LP5 Revista de Literatura y Arte

martes, 13 de agosto de 2024

Sobre La fiesta de los náufragos, de Ana María Hurtado. Por Johnny Gavlovski E.



EL NAUFRAGIO DEL DESEO

Por Johnny Gavlovski E.

Se trata de una operación subversiva, dentro de un discurso límpido en el que se esconde un caballo de Troya, una ficción panóptica que utiliza la claridad para insertar una alteridad en nuestro «episteme»
Michel de Certeau. Heterología

Dijo el Maestro: "La escritura no puede expresar las palabras totalmente. Las palabras no pueden expresar los pensamientos totalmente"
I Ching

I.- DEL CAOS A LA ENCARNACION

En el principio fue la nada. Dicen que luego, la palabra vino a dar el orden, pero precisemos: no se ordena la nada, sino al caos, (Χάος) lo impredecible o como se tradujo posteriormente, el desorden o confusión. Es decir, el logos no puede ordenar lo que no existe, para ello requiere una materia que le permita ir corporeizándolo.

Entonces al principio era la nada. Luego apareció lo que antecede a la palabra, es decir la imagen, fracturada, primigenia, (pero siempre primer intento de representación), y para poder darle una estructura a aquello con que puede ser designada, aparece la palabra. Tomando como ejemplo la Biblia, Dios dijo “hágase la luz” y se hizo la luz, y en la medida que fue nombrando, dio orden y creo.

Llevándolo al proceso creativo, al principio fue la brutal batalla frente a la página/lienzo en blanco. Ante esa nada que todo creador conoce, que arranca en el cuerpo, que empuja a la creación (ex-nihilo), y que la lucha por hacer algo con ella nos lleva a la imagen (pintura/escultura) o a la búsqueda sensorial (cuerpo-psike) que logra expresarse en la imagen poética.

Tenemos entonces una secuencia: nada – caos – imagen/ordenamiento -palabra (1)

Este intervalo entre caos y la formación de la palabra, se va conformando gradualmente. En el caso del artista que cree en la inspiración como experiencia numinosa, se deja llevar para poder hacer con la experiencia de lo irrepresentable. Sin embargo, ésta no se da de inmediato, siempre hay un “hueco, cisma o ruptura problemático en la representación” que W.J.T.Mitchell  designa como «imagen / texto» destacando la barra que los separa.

Que mejor expresado que en la voz del poeta Santos López: La poesía no vive/ cuando manchas el papel con la escritura (2)

Así, la creación se ubica más cerca del caos (sin sentido) o logra encarnarse en la palabra (con todas las vicisitudes que la significación implica), hasta lograr lo que Mitchell señala como “atadura inseparable de lo visual y de lo verbal” a saber la «imagentexto» encarnada.

Si bien Mitchell aplica estos conceptos a las artes plásticas, y concretamente el último a la fotografía, consideramos válidos aplicarlo a la poesía en cuanto evoca imágenes poéticas, a saber, una Gestalt neuro-psicológica que implica tanto nuestros sentidos como nuestras impresiones psíquicas más profundas en una configuración que pretende regirse por la ley de la pregnancia, (principio por el cual el cerebro percibe y organiza formas a partir de imágenes incompletas o no evidentes)

Lo vemos claramente si leemos a un poeta como Andrés Eloy Blanco:

Pintor de santos de alcoba,
pintor sin tierra en el pecho,
que cuando pintas tus santos
no te acuerdas de tu pueblo,
que cuando pintas tus Vírgenes
pintas angelitos bellos,
pero nunca te acordaste
de pintar un ángel negro.

La organización está dada como un todo armónico. Imagen fundida con palabra. Sentido servido, transmisible a partir de lo sublime del texto y perfectamente transmisible.

Muy diferente cuando leemos:

o son los mares barcazas turbulentas
que esconden su naufragio
que danzan sobre mí

Me ciñen

Tercer poema contenido en el poemario “La fiesta de los náufragos” (3)  de Ana María Hurtado. Obviemos por un momento la formación psiquiátrica y los estudios psicodinámicos de la autora. La fusión de los mares con las barcazas ya es conflictiva, no cierra; de hecho, conmueve de inmediato la proporción arriba/abajo dejando algo fuera de la comprensión con toda la incomodidad que ello implica. 

