leones?”.
“¿Cómo es eso de que sabes abastecerte?,
¿por qué las mayorías tendrían derecho a gobernarse?,
¿por qué una cuadrúpeda de pelambre opaco reclama autonomía?”.
Ni riqueza ni belleza, venerada crocuta.
Querías ser digna, por eso, a dentelladas y machacando huesos,
con aullidos y ladridos,
espantaste a los competidores.
Hoy, las hienas nos seguimos carcajeando
como nos enseñaste a hacerlo.
También vestimos faldas,
botas de tacón alto
y comemos a pedazos
borregos,
lagartos,
ñus,
gamuzas,
antílopes y
serpientes
cada vez que alguien pretende obligarnos
a volver sobre tus pasos.
RESIDENTE DE LA VERDAD
That man over there says that women need to be helped into carriages, and lifted over ditches, and to have the best place everywhere. Nobody ever helps me into carriages, or over mud-puddles, or gives me any best place! And ain't I a woman? Look at me! Look at my arm! I have ploughed and planted, and gathered into barns, and no man could head me! And ain't I a woman?
Sojourner Truth
(abolicionista estadounidense)
Sí,
sí eres una mujer,
sí que lo eres.
Te he visto cultivar infinitas hectáreas
de alimentos ajenos y criar animales
para que otros los mastiquen con sus muelas frente a tu cara.
Te he visto parir trece veces.
Veintiséis pies quedos,
veintiséis manos que labrarían reciamente los dominios del patrón.
Doscientos sesenta dedos para dejar sus huellas
en el suelo arenoso de una tierra
que jamás les podrá pertenecer.
Te vi limpiar las heces de los hijos de extraños,
nunca las de los tuyos;
te vi cruzar millares de zanjas sin pedir ayuda
y, al final, usaste las leyes de los blancos en su contra,
aunque pocos pudieran comprenderlo.
Sí,
sí eres una mujer,
sí que lo eres.
Una mujer que supo llegar
a la hierática comarca donde naceríamos
las descendientes de las esclavas
un siglo después de tu muerte.
Te vi avanzar, residente de la verdad,
te vi callosa, agotada, endurecida. Y nunca dudé,
ni por un breve instante,
de que podías no ser
una mujer.
COMO LOS ANIMALES
Si te sueño a lo lejos así, como los animales
Con los ojos abiertos y húmedos, como los animales
Y te araño en mitad de la noche, sin miedo a las marcas,
Y te lamo, te aspiro y succiono como los animales.
Y formulo un deseo mugriento que sabe a uvas rancias
Y te veo y entiendo que sí, que es posible tenerte
en la alfombra que salva tu paso del andar mundano.
Ese grito que aflora de mí toma un nombre propio
porque hoy yo no quiero placer y olvidarme de todo
porque hoy solo quiero parir
como los animales.
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