lunes, 27 de noviembre de 2023

ROBERTO ECHAVARREN: Poesía Actual de Uruguay

 


Roberto Echavarren es poeta, narrador, ensayista y traductor. De entre sus libros de poemas se destacan: Centralasia (Premio Ministerio de Cultura de Uruguay), El expreso entre el sueño y la vigilia (Premio Fundación Nancy Bacelo) y Ruido de fondo. Performance es un volumen mixto: antología de poemas, entrevistas, reseñas críticas al rededor de su obra. Ensayos: El espacio de la verdad: Felisberto Hernández, Arte andrógino (Premio Ministerio de Cultura de Uruguay) Fuera de género: criaturas de la invención erótica, Michel Foucault: filosofía política de la historia, margen de ficción: poéticas de la narrativa hispanoamericana. Sus novelas: Ave roc, El diablo en el pelo, Yo era una brasa. Las noches rusas es una crónica acerca de la vida política y cultural de Rusia durante el siglo XX. Su obra Natalia Petrovna fue premiada y publicada por el Centro de España en Uruguay. Es responsable de las muestras de poesía latinoamericana Medusario (1996) e Indios del Espíritu (2012). Dirige la editorial La Flauta Mágica, especializada en ediciones críticas bilingües de poesía en traducción y el rescate de obras poéticas imprescindibles escritas en español.



El MONTE NATIVO

Fragmentos


 


En el cine del universo


esa curiosidad vacante


no pide necesariamente


encarnarse del todo,


nos deja esperar


una dimensión más vasta,


un estrato trascendental


aunque inmanente,


que precede tanto lo virtual


como lo actual,


un irracional caos


en el fondo de todo.


Mucho ingresa de lo invisible,


un arrebato de fosfenos


genera un efecto paralelo


que emana un atractivo original,


un efecto ilusorio de parecido,


un reconocimiento sin par,


sacándonos del hábito


nos enchufa al movimiento,


porque quiere ver más de lo que anticipa,


aparición no subjetivada todavía,


construida sobre una disparidad


de puntos de vista coexistentes.


 


Una hojita lanceolada:


su tamaño hace pensar


en un juguete, una maqueta,


un vehículo de aprendizaje.


El autito descascarado avanza


por una pista de zinc.


Las cosas dañadas,


el modelo infantil de las cosas,


una versión de tamaño reducido


en colisiones innumerables.


Un campo de inmanencia


recorrido en bici, casi un baile,


un corte expresivo superior


de clave vibrante y metálico.


La hojita lanceolada


sobre la mesa,


bajo la luz de la lámpara


es casi dorada.


El infinito dentro del mundo


muere con nosotros,


un reservorio nos alberga


y nos disuelve,


el mar detrás del nombre


en sí y no en otra cosa.


Y cuando se hace silencio


en el oído queda el chisporroteo


rotundo del silencio.


 


Las aves vuelan,


algunas plumas caen,


sirven para los bailes.


La oruga “gato peludo”


entre las glicinas,


el viento a quemarropa


sobre la duna,


constante e inconstante


la mar constante.


Una zona clara,


una zona oscura


en el mismo paquete,


en la misma tela


encerrada en el cráneo


al fin de febrero,


las moscas creen que están en verano.


 


Al caer las fichas


se oye un campaneo regular,


la corriente desprende la choza,


vuelan las garzas.


Si ajustamos el lente


veremos los pormenores de la ribera,


un arco iris completo,


cada extremo donde se posa.


Muslos de pachoulí


el bailarín pasa en equilibrio


hojas de bambú en el pecho


en la boca peces de coral.


El caos sigue allí,


renace a cada anochecer.


Quien estuvo en el campo sabe


cómo todo no cesa de crecer.


Una flauta de madera


avanza la noche de verano,


ganancia creciente,


de madera trabajada a cuchillo.


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