lunes, 30 de abril de 2018

PAMELA RAHN SÁNCHEZ: Poesía Actual de Venezuela








PAMELA RAHN SÁNCHEZ (Caracas, Venezuela 1994). Realizadora Cinematográfica, Mención Guion. Autora del poemario El peligro de encender la luz (Todos tus crímenes quedaran impunes en conjunto con Hanan Harawi, 2016) y del plaquette Flores muertas en jarrones sin agua (Escrituras Indie, 2017). Sus poemas han sido publicados en distintas revistas online, entre las que se destacan: Cráneo de Pangea, POESIA, CarpeDiem, DigoPalabra.txt, Hologramma, Oculta Lit, El Nacional, Estabanlocos, Playground, Canibalismos, La Rabia del Axolotl, entre otras. Forma parte de antologías como Anónimos 2.3 (2015,España) y Amanecimos sobre la palabra (Venezuela, 2016). Creadora del fanzine B/POLAR. Ha sido invitada a la FILUC (Valencia, Venezuela), Festival de Poesía de Maracaibo, FIRAL (Rancagua, Chile) y el Festival Kaníbal Urbano (Quito, Ecuador) en donde participó tanto en el área de literatura como de plástica, impartiendo un taller de Collage/Poesía con la artista colombiana Daniela Prado. Escribe artículos sobre Cine y Literatura. Combina la poesía con el collage y sus creaciones pueden encontrarse en diversas revistas online y principalmente en su fanpage Papeles Renacidos.



Selección por Gladys Mendía del libro inédito El poeta en la casa de madera




Los codos

Gasté mis huesos
apoyados 
en el cemento 
fracturados
a pesar 
de la desidia 
de todos los días 
en donde el cuerpo no hace más 
que verse al espejo para reírse de sí mismo
con las dos manos rodeándome 
la cabeza
de poeta 
que no sabe imitar 
y que percibe la locura 
como algo bello
pero mis brazos cansados  
de cargar con este rostro de párpados hoscos
aun quieren sentir en el filo de los mesones 
esa callosidad
que queda en los codos 
cuando observas con demasiado ahínco 
tus propios fantasmas
que roncos 
te llaman
y te dicen:

- hay otros - 

Estos codos sucios
aun cruzan el puente 
para arder en los murmullos 
que deja el caminar demasiado

Iré a encontrarme con ellos

Llevaré ropa ligera.





Las palmeras

Hacía tiempo que no lloraba
Fueron las palmeras 
El peso de su sombra
Me obligo a alzar la cabeza 
para mirar su verde filoso
contra el azul del cielo
Estaban allí 
Pero no sabía
caminaba debajo de ellas 
todos los días
inerte a su belleza
a la posibilidad de no volver a verlas
pero estuvieron allí 
siempre
solo que no las veía


Nunca las vi.





La lanza


Me hiciste creador
fundamental para restregar
en la conciencia de los otros
mi indiferencia. 

He provocado
Construido
Derivado
hecho de la musicalidad malograda mi sello.

Sé que ante todo lo místico: Existe lo oscuro. 

Me lo han dicho los hombres posesos
de una humanidad 
que no entienden

Fui hecho para desacatar
esta estructura
en donde la madre
declama
obviedades
Y satisface el ego

Bailo siempre 
para evitar 
las preguntas

El movimiento es la lanza
en la que me oculto.






Escribo como respiro

Dicen que se escribe como se respira
En mi caso 
dislocado
lento 
Con resequedad 
Esperando el frío final
Con miedo a morir 
En constante plétora
Demasiado abrigada
De palabra 
O de verso
Releyendo
Siempre                                                           
apagando la lámpara 
volviéndola a prender
con sombra  
aunque no sea de noche
con luz
aunque la luz
sea una falsa branquia 
con la que respiro en mis momentos mas líquidos
sabiendo que una vez pude inhalarlo todo
con la furia de un resucitado
pero decidí 
permanecer 
ahogada
en este aire


tan 

puro.






Alergias

Camino por mi casa
y encuentro polvo.

Lo sacudo con un dedo.

Lo percibo como quien percibe un secreto 
que la ha dado la luz y camino sobre él

Me pregunto cual será su historia, que insectos lo abran recorrido.   

Si un hombre mudo lo habrá despreciado como a mí 
o si tan solo es basura que me he encargado de construir
                                                  a través del peso de los sueños.

Enumero sobre él 
una serie de destinos humanos 

Estornudo y lo dejo caer.

