FRANK BÁEZ. (Santo Domingo, República Dominicana 1978). Poeta y
escritor. Ha publicado los libros Jarrón y Otros Poemas (Editorial
Betania, Madrid, 2004), Págales tú a los psicoanalistas (Editorial Ferilibro,
Santo Domingo, 2007), con el que obtuvo el Premio Internacional de Cuento Joven
de la Feria Internacional del libro; Postales (Editorial Casa de poesía, San
José, 2008; Editorial Textos de Cartón, Córdoba, 2009, Editorial Cara de Cuis,
Córdoba, 2010, 2011; Editorial Ediciones De a Poco, Santo Domingo, 2011; Ediciones
Liliputienses, Madrid, 2012) , que obtuvo el Premio Nacional de poesía de la
República Dominicana; y En Rosario no se baila cumbia (Editorial Folía, Buenos
Aires, 2011). Sus textos han aparecido en diversas antologías; entre estas se
encuentran: Cuerpo Plural. Antología de la poesía hispanoamericana
contemporánea (editorial Pre – textos, 2010); y Antología de crónica
latinoamericana actual, Darío Jaramillo Agudelo, ed (editorial Alfaguara, 2012)
Es coeditor de la revista de poesía Ping Pong: www.revistapingpong.org. Junto a Homero Pumarol fundó y conforma el
colectivo de spoken word El Hombrecito que tiene editado dos discos: “Llegó el
hombrecito” y “La última vuelta”. Lleva
un blog: www.franbaez.com
Selección
de poemas por Gladys Mendía
Llegó
el fin del mundo a mi barrio
Llegó el fin del mundo a mi barrio
sin que a nadie le importara.
Mis padres tenían puesto CNN
esperando el boletín especial.
Los liquor stores y los cyber cafés
siguieron abiertos hasta tarde.
Nadie comprendía las señales.
Hasta la mujer que vio la silueta
de la virgen de la Altagracia
en el cristal delantero de su jeepeta
fue al car wash a lavarla.
Moteles y bingos estaban abarrotados.
Las evangélicas que con sus panfletos
habían anunciado tanto el fin
se fueron a la cama temprano.
No cortaron las líneas de teléfono.
Ni se llevaron el agua y la luz.
Nadie vio las estrellas que caían del
cielo.
Para cuando el arcángel Miguel sonó la
trompeta
el partido de los Yankees
iba por el octavo inning.
— Autorretrato —
Rodé al año y medio por las escaleras hasta el segundo piso. A los seis
casi me ahogo en una piscina.
A los siete me arrastró la corriente de un río. Me golpearon con un
palo, con la culata de un fusil,
con una tabla. Me propinaron un codazo en la cara y otro en el estómago,
rodillazos, machetazos, foetazos.
El perro del vecino me mordió un brazo.
Me cortaron una oreja haciéndome el cerquillo. Noqueado. Abofeteado.
Calumniado. Abucheado. Apedreado.
Perseguido por sargentos en motor. Por dos cobradores.
Por tres mormones en bicicleta.
Por muchachas de Herrera y del Trece.
Me han atracado treinta veces.
En carros públicos. Taxis. Voladoras. A pie.
Alguien me dio una bola y me dijo I am gay. Me robaron un televisor, un
colchón,
seis pares de tenis, cuatro carteras,
un reloj, media biblioteca.
Se llevaron varios manuscritos y cometieron plagio.
(Con lo que me han robado pudieran abrir
una compraventa en Los Prados)
Me fracturé el brazo derecho, el anular, la cadera, el fémur y perdí
cuatro dientes.
El hermano Abelardo me dio un cocotazo que todavía me duele.
En la fiesta de graduación me cayeron a trompadas y botellazos.
Luego publiqué un libro de poesía y una vecina lo leyó
y escéptica dijo que era capaz de escribir
mejores poemas en media hora, y lo hizo. Accidente con un burro en la
carretera.
Intento de suicidio en Cabarete. Taquicardia. Hepatitis. Hígado jodido.
Satanizado en Europa del este. Pateado por mexicanos en Chicago.
En Montecristi una mesera me amenazó de muerte
(ahora mismo, clava alfileres en un muñeco idéntico a mí)
Los vecinos sueñan conmigo baleado.