Aun cuando el lector pueda tener el recurso de las primeras representaciones de la tierra y la historia de los antípodas, no es facil conciliar lo expresado con una imagen como ésta, y más aún cuando el verbo naufragio se vincula con la expresión “danzan sobre mí”.

Nos queda preguntarnos en este caos significante, ¿dónde está ubicada la persona que narra? No hay posibilidad de respuesta lógica. No hay más Gestalt que el ordenamiento tipográfico en la hoja de papel. Aquí es donde se da la «imagen / texto» de Mitchell, más cercano al caos que a la representación organizada.

Pero ¿caos en cuanto a qué?, si la belleza del texto está perfectamente expresa, incluso más que cualquier intento de poema surrealista. La respuesta está en la constitución misma del poema que expresa ese espacio subjetivo en el borde entre la vida y la muerte.

Así Hurtado, en los dos primeros cantos del referido poemario, sacude los cimientos del ordenamiento significante; y con ello, convoca la angustia, es decir, lo que toca el cuerpo y que no siempre se puede nombrar. Sin embargo, se sirve de la utilización del símbolo y sus transformaciones, como vehículo de creación. Toda una escritora del siglo XXI cuyo uso del símbolo como recurso poetico la acerca sorpresivamente a los movimientos romántico/simbolista del siglo XIX  (4)

Inclusive, los elementos de la teoría del “efecto” de Edgar Allan Poe, precursor de la poesía simbolista están harto presentes: brevedad, sugestión, vaguedad, indefinición como vías para suscitar la evocación, y generar el efecto de emoción y belleza con el objetivo de elevar el alma. En el caso de Hurtado, más que elevar, la estremece.

Todo ello ocurre en los dos primeros cantos del poemario. Si bien hasta el final sostendrá esta estructura, será a partir del canto III, cuando algo cambia drásticamente: la poeta logra exhalar “la bocanada del misterio/naciendo pura” (4ofr); y ahí es cuando se da el gran viraje: ella se nombra, se dice “naufraga”. Será así, en ese preciso instante, cuando se ordena, y puede contar su historia desde otra perspectiva completamente diferente: “ofrendé el cuerpo al mundo submarino” (II ofr), de la mano del pudor “disimulo mi cuerpo con lienzos del ocaso” (2 ofr). A partir de allí, la palabra se encarna con la imagen logrando una tesitura en el poema distinta a las de los dos cantos iniciales.


II.- EL FESTIN PROFANO

“Vengas tu del infierno o del cielo, ¿qué importa,
¡Belleza!, monstruo enorme e ingenuo, más temido,
si tus ojos, tu risa, tu pie, me abren la puerta
de un infinito que amo y que nunca he conocido?”
Charles Baudelaire

Ya el título del poemario puede plantear una primera interrogante. ¿Qué puede festejar un náufrago? Haber sobrevivido, haber surgido del caos donde aquello en que se sostenía se hundió en las profundidades, para quizás, luego resurgir.

Encuentro con la muerte, son los previos del motivo de festejo; polaridades que deben llamar la atención si deseamos conocer la dinámica de opuestos que mueve la tesis poética de Hurtado.

De esta manera, si el verbo ‘festejar’’ del título es lo que determina la acción del sujeto ‘naufrago’, debemos entonces buscar en la lucha de opuestos que el verbo mismo contiene: “La palabra fiesta viene del latin festa y esta de festus (festivo)” Así mismo, “la palabra festus viene del indoeuropeo, "dhes-. La raiz "dhes-también corresponde al latín fanum (templo) que encontramos en fanático, profano, y otras”(5) Es decir, en el núcleo mismo de la palabra ‘fiesta’, se encuentra ‘el templo’ (lo sagrado) y en el opuesto, lo ‘profano’.

Estamos frente a un doble impulso, uno ascendente hacia el Ideal, la pureza, y otro hacia el Mal, el hastío.

Así no es de extrañar que, en el primer canto del poemario, ‘Turbulencias’, aparezca la caída, la profanación del cuerpo, como eje central; y que sea ésta como imagen poética, lo que la rapsoda denomina “naufragio”

Páginas que, por demás, vienen cargadas de un oculto y poderoso erotismo, donde es descrita la turbulenta travesía en las profundidades del goce femenino abrevando del controversial mito de Lilith. No es de extrañar, cuando éste se erige como símbolo para aludir “a los misterios de los destinos humanos, a algún nuevo vínculo de lo visible a lo invisible, de lo temporal a lo eterno” (6) según palabras de uno de los más importantes simbolistas tal como lo fue Maurice Maeterlinck. 

