lunes, 27 de octubre de 2025

Alejandro Sebastiani Verlezza



Alejandro Sebastiani Verlezza. (Caracas, 1982). Poeta con incursiones en las artes visuales. Reside en Madrid desde el año 2024. Comunicador Social por la Universidad Santa María (2005) y Letras por la Universidad Central de Venezuela (2012). Diplomado en Estudios Liberales en la Universidad del Valle San Francisco (2014). Colaborador por más de una década del Papel Literario de El Nacional. Se ha desempeñado como corrector y redactor del Diccionario de Historia de Venezuela de la Fundación Polar. Hizo la residencia para escritores en Rianxo –Galicia– con Axóuxere Editores (2013). Durante una década fue profesor del Departamento de Literatura y Vida en la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela. Magíster en Estudios Literarios de la UCV (2022). 

Ha publicado Posdatas (El pez soluble, 2011), Derivas (bid & co, 2013), Canción de la encrucijada (Eclepsidra, 2016), Partir (OT Editores, 2018), Los hilos subterráneos (Eclepsidra, 2020), Al tanto de sí mismo… (Eclepsidra, 2021, en coautoría con la editorial), festina lente (Lp5, 2023) y La orilla del retorno (El taller blanco, 2023). Aparece antologado en Voces nuevas (Celarg, 2005-2006/2006-2007), 102 Poetas. Jamming (OT Editores, 2014), Tiempos grotescos (Unam, 2015), Nuevo país de las letras (Banesco, 2016), Nubes (Pre-Textos, 2019), Total interferencia (Lp5,2021), Poblar la intemperie (La Poeteca, 2023), Poemas en bicicleta (La Poeteca, 2024) y En compañía de los ríos subterráneos (Lp5, 2025).




Cómo me gusta enseñar la poesía



1. podemos adentrarnos de manera individual o en grupo,

2. importa que cada persona encuentre su propia expresión y la escritura es solo una de las posibilidades, hay muchos métodos,

3. es valioso considerar a la poesía como una presencia generatriz de la vida que sopla donde quiere: hay un entramado de procesos que convergen, pero la escucha del cuerpo y la atención al presente marcan el principio,

5. el taller puede ocurrir en el salón de clases, el colegio, el instituto, parques, plazas, cafés, vía online, mensajes, correos, videollamadas, 

6. en cualquiera de estos espacios aparecerá naturalmente la expresión de cada persona,  

7. propongo un repertorio de ejercicios y uno de mis favoritos consiste en darle la vuelta a la cuadra donde vives (o la que más te guste),una y otra vez, en sentido horario y antihorario, hasta dar con "algo"...

8. a la par de la vertiente artesanal del taller vamos observando qué pasa con tus poemas, tal vez están sueltos, quizás son el comienzo de una plaquette, 

9. tal vez te interesa trabajar con ciertos artistas y explorar otros formatos (video, fotografía, performance),

10. en el proceso descubrimos los temas o voces que pueden alimentarte...

11. conversaciones que van y vienen: la tradición y la vanguardia, las poéticas y sus vertientes, los objetos encontrados y la ciudad, la naturaleza y los mitos, las artes visuales y el cine, la música y la traducción, el poder y el fanatismo, la biografía, la imaginación y el mundo interior, el viaje del héroe y la sci-fi, el proceso editorial y los grupos literarios, las lecturas públicas de poesía,

12. desaprendemos todo lo andado y retornamos a cualquiera de estos puntos, nos detenemos a captar las huellas del fenómeno poético en el entorno más inmediato; las sesiones pueden ser las que quieras: una, tres, seis, nueve; cuando quieras terminar te doy una carta con ejercicios y orientaciones para tu búsqueda,

ps. me gusta en español la implicación de la palabra "taller", porque me suena a tallar; en italiano hablamos de "laboratorio di poesia", en inglés "poetry workshop" y en francés "atelier de poésie".