Los poetas con dedicarme elegías.
Otros con rociarme gasolina en la cabeza y arrojar un fósforo y ver mis rizos
en llamas. Otras con llevarme a la cama. Y hace semanas un policía me detiene y
me pregunta
si yo no era el poeta que había leído poesía aquella noche y le digo que
sí y el policía dice que son buenos poemas y hace una reverencia o algo así.
— La pelota que lancé cuando
jugaba en el parque aún no ha tocado el suelo —
Siempre quise ser el primer dominicano en la NBA.
Para entonces poner un dominicano en la NBA
era tan difícil como poner un dominicano en la luna.
Practiqué tiros libres, corrí, hice marineros,
sentadillas y lagartijas.
Parodié ganchos, donqueos.
Jugué veinticinco quintetos al día.
Mandé hacer una franela
con el número veintitrés y lloré
cuando Magic Johnson anunció que tenía sida.
Un día toqué la malla de un salto.
Luego toqué el tablero.
Nunca llegué a tocar el aro.
Conseguí esas pesas
que se amarran en los tobillos
y que incrementan el salto.
Pero no funcionaron y me las cambiaron
por unos Converse Magic con aire comprimido
que me robaron mientras jugaba bajo
un transformador en San Carlos.
Compré unos Reebook Pump
y me expulsaron del equipo nacional
de minibasket.
Me faltaba estatura, alegaron.
Ni empinado era lo suficientemente alto.
Dormí trece, catorce, quince horas al día
para acelerar mi crecimiento.
Comencé a comprar jarabes,
vitaminas, minerales, suplementos.
Luego de once meses
creo me estaba encogiendo.
Hice barras.
Ejercicios de estiramiento.
Le pedí a Jesús, a la Virgen
y al hombre elástico
unas míseras pulgadas de más.
Ya tengo treinta años y todavía necesito
dos pulgadas para alcanzar los seis pies.
En vez de llegar a la nba me mudé de barrio
y ahora juego dominó
en donde da lo mismo si eres enano.
También escribo poemas
y se los dedico a quien se me ocurra.
Por ejemplo este, que dedico a los que ya no se quitan
la camiseta al jugar básquetbol
porque les ha crecido pelo en la espalda.
Espero que lo gocen y que aplaudan.
Anoche
soñé que era un Dj
Llamo por teléfono a Miguel y le
pregunto
si piensa que me iría mejor de DJ o como
poeta
y Miguel responde que siga como poeta.
Mi novia también dice que como poeta.
El hermano de mi novia dice que como
poeta
y una jevita que hacía una fila en el
cine y que recién conocí dice que como DJ.
Las menores me ven más como DJ
y las mujeres que compran en el supermercado
dicen que persista con los poemas.
Mi mamá dice que como poeta.
El plomero dice que poeta.
Los cinco poetas que conozco me dijeron
que me iría mejor como DJ.
Mi hermana se abstuvo de votar.
Fui a ver a DJ Tiesto
y una gringa me tomó de las manos
y me explicó que los DJ son criaturas de
Dios.
-Son ángeles- dijo y mientras hablaba
yo imaginaba a los DJ volando
con sus turntables alrededor de Dios
como si fueran mosquitos y Dios los
espantara
con la mano.
Pero bueno, la cuestión es si los poetas
y los DJ
se pueden conciliar.
Si pueden ser uno,
si es posible escribir con una mano
poemas
y con la otra pinchar discos,
si se puede ser mitad poeta y mitad DJ,
si del ombligo para arriba soy poeta
y del ombligo para abajo soy DJ
o al revés
o quizás que un poeta se convierta
en DJ las noches de luna llena
o quizás estoy exagerando
y en el fondo todo DJ quiere ser poeta
y todo poeta quiere ser DJ.
Hay una fábula en donde un DJ y un poeta
caen en un pozo.
Empiezan a vocear y a vocear hasta
que un hombre se asoma y les tira una
cuerda para irlos subiendo poco a poco.
Sube al DJ primero y cuando se la
arrojan al poeta este grita que lo dejen
abajo
y el hombre y el DJ así lo hacen,
aguardan
en silencio y se marchan al rato.