lunes, 30 de agosto de 2010

REFLEXIÓN SOBRE EL BICENTENARIO


Entrevista al historiador venezolano Camilo Morón sobre el 5 de Julio de 1811 (a modo de Ensayo) que no llegó a Publicarse en la prensa formal

En la Curiana de los indígenas caquetíos, la Santa Ana de Coro de los conquistadores e invasores españoles, simplemente Coro, de los descendientes mestizos, a un joven historiador que ya anda largo por su tercera década, se le urgió respondiera una serie de preguntas referidas a una de las incontables y carnavalescas efemérides de la Patria. Venciendo rudas limitaciones de salud, el historiador en ciernes hizo a un lado sus quebrantos, y anudó lo mejor que pudo –entre la fiebre y el delirio– algunas ideas maduradas desde los tiempos de estudiante de Historia y Etnología de la Universidad de Los Andes. Todo esto al filo de la media noche entre escalofríos y turbias referencias a diccionarios. A la mañana siguiente, cobijado por un barniz de sudor, el joven y afiebrado pensador se encontró con que su escrito había sido hecho a un lado en beneficio de las declaraciones oficiosas un alto funcionario y de los lugares comunes y sin salero de un cagatinta de la Redacción.
Estas contadas líneas que aquí reproducimos merecieron el calificativo de “polémicas”. Van sin adornos ni añadidos. Hemos modificado ligeramente las preguntas para no poner en evidencia al rotativo, pero a poco que se esfuerce el lector identificará plenamente la fuente del desaguisado. Sólo omitimos en esta versión la inocua pregunta sobre comiquitas aplicadas a la enseñanza de la historia, que concluía la desafortunada entrevista, en el entendido de que aquellos que ponen la cómica son quienes aún no se han dado cuenta que la historia no la hacen los héroes, la Historia la hacen los pueblos.

¿Existe un nuevo enfoque de cómo hacer historia?

Para responder esa pregunta debemos hacer una serie de precisiones. Distinguir entre Historia, con hache mayúscula, historia, con hache minúscula, y, finalmente matizar qué es la historiografía o las corrientes historiográficas. La Historia, con hache mayúscula, es el devenir de la especie humana, así como se dice que cultura es todo aquello que el hombre hace, o siguiendo la famosa inversión de José Manuel Briceño Guerrero, cultura es todo aquello que no se explica sin el hombre, podemos decir que Historia, con mayúscula, es todo lo que el hombre hace y que puede ser expresada en una ecuación: acontecimientos humanos, sobre tiempo humanizado. Consideremos la explosión del Vesubio en tiempos del imperio romano: por una parte, es un capitulo de lo que hasta el siglo XIX se llamó Historia Natural, y que modernamente corresponde a la ciencia Geológica, pero en el momento en que sepulta bajo las cenizas las ciudades de Pompeya y Herculano, se hace Arqueología y por consiguiente Historia. La historia, con hache minúscula, es una narración de hechos pasados, y no necesariamente en prosa, la crónicas medievales podían estar escritas en verso, y en lo que se refiere a la historia americana, consideremos la obra de Juan de Castellanos “Elegías de Varones Ilustres de Indias”, que es el poema más largo jamás escrito en la lengua de Cervantes y al que el historiador científicamente formado puede ir en busca de noticias sobre Manaure, Juan de Ampíes o Lope de Aguirre. Así, pues, la historia no debe estar necesariamente escrita en prosa. La historiografía es el estudio de la producción intelectual de los historiadores y es como la revisión crítica de esa producción. En un estudio sobre Bolívar, Gabriela Soriano ha dicho que la historiografía es un enfoque que trata de conocer “cómo fueron propiamente las cosas” y no de formular una imagen del pasado que sirva de supuesto para enfrentar los problemas existenciales de los pueblos. Como dice Soriano: “Lo uno es historia; lo otro es apologética. Lo uno responde a una actitud intelectual; lo otro a una actitud existencial. Ambas tiene su razón de ser; ambas responden a perspectivas, objetivos e intereses distintos, sin que por otra parte, quepa llegar entre ellas a una solución de «justo medio», pues se trata de realidades distintas e irreductibles.” Hay aún una tercera interpretación de la historiografía como el estudio de lo algunos historiadores han escrito sobre tal o cual tema, una especie de encuesta con reflejos pálidos de crítica. Considerada por algunos estudiosos como un ejercicio cerebral gris y estéril. Finalmente, puede hablarse de historiografía en términos de la Filosofía de la Historia. Hubo una historiografía romántica en nuestro suelo como “Venezuela Heroica” de Eduardo Blanco, positivista como “Cesarismo Democrático” de Laureano Vallenilla Lanz, marxista como “Latifundio” de Miguel Acosta Saignes. En mis tiempos de estudiante universitario, se llegó a hablar de una historiográfica post-moderna, lo que es un sinsentido en sociedades que no han alcanzado plenamente la modernidad. Aquello de la post-modernidad fue como un sarampión intelectual, hoy absolutamente devaluado. Croce lo dijo de una manera más sintética: toda historia es historia presente.

¿Qué importancia tiene la celebración del centenario de la independencia en América?

En primer lugar ¿qué celebramos?
En segundo, ¿tenemos motivos para celebrar?
Considera que en los territorios dominados por los incas, no había desnutrición infantil entre sus súbditos. Hoy en esas mismas tierras las cifras arrojadas por la FAO son espeluznantes. Y esto no lo dice una visión nostálgica del pasado. Lo dicen la Arqueología y la Sociología. Desde luego, es la oportunidad para que los gobiernos de turno, de un extremo al otro del continente, saquen del closet un patriotismo de hojalata y cartón piedra. Pero parejamente a esta verdad, también es una ocasión para evaluar el curso de nuestra historia, de aquella historia común como naciones. Hay quien dice la historia enseña a los pueblos a no repetir los errores. Eso es falso y demuestra un escaso conocimiento de la historia como agente de cambio social, a lo sumo la historia puede señalar los peligros y los escollos, pero nunca evita que los pueblos marchen a su propio paso, sin cuidarse mucho ni poco de lo que dicen los historiadores, que para colmo de males suelen contradecirse.
A Mario Briceño-Iragorry, verbigracia, le preocupaba la pérdida de sentido histórico que se observaba en la comunidad venezolana. Y lo achacaba a la manera cómo se estaba enseñando la historia en escuelas y liceos y a la forma cómo se pretendía mostrar el proceso nacional a estudiantes y al gran público. Las investigaciones realizadas por Gil Fortoul, Laureano Vallenilla Lanz, Pedro Manuel Arcaya, César Zumeta, Lisandro Alvarado, Julio C. Salas habían caído en el silencio y condenadas al ostracismo. Se quería enseñar que Venezuela había nacido el 19 de abril de 1810, como Palas Atenea de la cabeza de Zeus: madura de un todo. Se pretendía borrar el proceso de formación de una sociedad, los trescientos años de gestación de la conciencia nacional, la tradición cultural, religiosa y económica. El discurso oficioso imponía héroes letrados y militares, ideólogos y caudillos, cuya obra extrae a Venezuela del seno de las tinieblas un día de abril de 1810. “En este plano –escribe Ramón J. Velásquez– se desconocían las propias advertencias del Libertador cuando observaba que nuestras sociedades hispanoamericanas para el momento de la Independencia eran viejas en usos civiles y la muy trágica de que habíamos perdido todo lo alcanzado en la larga gestación colonial a cambio, únicamente, de la Independencia.” Y a renglón seguido, destaca: “Para Briceño-Iragorry, la historia que elimina a la sociedad para relatar de forma avasallante la vida de un caudillo tras el cual marchan silenciosas, sumisas, las masas es uno de los factores que han estimulado en Venezuela las tesis cesaristas y las corrientes dictatoriales.”

¿El cinco de julio, nacen los patriotas? ¿Cuál fue la actitud de la actitud de la Provincia de Coro en este momento de la Historia?

Ocurre aquí algo muy interesante, porque los agentes políticos venezolanos de 1810 son los mismos que reciben –muy mal– a Miranda en 1806. Lo que había cambiado sensiblemente era la situación europea, más señaladamente la invasión de España por los ejércitos napoleónicos. En “Cesarismo Democrático”, Vallenilla Lanz considera que la Guerra de Independencia fue una Guerra Civil, y lo demuestra con cifras. Decir esto entonces y ahora es condenarse públicamente a la hoguera. Por otra parte, los patriotas son una invención de la historia romántica. Los llaneros que combatieron con Páez son los mismos que cabalgaron con Boves. El Negro Primero lo confiesa en alguna ocasión ante el propio Bolívar, basta leer las memorias de Páez. El Negro Primero llamaba a la forma de gobierno republicana “diablocracía.”
Durante la Guerra de Independencia, Coro fue por largo tiempo un enclave realista y ello ayuda a explicar por qué una Real Cédula es promulgada en fecha tan tardía como 1815, indicando se organizara la Provincia de Coro, y así persistió por orden del Rey de España hasta 1818, sin que pudiera realizarse a plenitud lo ordenado en dicha Cédula. Coro, durante la Primera República, se constituyó en arsenal y refugio del realismo venezolano. Este rol lo asumirán Maracaibo y Angostura durante la Segunda República. Coro fue tomado por los patriotas en 1821.

