Sonia Chocrón (Caracas, Venezuela, 1961)
Poeta y narradora. Guionista. Publicada por editoriales como Alfaguara, Bruguera, Monte Ávila Editores. 1988 llega por concurso al Taller “El argumento de ficción” de Gabriel García Márquez en la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños, Cuba. De allí, viaja a México invitada por el premio Nobel para fundar el “Escritorio Cinematográfico Gabriel García Márquez” donde co-escribe guiones para la televisión y el cine. Ha publicado -con éxito de crítica y público- poesía: Hermana pequeña (2020), Editorial Eclepsidra. Bruxa (2019), Ediciones Kalathos España. Mary Poppins y otros poemas (2015), Lugar común Editores. Poesía Re-unida (2010), Bid & Co Editores. Fe de errantes. 17 poetas del mundo (2006), Otero Ediciones. La buena hora (2002), Monte Ávila Editores. Púrpura (1998), La Liebre Libre editores. Toledana (1992), Monte Ávila Editores; novela: La dama oscura (2014), Editorial Bruguera. Sábanas negras (2013), Editorial Bruguera. Las mujeres de Houdini (2012), Editorial Bruguera; cuento: La virgen del baño turco y otros cuentos falaces (2008), Ediciones B. Falsas apariencias (2004), Editorial Alfaguara. Usted (2022), El Taller Blanco Ediciones. Su trabajo -tanto literario como cinematográfico y televisivo- le ha merecido diversos premios y reconocimientos. Aparece en numerosas antologías poéticas y críticas. Publicada/traducida a varios idiomas en revistas académicas -poesía y narrativa- especializadas en literatura. Twitter: @soniachocron IG: @lachocron
Reside en Venezuela.
De Hermana Pequeña. Editorial Eclepsidra, 2020.
Caracas
La orden es partir pronto
con las niñas de los ojos
con las flores atascadas en la garganta
para no gritar
Y guardar las sagradas escrituras
los lugares ya cenizos
los muertos los parques y mascotas
para cuando volvamos
del miedo
***
Me voy quedando
tan a gusto
oscilando con los columpios
mellados del parque y
con los difuntos
que al fin no tienen que decidir
nada
ni esperan que les responda
Soy un péndulo en paz
***
Sin embargo
había una gallina pequeña para mí.
Hubo una gallinita todos los años
Hasta que tuve doce
Llevaba mi nombre y mi apellido
Y moría anualmente
durante Yom Kippur
Era mi kappará
Se iba por mi
Daba su vida por la mía
Como si fuera Jesús
O una buena madre judía
La sacrificaban después del año nuevo y
cada víspera
del perdón
Sin mi consentimiento
Ahora ya nadie muere por mi
Solo yo
soy mi propia condena.
De La Buena Hora. Monte Ávila Editores, 2000.
Orden
Hay que hacer orden en la casa
lavar la losa, vestir la cama
hay que hacer orden en la casa
plantar las flores de calabaza
borrar el rastro de la melaza
buscar la música de las cosas
haciendo orden, haciendo casa
con las palabras para formarlas
poner el orden
formar la casa
con un ejército de palabras
que nadie sepa, que nadie vea
que las glorietas se están cayendo
que hay que hacer orden en la casa
para que el ave de la tristeza
se vaya al parque o a la avenida,
poner el orden dentro de casa
y que no crezca la angustia ciega
que crece en ella cuando es de día.
Bañar de azúcar y sangre impía
todo resquicio de las esquinas
que Dios la ampare y la favorezca
de la traidora melancolía
del mal de ojo y la villanía,
que hay que hacer orden
quitar la traza, barrer el polvo
todos los días,
limpiar la casa, poner el orden
que si nos vence, nos vencería
la muerte eterna, la pena en vida
matar el orden, cegar la herida.
Purísima
(Kashrut)
Dore la cebolla, avive el sueño
prepare la cena de su hombre hambriento
supure la sangre y remoje la carne
en el agua que limpia la impureza
de los cuerpos rancios y sus moscas
agregue dos flores y sírvase entera
desnuda y sudada
esa cama blanca inocua
toda es sal
Apóstata
Soy de una casta de mujeres solas
que lloran hombres en los recodos
del claustro
y devanan en su desvelo sueños
fríos de antiguos irreparables dueños.
Esas mujeres de la casa
comparten lecho con los espejos
de hermanos, hijos, maridos yertos.
He envilecido mi sino y la herencia
de la vela y su flama siempre ensimismada
por un hombre posible de quien quizás anide
un hijo macho.
De Bruxa. Editorial Kalathos, España, 2019.
Enigma
No quiero construir
Debo saber
por eso vivo insomne
y recorro los bosques buscando respuestas
me dejo herir por árboles centenarios
en mi carrera hacia la noche
como si fuera una gata que huye de sus dueños
Penetro la oscuridad para entender
lo oscuro
Y rasgo el mal
para entender al mal
Me he dejado morder los muslos
la silueta, los pómulos
He permitido que me avasallen
tan solo para comprender
lo perverso
He habitado cuevas lóbregas
He dormido con muertos
y criminales y locos
He transitado mentiras y luces
Aun así
no entiendo la liturgia
de mi impericia
Ni por qué el amor no alcanza
O sobra
Crochet
Quiero hacerme una cobija con tus manos
para los días fríos
tristes
desgraciados
Una manta con tus manos que me arrope
hasta la gana
el olvido o el estrago
Una frazada que esté hecha de tus manos
como si fuera un guante a la medida
de mis ojos, de mis pechos, mi verano
y del origen donde me late la vida.
De Toledana. Monte Ávila Editores, 1992.
Qué soy
Dios de mis antepasados
más que la húmeda hermana del barro
vida que Te honra y gloria por venir
Has vuelto Tu rostro
y me has mirado
Tu gracia Tu caudal y Tu santuario
son mis fueros y mi hado
levadura que fermenta
***
Deseo con ansias deseo
como quien roza del agua sus vaivenes
rozar sus ojos cautivos huidizos
fuentes de agua consagrada
Deseo con ansias deseo
como quien ciñe de la tierra sus primicias
ceñir su cuerpo espigado en ciernes
árbol de la vida
Deseo con ansias deseo
como quien besa del cielo sus señales
besar sus manos calmas relumbrantes
estrellas de cinco puntas
Deseo con ansias deseo
como quien adora del fuego su impaciencia
adorar su espíritu implacable fervoroso
calor del éxtasis
De Púrpura. Editorial La Liebre Libre, 1998.
En rocío
Yo quisiera a veces
que un poema mío
fuera magia sabia
poder repentino
Que su alquimia extraña
que su señorío
hiciera a lo seco
trocarse en rocío
Siete en punto
Siete caballitos van por la vereda
ay si yo pudiera si yo pudiera
Siete riachuelos ganaron la vera
ay si yo pudiera si yo pudiera
Siete nubes vagas aguaron sus penas
ay si yo pudiera si yo pudiera
Siete flores rojas vaciaron sus venas
ay si yo pudiera si yo pudiera
De Carta de Naturaleza. Inédito.
El deseo
Entiéndase bien,
quienes padecen la misma gana
se allegan, como el escualo a la sangre.
Intercambian antiguas semejanzas, sabores.
Sinsabores.
Aunque a veces uno se almuerce al otro.
(En ese banquete desnudo
¿Quién sabrá distinguir el final
del principio o del nudo?
¿O quién es el comensal
Y quién el manjar crudo?)
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