miércoles, 28 de julio de 2010

GUANTANAMERA 206

GUANTANAMERA 206
GRUPO LITERARIO


Sobre Guantanamera 206

Todo comienza cuando un grupo de escritores coinciden en el XV Festival Internacional de La Habana, Cuba, 2010. Una noche, en ansias de más poesía, dentro de la eterna búsqueda en la palabra del otro, 8 desconocidos deciden leerse, encontrarse y cobijarse el alma. Así es como entre lecturas, risas y acaloradas discusiones, surge la idea de hacer un grupo literario, un grupo que haga realidad los sueños de hermandad por encima de las diferencias. Guantanamera 206 es una muestra de la amplia expresión creadora, símbolo de aperturas mentales y expansiones visionarias.
Tenemos la presencia de 3 mujeres: Miladis Acosta, Ileana Alvarez (Cuba) y Gladys Mendía (Venezuela) y de 5 hombres: Alvaro Inostroza (Chile), Fausto y Helder Larraguível (México) y Francisco Muñoz (España), Jacinto K´anul(Malaletralia).
Este es un breve Dossier que pretende compartir estas voces inflamadas.


Miladis Hernández Acosta (1968). Poeta, historiadora y ensayista. Licenciada en Historia en la Univerisdad de Oriente. Miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Ha publicado, entre otros libros, Los filos del barro (2000), Memorias del abismo (2004), El conjuro de las runas (2005), Salmos para el hastío (2005), Libro e los prójimos (2008), La Armada Tristeza Invencible (2009) y La sombra que pasa (2010). Ha recibido premios en los concursos Regino E. Boti, Manuel Navarro Luna y José María Heredia, entre otros, y en el IV Encuentro Iberoamericano sobre la vida y obra de Dulce María Loynaz. Figura en antologías y publicaciones de Cuba y de diversos países. Reside en Guantánamo, Cuba.



LUISA PÉREZ DE ZAMBRANA, CUBA BOSQUE TUMBA DE SUS HIJOS

a Marian, luna de plata.

Acércate Luisa para bordear el bosque
Raros fueron esos ramajes de la adormidera
Apenas caben en ti y apenas el terruño resguardará el calostro
Caído en la boca de tus cinco jabalíes perdidos en la batalla de los pobres
Te describió el profeta mientras desentrañaba el pudor de la resistencia
Demasiado precipitado para no verte escondida en la madriguera
Supo que te herían los poemas patrios
Al pie de las tumbas y dijiste den más…..hijos míos
Den la bicorne bofetada pero den también las mejillas a la Patria
Den los cuerpos para que el ciervo no se pierda en la emboscada
Sé que vendrán los ballesteros a llevarlos a la noche preferida del mancebo
¿Qué es Cuba, qué es el bosque y qué es la noche
Que sangra desde la boca del mancebo?
No he olvidado tu nombre en lontananza. Tampoco las purgaciones
Hierros trepidan en la campana de los héroes
¿Hasta dónde ese rumiar de inmortales desapegos?
¿Hasta dónde el viento y la sombra te arrastraran?
Yo confundí el olor de las tumbas con los almendros
Confundí el llanto con la salinidad de los muros
He sido capilla de la madre que se queda sola
No importaba atropellarme, devanar la desolación.
Tengan fe hijos míos…den el hilo, un ábside de valor
Dejen que sea yo la prisionera de este mar que catapulta los ausentes
Déjenme ser la roca preterida, el cadalso que cuela a la doncella
Bifurcada en manglares asesinos.
¿Qué es un páramo, qué es la soledad que fragmenta
El almidón de mi conquista?
¿Quién soy para despertar el zumo de tus cinco jabalíes?
No debí nunca surcar sus rostros porque en ellos está el negror de la valía
O está la imponderable causa de volver a enfermarnos
Con la obsesión de regresar a la misma colmena
Que ahora llamo por su nombre.
Luisa, Cuba, dame la llave, el collar, la confianza y la fiebre
Derrochada en el carretón que te clavaba el deicidio.
Estiraría tu mudez, la advertida pérdida frente a los nenúfares
Frente a sargazos de los pescadores.
Puedes sentarte frente al mar y escabullirte
Con las minucias de la tarde O prefieres recordar el color de un triangulo
Sumirte en la arena que entiesa huesos de la otrora
Seguiría existiendo a pesar de embriagarte con la desdicha
¿Cómo perturbarte con mis calambres?
¿Cómo articular un salmo para que procrees de nuevo las semillas?
No he abierto aún la página que un día enterraste junto a tus hijos.
Se antepone un lastre de separación
La jaula replica y me accidenta
El velaje y la sospecha no cesan de angustiarme.