***Créditos de la fotografía: ASV. Autorretrato con paisaje en movimiento.


sábado, 18 de octubre de 2025

YULEISY CRUZ LEZCANO: Poesía Cubano-italiana

Yuleisy Cruz Lezcano nació en Cuba (1973) y posee ciudadanía italiana. Desde 1992 reside en Marzabotto, en la provincia de Bolonia. Es poeta, escritora, ensayista, periodista y activista comprometida con la defensa de los derechos de los trabajadores y la lucha contra la violencia de género. En su labor educativa, promueve modelos relacionales innovadores y utiliza el caviardage como herramienta pedagógica en escuelas, con el objetivo de transformar lo negativo en positivo. Coordina laboratorios creativos orientados al crecimiento personal y colectivo.Colabora activamente con periódicos nacionales italianos, en los que publica artículos sobre temas sociales, educativos y de actualidad. Su voz literaria y compromiso social se entrelazan en una obra extensa y reconocida tanto en Italia como en el extranjero. Su trabajo gira en torno a temas de identidad, migración, feminismo, translingüismo y la experiencia intercultural de la mujer inmigrante. Forma parte de la redacción de distintos fanzine y blogs italianos, y colabora con revistas literarias españolas e hispanoamericanas, en las que publica tanto artículos propios como traducciones de autores italianos, con el objetivo de difundir la poesía italiana a nivel internacional. Ha escrito 18 libros.


Restos que respiran


Son los restos, sombras vivas,

ecos que el tiempo no consume,

fragmentos de un cuerpo ausente,

huellas de un suspiro antiguo.

En la sequedad de la forma,

sin dientes, sin aliento,

alguien llama a un ángel dormido,

a una madre que cruza umbrales.

La mirada, ese faro tenue,

pregunta en la penumbra,

se esfuma en el aire denso,

regresa al secreto sin nombre.

Sobre la madera dormida,

la chaqueta suspendida en el olvido,

el sombrero, custodio silente,

la caligrafía, un rastro de alma.

En esos restos inanimados,

habita el pulso de lo eterno,

el hálito que no se rinde,

la sombra que aún respira.



La casa detenida


El televisor apagado,

el piano cerrado,

las persianas inexistentes,

el mundo afuera.

Cajones sellados,

recuerdos atrincherados,

hojas escritas con una pluma

que aún deja huella en el tiempo.

Puertas sin luz,

marcos que encierran cuadros,

ecos de miradas inmóviles

en paredes que guardan secretos.

El gas apagado,

la cocina impecable,

la espuma de afeitar intacta,

las cuchillas en el cajón,

el espejo ya no refleja.

Todo está detenido

en un silencio que pesa

el espacio donde el tiempo

se ha olvidado de pasar.



Fábula bajo la piel


Dicen que es silencio este río

que se esconde sin descanso,

un murmullo bajo tierra

que sueña con la mañana.

Algo late y mueve la  raíz ciega

que presiente sin mirar.

Un  brote se forma

en la sombra vegetal.

La espera no es muerte:

es semilla que respira,

cuerpo que se retrae

para volver a la vida.

Los latidos se hacen gotas,

las palabras, bruma densa.

Todo calla, todo danza

en la música suspensa.

Bajo el pecho, un corazón

de barro se modela,

los dedos que no tocan

ya presienten la marea.

La memoria se arremolina

como gas en la corriente,

dibuja piel y sangre

de lo que aún no se siente.

Somos fábula que vuelve, 

eco leve entre los huesos,

una historia no contada

que se escribe en los regresos.



Entre sombras y luces


En el silencio silencio,

se mueve un río y no cesa,

latidos que son gotas,

susurros,  la piel recuerda.

Hay un secreto antiguo,

un pulso que se despliega lento,

una raíz que siente antes que vea,

un tiempo que se dobla en amor.

La espera, abierta ausencia

en la semilla bajo la tierra,

es la voz que se esconde

para aprender su nombre.

En cada paso dormido,

en cada luz que titila,

se escribe la historia del cuerpo

que respira en una hoja que cae,

y con su caída nos habla.



El inicio invisible


Mientras te decía

hoy empieza todo,

el ojo del sol

se deshacía en el horizonte,

pero aún rozaba

con su fiebre de sed y miedo

el gesto suspendido,

la pausa muda,

la hoja detenida

en el aire del decir.

El temblor persistía

en mi trazo oblicuo,

como si la palabra

no bastara

para sostener

lo que ardía entre líneas.

La luz partía,

pero su rastro caía

como una herida suave

sobre el instante que no termina.



La espalda del humo


Desde la brasa caída

una luciérnaga sin voluntad

 surgió tu sentencia:

 “basta de hablar de los muertos”

 como si la palabra fuera conjuro,

 y el silencio, una frontera.

Ahora que eres tierra

y bruma que no arde,

tu voz habita los pliegues

de lo que no digo.

Cavas surcos

en los márgenes del verso.

Un reloj sin manecillas respira

la lentitud del polvo en suspensión,

y cada objeto guarda un temblor,

un nombre que no se pronuncia.

Dijiste:

basta de hablar de los muertos

y ahora

tus palabras viven

en lo que no digo.

Tu silencio

se ha sembrado

en los márgenes del poema,

crece donde la voz

se quiebra.