¿Los grandes héroes del cinco de Julio: Bolívar y Miranda?

La historia que ejerzo como profesión es la historia de los pueblos y no la historia de los héroes. Pero es bueno precisar que el papel de Bolívar en los acontecimientos del 5 de Julio es un papel de coro, con esto quiero decir que su perfil se destacará posteriormente. De hecho, el primer discurso de Bolívar está fechado el 3 de julio de 1811. Bolívar incluso pierde la guarnición de Puerto Cabello ante Monteverde en 1812. Bolívar y Miranda eran miembros de la Sociedad Patriótica, que era el ala más radical entre los conspiradores. Miranda tenía cierto prestigio entre los radicales, pero era temido por los sectores más conservadores dentro del movimiento independentista. Recordemos que fueron los patriotas quienes detienen a Miranda en La Guaira y lo entregan a las autoridades españolas.

Mgs. Sc. Historiador Camilo Morón

miércoles, 25 de agosto de 2010

CAMILO MORÓN: Narrativa Actual Venezolana


El Garúa como Máquina del Tiempo

Frente al cobalto del Caribe, al noroccidente de Venezuela, se encuentra el Estado Falcón; su silueta semeja un hombre hundido hasta los hombros en las nobles arenas de los médanos; su anatomía o debiésemos decir su geografía comprende el sistema de la costa, conformado por playas de suave declive, arenas blancas y doradas y bosques de enigmáticos manglares; el sistema montañoso, hada huraña y bruja lujuriosa, dibuja su silueta desde pequeños montes cubiertos de vegetación xerófila hasta montañas cuyas cumbres están veladas por la doncellez de las nubes y lucen una vegetación de exuberancia tropical con ansias de selva; el sistema de la llanura, propio de shamanes, santos, seretones y ascetas, es un lienzo de amarillo pintado en la llanura árida, cubierta de espinos y cardos; como un espejismo de verdes es la llanura inundable en la estación lluviosa, rica en pasturas para la explotación ganadera y en arboles maderables. En toda esta variada geografía rondan las ánimas, las brujas, los duendes, los encantos, los fantasmas. los poemas, los poetas y los cuentos. Y en el corazón de este mosaico palpita una Máquina del Tiempo: El Garúa.
Una llovizna de recuerdos atrapada entre sabias paredes de barro. Vigas como nervaduras de cardones. Y en el aire la tertulia en calma, a su ritmo acompasado, un ritmo próximo a la amistad. Pese a que El Garúa adolece de esquinas sombrías, pues está poblado por la luz, podemos recitar al Baudelaire de Le Vin de L Assassin:

Nadie me puede comprender. ¿Uno solo
De entre estos borrachos estúpidos
Sueña en sus noches mórbidas
Hacer del vino un sudario?

Esta crápula invulnerable
Como las máquinas de hierro
Nunca, ni en verano ni el invierno,
Ha conocido el verdadero amor,

Con sus negros encantamientos,
Su cortejo infernal de alarmas,
Sus redomas de veneno, sus lágrimas,
Sus ruidos de cadenas y osamentas.


La rockola no es una suma de engranajes y circuitos: Es el más compresivo de los psiquiatras. Al marcar la combinación de letras y números que corresponde a una canción de Pedro Infante, de Julio Jaramillo, de Felipe Pirela, de Daniel Santos, damos al alma el musical tratamiento que requiere para sanar sus moretones. Desde luego, hay una graduación en ese acto curativo que va desde la contemplación desnuda del dolor propio hasta el exorcismo de la razón. En ese carrusel de alcohol y emociones hay escalas para todos: desde un bronceado de fantasía poética tropical hasta una Siberia del intelecto. Pero el alcohol y el despecho son rasgos que El Garúa comparte con otros lugares de semejante vocación y que si bien lo hacen cálido y humano en nada diferencian sus coordenadas; lo distingue el paso del Tiempo en el escenario: Una gráfica de Oswaldo Vigas de los años cincuenta, la época de las Brujas; el cartel de una marca de cigarrillos que ya no se encuentra en las bodegas desde hace cincuenta años; la publicidad de un refresco carbonatado del que ninguno de los contertulios recuerda su sabor de tanto ha que se secó el recuerdo en la lengua.
En soledad, pues El Garúa es uno de los contados lugares en el que se puede estar a solas, reviso a Wells y comparto la pena del Viajero del Tiempo por los amores imposibles: “Y tengo, para consolarme, dos extrañas flores blancas –encogidas ahora, ennegrecidas, aplastadas y frágiles– para dar testimonio de que cuando la inteligencia y la fuerza hayan desaparecido, la gratitud y una mutua ternura vivirán aún en el corazón del hombre.”
Bebo mi audaz melancolía con el último trago de cerveza; una cerveza caliente, como decimos en el Caribe, a temperatura ambiente, como dicen los burlones en los Andes. Con un gesto de la mano hago a un lado la sombra larga del tiempo y me redimo. Y con alegría que corroe el espíritu de la pena, cual si fuere el surco que sobre el mar deja un barco fantasma, saludo al pasar entre las mesas a Omar Kheyyam:

Despertaos, despertaos, durmientes, que la aurora
arrojó ya la piedra al piélago nocturno
ahuyentando a los astros, y el Cazador de Sombras
prendió en un haz de luz la torre del silencio.


Se abren las puertas al aire de la calle. Las voces de la ciudad son las de esta noche y las de las noches de siempre. Al salir dejo mis huellas entre las horas y me llevo los sueños del bar.



miércoles, 18 de agosto de 2010

Brevísima Antología de Poesía Actual de México. Por Daniela Camacho

BREVÍSIMA ANTOLOGÍA DE POESÍA ACTUAL DE MÉXICO

COMPILACIÓN Y SELECCIÓN DE DANIELA CAMACHO


AMARANTA CABALLERO PRADO (Guanajuato, México, 1973. Desde 2001 reside en Tijuana). Ha publicado: “Todas estas puertas”, (Tierra Adentro, 2008), “Okupas” (Ed. De Pasto Verde, 2009), “Entre las líneas de la mano” en el libro Tres Tristes Tigras -Desde esta esquina-, (Conaculta, 2005) y Bravísimas Bravérrimas (La eternidad en un paso. Un paso no en falso) Aforismos, (Ediciones de La Esquina / Anortecer, 2005). Estudió la licenciatura en diseño gráfico en la Universidad de Guanajuato. Su página electrónica: www.amarantacaballero.blogspot.com

INFRUTESCENCIA

Yo fui una higuera.
El tronco hecho un betún: confitería.
Corteza blanca en remolino constante.

Fui el tronco y ramas de una higuera
podadas una y otra vez por si las moscas,
por si los higos escurriendo
llanto o miel averanada.

Morácea, blanda y a veces de gusto dulce.
Yo fui.

Ah pero que no me tocaran las hojas.
(velludas, tupidas, grandes, verdes, lobuladas.
Como mi sexo: urdimbre y trama).

Saga: madera incorruptible: sicomora: yo fui.



CORRESPONDENCIAS

De a poco, los pájaros –con sigilo– dan cuenta del crepúsculo. Esa forma repetida de dar la espalda. Desde sus ramas, consecutivos, ladean cabeza para situar el ojo. Te miran. A través del vidrio de esa puerta que no es ventana. Que no es. Rubicunda la pesadilla por el tronco, trepa ávida. Incrusta las afiladas garras y el espasmo. Todas las alas se sacuden. El sueño es incierto. Refracción de la luz: sólo a veces la altura. El aura no es un síntoma ni tampoco un halo. El aura, sibila, posada sobre una rama besa acorde tu pesadilla. Millones de verdes estallan entre las hojas, contra las telas. El primer rayo de luz. Los pájaros abandonan sus lugares. Entre el enramado verde: el estruendo.


FASCINACIÓN

Era la manera de asomarse. Ojo avizor: el hueco que atraviesa el cuerpo de un hombre. Un hombre-perro. Hacia el fondo la cruz. Pequeñita. Sembrada sobre la tierra. Y luego aparte una casa, diminuta, en las fosas nasales. Pero era al fondo la pequeña cruz, que aparecía luego de un hueco, un hueco que antes ocupaban las vísceras. Las vísceras de un hombre-perro quizá dubitativo, quizá apenas intoxicado. Llantas, plásticos, zapatos, resorteras. Una navajita. Y la tierra. Todo lleno de tierra. Lodo seco. ¿Te acuerdas cuando la planta desnuda de un pie se pasa una y otra vez sobre la alfombra? La provocación: esa manera de atravesar el cuerpo. Era un vicio. Era un Perro Loco, Violento y Confundido, pero era un hombre. Era quedarse viendo la estrella fugaz. El tiempo y los espirales de ese cuerpo que emanaban –ese circuito– desde el pecho, bajo el pezón. Era poco a poco desangrarse pero era la mano derecha del hombre-perro, su índice, el que tocaba la cruz. Yo te estaba viendo. Era la manera de asomarse. Las vísceras que nunca. Era un corte transversal la fascinación.