LAS MANOS DE ELIOT

La palabra dentro de una palabra
Incapaz de decir una palabra.
T.S.Eliot

Hazles alguna perforación a estas manos que asaltan
Impredecibles y retrogradas en la concitación del tormento.
Hazle un nudo petrificador al adiós que arruinan los dedos
Empapados por acres del infortunio.
Usted dirá:
Ve a arrancarte los dientes
Hazle un favor a las palabras.
Usted dirá:
Desgrásate con los alisios con el cemento
Y por qué no con la ráfaga propagándose.
Mezcla el chaparrón mortuorio del Sur
Sí con las manos estrafalarias de Eliot.
Arráigate al yermo desencuentro
Atolóndrate con el miedo y la duda –Silenciando-
La corneta de la Fama que revela su cabeza
Mojándonos con los nervios del páramo.
¿Piensas reconquistar el sosiego?
Atestado a la interrogación melindrosa.
Hazle una barcaza -Al monigote-
Con la cara contra el árbol -insípida-
Acuérdate que vendrán a darnos el polvo
La orden consultiva tal vez la bonificación
El abastecimiento los dardos acarreos entre rejas
En la hilera de ranas que estornudan el ciclamen de lo insulso.
Ven a inscribirte también en el poema
Delicadamente
En la división que traerá la muerte
Sodomizando con voces púrpuras.
Mécete en el fandango pordiosero
En el lento río que hambrea y se ovilla
En la estúpida recurrencia del discurso -menos agresivo-
Determinado por la invención de la maldita sabiduría.
¿Sabía usted? Que me fatigo que me duelen las uñas
Por roer el terciopelo de la distancia.
No se comprometa con hijos del silencio
Hay otros en la medianoche
No se someta con la boda de la vicaria en el huerto miserable.
-El destino del hombre -yo digo- Bla bla bla -como quieran desdeñan
No se disfrace más con la sangre inútil del alba.
Entre el bien y el mal simulan las palabras.
Las palabras tienen el mismo semblante del gato.
Reúnelas todas en la batalla de la desmemoria
Que minimizan el corazón.
“Déjame mostrarte las palabras” Poquedad
Las vigas peculiares la orilla singular o plural
Oiga lo que importa es la palabra.
No menciones en un principio el significado genuino del verbo
¿Perder o amar?
Presérvame de las palabras Contumacia Arresto Elevación
¡Que Dios muestre su rostro cotidiano!
Déjanos compenetrarnos con tales dones
Con tales poderes/ Luz/Augurio/Pieles Sincréticas/
Curiosos autosacrificados quieren errar
Dispuestos a vendar cenizas con las piedras
Inquietos por reencender la visión totalitaria
Del tiempo que desgarra la calavera del tiempo
Que cicatriza el propósito inexplicable del tiempo
Azuzando ¿Qué posibilidades tengo?
Bajo el tísico espectro del huésped excitado por la inaudita realidad
Mira que relucen en la hierba allí ellos, desde, hacia, Fijeza interior
Explícita parcial pasada futura y la nada atropella.
Cansancio lúcido consciente o inconsciente
Vienen las palabras -desafecto-éxtasis-calma-
Debilidad –encadenamiento portuario- entretejido-
Demudado con tablas de misericordia -un puente-
De hierro –ni antes ni después-
Recurrencia de la sombra en la pared
Altibajos de gorriones- compulsión- cementerio- Fosa de los santos-
A la espalda insinuando la destrucción sobre las casas
Huecas- 4:25 de la tarde –Descienda solo-
A la desecación -a la ineficacia de la rosa-
Siéntese prójimo mientras la vida regale su parentesco.
Haga pauta a la coexistencia. Procede. Antecede
La tensión –desconsoladora- Parlotean los pacíficos.
Sollozantes las palabras
¿Eres feliz? ¿Eres Feliz? ¿Eres Feliz?


ILEANA ÁLVAREZ GONZÁLEZ (Ciego de Ávila, Cuba, 1967). Poeta, ensayista y editora. Miembro de la UNEAC. Graduada de Filología en la Universidad Central de Las Villas, 1989. Máster en Cultura Latinoamericana. Miembro de la UNEAC. Dirige la Revista Videncia. Tiene publicados lo libros: El agua tampoco resiste los grilletes (Poesía. Ed. Fidelia, 1990), Libro de lo inasible (Poesía. Ed. Capiro, 1996, Premio Fundación de la Ciudad de Santa Clara /Ed. Ávila, 2005)), Oscura cicatriz (Poesía. Ed. Ácana, 1999/ Ed. Ávila, 2002, Premio Emilio Ballagas), El protoidioma en el horizonte nos existe (Poesía. Frente de Afirmación Hispanista, México, 2000), Los ojos de Dios me están soñando (Poesía. Ed. Letras Cubanas, Colección Pinos Nuevos, 2001), Desprendimientos del alba (Poesía. Ed. Ávila, 2001, Premio Raúl Doblado), Inscripciones sobre un viejo tapete deshilado (Poesía. Ed. Vigía, 2001, Premio América Bobia), Dulce María Loynaz: La agonía de un mito (Ensayo. Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Juan Marinello, 2001, Premio de Ensayo Juan Marinello, / Ed. Benchomo, Islas Canarias, 2005), Consagración de las trampas (Poesía. Ed. Ávila, 2004, Premio Eliseo Diego), Trazado con cenizas (Antología personal, Poesía, Ed. Unión, 2007), El tigre en las entrañas (Crítica, Ávila, 2009). En proceso, su libro de poesía, Premio Dador 2007, escribir la noche. Ha sido incluida en numerosas antologías en Cuba y en el extranjero. Realizó la antología de poesía femenina Cuarto creciente (Ed. Ávila, 2007). Creó, junto a Francis Sánchez, la Revista digital de poesía Árbol invertido.



*
yo no puedo, alejandra, escribir la noche.
como a ti me atormentan las palabras, el peso esencial
de las sílabas sobre la llaga abierta.
tú tomaste la ternura por el cuello
y yo ultrajo la rosa que me salva.
en sus aguas me diluyo sin llegar hasta el fondo.
el miedo me posee
y quisiera ocultarme cual una niña
en el laberinto de los espejos,
en la semejanza esparcida por la lila que se deshoja
y la muerte de una mujer que la contempla.
también he de morir de cosas así
y nunca nadie suspirará ante esta revelación.
ahora tengo la misma edad en que lograste asir para siempre
las monedas del sueño, las monedas de oro del sueño,
la otra realidad donde el silencio es tentación y promesa.
expulsabas las estaciones de tus huesos
y parís te cubría con el humo del opio,
con los versos de octavio, con los años sesenta.
en 1993, yo juré con un grupo de amigos
arribar al nuevo milenio bajo la tour eiffel
o morir intentándolo. no lo logré, ninguno lo logró.
nuestros pasos de hoy día, son los pasos de sombras.
treinta seis años que apenas dicen, de la mosca,
sus huellas sobre la página en blanco:
la nulidad que me define.
me espanta la sencillez con que alcanzaste todo
tras una sobredosis de seconal.
seconal,
seconal...
una palabra que apenas ahora encuentro hermosa en su agudeza
perenne, un repique rompiendo todos los ventanales,
las luces de la ciudad,
imagen atada a las asociaciones imposibles
de tu cuerpo con el mío.

escribir la noche, escribir el alma con todos sus demonios,
el vacío de los ojos, el horror de la pérdida,
escribir al otro que dentro de sí nos huye.
escribir,
escribirte,
escribirme...
cómo transmitir a la piel del tigre este temblor de cuerda floja,
las líneas de mis manos que saltan
y se enroscan alrededor de mi nuca,
la humedad de mis interrogantes, de los atardeceres
donde escuché en éxtasis el ruiseñor de teócrito,
trazo con rabia estas palabras. la rabia... cómo ofrendarla.
qué semejante soledad, amiga, nos signa con tanto ardor.
quisiera besar tus labios surcados por el aliento
de todas las imágenes hurtadas al fuego de la zarza,
acariciar la luz de tus pechos
bajo la noche que poseíste. quisiera lanzarme
desde la niebla de mi siglo a tu siglo no menos niebla, asistirte
con el resplandor del horizonte tras la tormenta,
en el cuarto oscuro donde ya nadie vendrá a rescatarnos.
los días son una red de triviales miserias.
comparte, alejandra, el frasco apretado contra el pecho,
las chispas de seconal olvidadas, la furia.
yo padezco como tú el mismo miedo,
como tú la misma esperanza.



