LP5 Revista de Literatura y Arte

miércoles, 16 de octubre de 2024

MONTHIA SANCHO CUBERO: Poesía Actual de Costa Rica

 


Monthia Sancho Cubero (Costa Rica, 1968) Estudió periodismo y educación prescolar. Laboró en el diario nacional La República y en diferentes periódicos alternativos, revistas y radioemisoras. Fue Directora de la revista internacional de a bordo Join us. Ha publicado los libros de poesía: Palomas de grafito (2015), Trance (2017), El rastro de la grulla (2019). Parte de su obra se ha traducido al inglés e italiano y ha sido incluida en varias antologías en Costa Rica, España y Estados Unidos.

 

 

DESDE EL SUBSUELO

Yo sí veo desde abajo

el reverso de las piedras.

Siento el olor a desatino

y voces perturbadas,

por eso irrumpo

esta máxima a mi antojo.

 

Deambulo en un bosque animado,

lucho contra la locura teñida de cordura,

esa que se interna entre ariscos senderos

para apagar la fe de mi mirada.

 

He ceñido mi nombre a la zozobra,

identidad que desconozco,

pero ya poco me importa.

Cada noche

arribo a la muerte

con el sudario sobre el rostro.

La fila se hace larga

y aun nadie me espera.

 

Mañana leeré de nuevo

el reverso de estas piedras.

 

 

HIERBA INDÓMITA

Nunca creyeron

que yo fuera una de esas

que se abandona en el fango

para sorber resignada sus desconsuelos;

hierba indómita

tratando de esconder a ultranza sus harapos.

 

Una mujer que de vez en vez

hace orgías con la muerte

y sigue desafiando sus pupilas.

 

Pensaron que nunca

me había levantado

de la navaja de la ausencia,

del desamor y sus traiciones,

y que zurciéndome en mi claustro

-con algunos garabatos renacentistas-

fuera capaz de ahuyentar la agonía,

desfiladero que busca apagar

el hastío de mis pasos.

 

No suelo escarbar mi corazón en las vitrinas,

no quiero desplomarme ante esa hoguera.

Es suficiente tener que morir anticipada

entre el murmullo retorcido

de los malditos maxilares

que excorian con sus bocas de zarza

el quicio de mi espalda.

 


MONÓLOGO DE UNA MOCHILA

No podía guardar más el silencio

en las esquinas,

el lastre vigilante declinaba su lomo

desgajando el tiempo para emprender

con pies ligeros esta caminata

y la locura empacada en su mochila.

 

Necesitaba cruzar de acera,

evadirse del encierro de su agenda,

manicomio cotidiano

habitado de números, lágrimas y esperas.

 

Estaba urgida de barrer de sus párpados imágenes,

lavar los tímpanos de voces

y romper el veneno del discurso ornamentado de mentiras.

 

De vez en cuando

yo también soy 

esa necesidad cotidiana y ambulante,

esa explosión inmensa y contenida.

Busco desesperadamente sacudir de mis huesos

el cansancio de estar

tan solo a veces

                                    viva.

 

 

JUEGO DE RAPIÑAS

Los buitres tienen picos por espadas,

el hombre las abriga en su lengua,

las afila con el veneno acre del verbo

y sigue el trayecto

que agrieta la epidermis del abrazo.

 

He vivido bajo el barullo

de esa cercha hostil que me transpola.

Hoy me desgajo

de ese juego de rapiñas

trazado en el reverso de cualquier etiqueta.

 

Me dispongo a recoger las esquirlas de mi savia

en este arrebato de horas sin minutos.

Hoy le susurro al latido de mis venas

que no quiero encajar en nada,

                                                           en nadie

                                                                                   en nada.

 

 

SACRILEGIO DE INCIENSOS

Yo no estampo en mi frente

un símbolo con ceniza

para enjuagar ante tus juicios

mis pecados.

 

Yo no toco las puertas de las almas

ni profetizo lanzando piedras

por las calles.

No me pongo la sotana de poeta,

no me siento ungida

y con licencia

de marcar con una cruz

cada tropiezo.

 

Soy de esa especie curtida,

espesa,

que enfurece su sangre mientras pulsa

y abolla el músculo cuando rota.

Reconozco el incensario

que alberga serpientes cascabeles.

Presiento el veneno, la hoguera,

 así como a la horda,

 que ceñida a las túnicas de encajes,

 columpia eslabones

y expele sus toxinas con inciensos.






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