LP5 Revista de Literatura y Arte

miércoles, 2 de mayo de 2018

JHON RIVERA STRÉDEL: Poesía Actual de Venezuela





JHON RIVERA STRÉDEL (Caracas, Venezuela 1992). Poeta. Terapeuta Psicosocial egresado de la Universidad de Carabobo (UC). Cursa estudios de psicología en la Universidad Central de Venezuela (UCV). Ha participado en el comité de redacción de la revista La Tuna de Oro del Departamento de Literatura de la UC. Obtuvo el tercer lugar en el I Concurso de Poesía Andrés Bello, convocado por la Dirección de Cultura de la Asamblea Nacional de Venezuela y el Premio Nacional Universitario de Literatura “Alfredo Armas Alfonzo”.


Selección por Gladys Mendía (inéditos)



Elegía a Salvador Casamayor.

           Mírame amigo
sé que no me crees
cuando te hablo de esas cosas
que vuelan por las montañas
y quieren hacerme daño
pero dame una moneda
o algo de comer

Camino
       camino
por la noche
y por el día
dolorosamente otra vez
calle arriba
calle abajo
creo que busco a Adriana
la confundo con las cosas que veo
creo que Adriana no volverá más
ni tampoco mi hermana
que la hospitalizaron y se nos fue.

Es duro pensar en la vieja casa, los libros y mi hermana y yo
reposando la tarde
viendo las amarillas guayabas caer en el patio.
mientras subo
                       bajo
calle arriba
calle abajo
dolorosamente otra vez
pareciera que nos fuimos marchitando
y que las ventoleras
que cruzan el patio
nos llenaron de crujidos
paso el viejo puente
voy a buscar limones, mango
donde mi amigo cruzando el río
donde nadé con Adriana
y escuchábamos el chapoteo de las aguas entre las rocas.

Mírame amigo estoy furioso
mido 2 metros
y tengo las manos inmensas
dame algún billete o algo para comer
mírame amigo
ayer a José Félix con agua…
me están cayendo a palos me están golpeando fuerte
como cuando los hospitales
me llevaban
creo que estaba loco amigo
porque las cosas que me golpean
no vienen de esas montañas
sino que son estos hombres
que con palo puño fuego
me van apilando
amigo mi furia no es contigo
solamente no me gustan las injusticias
y que me perdones te digo
te quiero
te quiero entre mis huesos grandes
recuérdame 
en busca de Adriana
la lucha en las fábricas
nuestras conversaciones
caminando
caminando
así
calle arriba
calle abajo
dolorosamente otra vez.




La  fiebre que tengo en la cabeza
la calenté con el temblor de unas piernas
entra la helada noche de las montañas
y cuando debí hacer mi trabajo
me refugié
buscando calor en un cubículo lleno de medicamentos
juntando mi respiración con la suya.
Sudé sudé
y busqué el ardor en unos labios morenos
que me quisieron besar.

He destruido
todo mi patrimonio
al son del calor
y no encuentro freno a la desesperación
de querer tocar besar entrar
siento que de tanto entrar en la casa en llamas
ni siquiera el agua me calma.

Veo a los seres chamuscados
trapos en remojo
no sabía que la llama que desperté
iba a plegarse sobre mi cuerpo
iba a dirigir la inteligencia
confundiría el amor
con un traje al que hay que quemar
en la cercanía de un fogón.

Estoy dentro de una fiesta eterna
donde soy el invitado vitalicio.

En otro tiempo endurecía el corazón
de sufrimiento
pero desde el pase de entrada al gran salón de la fiebre
sufro el no poder salir
de mi intranquilidad
y aunque viene el goce violento de unos cuerpos
la violencia atiza más la fiebre
no se derrumba
sigo ardiendo
y la tensión de los ojos
de un mosquito que no para de sentir la sangre dentro de sí
en el intervalo de vida que le tocó
hasta desparramarse en las paredes.

Si me hubiera dedicado a hacer mi trabajo
si tan solo hubiera prolongado
el desaliento de tener el corazón roto
si entre las frías montañas
le hubiera escrito una canción a la niebla                                                                                                  y me hubiera dormido
despertando con la canción de unos loros cruzando el espacio
y la rama de unos pinos molestándome las orejas.





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