después de la lectura de pedaleo de francis



he descubierto que en un verso mi esposo me mata,
y en otro evita matarme pedaleando sin rumbo la ciudad
mohosa hasta los cimientos, el aire —dice— me salvó del disparo,
lo salvó también a él de la misma bala rebotando en su nuca.
él no sabe que yo leo sus poemas con orgullo
y no es porque el mismo verso donde se exorciza
logre acallar, extraerle filo momentáneamente a la idea,
de matarme y matarse, sino porque me hace visualizar
con un sonido mínimo, verdades que me alivian.
balbucea: “ entre los hombres más grandes
y los más pequeños sólo caben circunstancias”.
sabe que nos vamos ganando el olvido
y eso tendrá una inmensa ventaja: en esta vida
nadie nos juzgará por nuestros actos.

puedo sobrevivir a su odio momentáneo, incierto,
mientras oculto al olfato de mis espigas
la herida del disparo que no me dio,
que fluye, indetenible.
puedo sobrevivir al hecho de que napoleón, miguel ángel,
los héroes sin nombre lo sostengan en el andamio
de la cotidianidad y no aparezca yo, sobre otro andamio
aún más endeble, brindándole mis yacimientos como cuerdas.

puedo sobrevivir al dolor de que solo cargue en sus espaldas
los sacos herrumbrosos de mis gritos
y no mi cuerpo intacto como una bandera blanca
sobre su cuerpo en llamas,
y no mis manos deteniendo la avalancha de tanques
con que nos amenaza el tedio de la provincia,
el polvo de sus muros corrompiéndose
bajo la inclemencia del prójimo,
del hambre y de la desnudez de la provincia,
y sus trenes amargos, siempre a destiempo,
y no mis hijos blondos, sus hijos naciendo desde mí,
desde antes de mí, desde lo mejor de mí,
otorgándonos la verdadera trascendencia.

no puedo sobrevivir al mazo del olvido,
a la ausencia de la cierva blanca contra el horizonte
perfilada, caminos soñados bajo la misma pureza.
no se puede sobrevivir a los signos que deja una primavera
sobre el miedo adolescente.
cuánto puede pesar un parque roto en la memoria,
los juramentos derramándose
junto al azafranado olor del flamboyán.
el roce de tus manos en mi asombro,
en la redondez de la angustia.
hay que sufrir mucho para volver a aquel perfume
y encontrarlo intacto en la memoria.

he descubierto que mi esposo me mata en uno de sus versos
o que pedalea la ciudad para no recibir en su nuca
el rebote del disparo que no me dio,
mi esposo que solo intenta un día de estos
sentarse a su lado y conversar,
aun así, cuando leo en sus venas,
los túneles me descubren otros mundos vedados.


signos


a martha núñez, más allá de todo abismo.


cada noche se torna un aguzado hierro en mi garganta,
la densidad de la sombras se adueña de mi voz,
del cuerpo abierto como una res, olvidado
sobre la mordacidad de la provincia.

por los entresijos de mi aliento
he tratado de urdir todos los peligros, sus paisajes.
no logro esbozar el que me define.
frente al tedio apisono mis carnes gota a gota,
las moldeo, las arrojo al fuego,
y yo con ellas me arrojo bien serena,
como una vasija acariciada por dios.
es inútil tanto desvarío:
los tábanos reaparecen,
se quiebra la tierra del espíritu
en el polvo huérfano de la costumbre.

lo imposible,
el desierto que abre en la blancura
un horizonte donde el agua es mentira,
la vacuidad y la extrañeza de las imágenes
que me poseen como a una puta de campo extraviada
en la gran ciudad, sollozando bajo la apatía de los rascacielos...
ellos y también la transparencia del estanque
donde se hacina el sosiego de los astros,
su opresión en el amanecer,
perfilan mis contornos, los hieren,
trazan con frenesí las arrugas,
los signos que me ocultan ante el otro...
y tanto fervor también es inútil.

¿el acto inútil me define?

no puedo decir esto es la felicidad. soy feliz mientras miro cómo el arrebol del atardecer penetra en mis ojos y me acerca una ciudad distinta, menos irreal que esta que me anega, de la que siempre estoy huyendo como un ratón gris; tórrida sombra bajo su aburrimiento. yo sé que la felicidad existe y no es con exactitud una pistola caliente. he visto la felicidad como una muñeca rusa, con olor a madera recién curada; una matrioska inmensa donde cabemos cálidamente todos, unos dentro de otros. sé que existe la felicidad. me basta aquella noche en que sentí en los huesos trastocarse los límites y estallar en cristales hambrientos. acaricié su desamparo y ella puso su saliva en mi dolor y el dolor desapareció, y yo le di un corazón que me sobraba y lo puse allí donde a ella le faltaba uno. la felicidad que estaba triste se rió y me besó mi sexo tenazmente húmedo, femenino. pero las chispas de luz sobre mi piel duraron una noche, apenas una brizna que se espesa cuando necesitamos aclarar las sensaciones y encontrar la raíz que nos eleve.
pero ya lo dije antes, yo no sé escribir la noche, no podría jamás iluminarla. ni siquiera podría alumbrar el silencio a oscuras que yace aquí en las palabras carcomidas por tanto crepúsculo, y tanto ratón inmensa, tontamente gris y pertinaz que se atraganta con la palabra precisa y rebota siempre hasta mis manos con el eco chupado entre los dientes.

me aburro,
los aburro, diciéndome, diciéndoles
que siempre estoy al borde de todo abismo,
que siempre estoy de nuevo retornando
a una imagen ya vivida.
yo escribiendo las mismas palabras
en un tren de madrid, que pronto estallará.
abro la boca para que las gotas de horror
no caigan sobre el piso metálico, ajeno,
forzando las conchas de las sílabas
que se atropellan como carbones ardientes
al fondo del abismo que solo nombro,
que no me atrevo a franquear.

nadie me oirá.
nadie se aburre tanto.
nadie ahuyentará mi miedo.
solo me queda el impulso.
al borde el salto permanece, incólume.
y la pregunta que me domina,
que también me endroga, permanece.
y yo varada sin atreverme jamás a conocer
qué nutre su densidad,
¿permanezco?