FOTOGRAFÍAS CON F/RÍO Y BOSQUE

Era la neblina entre paredes amarillas. Rectangulares paredes de aspecto rancio y tribulación esplendorosa. Esa casa pequeñita. Minúscula caja donde las bailarinas, una tras otra, aprendieron a girar sin cuerda ni música ni público. Danza muda. Cabelleras hiedras. Poca la anchura del pasillo. Siempre hubo tiempo de sobra para limpiar el piso. Todavía un río rojo serpentea hacia un mar sin costa desde la diminuta puerta de esa casa. Todavía desde el rellano del escalón más alto en la escalera, ampliamente: el sofoco.

Todavía desde el rellano del escalón más alto en la escalera, se azota una puerta. Metálica y pintada de blanco. Un cable para jalar mejor. Desde la azotehuela nadie podía abrir la puerta por dentro. Y luego de la azotehuela: el cuarto. Un cuarto. Un piso de mosaicos color verde. Verde pistache más arbóreas franjas de betún. Fragmentos. La ventanita. Un bonsái. Un ropero. Un restirador. Detallitos de familia. Un hermano mayor que hace muchos muchos años dejó de ser tu padre.

Un hermano mayor que hace muchos muchos años aprendió a vivir en medio de lagos y bosques fríos. Fotografías. Una chamarra azul marino térmica de pluma de ganso y el nuevo idioma fue lo primero que adquirió. El francés alterado. Pero, ah esa sonrisa. Pero ah ese buen gusto por la música. Ah, cómo deseaste siempre haber sido él, don´t you?

Pero ah ese buen gusto por la música. Cómo deseaste. Sobre los mosaicos verdes, sobre el restirador. Todas las noches recorrer una y otra vez las atmósferas de un pasado en arpegios y rumorados ruidos. La bailarina danza. La bailarina –la primera de todas y una de tantas– salta sobre los hombros. La punta de una de sus zapatillas taladra un baúl. Musiquilla sorda y ciega. Al salir de la casa, esa bailarina: cal de arena y hueso roto. Murmullos dentro del hueco tibio de una mano. La marejada de sus cabellos. El miedo que aletea. El miedo que aletea. Aletea. El sueño impreciso. Tu debilidad. La bailarina baila. El serpentino río rojo. Los hijos, las hijas, crecen.



HUGO DE MENDOZA (Guadalajara, México, 1976) es poeta y editor. Ha publicado el poemario Danzarina y Danzar del agua. Mantiene varios libros inéditos de poesía, entre ellos Sebastián, de próxima aparición. Es editor de la revista El Golem.

EL MOVIMIENTO TUYO / ES EL “TANGO DEL ÁNGEL”

I

Es tu inicio quien precipita
El mecanismo del bandoneón
Mismo que con música de viento
Y los agudos tristes del violín
Culminan la crema de tus alas.

II

Así de cautiva
Así cautivas Cultivas
Finísimos círculos a perfecto vuelo.

No sé si es Ángel lo que veo
O tú con negras zapatillas.

III

Cae terso el carmín bajo tus hombros.

Como soles diminutos
Encienden las joyas a tu pecho;
Se pierden
Me detengo a tu mirar
Te detines a mi mirar;
Así Infinitud de la Plata
Platense.

IV

Líneas
Argentinas cordilleras rozas a tu paso.
Con el cabalgar del enmudecido "Martín Fierro"
Y el callar de una orquesta celeste
Te sostengo en el abismo de mi traje:
Bailarina
Danzarina
Angelina
Reverencia.



V

En lenguaje de ángel Seguimos.

A cada giro de aura De aureola
A cada vuelta de ala
Te escribo una porteña estación
Una "Balada para un loco" Y yo loco
Con mi Mar del Plata tras tu vaivén
En vaivén
Loco.

VI

Se quiebra
La multitud en "volentango" Se quiebra.

Es tu acceder por 9 de julio
Quien a Febo levanta en el centro y su blancura.

Vamos Sigue con tu consentir a mi labio
Que los barcos con Apolo te rodean
Y es tu voz Azul de Buenos Aires
Azul de mis entrañas
Quien revive y levanta mi frente.

VII

Vayamos con el "Melancólico Buenos Aires"
Ala Tierra del Fuego
No sin antes dejar tu luminosa hondura
En San Miguel de Tucumán
En San Salvador de Jujuy.

No sin antes bailar
Charlar con "Don Segundo"
En el Sur ¡El más Sur!
De las nubladas pulperías.

VIII

El espejo de la última Tierra
Te sobrelleva en su blanquísimo pecho.

Te acaricia Revives lumbreras congeladas
Se confunden en el contorno de tu rostro.

Sigues siendo la emancipación de todos los cielos
De todos los soles
Sigues siendo el rumbo de la palabra:
Vueloenregocijo.

IX

Es tu sueño sobre mi sueño
El ensueño de tantos tangos.
¿Cómo creen algunos que diluyes Qué fallezco?
Si en tu celeste música Se entretejen
Oscilan
Nos unen
En la andariega pieza de las alas.

X

Sigue un coro de Argentina
Ahora el tango de un cuarteto en "Oblivión".

Al tiempo de Te amo siempre
Sabes que eres toda bálsamo
En latir a mi descenso.

No dejes volar De vibrar
De infinita hermosura trazar
En mi alabante bandoneón
Platense bandoneón
Piazzola bandoneón.



MANUEL BECERRA SALAZAR (Ciudad de México, 1983). Es autor de los poemarios Cantata castrati (Editorial Colibrí, 2004) y Los alumbrados (Premio Nacional Enrique González Rojo, 2008). Obtuvo la beca "Artes por todas partes" de la Secretaría de Cultura del Distrito Federal por sus proyectos de Spooken word Los alumbrados en el 2006 y Sinfonía de cabaret en el 2007. Poemas suyos han aparecido en diversas revistas y diarios del país. Ha participado en Encuentros nacionales e internacionales de poesía como Estoy afuera, Vértigo de los aires y en el XII Festival de Poesía en La Habana, Cuba. Actualmente es becario de la Fundación para las Letras Mexicanas en el área de poesía (2009-2010).

CORAZÓN TERRÁQUEO


Habla verdad quien habla sombra
Paul Celan


A Mariano Becerra,
mi padre


I

Y vuelves, muerte,
te han quitado la gracia y aún rondas por aquí.
No has venido a llevarte a nadie,
has venido a que te escriba
(a ensuciar el sueño de mi enfermo).
Estás aquí calzada con tu perfil de aguja,
vestido el cuello en jazmines,
perfumadas tus geografías de muerte
incandescentes como baldíos o temporarias
para que haga que te mojes con versos babélicos:

He aquí las astillas bárbaras de la fiebre,
el lujo del accidente mientras se duerme,
las mareas altas,
las soledades furiosas a la intemperie,
el endecasílabo donde se construyen hospitales,
donde uno se desvela.

Ya nos veremos la cara,
vendrás por mí y se te han de incendiar las piernas.

Ya habremos de agitar mi alma en llamas,
y arrojarla al precipicio, muerte.

Ya la verás hacerse

ave o astro.


II

En estos pasillos anda la muerte.

Va y viene montada en sus ojos marinos,
y en su corazón terráqueo.
Viene en sus mantos elegantes, alta como un bandera.
Trae en su respiración la agitación de los establos,
la inquietud de las reses.

Nosotros la espantamos con golpes de pecho
para que no te lleve.

Te ronda cerca la desvalida vieja,
pero ya te hemos escondido
en una ciudad santa cerca del corazón.
En el cielo gris de los ojos de mi madre
te sumergimos.
Guardamos los gemidos para otra hora,
pero se escucha la bastarda quebrar el mármol
abrir las puertas, una por una,
asediar desde lejos
y el espanto de las lágrimas nos cae
en la garganta.
Se reúne ahí la falta de aire,
el pataleo de los náufragos

en la garganta

nos cae.

El alma flota en un lago de aguas ciegas
donde la esperanza tiembla.


III

Desenterrado, corazón, de los jardínes,
él te sueña colgado de los árboles como un sol,
como un fruto que es de él.

(Qué muerte más infame la del árbol caído,
sin intimidad, desmintiendo su fama.
Qué desnaturaleza, corazón).

Él sueña con la muerte, mugriento,
agoniza en una cama insabora y fría
y tú tan vuelto de la tierra,
siempre yendo tan desenterrado a visitar al padre,
al amor verde de alguna enfermera.

Él te sueña, mugriento, como un sol.


IV

Este sol que cuelga en el cuarto del hospital,
esta sangre dejándose alumbrar por la tristeza
y este corazón puesto a la sombra, puntual,
pertenecen al que duerme y mal sueña,
al que respira entrecortado...

Esta caída de luz por la ventana, tenue,
como vertiendo agua,
soñada la caída por el enfermo,
intenta calentar las paredes del hospital,
inmaculadas como un dolor,
intenta calentar el alma a los viejos,
tibiar la insulina,
evaporar el agua,
intenta cobijar de fiebre a este corazón,
pero éste sólo es puntual a la sombra,
llega tarde al reino de Dios,
puntual al odio, al hospital y al mal sueño.




SERGIO ERNESTO RÍOS (Toluca, México, 1981). Ha publicado los libros Piedrapizarnik, De cetrería, Semefo y searching the toilet in juárez av. Aparece en las antologías de poesía mexicana reciente: Divino tesoro y Nosotros que nos queremos tanto. Fue becario del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes en la categoría de Jóvenes Creadores. Es miembro del consejo de la revista Metrópolis de Guadalajara. Codirige la editorial Apuntes de Lobotomía.


