LP5 Revista de Literatura y Arte

miércoles, 26 de junio de 2024

WALDO LEYVA: Poesía Actual de Cuba

 


Waldo Leyva. Poeta, ensayista, narrador y periodista cubano. Remedios, Villa Clara, Cuba, 1943. Ha ejercido la docencia universitaria como profesor de Estética y de Literatura Cubana e Hispanoamericana, y el periodismo como fundador y director de revistas culturales, entre las que pueden señalarse: Del Caribe y Letras Cubanas. Es graduado de actuación y dirección teatral; ha escrito obras dramáticas y fue director-fundador del teatro universitario de la Universidad de Oriente. Entre sus obras se encuentran: De la ciudad y sus héroes (1974), Desde el este de Angola (1976), La distancia y el tiempo (Antología, 2002). Sus poemas han sido traducidos a varios idiomas y forman parte de diversas antologías de la poesía cubana e hispanoamericana. En el año 2010 recibió el X Premio Casa de América de Poesía Americana.

Selección de Gladys Mendía.


ASONANCIA DEL TIEMPO

        Y solo contra el mundo levantó en una estaca
                Su propio corazón, el único que tuvo
                                                                                Juan Gelman

 

Si ya no estoy cuando resulte todo,
cuando el tiempo en que vivo ya no exista,
cuando otros se pregunten si la vida
es el triunfo del hombre, o es tan solo
un perenne comienzo, un grito sordo,
el rasguño en la piedra, la porfía
inútil del abismo, pues la cima
puede llamarse altura porque hay fondo.
Cuando todo resulte, sólo quiero
que alguien recuerde que al fuego puse
mi corazón, el único que tuve,
que yo también fui “hombre de mi tiempo”,
que dudé, que confié, que tuve miedo
y defendí mi sueño cuanto pude.

 


El inocente ojo del antílope

 

Un tigre salta de la piedra.
Vuela un ave que ignora la angustia del vacío.
Ciego es el pez, su pupila es el agua
y muere herido por el aire.
La lombriz puede ser reina de la altura
y deshacerse el árbol
en el vientre insaciable del insecto.
A la cruz del comienzo clavado sigue el hombre.
Sangra. Puede ver aún el rostro de los otros.
Ni dios, ni ventanas azules,
ni el inocente ojo del antílope.

  

Agradezco la noche

 

Aquí estoy, nuevamente amanecido,
dispuesto a soportar hasta que vuelva
la noche irremediable.
Cuento los días y me resulta eterno
el tiempo que supongo me separa
del silencio sin ruido.
Estoy como en un pozo
pero viendo la luz solo en el agua.
En un sitio del mundo
comenzará otra guerra
y vencerán los muertos a los muertos.
De aquello que fue el rostro del amigo
queda sólo una mancha, un tatuaje
que ha dejado la máscara en la piel.
¿Quién le cortó los hilos a la rueca?
¿Quién me dejó sin calles, sin laguna
con una puerta sólo hacia la infancia,
hacia el agua del pozo?
Aquí estoy, nuevamente amanecido,
ha sonado el teléfono,
comienza la ciudad su ruido informe,
y siguen los semáforos en rojo.

 


La distancia y el tiempo

 

Tú estás en el portal, apenas has nacido
caminas hacia el mar y cuando llegas:
tienes el pelo blanco y la mirada torpe.
Desde la costa se ven las tejas rojas de la casa.
Si quieres regresar, ya no es posible;
a medida que avanzas se borran los caminos.
Tu camisa de niño aún está húmeda
y veleta de abril en el cordel
indica para siempre la dirección del viento.
Qué gastadas las uñas,
qué frágil la memoria,
qué viejo tu zapato por la arena.

 


MONÓLOGO FINAL
 

La oscuridad tiene tu olor,
mi olor,
y ese otro perfume
que nace de la piel
cuando se juntan nuestros cuerpos.
Cierra los ojos.
Toca mi cara.
Tus dedos borrarán la sombra,
no importa que sea de noche,
no importa que desconozcas
el rostro que tendré al amanecer.
Cada segundo puede ser toda la vida.
Mañana mi piel estará seca,
o deshecha en el aire
o será un verde germinal
o un rojo efímero,
pero ahora las yemas de tus dedos
tienen toda la luz.
Perdono al porvenir.
Las trampas que he tendido
tienen la misma inocencia
del juego de la alquimia.
Para el hombre no existe otro destino
que el manantial inédito.
Toca mi rostro,
sálvalo en la memoria de tus manos.

 


EL OTRO Y EL QUE HABLA
 
Sé que dentro de mí hay otro ser,
alguien que exige heridas, desgarrones,
que tiene la impaciencia del cuchillo,
la obstinación del plomo, la sed de la metralla.
Desconozco ese ser que prefiere la noche, los rincones.
Desde niño me asalta. Cuando toco un metal
me empuja hacia la sangre.
He buscado en los días de mi infancia
alguna relación con el cuchillo, con la muerte violenta;
he practicado el odio hasta la angustia
pero soy incapaz, nací de otra madera.
Esa pugna entre el otro y el que habla
¿hasta cuándo será? ¿Podré negar mi mano eternamente?
¿Permaneceré ciego a su llamado?
¿Acaso soy yo mismo, un nonato que vive y envejece?
Dentro de mí habita un ser remoto, oscuro,
que se muestra impasible mientras alguien me ataca
y exige, sin embargo, que agreda a los que quiero.

 


DEFINITIVAMENTE JUEVES

Quiero que el veintiuno de agosto
del año dos mil diez,
a las seis de la tarde como es hoy,
pases desnuda atravesando el cuarto
y preguntes por mí.
Si estoy, pregunta, y si no existo,
o si me he extraviado en algún lugar de la casa,
de la ciudad, del mundo,
pregunta igual, alguien responderá.
El primero de enero del año dos mil uno será lunes
pero el veintiuno de agosto de la fecha indicada
tiene que ser definitivamente jueves
y el calor, como hoy, agotará las ganas de vivir.
Las calles serán las mismas para entonces,
los flamboyanes de efe y trece seguirán floreciendo,
muchos amigos no estarán
y el tiempo habrá pasado por la historia de la casa,
de la ciudad, de mi país, del mundo.
Quiero que el veintiuno de agosto, al despertar,
prepares la piel
el corazón
las ganas de vivir.






No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario aquí