GLADYS MENDÍA (Venezuela, 1975) Técnico Universitario en Turismo. Estudios de Licenciatura en Letras. Traductora del portugués al castellano. Actualmente reside en Santiago de Chile. Fue becaria de la Fundación Neruda en el año 2003. Ha publicado en diversas revistas literarias, así como también en las Memorias del Primer Festival Internacional y Popular del Libro 2007, Bogotá, Colombia, en la Antología El Hacer de las Palabras 2007, San Juan, Argentina, en la Antología El Mapa no es el Territorio, Editorial Fuga, 2007, Valparaíso, Chile, en la Antología Tránsito de Fuego, Editorial de la Casa de las Letras Andrés Bello, 2009, Venezuela y en la compilación bilingüe 51 autores contemporáneos, Ediciones Arcoiris, Francia, 2008. Sus libros: El tiempo es la herida que gotea, Paracaídas Editores, Lima, Perú, 2009 y El alcohol de los estados intermedios, Editorial El Perro y la Rana y Nadie Nos Edita Editores, San Cristóbal, Venezuela, 2009. Poemas suyos han sido traducidos al catalán, portugués y francés. Ha participado en diversos festivales internacionales de poesía. Forma parte del consejo editor de la Revista Literaria Sol Negro de Perú. Es corresponsal de la Revista de Teatro y Literatura Alhucema de Granada, España y del Magazine Páginas de Nuestramérica de Bogotá, Colombia. Es directora y editora de la Revista Literaria Latinoamericana Los Poetas del 5 desde el año 2004. www.lospoetasdelcinco.cl



¿Crees que el sueño protege del abismo,
rescata del asalto y del incendio?

Ida Gramcko


Aquí llega el noche
el que tiene las estrellas en las uñas
con caminar furioso y perros entre las piernas
alzando los brazos como relámpago
Ramón Palomares


las líneas blancas son los poemas del asfalto


el sueño es la máscara
las sandalias aladas vueltas piedra
la visión no directa


la autopista está en el sueño del túnel
no es mística
no es el símbolo
sino una pasta amorfa
que los ojos deciden que sea autopista
mientras parpadea ocasiona un accidente un herido fatal


el auto marca la pauta
aunque el asfalto es más largo
se podría decir infinito
pero el infinito es un estado intermedio


el túnel sostiene
una rosa roja
que deja caer en la autopista
el asfalto mira cómo respira
piensa que sin él
la rosa no sería suave
no tendría olor
no sería rosa
la autopista
ve los átomos vibrando
piensa en ella
el asfalto
sus miradas


en la autopista corre un avión
tiene pánico
la torre de control lo persigue
detrás camina el observador
vacía el cerebro de gasolina
quiere ser autopista
justo en la encrucijada del amor
para no elegir
quedarse por siglos
viendo cómo los autos
se dejan guiar por las señales de precaución
su instinto siempre lo supo
un beso no lo salvaría
el viaje no lo salvaría
las señales de precaución no lo salvarían
la única respuesta era quedar en panna


el alcohol sigue siendo
lo volátil sigue siendo la suma de todas las autopistas
la voz es la búsqueda
la búsqueda está condenada al fracaso
la polilla está condenada al fracaso


a la autopista le dieron la llave
que encierra el amor perfecto
la cura de la enfermedad
el éxtasis perpetuo
la autopista lanzó la llave al vacío
y se sintió cómoda
el observador recordó algo
derramó unas lágrimas
que rápidamente se evaporaron del asfalto


la autopista desea crear ilusiones a los autos
pozos de agua vibrando desde lejos
que al llegar se desvanecen
ese es el juego
el remolino de agua sal azúcar
en su cerebro sin luz
el observador no está en el cerebro
la autopista está en todas las autopistas
el observador en el centro de la carretera
es la fórmula perfecta para atascarse
quedarse en las imágenes
la parte liberada es el testigo
la parte sin adornos es el testigo
el testigo es el observador
que se une a otras carreteras
que no son reales
que son una mezcla de matices


la autopista está en la superficie
con la silenciosa desesperación del sueño
las líneas blancas son los cuerpos
las líneas blancas siguen pintadas en el asfalto
no hay que borrarlas
ni ver por el espejo retrovisor


la autopista no es un lugar
sino un foco de atención
está al borde de reacciones incontrolables
mira cómo se angosta
cómo se hace túnel y se extiende al infinito
el infinito es un estado intermedio
despierta del sueño con los ojos cerrados
no sabe qué es real
ama la muerte
un parpadeo de luces altas
para quedar fuera del asfalto
las cosas son así
suena en el cerebro de piedra caliza
donde almacena los juicios


la autopista está bloqueada
los hombrecitos de nuevo pintando las líneas
poniendo carteles que se iluminan con la oscuridad
escucha sus voces
sus pequeñas lenguas
producen tormentas eléctricas
se pasean por el asfalto
como un elefante salvaje
la autopista duda si las metáforas son tóxicas
el camión duda si la autopista es tóxica
el elefante salvaje duda si es elefante
los hombrecitos son surcos blancos
en el asfalto negro y espeso
la autopista quiere ser negra y espesa
ser las voces murciélago
las voces elefante
las voces polilla


la autopista no sabe que es todas las autopistas
el auto queda atrás
los hombrecitos corren con las maletas detrás del avión
pisando las líneas blancas
las líneas blancas son los poemas del asfalto
las líneas blancas de la carretera
que ahora forman la silueta del difunto



FRANCISCO JESÚS MUÑOZ SOLER Nacido en Málaga el 24 de Diciembre de 1.957, ciudad que ha resguardado sus días. Es miembro de la Red Mundial de Escritores (REMES), del movimiento Poetas del mundo, también ha publicado en las Revistas de Literatura digitales Artepoética, Remolinos, Encontrarte, Cinosargo, Letras Nuevas, Palabras de Tramontana, Amigos de la Urraka, Divague, El Laberinto de Ariadna, Herederos del Caos, Perito, 40cheragh , Urraka Internacional, Es hora de Embriagarse, Voces de Hoy, Almiar/Mar de Poesías, Letras, Ariadna-RC Laberinto La Rosa Profunda, Nevando en la Guinea, Espíritu Literario, Laberinto de Torogaz, Pensamientos Likidos, Dulce Arsénico, Contra la Oscuridad, Buracos Quentes, Carrollera, Palabras Salvajes, Antaria, Mondo Kronhela, Efory Atocha, Álbum Nocturno, Imaginante, Poesimistas, Nueva Literatura, Antología Literaria Actual, La Botica, Radio Sentidos, Radio Web Mundial, Colectivo Clepsidra, Comunidad P. La Revista, Azul@rte, The Big Thimes, Isla Negra, Árbol invertido, Caminos de poesía, Papirolas, Arte pasión y locura, Plataforma Placa, Otros rincones, Letras de Chile, Realidad Literal, Literarte, Botella de Náufrago, Mis Poetas Contemporáneos, La Fábrica de Sombras, El Wrong Side, Arcos de Reflejos, La Alcancia del Artesano, Analecta, Internatural, Sentado en el Aire, El Cuervo, Vicio Perpetuo, Sinalefa, Baquiana, Cañasanta. Ha publicado los siguientes libros:
2009- Restauración.
2009- La claridad asombrosa.
2009- Entre luces y palmas.
2008- El sabor de las palabras.
2008- En tiempos de prodigios.
2007- Caminar para sentirme vivo.
2006- Áspero tránsito.
2000- Intentando entender el mundo.
1998- Elijo mi libertad.
1998- La mágica unidad de mi vida.
1998- Veinticuatro poemas de amor.
1996- Frágil grandeza.
1988- Los ojos en el infinito
1986- El sentido de ser.
1983- Significación.
1980- Juventud primera.