LONDRES ES MÍA
como soy un gran artista pido los mayores decibeles

yo me entiendo:

levas micotelepáticas
lapos frigomesiánicos

quiero ser original

saltar los endimiones
los dicotiledones
los dípticos egipcios
los tableros con cabezas de rinoceronte
correr por donde apuntan sus hocicos


esta es la vieja escuela
y entra en una punta negra

sólo de lógica extraordinaria

amárrame las manos
impide que aniquile
el odio y el riñón del francés
el feto que enterramos bajo un árbol


el bósforo pasa como un escuadrón de la muerte tendido entre dos catres



esta canción se llama lo que pido de ti
un catafalco alumbrado por moscardones que se derraman como un largo eclipse
eso que existe en una corona de oscuridad
la cabeza en el mástil
los pies sobre los vidrios
árboles que sacuden pequeñas cimitarras
tiza celeste
el libro en que repruebas la misericordia del elefante africano
la tierra plana
la sombra instrumental por el jardín ceñido
un polígono de deserción

DESDE UNA LÍNEA DE DEMOLICIÓN

ella es santino y fredo shemales caminando como androides sobre repisas naranjas esos días cuando el cielo es una envoltura plagada de reflectores carmesí una involución una manera de llegar al final del baile saltar como un ornitorrinco moverse con ortopédicos dentro de las piernas y los pies rocosos por químicos de cierta energía que tambalea de lado a lado pero esto sólo existe en la quijada como un puñetazo cinco veces mayor a una esfera de acero el ojo tokio de siete a nueve el ojo tokio como una quilla que confunde una cosa y otra tan sólo mirando murciélagos que se incineran en las nubes la música demasiado gastada de afilador no sé qué haré con el tokio que llora en alguna parte es un vuelo cardinal es una estrella de junco de utilería que se expulsa ella dirá princesa buenos días fredo rompiste mi corazón feliz año sólo leo libros para sanar el alma libros que me adentran en mis vidas pasadas badajos que me gustaría ver en un arreglo floral somos un clan tóxico faunos elásticos alrededor de tu vestido la propaganda que silba un fumigador aficionado al megalítico


un valium por favor
un ciento de nomenclaturas de embriones

mi nombre de guerra es Albión



LEONEL RODRÍGUEZ SANTAMARÍA (Ciudad de México, 1978) es autor del poemario Dolor de nombre, publicado en México en 2008, mismo año que obtuvo por esta obra el Premio de Poesía Clemencia Isaura otorgado durante el carnaval de Mazatlán. Ha desempeñado trabajos editoriales y también ha sido músico; más recientemente, con la agrupación Los de en medio, al lado del pintor Varezal y el poeta Cosme Álvarez. Actualmente no tiene ciudad fija y se dedica a escribir.


YELO NEGRO

I

Algo se revuelve como la carencia.
Un reacomodo de las aguas que me surcan
como naves tentaleando litorales
anuda con líquidas trenzas el siseo que despierta mi silencio.
Algo se reanuda y yo escucho.

Acomodo una luz austera de cara al hueco de la noche;
la ventana queda ciega: un filo de luna se percibe,
un ojo se abre,
un haz de cuerpo se avecina.
Respiro una misma melodía.

Como una jauría de perros,
una turba de preguntas muerde los pasos
de la sombra que me lleva.
Entre ladridos se remueve su oscura,
violácea joroba de quietudes
moviendo las siluetas por alguna calle que invento.

Toco la huella
estoy partido y mi habitar es roto
el tacto carece
¿en dónde el sentido del encuentro?

II

Estamos en el pueblo de La Hueca:
días se alargan como noches:
en el sueño:
la serpiente piel de la crecida,
máscara cambiante del acantilado…
parece así que lo creemos
no tiene tamaño nuestro aliento
mero vaho que aparece ante el paisaje
recuerdo en el espejo
de aquel canto que montamos en el bosque

ahora flota para no mirarlo

También debajo de las piedras
escucho el silbo de otro nombre
¿qué grito vale su penar en la existencia?

Parpadeo en el punto cero de la aguja
—separados por los hilos que atan cosas,
alguien nos descose
alguno que sabemos
desconoce su vecina identidad alguna:
la veo y no la veo,
vigilia adentro de la costa donde duermo.

Yo älguno, sin nombre,
¿sabrá que somos niebla entre dos sueños?

Somos el pueblo de La Hueca, de la gran roca seca y hueca.
Los ojos cerrados a la luz sobre el sin suelo del desierto
queman tú qué más en la pregunta,
pasos que se apuntan sobre brasas.
Así desando por mi nombre
como por un viento sin respuesta.

El polvo del hambre cubre nuestro cuerpo. Recibimos las acometidas del vacío con el humo de madera calcinada —abrazo de mil playas que los viejos cargan en sus brazos: fogatas para celebrar a nadie, lumbre para ahumar la curva de la luna

la moneda roja,
sello de sangre en los entresijos de la noche.

Este ulular dibuja la caída de una esfera, raíz de luna, siéntela lamer la lengua, lamer el mar donde nos dice
la felicidad de un ojo de agua que rodeó a la noche con un río.

Nuestros días, nuestras noches, nuestro torcer paciente en el silencio. El río que buscamos alimenta el hambre que lo mueve.

Niños miran: nos insectos, nos algunos divididos.
Niños lanzan la pregunta que se aleja como tronco a la deriva.
Hay un sitio donde juegan y descubren los cimientos.


III

Cuesta arriba imaginarse las palabras
que habrán de romper el silencio
que no pide ser abierto.

Mi sueño crece desde adentro de una cueva:
la ciudad se angosta en una calle a mediodía,
el sol la desvanece, limpia de la vista.

Estoy de pie sobre una duda que la boca balbucea;
no puedo sacarla de su olvido, no la veo.

Si camino y me dirijo
hablo baladura de balido,

¿qué digo en esta hora limpia y sola,
arrojado desde el suelo hasta yo mismo?

Silabeo:


IV

La ciudad se suelta de mis ojos
—hay un baile
desatado del susurro hay un baile,
arborece de las manos de la tierra
y da vueltas
y lo digo
acabándose el aliento.

Me desplomo enlazado a las veces que pregunto y pierdo la respuesta.
El mundo gira y no se aquieta.

Alguien se oye tronar,
una mujer renace en el costado del momento
nochemente
ella baila
se agrupa sobre el sueño del hombre encendido
se distiende
y respira
y parece un sueño que nace de un sueño.

Nuevo aliento a los muslos que despiertan.

Los ojos salen a tientas
la mirada más oscura, voz
caverna, empapada de arrastrarse acuoso en el olvido,
su goteo no es la duda:
buscar nuevo de lo aquello.

La ciudad olvida mi andar austero y las caras que animan el yelo oscuro de sus sueños.
La ciudad flota en el deshielo de sí misma.

Desesperas cuando no suena la puerta,
no hay tablas que dividan el aliento de lo indecible, este viento que te acerca a lo mirado.
No se rompen las ventanas a palabras.
Ellos dijeron:
«Mantente limpio, sí, muy cuidado,
corre si tienes que hacerlo, anímate si puedes,
corre, corre si puedes correr
mantén limpio tu traje, mi buen hombre».

El viento camina
todo lo voltea entre sus piernas y despierto
—adentro de los muslos abulta la nostalgia,
recuerdas el rojizo mundo de barrancas y mañanas que se abren similares,
allá, el sol del bosque dice:
ella baila,
en algún sitio ella se encuentra, es realidad que ofrece su sentido;
ella baila invisible en el sueño, más adentro de la trama que la propia sangre bulle.
Su boca danza sobre tu cuerpo
la canción que Nos soñaba.
Ella baila y te despierta su canto que disloca.

Adentro de la mina el ojo es negro;
perdido sin mi dueño, dando tumbos,
me arrimo a los caminos y me hundo,
camino por el sueño y digo mundo;
el hombre que busca su lugar junto a la roca hueca
cuando los gritos despojados suenan frente a un cuadro donde duda;

las manchas forman sugerencias
(yo quiero asemejar los ojos)
se adivinan formas que desmienten
(asemejar los ojos al crédito del fuego);
quiero bailar sobre la cresta de las olas, por entre el fuego que celebra.

Un no saber por qué, un no ser de estar tendido,
hallar la mano hundida,
invisible;
no sabe la mano
cómo abraza al hombre que se acuesta,
no sabe el hombre: sueña
su goteo lo inventa el árbol,
el baile es el latido del árbol en el pecho citadino,
mueve los sentidos al vaivén del viento:
baila
y ella canta
la canción de nuevos días



DANIELA CAMACHO (Culiacán, México, 1980) se graduó de ingeniería industrial y de sistemas por el ITESM y de lengua y literaturas hispánicas por la UNAM. Publicó los poemarios En la punta de la lengua (Tintanueva, 2007) y Plegarias para insomnes (Editorial Praxis, 2008); y el libro de palíndromos Aire sería (Editorial Praxis, 2008). Forma parte de la antología bilingüe, español-portugués, Tránsito de fuego (Casa Nacional de las Letras Andrés Bello, 2009), La mujer rota (Literalia editores, 2008), Los siete pecados capitales. La lujuria (Alforja, 2008) y Del silencio hacia la luz: Mapa poético de México (2008). Es fundadora y miembro del consejo editorial y de redacción de la revista El Puro Cuento. Sus poemas y ensayos han sido publicados en revistas y periódicos de distintos países de América latina; actualmente, vive en Tokio, Japón.


