MARÍA EUGENIA GARAY (Paraguay, 1954). Escritora, autora de una prolífica obra literaria. Durante su larga carrera en la literatura, se aventuró en la narrativa, la poesía, los cuentos, las novelas históricas, las novelas policíacas y las historias infantil-juveniles en lírica y prosa. Practicó el periodismo de forma independiente. Ha publicado hasta la fecha 51 libros, 16 de ellos de poesía. Varios de sus libros han recibido diversos premios y menciones. Algunos de sus poemas han sido musicalizados y fragmentos de sus novelas históricas han sido dramatizados. Es Miembro Fundadora de la Academia Literaria del Colegio Teresiano y de la Sociedad de Escritores de Paraguay. Su nombre aparece en las principales antologías de la literatura paraguaya.
AQUEL MÍTICO FRASCO DE ALABASTRO
I.-Yo soy la de Magdala
Yo soy la de Magdala, la de los ojos glaucos
y las manos que hilvanan los ignotos misterios.
La que luce en el pecho el abalorio mágico
del corazón intacto hecho cáliz de fuego.
Como un estigma llevo cicatrices ciclamen
de un amor que en la hondura
violeta de mis ansias
se convirtió en resabio de luceros.
Yo soy la de Magdala, la injuriada,
la señalada, la vilipendiada.
Dice de mí la muchedumbre inquieta:
“allá va esa mujer torrencialmente bella,
hecha de atardeceres ariscos, de dunas escarlatas
y de altivas lloviznas del color de las penas.
Allá va esa mujer, cuya hermosura
hace palidecer a las mismas quimeras.
Segando el aire quieto de la tarde
con su fulgor de lámpara encendida
con su mirada glauca, donde el ovillo añil
con el que el tiempo teje la inextricable duda
se transforma en cadencia de certezas”
Yo soy la Magdalena, abrumada de auroras taciturnas
y el rojo vendaval de los ponientes, que a veces
se entrelaza a mis caderas.
La de la piel de nácar y gaviota,
donde la luna emerge cada noche,
desde la hondura de antiguas tristezas,
desde las ansias de este amor silente
que me desgarra el alma en sus riberas.
Me aferro a la esperanza de ese hombre
que dice ser un dios que desconozco
y por él soy capaz de derribar los muros que me cercan
y de llamar hermana a la serpiente,
o de acallar las voces más adversas.
Yo soy la Magdalena, la de los ojos del color del tiempo,
la cabellera umbría y la fragancia a sándalo
donde gravitan estrellas ausentes,
con los lazos magentas de esta pasión secreta.
Recodos desvelados de mi piel, buscan sus manos
de huellas milagreras, y esta hoguera incontenible
de mi boca, delira por el beso de sus labios lejanos
porque detrás del dios, presiento al hombre
que vencerá los ritos del sepulcro
y al borde de los días que nos cercan,
podré amar sin la pausa de la muerte,
en esa eternidad, brumosa y azulina
que, como hijo de un Dios, él nos promete,
después del musgo, la piedra y los cipreses
en aquella comarca sin confines,
donde el tiempo invisible, no atraviesa.
II.-Pasionaria desnudéz
Yo soy la Magdalena, cuya belleza envidian
las mujeres de Nínive, las rosas carmesí de Nishapur,
la vasta resolana de Megido y, el fulgor infinito
de la noche estrellada sobre el golfo de Menfis
donde en hosco torrente se desbarranca el cielo.
Soy la mujer, violenta, vital y apasionada
a la que siguen mansos los tigres opalinos del desierto.
Ante mí empalidecen las auroras
y el guerrero insensato vacila en la batalla
para rendir su secular espada ante mi altivo paso,
sensual e indiferente, en la casual penumbra
del incienso, la mirra y los espejos.
Me han obsequiado los jades de Damasco,
los cofres del saqueo de Persépolis,
y las perlas cerúleas del Tirreno.
Ante la pasionaria desnudez de mi piel
donde la luna ahueca sus fragancias de plata
y se florece en nardos mientras vacila el tiempo,
gravitan como sombras los amores
que entre las galerías del pasado
me recuerdan quien fui, antes de conocerlo.
Para mí no se han hecho los turbios vaticinios
ni las imposiciones, ni el tiempo trashumante,
ese que desde el polvo nos acecha agorero.
Para mi corazón, tan solo existe
el abismo si pausas de sus besos inciertos,
la hondura de sus brazos, el manantial agreste
que anida sus secretos, el fuego que adivino
en su mirada, y este amor imposible, que no cesa
que atraviesa los muros que lo cercan,
e insensato se aferra a la esperanza,
que desafía al destino prefijado,
y pretende dejar afuera al tiempo.
III.-Túnica de amapolas
Yo soy la de Magdala.
La bella, la envidiada,
porque el Maestro Supremo
ha ungido con el agua del Jordán
esa melancolía añil de mis desvelos.
La que renace intacta
después de la calumnia y el destierro.
Llevo un vestido silvestre de amapolas
rojas como esa sangre transida de desdichas
que indomable y rebelde aún bulle entre mis venas,
y subleva a los días que me ha otorgado el tiempo.
Los cabellos al viento destrenzados de estrellas,
la piel resplandecida en resolanas,
y en el pecho anidadas
dos palomas de amor estremecidas,
que desnudas de hastío
anclaron en sus playas desoladas,
allí, entre pescadores y barcas y silencios.
Solo tengo esta vida para amarlo
con mi locura incierta y la certeza
de saber que está envuelto en el misterio
por ser hijo de un Dios que desconozco.
La umbrosa eternidad nace de sus palabras
y en sus ojos fulgura entero el universo.
Hay quietud de remanso en sus pupilas
y una pasión antigua y redimida
asoma transmutada cuando en Él reconozco
los arcanos secretos que atesoran
los códices cobalto del desierto,
esos que rigen a las tempestades
que inventan de la nada los milagros
y logran que se suelten las amarras,
para desafiar a la implacable muerte
que se cierne certera,
detrás de los olivos de los huertos.
Solo tengo esta vida para amarlo,
y para que Él me escuche,
me refugio en la orilla de sus sueños,
e hilvanada a mis ansias escarlatas
llevo su voz, sonoro pentagrama
burilado en la arena del recuerdo.
Llevo conmigo su rostro inconfundible
el regusto salobre de su piel, el calor de sus manos,
y ese mensaje extraño sobre un Dios infinito
que en las noches de insomnio que me agobian
logra que me florezcan los confines del alma,
que antes de conocerlo, se encontraban resecos,
como flores de cactus desoladas
en la arena sin fin de un gran desierto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario aquí