LA LENTA IDA DE LAS HORAS



“Huye sin percibirse, lento el día,
y la hora secreta y recatada
con silencio se acerca . . .
FRANCISCO DE QUEVEDO

1-

En entrañable escenario de urbano desierto
retirado en la paz que de su claridad mana
a través de sus profundas ventanas
mi música callada y mis argumentos,

intento llenar de dicha mi ánima, fortalecerla
con baños de contemplación y ricos recuerdos
aderezados con bellos y canoros ritmos
intenso soñar de vibrantes y enfebrecidas olas

“que mejora la lenta huida de las horas”

2-

Alimento engañado para orugas en silencio
germino en fugaces días, aunque no me lo creo
a pesar que saludo a la parca en confianza

nos conocimos en puntuales y amargos eventos
pero ha ido aminorando su distancia
conforme le crece su capa de mortaja

“que barnizará con el sedimento de mi limo.”

3-

Vencer ese temor de miserias y espanto
ese espacio tenebroso de desconocidas ascuas infinitas
que nutrimos al dictado que todo lo iguala

cuándo me enfrente le diré, serás mi consuelo
llévame a tu mar de continuas pérdidas
allí encontraré sustento, la gracia

“que elevará mi ánima con pies de barro.”



ESPECTRAL DANZA DE INCLEMENTES CUELLOS BLANCOS



“El mascarón bailara entre columnas de sangre y números
entre huracanes de oro y gemidos de obreros parados.”
FEDERICO GARCÍA LORCA



Espectral danza de inclementes cuellos blancos
sobre durísimos huesos de red,
bajeles de auríferas bodegas
que sobre turbias y famélicas aguas
y abismos sin fondo caminan.

Centuria sin aprendizaje ni respuestas
a las columnas de menesterosas sangres
viscoso lubricante de sedientas codicias,
Pantagruel insaciable de festines de caudales
donde vomitan todas las arterias.

Bajo la malla de calcio donde danzan
los bebedores de inocentes lágrimas
brotan tubérculos de brazos de sombras,
sepias de envolventes tentáculos
y tinta cegadora de niños pobres.

Laberinto de tumultuosa caída sin fondo
de relojes sin manecillas, ni norte,
incesable despeñadero de orbitas
claras de ojos con que montan merengues
los danzantes de pies de plata.

Rugen millones de ciegas hormigas
obreras aspirantes a mundos celestiales
de inalterable fe y obediencia debida,
gemidoras sin consuelo de los detalles
que configuran huracanes de colmillos de oro.




EN ESTOS PÉRFIDOS TIEMPOS DE AÑAGAZAS




“¡Al poeta despídanlo!
No entra en el juego
se pasa el día cavilando.”
HEBERTO PADILLA



En estos pérfidos tiempos de añagazas
a velocidad de un vértigo que nos desgaja
nos rebanan la íntima critica sustancia
con descargas de cortante densidad,
con adecuados impactos que se sobreponen
a las respuestas de nuestras ansias
de conocer, de objetar, de interpretar
la música de los sentidos de las palabras.

En este espectral escenario sin sueños
no hay espacio para el improbable juego
de reflexionar sobre las artimañas
que producen los números de colores
que ficticiamente cobran añadidos valores
en bellos paneles de asépticos ejercicios
que opacan la sangre fértilmente derramada
de insignificantes y justos perdedores.

En estos tiempos difíciles sin alma
no hay hueco en los anaqueles para deudores,
para la cavilación de pausados insensatos
siempre intentando hallar el significado,
la esencia, en vez de aceptar el juego
que marca la inexorable y pétrea inercia
sólida base del perfecto mundo plano
donde tanto molesta las aristas de los poetas



CREER EN LA DIVISIBLE UNIDAD DE NOSOTROS




“Pero los teólogos afirman que en la sombra ulterior
del otro reino estaré yo, esperándome.”
JORGE LUIS BORGES




Creer en la divisible unidad de nosotros
sin que perdamos nuestra integridad e identidad,
a pesar de perder nuestro soporte físico
y teniendo conciencia de nuestra actual dependencia del mismo,
que será de la voz del pensamiento y donde sentiremos el eco,
como seremos nosotros mismos sin nuestro cerebro
ya desligados de neuronas y fragilidad física,
como nos comunicaremos y con quién o quienes
cuando nos adentremos en la inabarcable sombra
y nos encontremos con esperándonos.



LLEGAR A ESE PUNTO DIFUSO



“Los dioses saben lo venidero, los hombres lo acontecido,
y los sabios lo que se cierne.”
FILÓSTRATO




Llegar a ese punto difuso donde poder
tomar distancia sobre uno mismo
observando al sustentador incardinado
transitando encrucijadas de meandros…
Ser receptor de las vibraciones de lo que se cierne.

Recibir el misterioso zumbido y trasladarlo
al depositario de mi inherente legado
para que cuide mis emociones y pasos
eligiendo el curso adecuado
para el devenir de mis futuros años.

Que al dejar mi incorpóreo estado
ya surcando el longevo camino deseado
la despensa de mi galera se colme
de los más nutritivos conocimientos
afluentes de gozo y tersura para mi espíritu.

En esos parajes de acontecimientos
hallar lo hermoso, lo noble, lo magnífico
saborearlo sin premura, tomándome mi tiempo,
y al llegar a puerto se elevasen las riquezas
que mi alma ansía sobre los silos de Ítaca.