REMOLINO

entre paredes sin puertas
escondo mi cuerpo mudo
manchado

el día huele a orfandad
la medianoche es una hendidura en el muro

sé que no soy una sombra
sé que afuera hay guerrilleros
y hombres mutilados
que hay pájaros desnudos y hambrientos
hay guantes y gatos y gente

pero yo no soy la sombra:

soy el remolino
el huracán
la polvareda

o tal vez no

tal vez soy la huidiza tempestad de mis palabras
o solo una sonámbula que sueña

o no



LA VOZ EN RUINAS

I

Juntos mordíamos la carne de las uvas. La canicular mañana nos mostraba los espejos y el dolor multiplicaba los escombros. Debajo del amurallado corazón crecían larvas y palomas. Con el cuerpo lívido de tanto opio atravesábamos la puerta del amor y poco a poco nuestras manos se incendiaban como hulla. Nadie nunca supo descifrar la líquida caligrafía de nuestras sienes. Solos y desnudos abrazábamos la muerte. Yo, bañada por el fuego de tus aguas, con la carne amoratada y fresca, asistía al nacimiento de pequeñas flores en mi boca, flores que serían escama, cicatriz, libélula. Tú, herido por el láudano y la sal, hablabas de cruzar el puente, de sanar al fin todas sus grietas.


IV

La noche te pronuncia con un gesto de nieve sobre árboles enfermos. Hembras animales hacen del silencio un río, un gemido oscuro que inaugura la pavana de los muertos. Debajo de los párpados construyo un puente hacia el sudario de tu rostro y dejo entre tus labios un pétalo de carne, un rastro de niebla. No vuelvas la mirada ahora que la lluvia me resulta indescifrable. Déjame apagar tu luz sobre los astros, ser isla al centro de tus aguas. Cuida que el silencio de las aves no delate nuestra música, que la arena de tus ojos no revele la agonía en el corazón de los amantes. Canta con tu fracturada voz de arcángel y sea la negra luna de tu lengua una espada que me hiera en los jardines del ensueño.


MORIR DE PARAÍSO

Lavarás tu cuerpo poseída por la sombra. Al primer golpe de agua, la piel arrancará de tajo un nombre a la memoria. Querrás decir Leteo, canción del tenebroso, diamela, pero estarás muda de espanto. En la espera del que tañe mirlos en el aire, te descubrirás distinta a las demás hijas de Eva y hablarás por los desnudos.

Soy la que flota en el río, la despojada. Polvo de la madre extraída a su niña en trance.

La desnuda
dicen ellos
la bestia descarriada.

¿A qué tanto ropaje si en la piel se me calcina un nombre?
¿Para qué vestir de nube, aturquesada, si de arder me estoy muriendo?

Busco acordes en la niebla que apacigüen mi silencio. Me abandono en el lenguaje de las barcas. Del ciprés soñado por amantes solos nace una canción de cuna para las muchachas tristes.

En las ramas del almendro, madura el corazón del oboísta.



JUDITH SANTOPIETRO (Córdoba, México, 1983). Poemas suyos se han publicado en Anuario de Poesía Mexicana 2006 del Fondo de Cultura Económica, en la Memoria del Encuentro Nacional de Literatura en Lenguas Indígenas; en la antología literaria Musa de Musas, Poesía de Mujeres desde la Ciudad de México, Conaculta; en Del Silencio hacia la Luz: Mapa Poético de México y la plaquette individual Raíz de Vuelo (El Barco Ebrio Nueva York-HomoScriptum) y Se incendia la Palabra (Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla IMACP). Actualmente es directora de Radio Nómada y Revista Iguanazul: literatura en lenguas originarias.


IZCALTITLA

Los hombres de la loma taciturna
se desvisten ante una fogata de sabiduría
sueltan en la oscuridad las formas
de un ojo lleno de costumbre

cada uno en la danza pega el cuerpo al corazón de la tierra,
pide al ave sus alas desplegadas,
desea los negros ojos del mapache

alguna vez seremos la mirada del nahual
que sobrevuela la barranca
y pariremos maíz por la boca
para arroparlo en el chisporroteo del brasero.


ESTELA DE VOCES

Monumento de la palabra,
la génesis en las paredes,
tan antigua
como la vírgula de roca

tormenta de guijarros que caen de la montaña.


INVOCACIÓN

El día que saliste de mí
el sol era un círculo manso,
inundabas las rendijas
de esta húmeda pocilga
con un llanto prolongado

Tus ojos,
grandes en esta habitación de grillos
para mirar una casa de pequeños muros;
y mi vieja razón,
esa piedra de filos indeseables,
preguntaba a dónde ir

Con el vendaval,
las chozas se balanceaban
y eran menos que toda la miseria
de la gente astillada en la ciudad

Te fuiste un día de soplos
y el resquemor sobrevino
para siempre;
las casas parecían no soportarlo
bullían de luz las tiendas
el desierto era frío
después el sol doró las ramas y la arena,
el calor fue espada ardiente
que acuchilla la piel


nadie
bajo este halo de cristales negros
nadie
en esta oscuridad que golpea con su nombre y su cuerpo
nadie
retorna a beber su aliento

Esta madrugada
la muerte pringa sobre la ventana
despierto con la sonrisa de tu vida entre las manos
hace varios minutos de minutos
que no veo nada igual


PIEDRAS Y ALACRANES

En días tan áridos
el aire trae el movimiento de los huesos polvo
hasta la lóbrega estría de la calle


Amanecemos agónicas de frío
aradas en la tierra estéril
por las filas de este mineral
que calcina esqueletos

Tragamos la roca desgranada
mientras los pechos se desgajan
en precipicios de sangre que humedecen el desierto

Al paso de los meses
las grietas de la ciudad cimbran
entre las montañas de arena,
y la polvareda de los huesos
es la voz perdida en una cueva

Dormimos
junto al lastimero aullido de perros
con la mortaja de piedras y alacranes




CARLOS RAMÍREZ VUELVAS (Colima, México, 1981). Ha escrito los libros de poesía: Brazo de sol, Cuadernos de la lengua y el viento, Ruleta rusa y Calíope baila con el poeta ebrio. Además, es autor de los libros de investigación literaria: Nieblas londineses y otros poemas de Balbino Dávalos, Musas de Francia, El oro de la cruces. Estancias en la literatura colimense del siglo XIX, Notas para el estudio de la cultura escrita en Colima. El caso del siglo XIX, Índice de las revistas culturales en el siglo XX. (Ciudad de México). Parte de su obra literaria ha sido antologada en Un orbe más ancho. 40 poetas jóvenes de México, La luz que va dando nombre, Mar de vértigos y El oro más granado.



ÚLTIMA BALADA DE JOHN LENNON PARA YOKO ONO

La luz de ti se aleja porque no soporta el verte

Por qué de mí también te vas mujer
cuando más te amo y dejo en pentagrama cinco líneas de mis venas
Por qué de mí como ceniza que lleva el brazo del aliento del verano
en un campo incendiado por la furia de mis manos
que imagino en la ciudad

Eres lo más oscuro y de ti la luz emigra

Porque viene de ti la enfermedad estoy bendito
de locura o ebriedad que a veces es lo mismo
Por una mancha venérea que la humedad tatuó
si he nacido si amé si estoy herido

Por eso cuando miro en las páginas del tiempo las letras de mi vida
encuentro mi nombre escrito tres veces en un cuerpo femenino
Eres la vida amor la muerte

Y hay días que confundo el sayón de tu piel blanca
con la falda favorita de mi madre
o el vestido rosa que usaba los domingos
para mi padre que olvidó su cinturón
en casa de una peluquera
Otras tardes crecen de tus piernas espléndidos eneros
en los que reconozco las canciones del cimiento del hogar materno

¿Es que cuando te enfadas hablas de mi infancia o sólo de tu sexo?
Tú me has visto cómo es que soy la vibración en tanto llega tu respuesta
como la fruición violenta del que ignora el reposo porque estás cerca
Hay días que tu carne ―siempre en ciernes―
tiene el olor de las agujas y el estaño
Y tus nalgas asemejan una mecedora
donde el sueño dibuja polvorones y tazones de té

Pero digamos que una noche al fin estoy contigo
completamente libre
Complaciente como alguien dispuesto a otorgar su olvido
a cambio de tenerte Oh sapientísima
y desquiciada como una cuerda de guitarra rasgando la garganta
como una cerda enfurecida que destroza mi almohada
Entonces quién por mí podrá cambiar la pesadilla
si muy lejos de ambos la luz emigra

Ah me dueles hasta lo más profundo que un hombre honrado puede soportar a la desgracia]
Hasta lo más cercano a mi origen de pies sobre la tierra
Oh dulcísima qué puedo para ti sino una larga balada
en la que el escozor del corazón humano hinche su valor contra el vacío
que cruzan pájaros boreales como bajo un cielo cobrizo
donde bailas desnuda para ordenar el mundo

Sé que tampoco entonces mi vida tendrá algún sentido
y que habrá una lira rota más en el bodegón de casa
Pero así tú sabes la tribu podrá llamarte reina
en este instante y en la eternidad.



