LP5 Revista de Literatura y Arte

viernes, 19 de septiembre de 2014

Sobre Eslefánica Visual de Erick Sarmiento. Por Miladis Hernández Acosta


Eslefánica Visual o Crónicas de una Matriz.

Oscar Wilde sostenía que el fin del arte no es la verdad simple, sino la belleza compleja; por ende la poesía, -a pesar  y más allá- de que muchos de sus creadores contemporáneos al enfrentar los moldes de la realidad inmediata fustiguen la utilidad o no de lo esencialmente bello y reevalúen o reprueben  todo intento de exteriorizar lo sublime,  aún en las voces más ríspidas de los discursos actuales encontraremos resonancias de esa belleza compleja descrita por Wilde.

Eslefáinca Visual de Erick Sarmiento puede sin lugar a dudas mostrarnos esa búsqueda de lo bello en medio de un ambiente vejado por las destrucciones. Este es un poemario cuya premisa está dada en la exploración del amor, y en la indagación del Ser que se optimiza para legitimarse en otro yo.

Se trata del alma que busca la visibilidad del amor, y con esta necesidad entronca un discurso que se destaca por su limpieza formal, por su complicación ideoestética y por un lirismo profeso: lirismo a ultranza que no desestima lo erótico, lo corpóreo y por demás apela a lo sensorial.

Este poeta reclama una figura y se atribuye unos eslabones para concatenarse con otra presencia. Lo visual toma cuerpo, es axioma para franquear sus obsesiones. Lo visual es númen para concretarse con el cuerpo amado. Con mucha originalidad este autor logra su propia facticidad poética para replantearse la soledad, y en medio de ella la inexorable conquista del amor como necesidad suprema, de ahí que apela a la belleza compleja como soporte del arte.

A pesar de la brevedad discursiva, las pocas páginas que conforman este cuaderno logran captar la atención del lector dejándonos obviamente un latir y un deseo de continuar leyendo. Erick Sarmiento hace una lacónica detonación de sus armas poéticas para dejarnos con ansias de volver a someternos a una segunda lectura.

En su breve historia logra adentrarnos a un mundo que nos hace pensar en la soledad de muchos individuos y en la soledad nuestra. En su pequeño Esléfanica Visual nos surte de preciosas imágenes conmovedoras para exhibirnos sus desvelos.

En la impronta de un lenguaje muy preciso este poeta pide silencio como prerrogativa más inmediata para no anularse si no para darse en la totalidad de los fenómenos, así versa:

Cállense
      :
Indundaban cenizas blancas, en el río.

Con esta aseveración hace patente su lirismo y su necesidad de ser atendido, por añadidura desea un escondite, un silencio que no hace concesiones, y un tempo que está colgado de principio a fin de las manecillas de un reloj.

Este es un libro coherente, de mucha precisión temporal, y de un logrado ritmo expresivo. En algunos textos se pone de manifiesto una suerte de misticismo fugaz, una especie de matriz cabalmente espiritual que le concede a este libro un aliento propio, una organicidad especial y un sentido profundo de la cognición inherente del Ser humano que busca su verdadera realización humana a través del amor: una cognición que le es consustancial y necesaria.
De ahí que pide a grito que alguien se quede, demanda un Stay en sentido peyorativo: su impetración es el legítimo legado de su voz.

Quédate conmigo. Me decías
Porque hoy
((Soleará/lloverá/lloverá y nadie aullará)).

La privación de compañía quiere imponerse, y solo al final nos muestra sin ninguna trabazón estilística ni conceptual una felicidad abarcadora que nos estremece. Esta felicidad es reflejo de la condición humana,  es signo del ser, memoria de esa fascinación que lo complementa y solo a través de la poesía obtiene esta identidad primordial.

En el poema Aquí este autor recobra la confianza y acierta exponiéndonos una voz que ha alcanzado su supremacía espiritual afanándose al silencio.

Un silencio plasmado
una palabra tuya
y ya todo es hermoso.

Cuasi místico en este final hay mucho más que la complacencia por haber recibido la voz de ese “alguien” que ha esperado con desvelo, en este poema hay mucho más que una presencia corpórea: hay ante todo una vigilia, un mutismo contumaz, un Silencio cósmico,  y una confianza extremada en algo que viene de arriba; confianza en lo superior, en lo que ofrece toda garantía. Como San Juan de la Cruz, Erick profesa de una espiritualidad y de una angustia que se carnaliza inconscientemente en Dios. Todo está animado por la misma impulsión y el amor para este poeta no es solo una metáfora sino una reincorporación de su propio existir.

Muchas son las búsquedas de este poeta y muchos son sus horizontes espirituales. Su epicentro o su novedad está en que al final haya encontrado la felicidad que pide y en ella su unigénita voz que como todo Ser se fragmenta en lo dual, en la carestía de ser –finalmente- amado y más que eso –escuchado-.
  




 Miladis Hernández Acosta.
Princesa de la poesía cubana.
1 de septiembre 2014.
Guantánamo, Nubes de Virgo.



ERICK SARMIENTO Licenciado de Ciencias de la Comunicación, Gestor Cultural y dirige la Asociación Cultural Colectivo Sur-real. Publico su poemario Eslefànica (paracaídas editores 2013). Ha participado en festivales de poesía y feria de libros. Sus poemas aparecen en páginas literarias. Fue parte de la muestra colectiva de artistas visuales “De la metáfora y el laberinto 2012”. Es organizador del Festival literario y arte visual “En los Extramuros del Mundo” (Cañete) y el Festival afroperuano “Kutukà” (San Vicente de Cañete). Difusor y recopilador de las manifestaciones afroperuanas.


                                                                                         

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