ALVARO INOSTROZA BIDART Poeta, nació en Santiago de Chile en 1960, pero vive en Concón, en la región de Valparaíso, desde 1988. Tiene cinco hijos, entre los tuyos, los míos y la nuestra; y dos nietos. Además, estudió periodismo en la Pontificia Universidad Católica de Chile y master en economía urbana en la Universidad Mayor.
En el año 1979 participó en el histórico Primer Encuentro de Arte Joven en el Instituto Cultural de Las Condes y publicó en la antología “Uno x Uno: Nueve Poetas Jóvenes” de Editorial Nascimento. En 1985 publicó “Patio de Luz”, Editorial La Noria; en 1996, “Tendido (en) Público”, Ediciones Dunas de Concón; en 1998, “Señales de Vida”, Editorial Universidad de Valparaíso; y en 2004, “Días de Fiesta”, Ediciones Documentas.
También es crítico de cine y docente en la Escuela de Periodismo de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, donde dicta el curso de Crítica Cinematográfica y el Taller de Poesía y Cuento.



Patio de luz


A ratos no se escucha el silencio
entre tanta música de plumas.
El oído late con su propio dolor
antes de salir al patio de luz.

Un higuera estalla.
La espalda entrega sus lunares al vacío.
Desde lejos se acerca la marea,
por las terrazas,
por las escaleras,
por las monturas de los cerros.

La tarde transcurre
mientras el alma suspende las visitas.
Es un solo momento de intimidad
con el espacio.
Todos los ritmos habitan el cuerpo
sin mancha.
Parece cierto.
Pero no.
El error es la irrupción
de la inocencia.

(De “Patio de Luz”, 1985)



Finitud


Todavía me entristece ver
como se desgastan,
inútilmente,
estos viejos lápices
de grafito.

(De “Patio de Luz”, 1985)





declaración de impuestos


no quiero conquistar ninguna ninfa
(yo sólo quiero que me quieran)
no quiero superar a gritos la barrera del sonido
hacer carrera como funcionario del estado
no quiero crédito en la Caja Chica
AFP FONASA SERVIU ni sigla que se le parezca
no quiero dentadura postiza
calzoncillos Playboy
preservativos Paradise
no quiero llegar a la hora al trabajo
a serrucharle el piso a ningún conciudadano
jornadas de nueve horas ni de ocho
no quiero rutina para nadie
no quiero soplones sapos vigilantes o reptiles afines
no quiero estado de sitio toque de queda
tortura sistemática silencio obligatorio
no quiero que los huemules sigan pagando los platos rotos

(De “Tendido (en) Público”, 1996)


ventanas

lo que hacemos
la vida
a veces apenas
la condición de ser
una y otra vez

ventanas
una canción
abrirlas
escuchar algo
darle sentido a la pregunta
corregir el error o lo imposible
simplemente salir
a caminar
meterse en lugares
del espanto
de la dicha
(De “Tendido (en) Público”)


amanecer


si no he de escribir
nunca más nada
feliz
sólo si las palabras
pueden construir
una sonrisa
una mujer bailando
hasta el amanecer


(De “Días de Fiesta”, 1998)



molino

a Jorge Teillier


botando sangre por la boca
soñando
durmiendo todo el día
despierto
perdido en el tiempo
un pájaro que no conozco
canta en la ventana
avisando
que pierdo el tren
sin pasajeros
sin vía
sin maquinista
negando
entro
en el molino roto


(De “Señales de Vida”, 1998)



días de fiesta


han crecido el olivo y el álamo
las hortensias del jardín
la suerte está de nuestra parte

días para soñar
para entonar viejas canciones
para desatar la pasión
aprendices de las estaciones
de la vida

días de regalos
de fotografías

días de fiesta
en que acercamos
la luna a las estrellas
el cielo a la tierra

(De “Días de Fiesta”, 2004)




gente sencilla

amo la gente
que no usa el sentido común
que vive los fines de semana
como vacaciones
que trabaja
sin olvidar
que hay un mundo mejor

amo la gente
que sonríe cuando la saludan
que saluda
cuando le sonríen

amo la gente
que no es importante
que bebe en los cafés
dejando que el tiempo pase
haciendo caso omiso
amo la gente
que pierde el tiempo
la que no tiene nada que ganar

amo la gente
que lee en las micros
en el metro
que duerme
en las playas
sobre el sol
esperando la luna

amo la gente
sencilla
con la pretensión de interpretarlos
de ser algún día
uno de ellos


(De “Días de Fiesta”, 2004)




FAUSTO LARRAGUÍVEL nació en Guadalajara, México, en 1971. Estudió Filosofía, Docencia de la Lengua Inglesa y una maestría en Sexualidad Humana - orientador
enfocado principalmente hacia la adolescencia. Desde hace 18 años se dedica también a la docencia. Ha impartido cursos en Universidad, Bachillerato, Escuelas de Idiomas y Talleres Literarios. Es actualmente director de un Centro Escolar Bilingüe, donde sigue fungiendo como docente. Ha publicado los poemarios: Cuéntame entre los muertos (Ediciones Klan-Destino) y En menguante (Ediciones Amapola y Memoria.)
En diciembre presentará su nuevo poemario y un libro de narrativa breve en la FIL Guadalajara 2010.
El próximo noviembre la compañía Skene de Tepic, Nayarit, estrenará su obra escénica:
Columbramientos nocturnos.
Ha publicado también poemas, relatos y ensayos en revistas universitarias, hojas literarias, sitios de internet, periódicos publicitarios y publicaciones marginales.
Ha sido presentador de los poemarios El ciclo de la esfera de Horacio Villacorta y Susurros de una mujer morena de la poeta chilena Alexandra Checura, ambos en el marco de la Feria Internacional del Libro en Guadalajara.
Traduce poemas del inglés (Paul Muldoon, Harold Pinter, Dorothy Parker, W.S. Graham), francés (René Guy Cadou), italiano (Eros Alesi), catalán (Miquel Martí i Pol) y portugués (José Saramago).



A la zaga


Lunas, marfiles, instrumentos, rosas(…)
Debo fingir que hay otros. Es mentira.
Sólo tú eres. Tú mi desventura
Y mi ventura, inagotable y pura.
J.L.Borges