BACHATA DE JOSSIE BLISS

Jossie Bliss
saurí escarlata
negro alfil en laca lacerando
crepúsculos que iluminan el ardor
oscuro de Birmania

Más adentro
a los costados del mundo
se pierde en la costa una red para atrapar estrellas
Un profundo bastión de corales asesinos
bajo el vientre oscuro de agua en menta y musgo
entrando al inframundo donde renace una mantilla de opio

Una perla
brilla si la encierra un molusco
Solo un buzo y sus poleas locas
Tierno armiño de cisne en fieltro humedecido
Ahogado en su propio llanto habría
Sólo un tafetán en congestión rubí
de aromado cilantro que desnuda el nervio habría


Todo lo demás lo consume Jossie Bliss
Todo lo consume su hambre
Las palabras y el nombre y lo que esconde --filos de alba
pesadillas en aceite--
Se deben
a Jossie Bliss y su saurí de plata
Si ella llega al borde de la playa
que es llegar
al límite del día
Los meses reconocen marejadas de barcazas ebrias en plena madrugada
Muelles donde el Universo enciende
la sed si agua es la hembra negra
Eclipses sonoros si desnuda ofrece entre el mango y los manglares
cormoranes y almejas
al frío de la daga
Fuego si consume el cigarrillo posterior a la batalla

Toda la penumbra encajada entre los ojos negros de la pantera en celo
es el invierno
en la sabana
Un cardo que agoniza en el rigor de caracolas
La música de jazz quemada
a fuego lento

Cuando Jossie Bliss zurca y urde y hunde lentas brazas donde pende ahorcado
el corazón humano
Y destierra para siempre del verano los frutos más amados
la sandía por ejemplo en su vientre bajo
el melocotón ennegrecido
en lo alto del pezón del pecho
Los vástagos
Las palmeras
Los dátiles se envenenan si en celo enciende el filo previo
al homicidio
A mansalva es rojo hervor y despedida

Pero humillada en la playa bajo una sombra imponente
Restos de betún lucen
en la barbilla negra
En sus labios decolora la roja lengua que en grana se desflora
Y más adentro
en altamar
el poeta comienza a fornicar
--triturado el corazón de tinta--
con un pedazo vivo de la historia.


SALOMÉ DIRÍA

Ella ofrenda a los meses la cabeza del sol
que en ocasiones es la mía

Bailando en las esquinas
canta
mientras pasa el tiempo desgarrado

De cualquier forma si la miro
algo estalla en la frente
O sobrevive un son que duele
donde ella falta

Hay rastros de carmín
diría cuando enciende un cigarrillo
(las mangas de mi camisa blanca
tienen las huellas rojas de sus labios)

Lleva quince años de mi infancia en cada mano

Ella dedica las mañanas a voltear los espejos
Ella ―piensan quienes tienen gusanos en las ingles
quienes dejan aroma a belfos perforados―
enjuicia los verbos
que tiernamente le encajo cuando escribo

Cuántas perras orinan su nombre al escucharlo

Hay días también en los que miro
sobre el estiércol
crecer mi amor desesperado

Desnuda el desierto también es primavera
o viceversa
según el arma de dos filos que el cuello me ha marcado
Mientras su mano diestra
cercena un canto

Y he visto al huracán
lo juro por su vientre
detrás de las cortinas del baño diario
Un pubis que prolonga su entrepierna en arrecife
La parvada de gaviotas rasga en negritud el cielo pardo

Debería llorar ahora
aunque me cueste el nombre
que el palpitar me exige
en el centro de su pecho
un ángel ebrio suficiente
una cantina
donde un ejército viole a una niña

Yo veo el lastre de su pecho
en el pasillo
donde aprendió
a lamer un caracol
Siempre que la sangre toma
el cauce de otro sexo
Y mi pasión responde nuevamente
con un poema entero

La vida pasa en medio de dos cuerpos
Salomé diría.




ZAZIL ALAÍDE COLLINS (Ciudad de México, 1984). Autora del libro Junkie de nada (Lenguaraz, 2009) y del poemario inédito Valva maresia, entre otros proyectos. Es guionista y locutora de radio. Ha publicado artículos, crónicas y poemas en El Universal, Metapolítica, Tierra Adentro, entre otros medios impresos y electrónicos. Dos de sus más recientes ensayos están compilados en Deniz y mansalva y La conciencia imprescindible. Ensayos sobre Carlos Monsiváis, del Fondo Editorial Tierra Adentro, Conaculta.


TUMBLING

La fiera bonza
se me lanza con colmillos de alcanfor.
Toma mis manos.
Amanece
con la tonada callejera
de una añorada ninfómana
que levanta
el anhelo de la paloma
temblorosa
por su canción infantil.
Heme, bajo el búnker
con un desdén de fantasías.
Soledad de lupanar.
Y por el tracto, la nausea en brasas.
Bajo el brassiere, la tentación del mordisco
de un guillotinado san Martín de Porres
o un lechero en engorda
en los pechos de la poliandria;
las mieles de la gesta,
en la imaginación del retraso,
en la espera y el rechazo
de una vida.
Mi vientre se acomoda.
Impávido y ufano
quiere parir en la nausea.
No,
que no.
No al filo del acantilado
del cronotopo sin hambre;
de frente a frente al oficio
por sexo no amor primero
en la tripa, vámonos
antes de preferir el escozor,
lo movedizo del cielo que miramos,
desde los estambres,
degustando la sutil ventisca
al pronunciar los soplos.
Somos el germen del no
o el éxito de todos los fracasos.
—No llores, Ángel González—
Vámonos, vámonos, como putillos, al diablo.
Cojamos entre las piernas
lo que deba sostenerse,
con el ahínco,
en el acorde
y sus veintiún consonantes.


LA AMIBA EN MI CORAZÓN
Si un día las piedras te hablan,
emprende un camino de agua conmigo.
Uh-mee-buh piensa en las pausas.
Uh-mee-buh cuenta los trazos antes de dormir.
Uh-mee-buh quiere atravesar los puntos suspensivos.
Uh-mee-buh es la coma de luz en el Templo.
Uh-mee-buh son las voces congregadas, los lunares del sí.
Uh-mee-buh es el estigma a la derecha del punto final.
Uh-mee-buh es la agrafía en muslo de agua.
Uh-mee-buh, palimpsesto de los cirros de la Araña.
Uh-mee-buh, silencio magro, tinta lacia.
,

MONÓLOGO DE AMAZONA

a la partida de Thomas Cavendish con Leucótea
Cavendish prometió volver.

A babor y estribor,
sostenidos por obenques
y amantillos,
vamos a construir una nave
a la que no pueda sajársele el mascarón.
Amazona perdió la razón.
Inmolé al cimarrón
en honor a las gigantas
de las múrices cuevas del Ado.
Desnuda, en la tierra del cristal,
dormí en el gamellón del moro,
Cavendish no retornó.
Arrojemos la brújula al mar,
que se pierda en la panza de la ballena
cuando el sol tramonte;
mientras, aireemos la guerra
que sorbe a las gigantas.
Amazona sola.
En el arcón de mi ósculo demente
se vislumbra el himeneo
ante el que nombro al que bien quiero,
si lo añoro,
las olas me prometen verlo volver.
Amazona aguarda en un muelle de Cabo Pulmo.


YO PIEDRA


26°10’05.57’’N 111°32’56.28’’O


Un nardo compañero tengo,
cuatro espinas de cacto;
un tallo polvoriento
de biznaga en el bolsillo.

Piel de damiana tengo,
un invierno ilusionado;
centro de esporas dentro
del pecho de este sereno.

Zumo en los puños tengo,
carrizo en alforja;
una pitahaya peregrina

que, aunque espinada, cae
a la misión en ruinas
de mi Vigge Biaundó.


CONCHA CHOCOLATA

Vístete de carey y coral
arrecife de estrellas marinas,
la caracola cantá la despedida,
el mar le arrancá a mi
concha chocolata su perfume
de alga.

Mi concha chocolata
suda color perla,
se llena de espuma
con cada atardecer,
mareas bravas de verdesflores.
Mi concha chocolata
hierve leche en las madrugadas,
humea a las seis de la mañana,
se abre con el sonido de mis dedos.
Tu mirada,
sombra pendular
mareabrava,
me ahoga como
lo hace la saliva
que tragamos en
el beso sepulcral,
gorgojo arenal
que traspasa poroslluviosos,
remorita grácil,
chulada babosa,
la caricia de tus ojos
embebe el sudor
perla de mi piel,
tal vez la luz de puerto
encienda tu faro
e irradie a las conchasmadre,
tal vez la mano en el sexo
guarde tu frágil vaso,
pero el péndulo chilla
cada hora,
pero el péndulo silba
sin cesar.