Luz como pan


Hoy la luz

tiene el color del pan,

y no tengo prisa

por devorar el día.

Salgo del yo que duele,

me disuelvo en el borde

de una palabra herida,

dejo que el verso hable

con su voz quebrada.

Todo lo demás

puede esperar:

las noticias,

la taza sucia,

la urgencia que empuja.

El poema respira despacio,

como un pecho cansado,

como un pan recién horneado

que no se debe cortar aún.

Dejo que el silencio

me alimente.




jueves, 9 de octubre de 2025

Anotaciones sobre El desierto que cruzamos, de Victoria Benarroch. Por José Miguel Navas

 


Anotaciones sobre El desierto que cruzamos de Victoria Benarroch
Por José Miguel Navas

  y estas palabras / que caen al mar temblando
                                          Victoria Benarroch

  

     Victoria Benarroch, venezolana nacida en Caracas, es poeta, educadora con estudios en psicología y psicoanálisis. Ha dedicado su vida a la psicoterapia para niños y adolescentes; eso la llevó a un interesante proyecto llamado Mi libro de vida, que ayuda al desarrollo de niñas y niños con un método que busca afianzar su identidad. Según las propias palabras de Victoria, la poesía siempre estuvo a su lado, pero nunca se había planteado hacer de ella un camino. Realizó un taller de poesía con la poeta María Antonieta Flores. Su primer libro de poesía es Entretejido (2007, Editorial Eclepsidra, Caracas, Venezuela), un gran descubrimiento.

Leí los poemas y me conmovieron. Se trata de una poesía sutil, arraigada a una historia familiar que se conecta con lo colectivo para consolidarse como algo superior y curar las heridas: Entretejes tu mirada / afinando el camino incierto // pies galopando entre aguas. En 2015, luego de varios años de ausencia, también con la Editorial Eclepsidra, nos trae La memoria de los trenes, un libro hermoso que nos habla de su visión del judaísmo, del exilio de quienes se han ido y de ese poderoso sonido de los trenes que continúan su camino. Son el instante con la memoria que nunca debemos olvidar: ahora es de nosotros / herencia de la casa / cada pascua recordamos su aroma.

En 2025 recibí la grata noticia de que saldrá publicado El desierto que cruzamos, bajo el sello de LP5 Editora. Poderoso y enigmático título, que trajo a mi mente la imagen de la ceguera por el exceso de luz, paralizado por la inmensidad del desierto que no parece agotarse, intentando mirar más allá de los espejismos y los falsos paraísos. Podría decirse: la ceguera por el amor. Para cruzar ese desierto es necesario el perdón. No es casual que uno de los poemas centrales de este libro nos habla del Yom Kipur; para quienes son creyentes, es el día para perdonar, el día que Dios abre las puertas del cielo: perdonar al otro y sobre todo a nosotros mismos, de aquellos agravios, para darnos la oportunidad de liberarnos. Desde una perspectiva no religiosa, es la oportunidad de la mediación y la reflexión de las acciones, de los acuerdos. En el poema de Victoria lo refleja de una manera amplia: las piedras atentas a nuestras caídas / custodian nuestras nostalgias / saben del misterio / de la exacta línea que une el bien y el mal / regresan / regresan el día del Kipur / hacen fuerte nuestra alma / su equilibrio es noble y perdonan.

Este poemario trata un tema inédito en la poesía de Victoria: la experiencia de su feminidad. Cruzar ese desierto es también liberarse de cualquier atadura. Lo leemos en sus páginas: El abridor de puertas transita a la mujer / en la palabra / las semillas silentes delinean sus pasos. Con una poesía breve, honesta y cautivadora, Victoria nos envuelve en su experiencia personal y en la de quienes la rodean; se libera de la sed, abre los caminos a una versión libre y nos plantea que todo acto de libertad requiere meditación y lenguaje: Por todos los hombres / que no entendieron / mi ritmo / la transparencia de mi piel.

Esta lectura me conectó nuevamente con otras; releí a poetas como Susana Szwarc, Rubén Ackerman, Mercedes Roffé, Paul Celan y Yehuda Amichai. Sin duda, la poesía de Victoria Benarroch, y en especial El desierto que cruzamos, nos conecta con la memoria colectiva, la intimidad, el deseo y con la poesía breve —que no es cualquier cosa—.  Además, nos brinda la oportunidad de adentrarnos una vez más en la poesía venezolana, con su riqueza y diversidad. Recomiendo leer El desierto que cruzamos para disfrutar de un maravilloso libro de poesía.

Madrid, 2025.