En Los regalos y las despedidas nos encontramos con un narrador entre objetivista y nostálgico que, en una fuerte continuidad entre los distintos relatos, lo vemos observar y encarnar en la visión presente de cada personaje.
Debajo de cada relato ficcional de Montiel, podríamos bucear memorias o crónicas del autor que, sin embargo, en un estilo fuertemente latinoamericano, a la vez que salingeriano, nos devuelven el amor y la sordidez de la adolescencia. Sin caer en la remembranza, estos relatos nos atrapan porque nos identifican gracias a esa forma particular que tiene la literatura o el cine de ficción, cuando funcionan: extraer material de la memoria para inventar algo nuevo y vívido.
María Lucesole
Los regalos y las despedidas es un delicado texto que narra esa búsqueda afanosa que es la identidad. La voz que nos cuenta es como un débil hilo de recuerdos que se van apagando en el tiempo. Recuerdos que deben ser registrados cuanto antes: la mudanza como fragmentación, la renuncia a lugares y afectos, las primeras furias de la pasión adolescente y el intento desesperado de llegar a sí mismo en el difícil arte de la autobiografía ajena, pero además de un sutil placer a la soledad como una forma de invisibilidad o desaparición: ¿me muestro, luego existo?, ¿operación inversa al método? No necesariamente, pero sí curiosa, leve, elegante y cargada de humor.
Norberto José Olivar
Sobre el autor del volumen de cuentos
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