Es mirar la noche desde los guardapolvos,
un amasijo de voces que se apretujan
y me buscan, incansables.
El palacio negro de un territorio inexistente,
contar números hasta desmayarse
y seguir la tarea en la aturdida lucidez de pupilas dilatadas.
En el centro del desierto la escultura de un deseo hecha terrones,
me quedan las estrellas anegadas de olvido.
Un imperio de muñones alzados
contra la grisura de un cielo sin alcázares para el aliento.
Me arrebata el suspiro en el puente,
también la carta que nunca llegó al puerto de otros ojos convulsos.
He pedido a los hombres que no desistieran,
que siguieran amontonando epopeyas de papel y sangre,
de hierro oxidado y pellejo,
que edificaran catedrales inmensas para nuestro insomnio,
que soñaran un refugio dónde el mar por fin se hincase ante la Atlántida.
El niño vio tras las rendijas
el ascua en la espalda de Ulises al huir de Caribdis,
el milagro de unos panes repartidos y un árbol iluminado,
los leones de un coliseo y una enorme piedra negra
gastada levemente por el roce de manos encallecidas,
holocaustos que se ofrecían a la saliente de la tarde.
Hablaré de versos que se acantilan en mis labios
y atraen la llovizna entre párpados afligidos,
esos amores que ya no vimos al abrir el Libro de Apolonio
y las maravillas que hay enterradas en la piel del levante.
Soñé tres hombres negros que cazaban una cierva
y no regresarían de la sabana,
el fusil amartillado contra el miedo,
aquel lienzo nupcial para envolver un sabino,
las guerras floridas para un dios endeble que sangre implora,
una mujer alunada que busca a sus hijos entre gritos atroces
y un viejo que aprieta su temblorosa copa de veneno ante la ventana.
Todas las mañanas el siete será un nueve disminuido
y nadie creerá lo contrario.
El navío que naufraga en la claridad de septiembre
arroja la botella que encierra los garabatos insoportables
de un mensaje velado
- ése que nadie se aprestará a leer.
Una celda llena de heces y lamentos,
el látigo sobre la espalda del inocente,
emerge un cadalso al que no se atreven a trepar las enredaderas.
Que no se acabe la madeja con que hila el silencio,
que no acabe.
Varios saben que los objetos comunes:
la marmita, el peine, el salero,
el abanico, los trapos y las agujas;
son los bártulos más apreciados en otras tierras,
y en las noches sin luna vienen a sustraerlos,
envueltos en seda, los manilargos de Samarcanda.
Ignoran mis ancestros la paradoja zanjada por un sabio delirante,
eremita que no se atreve a revelar su cifrado,
pues atesora del misterio sus frutos sibilinos,
y no desea que el hombre se prive del enigma
por la tristeza de perder uno a uno todos los asombros.
Hoy viene el otoño en que los venablos deslumbran
los pechos sin proferir palabra alguna,
polvareda de corceles y vísceras al galope
- Héctor y Aquiles no volvieron a buscarse.
La pólvora y el fuego,
la embriaguez del vino del exilio y sus resacas incomprensibles.
Ante una voz que se quiebra en las colinas,
la mujer que desfallece en pleno alumbramiento,
placenta ajada por la esperanza.
El salmo del hombre desesperado que se estrella
contra las paredes de la mezquita.
La algazara de los gusanos en los cementerios
que siempre desoímos por hervir el potaje de la rutina,
para acallar toda postrimería inútil.
Esa puerta falsa que no se atreve a cerrarse, ¿para qué?
Entonces no quedará más que reconocer, calladamente,
que tú, mujer de silencios torvos,
tú estás detrás de todo.



El agua y sus privilegios dispersos

El agua y sus privilegios dispersos por la Tierra. La frescura que agota los malabares de la lengua, sedienta y vaporosa. La noche y sus brebajes repentinos: las tisanas lunares, el caldo tibio del vacío exprimido en el sereno, las pócimas que exudan niebla, las infusiones amargas y umbrosas. El potaje del silencio encalado de los pájaros que aún dormitan en otro cielo suspendido. Los destilados del vendaval que apenas comienza y los fermentos de charcos anegados por el reflejo de luciérnagas asustadas. Los menjurjes que aliña el celaje del páramo y sus dialectos indecibles. El hervor de una terma en pleno invierno. Los ejercicios suicidas de un géiser que percute la hondura del valle. Humo de extrañas coreografías salidas de una olla que, resignada, se abandona en las brasas del fogón.


Gran recuento de pequeños prodigios

Amo a la lluvia que cae sin darse por advertida, los niños que se maravillan con una pelota, el perro que persigue su cola insistentemente, los libros destartalados que reparo a la luz de una vela consumida. Amo la alegría del ratero que camina por la acera después de desvalijar a otro nuevo cliente. El silencio de los amantes que se despiden largamente y sin quererlo, sin saber que no volverán a verse. Amo la ciudad sitiada el domingo por las noches - sedimento de somnolencia - y la esperanza de no volver a trabajar mientras los párpados forcejean en la madrugada del lunes. Amo las loterías en las que no se gana nada y uno termina siendo un tanto más pobre que antes. Amo el polvo que remueven tus ojos al detenerse sobre estas líneas remolonas.


Milflores

Un salmo monótono reverbera entre la arboleda. La miel es la calma decantada en el
vientre de un panal, un sol derretido que se enreda en nuestra lengua. Las abejas son
hadas en miniatura que, a golpe de desvelos, realizan el milagro de atrapar la luz
demorándose en las entrañas de la colmena. Queda el remanente del polen martillado por el silencio que se anega, dádiva de flores que se desentienden y sólo buscan el pretexto de una brizna de lumbre para sahumar el estero. Nada queda al azar, ni siquiera una miríada de celdas que almacenan el hallazgo, ámbar que endulza hasta el aire que uno respira en esta tarde moribunda.



HÉLDER LARRAGUÍVEL nació en Guadalajara, México, en 1992. Estudió Inglés en el British Council e italiano en la Casa D’Italia Dante Aligheri, actualmente cursa el francés en la Alliance Française. Participa actualmente en equipos de debate y de oratoria a nivel estatal y nacional. Participa en talleres literarios de poesía y narrativa. Cursa actualmente el primer semestre de la carrera de Física en la Universidad de Guadalajara. Ha sido antologado en la plaquette: Poesía novísima de Occidente, Ed. Anábasis. Ha publicado también poemas, relatos en hojas literarias, sitios de internet.



Conquistando a la mujer


Yo no soy colonizador

pero quiero conquistarte,

asaltar tus pensamientos

y cada uno de tus rincones.



Deseo envolverte en mi bandera,

susurrarte mi himno de vida al oído,

dejarte como única ley,

labrar tus tierras con mi estandarte

y amarte como mi única patria.



Yendo más allá

muero por acariciar las costas de tu piel,

desenredar tus cabellos de palma,

adentrarme en la jungla salvaje de tus ojos,

besar las laderas de tu cuello,

las callejuelas de tu escote,

hasta desabrocharte el vestido

y anidar en tus entrañas.

Añoro escalar tus desfiladeros

y beber el agua de lluvia en tu regazo,

atravesar tu vientre lleno de valles desérticos,

poblar los bordes en el cráter de tu ombligo

y, bajar por tu territorio, río caudaloso

que inunda y desbarata tu sexo,

profanar a tus ciudades de arabescos con mis huestes salvajes.



