EDUARDO
MARIÑO (San Carlos, Venezuela 1972). Poeta cuyos textos han aparecido en numerosas antologías,
periódicos y revistas literarias dentro y fuera del país. Su obra se ha hecho
merecedora del Premio Nacional de Poesía Fernando Paz Castillo (2002 y 2004),
el Premio Anual de Literatura del Ipasme (2006), así como el premio de la I
Bienal Nacional de Literatura José Vicente Abreu (2008). Ha publicado Del diario de un cautivo (1994), La vida profana de Evaristo Jiménez
(2002) y Gente (2007), entre otros.
Selección
por Gladys Mendía de A la salida del
fastuoso recital (Monte Ávila Editores Latinoamericana, 2009).
XXIV
1. Estos
años comienzan desde ya a morir con otros nombres, estallándome en el rostro
con amarga ironía.
2 . Vivo
mejor aún, sobrevivo una imposible espera cuyo comienzo desconozco y que al
final tal vez solo me arroje al abismo desesperado de seguir en ella.
3. La
noche se me espesa en los ojos, como ya lo ha hecho antes, como ya lo ha hecho
siempre.
4. Cautelosamente
levanto la tapa: El libro es viejo, igualmente antigua es su sabiduría.
5. Dicen
que una de sus palabras es el Nombre
Secreto de Dios.
6. También
que quienes jamás lo han leído, no pueden esperar su misericordia.
7. Lo
cierro con violencia, estoy seguro de merecer algo mejor.
8. Recorro
lentamente su lomo, siento las frías letras reagrupándose en un nombre
prohibido.
9. Un
torbellino se agita entre sus amarillentas páginas y las vaporosas historias en
las inofensivas líneas y triviales liturgias.
10. Siento
la mancha de vino, solitario recuerdo de una agradable discusión, una ilusoria
madrugada, la pluma en la mano, la vela temblorosa, el pulso agitado, la
palabra preciosa ahogando un gemido, un cálido aliento a mi lado, en la perenne
sombra que me acompaña, sin ser verdadera.
11. ¿Quién
conoce las formas de la Sombra?
12. ¿Quién
reconoce su voz, su abrazo?
13. Yo
la he esperado por años, y más de una vez, mis sentidos se han engañado; he
abrazo el vacío inerme y la burlona sonrisa de un nuevo día; mas, no dejo de
esperar su llegada, su mano fría, su mirada triste.
14. ¡Ah
Sombra!¡Ah Muerte!
15. ¡Ah
poesía incansable de la nostalgia!
16. Mis
ojos alucinan página tras página, buscan con avidez una frase, una escueta
palabra. Palabra, palabra, palabra; dale un perdón a sus infinitos sueños: -capítulo
144; XXL: He cubierto mi camino. Te conozco
y sé tu nombre, y el del Dios que te guarda. Te llamas: Espada que corta al
pronunciar su nombre, Diosa de rostro vuelto atrás, desconocida, vencedora de
quien se acerca a su llama (…) tienes la sentencia del que está vendado.
XXV
1. Afuera
ruge la tormenta con gran obstinación, voluble y a la vez perfectamente clavada
con sus destellos, en el temblor de tu mirada.
2. ¿Aún
me oyes? ¿Sabes cuántas cuentas penden en la cola del relámpago? ¿Quién lo sabe?
3. El
destino es una ráfaga de viento que nos salpica el rostro de lodo y lluvia
fresca; el Destino es una vil artimaña de los dioses para esconder su
incompetencia.
4. Levanta
la cara, el fogonazo.
5. Dime
si sigues lloviendo.
6. Suspira
lenta y sinceramente, como el respirar de las eras a través de la inerme piel
del cielo; siente el rumor bajo tus pasos.
7. No,
no vayas ahora, hace frío y mis manos están yertas de miedo.
8. ¿Has
visto?, algo nos junta con enfermizo desgano o aparente desolación; comienzo a
creer que jamás vinimos de donde vinimos y que nunca llegaremos a donde vamos;
este es un duro retrato de los dolores de la tierra, sus entrañas molidas y mi
pensamiento en tus ojos, tristes y consumidos casi, por los rayos y los
truenos, y las horas, y mis acosos infantiles, y (…) bien, no comprendo algunas
cosas.
9. Estos
apuntes crecen día a día, y tengo la firme convicción de que los movimientos
que adivino en tu pelo no se deben tan sólo a la tormenta, hay un rítmico
presagio y ligeros vaivenes de reproche que prefiguran posteriores roturas del
sacramento.
10. No,
el techo no cederá aún, te lo prometo.
11. Deja
que siga lloviendo, y si acaso cierro los ojos, Yaddith habrá dejado de brillar
en ellos.
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