INGRID VALENCIA (Ciudad de México, 1983). Poeta y gestora cultural. En 2005 funda y dirige la publicación cultural La Manzana, arte & psique. Obra suya ha sido compilada en: Del silencio hacia la luz, mapa poético de México (Yucatán, 2008), La mujer rota (Literalia Editores, 2008) Anuario de poesía mexicana 2006 (Fondo de Cultura Económica, 2006; coord. Pura López Colomé), Agenda, Diario, Antología, Poetas de Jalisco 2006, Verbo del Cirio V y Memoria del relevo (Literaria Editores/SCJ, 2005); y en las revistas: Crítica, Acequias y Tierra Adentro, entre otras. Es autora del poemario La inacabable sombra (Literalia Editores, 2009).


DÍAS

Dejaba de pertenecerme

La inabarcable sombra en la ciudad

El permanente exilio de los pájaros azules

La ventana rota de una garganta
a punto de encajarse
en un mar que se ennegrece

El infinito
descansando en el borde
de una pregunta

El sabor de un paréntesis

Dejaban de pertenecerme
las cosas muertas

Los días
Las cosas muertas.
Preanestesia en el piso 11

La mujer de blanco
me observa zurcir el precipicio
de aguja y vena

Los segundos gotean
hacia la sangre

Bajo sábanas
escucho el rumor del tiempo
casi ajeno

La luz levanta un muro
de siluetas húmedas

Hay un anciano
que aferra a su piel
la delgada línea del sol
como una espada
que lacera al cuerpo inerte

Sólo intento
tocar un ojo
antes de

Desaparecer.


INTACTO

Certeza es la piel reflejada en el agua
Son las manos que navegan en lo profundo
hasta que alguno niegue el horizonte
sentado en la piedra blanca de la vejez

Aún hay tiempo para nombrar
bajo la montaña
la luz que se escurre en el polvo

Los árboles fugaces
comienzan a teñir el paisaje
de afiladas grietas como venas en la noche

La ciudad se repite
con su constelación hostil de ojos
negando el pulso del sol en las sienes

También
el amanecer
se conserva intacto
contra el mar.


LA CÁRCEL

1.
De un pasillo largo e interminable, la última casa. La infancia entre macetas en fila y puertas cerradas. Nadie habló. No conmigo. Mi madre conversaba con una pareja de ancianos de espalda encorvada, de ojos ausentes. Entre jaulas y voces yo miraba a los pájaros detenidamente, con la boca llena de sal y tortilla.
El vecino sordo, esquizofrénico, me miraba también detenidamente.

2.
Entre las nubes cerradas del pecho, una niña transita libremente por la cuidad. Las noches no terminan porque ella apaga todo lo que toca. Las paredes de tiempo y polvo extravían la blancura. Ella tendría que partir siempre a otros sitios, inventar nombres, coincidir con ellos o renunciar, como una piedra pequeña que repliega sus alas con inofensiva gravedad.

3.
Dentro del vagón podía sentir la velocidad, junto a una luz de neón, que lentamente se fragmentaba hasta llegar a casa. El amor era como esa delgada línea de luz, casi innombrable. Mi madre parió de frente al sol. Pero la luz fue más letal que el invierno.

4.
Las angostas camas que se contagian de caricias. Las luces que rodean esta cárcel habitada por la sed. La humedad de la oración que se esparce en el muro de las mañanas. La niñez hinchada de preguntas.
Bastaba con recordar al origen, ser nombrado sin titubeo.
Mañana habrá un hogar en el vértigo.

5.
Avanza el polvo
Mejor sería confundir la piedra con un llanto
creer que esa casa conservará las palabras, los silencios, cada golpe y herida
Sólo las sombras se dispersan

Una casa es una casa cuando susurra cada objeto, cuando canta una luz
cuando alguien muere al salir de ella o en ella
Una casa es un vacío que ha de llenarse de pretextos

6.
Regresar la mirada al techo, a las cicatrices, a los ojos de un gato muerto, suicida. A la guerra en lo callado. A la hormiga, al pan, a la mesa. Al padre, a su perro también muerto, a sus hijos suicidas. Al muelle. A nunca más.

7.
El asco carcome
lento
a pasos intermitentes

El suero gotea
los peces respiran
mi madre respira
La vida recorre angostos túneles de transparencia artificial


La piel es más veloz que la calle

Avanza el polvo. Avanza


LOS MUROS

1.
La llama en el rostro
tiembla como el árbol
que se resiste a caer.

Le debo a la luz
la nausea y los espasmos.

A la sangre
y sus demonios
debo las raíces epilépticas
que niegan el invierno.

Hablo del instante en paz
Al que no volveré.

2.
Supongamos que es cierto. Uno sale
de casa, mira rostros
en el puente
o la avenida. Alguien duerme en el vagón.
Uno escucha. Y todos vamos hablándonos en secreto.

signos queloides
acertijos
que atraviesan con prisa la mirada

Muy pronto ardemos
entre atardeceres de alquitrán y polilla.

Los monólogos sobre los rieles del cuerpo
dejan a su paso un sonido que recae
en las ausencias que se acumulan
en alguna parte

Un lugar al que llegaremos
con el bolsillo hinchado
con la mano vacía.

viernes, 13 de agosto de 2010

JUAN CALZADILLA: Poesía Venezolana




Memorial de poetas muertos que alabaron el estado
de gracia de la derrota


Nota. No es fácil tratar de aprehender el universo de los poetas para elaborar con ello unas poéticas que resuman la esencia o tan sólo un fragmento de lo que ellos han dicho en perjuicio de la poesía. Según Borges la mayoría de los poemas que se escriben hoy ya habían sido escritos mucho antes por los poetas que nos precedieron. Tratar de romper ese cerco fatalista es lo que intenta Juan Calzadilla –adelantándose al anuncio de haber sido designado poeta homenajeado del Festival Mundial de Poesía 2009- en el conjunto de textos que presentamos en esta sección. Y él lo ensaya, oponiendo a la solemnidad del discurso elegíaco con que la retórica ha agotado el compromiso de exaltar la obra de los poetas muertos, con un tono de voz que no es otro que el lenguaje diversificado e irónico a que Calzadilla nos tiene acostumbrado en su prolija y anómala obra poética.


Selección por Gladys Mendía




¿Por qué abandoné la poesía?

Según el gran poeta T.S. Eliot, las cualidades que
distinguen a un gran poeta son la excelencia,
la abundancia y la diversidad. Me explico:
Diversidad de razones para desconfiar
de la poesía. Abundancia de argumentos
para abandonarla.
Excelencia de los méritos que hubiera yo hecho
si hubiese advertido a tiempo
Que perdí mi vida dedicándosela a ella.

Las damiselas de Avignon
Un maniquí finge ser lámpara
Otro se imagina en el cuerpo de una estatua
Y la tercera echa de menos su papel
por creer que en otro tiempo fue una diva.
La cuarta no alcanza a ser marioneta.
Y la quinta por correr detrás de Picasso
perdió los estribos.



Oh Brecht

Ya quisiéramos que ese magnífico
retazo azul del cielo en verano
no fuera tan irresponsablemente bello
Yque por ser bello
justamente no pidiera de nosotros
que para cantarle nos cruzáramos de brazos
ante tantas barbaridades.


El acto poético más puro

André Breton sale a la avenida y, mirando hacia las cámaras,
descarga su revólver sobre la multitud. O mejor, simula hacerlo
Y prefiere describir esta acción en el papel para testimoniarla
como acto potencial digno de ser celebrado por la escritura.
Llama a eso acto poético puro para diferenciarlo de genocidio.


La rosa del poema

Corrijo a Huidobro donde dice:
Poetas, no nombreis a la rosa. Hacedla
florecer en el poema.
Pues para nadie la rosa es un misterio
cuya existencia pueda ser una decisión
exclusivamente dejada a las palabras.

(Antes de venirse a florecer en el poema
sabíamos que la rosa ya había sido inventada)



El rostro no es abordable desde sí

La idea de Antonin Artaud según la cual el rostro humano
no ha encontrado en sí mismo su semblante y que por no
encontrarlo debe confiar en el pintor
para proporcionárselo, justifica el hecho de que él mismo,
al final de su vida, se convirtiera en pintor de rostros
en busca de semblantes que Artaud nunca encontró.
Ni siquiera, ay, en él mismo.


Hernando Track

Todo lo que había sufrido decía que sólo podía ser redimiendo
por una gran esperanza en crear imaginativamente un mundo autónomo, bien diferente a este en el cual ha vivido, un mundo
en donde el dolor reflejado en toda su intensidad
pudiera ser superado por la escritura.
Y repetía como si se tratara de una plegaria este pensamiento:
“Amo tanto la vida, que le perdono el mal que me hace”.
Se planteaba la poesía no como un destino sino como
un acto piadoso consagrado a proclamar
el estado de gracia de la derrota.


Amazonía

Tenemos que agradecerle a Goethe que haya vivido en su tiempo.
Pues de haber escrito el Fausto en nuestro siglo
estoy seguro de que no lo hubiese comenzado diciendo:

Las altas obras de la naturaleza resplandecen
hoy como el primer día.

sino

Las altas sobras de la naturaleza languidecen
hoy como el último día.