Mientras me escabullo por los lindes

de tus piernas,

continentes que se yerguen en delirio.



En esta noche interminable de tu cuerpo.




Divorciado del amor



Te amaré por siempre;

con la única condición

de que después te pueda olvidar.




Estoy solamente desolado


Soledad, eres caricia

que no me toca,

pero se niega a soltarme.



Soledad, me dejas tan solo…

que ni la muerte

ni la vida

se atreven a acercarse a mí.



Las ideas huyen de mí,

mis propios ojos no quieren ni verme,

mi mente se esconde tras mi cuerpo

y este conspira para alejarse de mí.



Hasta dios se oculta

en un espejo sin reflejo alguno

y el pobre diablo sufre

por no poder regresar al averno,

con el temor de encontrarme allí.



No hay nada peor que estar solo

entre millones de personas en el mundo.



Soledad, por favor,

¡nunca me dejes solo conmigo!



Antes de que te vayas


Antes de que te vayas,

quiero escribirte.

Porque mi boca puede mentir,

pero mis versos,

con el corazón en la mano,

siempre serán sinceros contigo.



En verdad,

planeo extrañarte

y después lamentarme

por no haber estado cerca de ti.



Te confieso,

nunca lloraba contigo;

era mi única ilusión de fortaleza.



Ahora, ya muy tarde,

me doy cuenta de que tú eras

esa motivación alada;

aunque cada vez que discutíamos

me sentía en un infierno

de sentimientos contradictorios.



Honestamente

aunque te quedes

no voy a cambiar,

no porque no quiera,

sino porque nunca supe cómo.



Discúlpame por no ser

lo que desearía ser para ti.



He aprendido a vivir con mis errores,

tanto…

que ya no sé siquiera vivir.



Y pese a mi estúpido orgullo,

me declaro

como este simple hombre

que no te pide que te quedes,

solo que no me abandones.



A media noche


Siento el peso de la noche

sobre mi cabeza,

los hombros,

mi espalda,

y tabién en el pecho,

tan fuerte que no me deja respirar.



Mientras camino

la oscuridad comienza a cegarme,

una tela de alaridos todo lo ensordece,

al mismo tiempo,

ese velo de oscuridad

entume cada uno de mis movimientos.



Pierdo el control de mi cuerpo,

ya solo las estrellas me dominan,

se atan a mis extremidades,

me dominan como marioneta.



La verdadera belleza de la vida

no se encuentra en monumentales edificaciones,

ni en playas paradisiacas.

La verdadera belleza se aloja

tras una ventana rota,

en el sueño de una sonrisa honesta,

en aquellas puertas y espejos

que atravesamos cada día.



Así que mientras no domine mi lado oscuro,

no me pidan un final para este poema.

domingo, 18 de julio de 2010

NÉSTOR MENDOZA: POESÍA VENEZOLANA ACTUAL




NESTOR MENDOZA (Maracay, Venezuela, 1985) Licenciado en Educación, Mención Lengua y Literatura por la Universidad de Carabobo. En el 2007 publica su primer libro titulado Ombligo para esta noche. Sus poemas y reseñas han aparecido en el suplemento literario Contenido del diario El Periodiquito de Aragua y en revista La Tuna de Oro (UC). Participa en el Taller Literario Hojas Sueltas de Mariara, Edo. Carabobo. Ha asistido a eventos literarios y recitales en diversas regiones del país. Mantiene un blog titulado Lezámico (nestor-mendoza.blogspot.com).


Selección por Gladys Mendía




I

Quedamos abiertos
desde la culpa
hasta la boca.

Un detonar de ojos en este epitafio
para descansar al lado del otro.

La gran vara no puede medirnos,
somos la altura del árbol no descubierto.



PODÁLICO


a Griselda

Estoy tan a gusto
nadando este líquido
prestado por mi madre.

A mi lado crece mi hermana.
Una misma bolsa
un mismo cordón
para ahorcarnos en esta complicidad.
Mi corazón aún está crudo,
el de mi hermana palpita su sangre
mejor que la mía.
Dios - o tal vez alguien más-
quiso que su frente mirara de cerca
el pubis de mi madre, y yo, el hígado.
Mi acompañante posee
ojos diferentes a los míos;
una mejor espina para su carne,
menos sal en sus lágrimas.

En este saco compartido,
mirándole los pies,
saboreo el agua que nos penetra
por el ombligo.



CIMA VS SIMA


Una simple letra determina
la profundidad;
que ascendamos libremente
rumbo al azul de dios
o que seamos transeúntes
del fuego.
Una simple consonante,
al parecer inofensiva
nos ama en el descenso
y nos odia en el suelo.
C-I-M-A:
Allí se acumulan las nubes
en el octavo piso,
allí los besos están compuestos
-al igual que dios-
de oxígeno, nitrógeno y argón.
S-I-M-A:
Allá cada quien es dueño
de su infarto.
Despeñaderos, caídas libres,
acantilados, barrancos, edificios.
Es maravilloso el silencio
mientras caemos,
allá el asfalto es líquido
y nadamos.




MUERTE

Cada músculo aprende
desde la infancia su descomposición.

Entre cada tejido la lombriz
hace su trabajo:
alimenta hasta engordar la carne
para estar a punto el día del festín.

Muerte tras muerte, de manera sucesiva,
la lombriz prepara lo que será una gran cicatriz.
Herida y sutura aparecen al mismo tiempo.
-No se oponen, son hermanas-

Es, sin duda, una hermosa lombriz sin cola,
ondulante.
Se parece a mí, pero no tiene miedo.
Cuando lloramos, es ella quien dictamina la sal.

No somos más que un débil saco
de sangre y huesos.
Un parpadeo, un orgasmo.
Y esa lombriz lo sabe.
Es muy puntual, llega antes de las 7:00 a.m.
Saluda amablemente a la carne que pudrirá.




PADRE

a Néstor Antonio



Padre, todos los días encuentro
piedras pulidas con tu nombre en mi bolsillo.
Tienen tus canas, volumen y dureza.
Desde hace años las encuentro fielmente,
pero nunca te había dicho.
Me sentía diminuto, mentira.
No te culpo por obligarme a mirar
las piernas del rocío antes de tiempo.
Te veo limpiar las aceras y los templos,
recoger las hojas del patio.
Dentro de tu dureza hay espuma y azúcar,
un miedo retorciéndose.
No te preocupes, prometo tender mi cama.
Tú no lo sabes, pero he inventariado tus ojos,
el brillo que tiembla dentro de ellos,
durante el día.