STEPHANI RODRÍGUEZ
(Táriba, Táchira, 1995). Estudiante del último
semestre de Idiomas Modernos mención Traducción en La Universidad de Los Andes,
Estado Mérida. Ha publicado en Revista Insilio vol. II. Ganadora del primer
certamen poético de la librería Rama Dorada. Asimismo, recibió mención
honorífica en el III concurso nacional de poesía joven Rafael Cadenas
(Venezuela, 2018).
Selección
por Gladys Mendía
Pertenecientes
al libro inédito La voz muerta:
I
Una muerte me descubre y toma mi mano
Una muerte joven
me espera
Me abandona a la
oscuridad
Una muerte ha
buscado alojar flores en mi pecho para devolverme
Se refleja en mi
costado
Y renace en mi
esperanza
He arrancado las
mariposas que yacían en mi corazón
Para echarlas a
volar
Probando la vida
Lejos de mí
Cómo vuelvo a la
tierra del miedo sin ser su hija
Cómo dejo el
llanto en la cartera de mi padre
Cómo uno las
piezas de la infancia si todo permanece ausente
Cómo es que la
melodía de la tristeza conoce mi camino y me abandona en el turbio andén
sediento
Cómo es que el mar
se oculta en la edad de mis ojos
Y la vida de mi
alma se detiene entre cadenas
Grito, clamo e
imploro
Inútil fuerza
redentora
Corro, clamo e
imploro
Mi fe se ha
quedado estancada en la travesía que me ha desolado
Huyo, clamo e
imploro
Mi rostro está
lleno de agujeros que la noche atraviesa
Busco, clamo e
imploro
El aire en llamas
golpea mis pómulos enmudecidos
Desaparezco, clamo
e imploro
Ausente me han
anunciado
Vivo, clamo e
imploro
Mi llegada.
V
Desvanezco
Una parte de mí se
ha marchado
Me consume y no me encuentra
Adónde va la luz
de mis ojos
Perdido y enfermo
llanto en Mi alma
Adónde la llevas
Mientras te
recuerdo
Sangra una niña en
mis brazos
Déjanos partir
Somos un ave que
desea tomar las alas de mis
años quise contar
Y encuentro los
rastros de un muerto desolado
Él me enlaza aferrándose
a los colores de mi último aliento
Mi hermana huye
A través de los
acantilados
El tiempo se
divide
Lo convierto en
polvo
Quién nos ha
matado
Señor
Déjame gritar
No ha sido la
sombra
No soy mi muerte
Escucha como todos
saltan desde aquel cielo saciado agrietado
No me pidas una
palabra que de ti han huido
No me encierres en
esta vida en estos siete años
No me encierres en
estas casas muertas que me arrastran hacia el sepulcro
No me encierres en
estas casas muertas donde agonizas
No me encierres en
estas casas muertas que esconden el polvo de dos hermanos
Guardados en tu sangre.
Guardados en tu sangre.
TRAVESÍA
I
Vienes desde atrás
Y estás tan
cansada
Tu aurora se
desvanece por las calles de un país
Que guarda tu alma
Un país muerto
Te ahogas
Y los aullidos de
la hacienda
No te salvan
Te pudres en tu
cuello
Adornado
Ahorcado.
II
Te lo he confesado
Cada día viaja un
sueño entre el viento
Que me habla tras
las rejas
Halándome
Un viento que se
incrusta en el tejado
Para mostrarme lo
que me espera en las manillas de las puertas
Moriré pronto
Lo confieso.
III
He dibujado cada
noche
Y las hojas
Sólo me desean a
mí
En medio de ellas
Muerta
He llorado cada
día
Pero mis lágrimas
permanecen
Ausentes
Intenté gritar
Pero mi garganta
duerme bajo el silencio,
Recuerda
Corrí,
Las luces de mi
casa se apagaban
Y mi cuerpo se
disipó
Entre los brazos
de mi madre
Donde el dolor
Viene de la pérdida
Nunca quise ser la
única caminante de la noche
Lo confieso.
Lo confieso.
IV
Busqué sin parar
Busqué sin mirar
atrás
Busqué lo que ni
siquiera conocía mi camino
Busqué
Y dejé mis uñas
enterradas en la arena
Te confieso
Levanté mi rostro
Y de las montañas
venía un mar de olas rojas
Un mar
Desde nosotros
No quiero recorrer
este viaje de calles divinas
Que matizan los
rostros de niños hambrientos
Calles que
premeditan el inalcanzable camino de la muerte.
V
Enlacé todas mis
heridas al llanto
Como un camino que
me iluminaba hacia el pasado.
VI
La luz es el
acertijo final
De esta bestia.
VII
Un monte
Es partícipe de
todo
Un monte
Tras mi casa
Destruido
Mis huellas
Son marcas de
caricias
Que dejé en cada
lugar
Desde mi despedida
El canto de los
grillos penetra mis oídos
En estas calles
Es lo único que
tengo.
VIII
Estoy cansada de
escuchar mi voz
Sin redención
apuñalando mi cabeza
Me busqué en camas
desteñidas
Me encontré
contemplando los párpados preciosos de desconocidos
Quise atarme a
ellos
Pero las mariposas
carcomían mi piel.
IX
Vengo de un cuerpo
que desde el umbral
Solo lo acaricia
el insomnio
He desgarrado mi
ropa interior
Como al cansancio
de la ciudad
Vengo
Y nada me
pertenece
Todos los paisajes
viajan conmigo
Señalando el
silencio que vive en mí
Y exhiben el
brillo
De aquellos cielos
que no recuerdo
Quién dice
Que la ausencia no
viene del portal de la muerte
Como una ventana
ardiente que se abre
Quién dice que la
muerte es una salida
Si queremos
entrar.
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