Recordemos que no es un solo arquetipo o un símbolo lo que se activa: el paisaje marino que humedece todo el texto invoca de por si a las nereidas, esas hermosas ninfas marinas, que reciben la ofrenda de los marineros hecha de aceite, miel y leche:

       (6 ofr) las diosas de los mares vaciaron su leche
fluía en mis venas la dulce fiebre
de marfil

la sed 
de la intemperie
bebía de sus ubres

Así como también en:
        (2 ofr) me acostumbre a su orilla delgada
                                  a su mar invisible y lechoso

        (3 ofr) vierto mi agonía en la leche gozosa del océano

Quisiéramos retomar el verso de Baudelaire: “La naturaleza es templo donde vivos pilares / dejan salir a veces sus confusas palabras; / por allí pasa el hombre entre bosques de símbolos” (7) apuntando a lo eterno y a lo desconocido. No es eso mismo lo que busca Hurtado cuando nos introduce, despojados de todo, en las profundidades más oscuras de los océanos. 

Quizás la diferencia parte del psicoanálisis. Los poetas romántico/simbolistas lo preceden, mientras que la autora es hija de éste; en consecuencia, si los primeros abren la brecha de lo inconsciente a Freud, nuestra poeta abreva de las fuentes de Freud y Jung, e inspirada en ellos, bajo el manto de la musa Erató (Ερατώ) une “sentidos y sonidos en principio extraños y desconocidos, que generan el símbolo, el elemento que nos permite superar lo banal y lo cotidiano para acceder a lo inmaterial y lo superior” (8), descubriendo así su deuda con dichas corrientes poéticas.

        (2o) acaricié la luz
        vestida de criaturas viscosas y ciegas

llegué a la orilla
escupiendo peces de las profundidades
mi saliva tenía escamas
ojos abultados
mi lengua era lecho de anémonas


III.- TURBULENCIAS Y OTROS CANTOS

La voz femenina llega después de la tormenta. La pregunta queda en el aire: ¿cómo naufragó?, ¿a quienes se entregó?, ¿cómo vivió su entrega? ¿Cuántos limites propios atravesó para encontrarse más allá de cualquier convención? Ahí está ella, bajo las sábanas húmedas de la pasión. ¿satisfecha? No lo sabemos. El amante se fue. ¿Pero cuál? ¿acaso recuerda los nombres? ¿o prefiere olvidarlos? 

       (9o) (9)  Lloró sobre sus tumbas
                                       Tuve compasión de mi torpeza

Pero ¿quién es esta mujer que nos habla? Vayamos al inicio del canto 1 Turbulencias:

       (1t) negros la espuma y el oleaje frío albergue de estrellas
       (2t) ¿en qué mar navega a tientas mi corazón?

Para remarcar con un contundente tercer poema, con una imagen distorsionada donde arriba y abajo que se confunden llevando a la desorientación; donde rebela el naufragio como experiencia subjetiva

       (3t) o son los mares barcazas turbulentas
       que esconden su naufragio
       que danzan sobre mí              
       Me ciñen

El naufragio pesa sobre ella, la ciñe; solo hay hundimiento, no hay cielo, lo abismal engulle todo

       (4t) caen las nubes
     se hunden como barcos heridos

Decía Freud, la culpa, la vergüenza y la conciencia moral son diques contra el embate del deseo; ese eterno deseo que no encuentra satisfacción. Lo sabemos al leer el poema

       (10t) la respiración irrumpe en la oscuridad de los barcos
                       hundidos
                       atrapados en corales  (10)

Muy diferente a cuando la represión se instaura
      (5 oc) Olvido
                        esas entrañas que nunca he visto
            sospechándolas
            tras la arcada de mis últimas costillas

Muy diferente a los dos cantos iniciales, donde la pulsión se expresa con toda su carga erótica. Ahí respira, quizás jadea, es cuerpo deseante. Lo descubrimos si retrocedemos en el poemario

       (4t) he desandado el territorio submarino
       donde los corales extienden su lujuria (11)  entre las sombras 
        mis pies conocen el resplandor rojizo del poniente