Camino de hormigas

Humboldt asienta que los insectos fosforescentes,
también llamados cocuyos, copian sobre la tierra
el espectáculo del cielo estrellado.
Igual podría decirse de los caminos de hormigas,
aunque las hormigas sólo copian la forma
atolondrada en que los individuos
se desplazan en las ciudades.
De alguna manera, a semejanza de éstos,
las hormigas trazan siempre el mismo camino
aunque pujen por abandonarlo
y hasta simulen, como los hombres,
que por un momento lo dejan
para volver a tomarlo.


Sobre Esenin

El suicidio de Esenin fue asunto de él mismo.
Esenin no supo contentarse con mear hacia el cielo estrellado
desde su ventana, sobre el prado donde pastaba el ganado.
Se propuso alcanzarlo. Y ¿qué halló?
¿La eternidad? No. La espuma del sol
mezclada con boñiga de vaca.

En cambio, el arte de Jacques Vaché consistió
en no darle importancia a nada.
Incluso tampoco a la vida. La prueba
es que se la quitó.


Nadie es un héroe para el que lo conoce (W. Stevens).

Mientras no me conozcan no los defraudaré
Pues si no soy un héroe para los demás
es porque no lo soy para mí mismo.


Vaché

Lo grande no es que Jacques Vaché basara
la filosofía de su vida en no darle importancia
a nada, sino sobre todo en no dársela a
la poesía. Fuera de Rimbaud ¿qué poeta
llegó tan lejos que pudiera
a causa de esta maldición
cautivar a quien más creyó en la
Vida y en la poesía: André Breton?


La crisis hipotecaria


Por malas que estén las cosas no hay razón para
creer que no pueden empeorar.
Con esto desmiento a Shakespeare donde dijo:
No hay un grado por debajo de lo peor.
El lo dijo porque no tenía, como nosotros,
la soga al cuello.



Elías David Curiel

Su silla por las tardes de siesta
era el trono donde se sentaba
para ver la puesta del sol.
Y hasta se podría creer que era un Buda.
si es que en otra vida anterior
no lo hubiese sido.



Copenhague, 1844

Las novias son las nodrizas del espíritu
para quien las soporta o al menos
tiene el valor de hacerlas protagonistas de un diario
o la virtud de confesarles su pasión. Y la verdad es
que ellas añaden un drama mayúsculo
a la soledad de quien ha comprometido
su vida consigo mismo
y está, como Sören, dispuesto
a continuar hasta el fin de los siglos célibe.




viernes, 6 de agosto de 2010

JUAN LISCANO: Poesía Venezolana


JUAN LISCANO (Caracas, Venezuela 1915 - Caracas, Venezuela 2001) Poeta, escritor, ensayista, editor e intelectual venezolano, de gran influencia cultural a mediados y finales del siglo XX, reconocido como folclorista, columnista y promotor cultural.
Sus libros de poesía: 1959: Nuevo mundo Orinoco
1966: Cármenes
1968: Nombrar contra el tiempo. Antología
1969: Edad obscura
1981: Fundaciones
1982: Sucesos. Edición de bibliofilia ilustrada con dos aguafuertes originales de Elsa Soibelman. Tirada de solo 75 ejemplares.
1990: Los fuegos apagados
1990: Antología poética.
1991: El origen sigue siendo

Selección por Gladys Mendía



PAREJA SIN HISTORIA

Se acarician. Se bastan.
Están colmados por ellos mismos
colmados por la sed sensual del otro.

Se conocieron ayer:
llevan siglos de parecerse
de abrazarse en las paredes siempre únicas
de reconocerse en todos los lugares
donde el sueño esconde su tesoro
donde la dicha deja a la nostalgia
donde nunca estuvieron
donde están.

Aroma de piel ramajes íntima penumbra
labios que besan por la herida
rostro asomado al secreto del rostro que lo refleja
palabras que se derriten por los dedos
semejanzas descubiertas con delicia
apetencias de olvido y de sabores no probados
mientras se inventan paraísos sin castigo
y se cuentan a tientas el alma
mientras asumen el destino de las frutas
y la vida fulgura en ellos
con sus “siempre” y sus “nunca” efímeros
con sus “primera vez” repetido hasta el final
con sus partes confundidas cual miembros que el amor enlaza.

Hasta ellos no alcanza el rumor de la urbe
o será más bien que no lo oyen
que lo cubre el susurro con que se aman
que lo dispersa el soplo que se dan.

Se huelen se gustan se desean.
La libertad que encuentran los deslumbra.
Ascienden en una isla espacial entre los astros.
Pareja sin Historia
pareja constelada.

Se miran a sí mismos en el otro.
Ella aparece abierta impúdica ojerosa tremulante
él: enhiesto obsceno avisor posesivo
ella: contráctil húmeda gimiente umbría
él: herido llameante solar fulminado.
¡Cuánto abandono momentáneo!¡Cuánto triunfo!
Pueden equivocarse gozosamente
confundir las imágenes del deseo espejado
fundir los sabores de sus bocas
perderse juntos en el placer del otro
fluir de manantiales en arroyos
de arroyos en raudales de raudales en ríos
hasta el mar hasta volcarse en la unidad del origen
en el espacio pletórico y vibrante
donde cada movimiento se transmite de polo a polo
donde flotarán donde están flotando
como dos hipocampos entregados al rito nupcial.

Aflojan las redes y los nudos milenarios
arrojan de sí el pasado las cáscaras los trapos
viento propicio borra las huellas mezcla arenas y estrellas
le dan la espalda a la memoria hueca
para ser cresta de una ola
para ser cresta espuma sortilegio
cielo de mar espacio palpitante que rompe en sales
y en la cresta de esa ola de caballos tornasolados
que recorre de punta a punta el tiempo como una playa
me arrojo contigo!
¡la corro contigo hasta el final del día!
¡sobre su filo tú y yo somos jabalina y destello!
¡vivan este esfuerzo estos besos esta presencia única!
¡vivan este júbilo del mar los cuerpos aparejados!
¡nuestro almizcle que huele a marisco y a gato montés!
¡el relámpago en que nos dormimos juntos!





miércoles, 4 de agosto de 2010

EMAD ABOASI EL NIMER: Poesía Actual de Venezuela





EMAD ABOASSI EL NIMER 
(Venezuela - 1974) Licenciado en Historia, Licenciado en Educación: Mención Historia, Abogado, Doctor en Historia, poeta y ensayista. Profesor en la Escuela de Historia de la Universidad de Los Andes (Mérida-Venezuela).

Autor de los poemarios: Tu recuerdo reúne cenizas y Ánfora de luz y sombra; y de los ensayos: “La metáfora cotidiana (Elogio del habla coloquial venezolana)”; “La mujer etrusca y las mujeres del antiguo Mediterráneo. Apuntes sobre el tema”; “Apología del dolor”; “El arraigo maracucho en Date por muerto que sois un hombre perdido de Blas Perozo Naveda”; “Urbanidad y buenas costumbres: Un reto social de la élite durante la guerra federal venezolana (1858-1863)”; “Publicidad y guerra federal (1858-1863)”; “La crítica literaria durante la guerra federal (1858-1863)”, “Guanare: entre la mengua eclesiástica y el esplendor político (1879)”, “La sotana versus el mazo judicial en el Distrito San Antonio del Departamento Turén, estado Portuguesa: 1873. (Estudio del caso del Presbítero Rafael Antonio Puig)”, entre otros.

En el concurso de cuento, ensayo y poesía de la Dirección de Asuntos Estudiantiles de la Universidad de Los Andes recibió los siguientes premios: Mención Especial en Ensayo (1994), Mención Honorífica en Ensayo (1997), Mención de Honor en Poesía (1998), Premio de Ensayo (1999). En el 2do Concurso Nacional de cuento, ensayo y poesía “La abeja obrera (Guanare, 2005) obtuvo el Premio de Ensayo.

Selección por Gladys Mendía



Abandonado
en la levedad de mi aliento

allano el asombro
y la sensación repetida

de distribuir mendrugos de mí
en la bondad de tus manos





Traba-lengua


Traspiés
Trasmundo

Tras los pies el mundo
Tras el mundo ciempiés

Al trasluz

la luz trastoca

trastrabilla

trastorna el trasfondo trasiego

de un minúsculo computador

y trasciende el traste del contraste


En torno trastorna

el anagrama de la fe


hasta trasudar y trasbocar

el traspuesto traspaso

sin traspapelar nada


El universo es

trampolín al vacío

en la trampa de la tecnología


Tras
piés

tras
mundo

Tras sólo pies




La llave en la cerradura
enhiesta el pánico

Al otro lado
la puerta mantiene en vilo
la presencia del miedo

Entre sombras
que rozan los párpados
el cuerpo se resiente
ante la fuerza inmanente
que me atrapa como abanico

La cortinas se descorren
hacia adentro

La conciencia
es un videocasette en blanco
que gira sin sonido

La lengua maniatada y seca
agoniza en la boca

Exánime
Reencarno
en mi cuerpo ajado

con la preocupación
de que anochezca sin sol



Si vinieran los muertos
a reclamarnos sus bienes

a pedirnos cuentas
de sueños con intereses

a mirarnos de frente
nuestra honda pobreza

advirtiendo en nosotros
caudales ajenos

fallecería nuestro presente
de archipiélago pasado

Si vinieran los muertos
renacería la paz

y el mundo tomaría
su equipaje a la nada

porque el futuro
es un pasado compuesto

que sólo existe

por temor al olvido