En apres coup vemos que lo masculino (barcos) está atrapado en su lujuria (corales), esos que habitan en la profunda desnudes de su cuerpo

       (10t) con el vestido en jirones la costura ausente de la piel

Ella es el mar, el aqua arquetipal, la amante, la humedad que invita al placer:

        (5t) los mares tienen ausencias penetrables
                  enormes agujeros encinta
        recodos milenarios
        (…) desde mi levedad interrogo el surco de las aves 

Como ya dijimos, lo fálico simbolizado en la figura de los distintos navíos

(6t) resbalé en el escalón de los mares australes
un transatlántico
isla a la deriva
atraviesa mi entraña

           (6o) arribaron barcos a mi cuerpo
                                 disperso
                                en la molicie de arena

y en apres coup testimonia la danza de los sexos a través de la metáfora contenida en el significante ‘arena’?
(1o) la silente arena que yace bajo todo deseo
                                        abajo
                                      en el refugio sin color de la entraña

Volviendo a los navíos (metonimia del amante) son personalizados: sean clandestinos o no, se muestran no suficientes para satisfacer.

          (8t) de la profundidad ha nacido un viejo buque 
                le crecen polizones y una sala sin música
                el capitán
                   no escucha el canto de las olas

Y ¿por qué? Lacan nos muestra que la mujer tiene un goce suplementario, más allá del goce fálico, que cada mujer es un misterio para sí misma, y que ninguna goza igual que otra. De allí, el festín profano de la sexualidad que la voz de la poeta muestra en su particularidad.

         (1o) Recibí el fulgor
de las estrellas que navegan obscenas
en su lomo perlado

        (6º) gritan las gaviotas
mientras empuñan sus picos contra la pulpa lasciva del mar
su frenesí arrastró mis oídos a turbulencias olvidadas

Sin embargo, la nostalgia, la tristeza, la no satisfacción del deseo, el tratar de recuperar lo perdido, todo aquello que puede englobar lo femenino herido lleva a encubrirlo con la rabia, ese terrible semblante del dolor.
        (7o) Mi boca conserva la rabia salada de las olas
Y sumemos a ello la confesión 
(1o) Lloré cuando me vi expulsada 

Expulsada ¿de dónde? No hay ninguna referencia, ni puede haberla: el poema elude. Sin embargo, recordemos que el símbolo está en el camino a medias entre la imagen y la palabra. Si lo buscamos, quizás podamos encontrar una vía de desciframiento. Releyendo el poemario nos llama la atención como aparece en (6t)

Amargo
Me preño de brisa verde
sueño que el agua dulce inunda mi boca de serpiente

Así como: (5t) desde mi levedad interrogo el surco de las aves

Serpiente y seres alados, como símbolos. Sabemos estos se transforman o pueden condensarse en una sola figura, en este caso Lilith, la primera mujer. He allí el mito en su carácter de símbolo, tal como los poetas simbolistas nos enseñan.

Alguien pudiera argumentar que Lilith se rebeló, se fue por su propia voluntad, a diferencia de la rapsoda quien es enfática al testimoniar su “expulsión”

Ello nos obliga a recordar que Eva fue la expulsada, pero a consecuencia de la influencia de Lilith al darle el fruto del árbol del conocimiento; y, en consecuencia, descubrir su desnudez, su cuerpo de mujer (que sobre ello se imponga luego el juicio moral es otra cosa)

Hagamos un alto en nuestro hilo narrativo para observar, por contraste, los hechos relativos a las dos mujeres:

Lilith es creada igual que Adán
Eva es creada a partir de Adán
Lilith se rebela a ser objeto de uso de Adán
Eva está al servicio de Adán
Lilith se va del Paraíso en busca de su destino
Eva es expulsada del Paraíso
Lilith goza de varios hombres
Eva permanece sumisa a Adán

En virtud de esto, Lilith debe ser demonizada, haciendo serie con todas aquellas  deidades femeninas que “adquieren sentido negativo por oposición a las deidades masculinas:  si ellos  representaban  la  vida y la luz, las diosas adquirirán un carácter oscuro  y  terrenal (12) 

En el  caso de Lilith, por ejemplo, la encontramos en el Talmud  como  una  mujer  salvaje y alada (13)  No es de extrañar entonces este verso:

(11t) los ojos rojos como brasas
atraviesan la placidez del cielo

Dentro de todo esto, ¿que resta? Una mujer, una naufraga, un cuerpo que intenta sobrevivir al embate de la pasión, resurgir de la lucha entre Eros y Thanatos, y escuchar a su femenino herido susurrar:

    (5o) los mares me traen en pedazos a la orilla
algún miembro huérfano 
antiguos rostros en sepia
amores intentando brazadas
palabras entre dientes

Esta lógica, nos lleva a replantear el motivo de la celebración. ¿es haber resurgido del caos? O se trata de la lucha de una mujer por sanarse de su propio naufragio, sanar lo femenino herido, responder a la incisiva interrogante ¿cómo se hirió?, ¿más que quién la hirió?

Decir:

(10bl) el náufrago no tiene más hogar que el mar
          que lo escupió
que lo mantiene huérfano en la orilla
(…)
el mar salvador que le devora los ojos
hasta dejarlo ciego

sólo da dos opciones: o volver a hundirse en el definitivo regazo del apego, o levantarse y comenzar a vivir allende el mar. En última instancia, es la diferencia entre cargar siempre el naufragio a cuestas, o ser un sobreviviente.



Notas:
 1 W. J. T. Mitchell. Teoría De La Imagen. Ensayos sobre representación verbal y visual. Traducción. Yaiza Hernández Velázquez. Madrid - España.
  2 López, Santos: La Barata Editora Exlibris, 2013.
  3 Hurtado, Ana María: “La fiesta de los náufragos” Editorial Diosa Blanca, 2015.
 4 Huret, Jules (1891): Enquête sur l’évolution littéraire, París: Bibliothèque  Charpentier. Pág 60: Nombrar un objeto es quitarle las tres cuartas partes del disfrute del poema que se compone de adivinar poco a poco; sugerirlo, ese es el sueño. Es el uso perfecto de este misterio lo que constituye el símbolo: evocar poco a poco un objeto para mostrar un estado de ánimo o, a la inversa, elegir un objeto y hacer surgir un estado de ánimo, mediante una serie de desciframientos Citado por Nuria Cabello Andrés en  Símbolo y mito en el movimiento simbolista francés: Revista de Filología, 40; 2020 Pág 51-69 Universidad de la Rioja.
5 https://etimologias.dechile.net/?fiesta
6 Maeterlinck, Maurice (1979): Préface, en Théâtre, París-Ginebra: Honoré Champion, 1.a edición. 1901-1902, X-XI. Citado por Nuria Cabello Andrés en  Símbolo y mito en el movimiento simbolista francés: Revista de Filología, 40; 2020 Pág 51-69 Universidad de la Rioja.
7 Op cit
8 Cabello Andrés, Nuria: Símbolo y mito en el movimiento simbolista francés: Revista de Filología, 40; 2020 Pág 51-69 Universidad de la Rioja.
9 Nota del autor: Los poemas han sido identificados de la siguiente manera:  número del canto, y inicial del canto): Turbulencias (t), Orillas (o), Fulgores (fl), Ocasos (oc), Ofrenda (ofr), Náufragos (n), Blanqueo (b).
10 Nota del autor: cuya asociación está vinculada a la sexualidad.
11 Nota del autor: la negrilla es nuestra para destacar la asociación.
12 BURGUILLOS CAPEL, María, “Non serviam: la insubordinación femenina en  el  mito  de  Lilith”,  en  Milagro  Martín  Clavijo  et  alii  (eds.):  Locas:  escritoras  y  personajes  femeninos  cuestionando  las  normas,  Arcibel,  Sevilla, 2015, p. 188 citado en  San José Pérez, Rocío: Lilith como la serpiente del Paraíso. Ejemplos de su presencia en el arte bajomedieval hispano. LIÑO 27. Revista Anual de Historia del Arte. 2021 (pags. 21-32) Universidad de Valladolid.
13 Seijas De Los  Ríos-Zarzosa,  Guadalupe,  “Desarrollos apocalípticos y místicos de algunas expresiones bíblicas”, Sefarad: Revista de Estudios Hebraicos y Sefardíes, 62 (1), 2002, pp. 175-176.citado en  San José Pérez, Rocío: Lilith como la serpiente del Paraíso. Ejemplos de su presencia en el arte bajomedieval hispano. LIÑO 27. Revista Anual de Historia del Arte. 2021 (págs. 21-32) Universidad de Valladolid.










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