Al parecer ya nos habíamos unido demasiado.






viernes, 27 de abril de 2018

STEPHANI RODRÍGUEZ: Poesía Actual de Venezuela






STEPHANI RODRÍGUEZ (Táriba, Táchira, 1995). Estudiante del último semestre de Idiomas Modernos mención Traducción en La Universidad de Los Andes, Estado Mérida. Ha publicado en Revista Insilio vol. II. Ganadora del primer certamen poético de la librería Rama Dorada. Asimismo, recibió mención honorífica en el III concurso nacional de poesía joven Rafael Cadenas (Venezuela, 2018). 

Selección por Gladys Mendía


Pertenecientes al libro inédito La voz muerta:



I

Una muerte me descubre y toma mi mano
Una muerte joven me espera
Me abandona a la oscuridad
Una muerte ha buscado alojar flores en mi pecho para devolverme
Se refleja en mi costado          
Y renace en mi esperanza

He arrancado las mariposas que yacían en mi corazón
Para echarlas a volar
Probando la vida
Lejos de mí

Cómo vuelvo a la tierra del miedo sin ser su hija
Cómo dejo el llanto en la cartera de mi padre
Cómo uno las piezas de la infancia si todo permanece ausente
Cómo es que la melodía de la tristeza conoce mi camino y me abandona en el turbio andén sediento
Cómo es que el mar se oculta en la edad de mis ojos
Y la vida de mi alma se detiene entre cadenas
Grito, clamo e imploro
Inútil fuerza redentora
Corro, clamo e imploro
Mi fe se ha quedado estancada en la travesía que me ha desolado
Huyo, clamo e imploro
Mi rostro está lleno de agujeros que la noche atraviesa
Busco, clamo e imploro
El aire en llamas golpea mis pómulos enmudecidos
Desaparezco, clamo e imploro
Ausente me han anunciado
Vivo, clamo e imploro
Mi llegada.


V

Desvanezco
Una parte de mí se ha marchado
Me consume y no  me encuentra

Adónde va la luz de mis ojos
Perdido y enfermo llanto en Mi alma
Adónde la llevas

Mientras te recuerdo
Sangra una niña en mis brazos
Déjanos partir
Somos un ave que desea tomar las alas de            mis años quise contar
Y encuentro los rastros de un muerto desolado
Él me enlaza aferrándose a los colores de mi último aliento
Mi hermana huye
A través de los acantilados
El tiempo se divide
Lo convierto en polvo

Quién nos ha matado
Señor
Déjame gritar
No ha sido la sombra
No soy mi muerte
Escucha como todos saltan desde aquel cielo saciado      agrietado

No me pidas una palabra que de ti han huido
No me encierres en esta vida en estos siete años
No me encierres en estas casas muertas que me arrastran hacia el sepulcro
No me encierres en estas casas muertas donde agonizas
No me encierres en estas casas muertas que esconden el polvo de dos hermanos
Guardados en tu sangre.


TRAVESÍA


I

Vienes desde atrás
Y estás tan cansada
Tu aurora se desvanece por las calles de un país
Que guarda tu alma
Un país muerto

Te ahogas
Y los aullidos de la hacienda
No te salvan

Te pudres en tu cuello
Adornado
Ahorcado.


II

Te lo he confesado
Cada día viaja un sueño entre el viento
Que me habla tras las rejas
Halándome

Un viento que se incrusta en el tejado
Para mostrarme lo que me espera en las manillas de las puertas

Moriré pronto
Lo confieso.


III

He dibujado cada noche
Y las hojas
Sólo me desean a mí
En medio de ellas
Muerta

He llorado cada día
Pero mis lágrimas permanecen
Ausentes

Intenté gritar
Pero mi garganta duerme bajo el silencio,
Recuerda

Corrí,
Las luces de mi casa se apagaban
Y mi cuerpo se disipó
Entre los brazos de mi madre
Donde el dolor
Viene de la pérdida

Nunca quise ser la única caminante de la noche
Lo confieso.



IV

Busqué sin parar
Busqué sin mirar atrás
Busqué lo que ni siquiera conocía mi camino
Busqué
Y dejé mis uñas enterradas en la arena

Te confieso
Levanté mi rostro
Y de las montañas venía un mar de olas rojas
Un mar
Desde nosotros

No quiero recorrer este viaje de calles divinas
Que matizan los rostros de niños hambrientos
Calles que premeditan el inalcanzable camino de la muerte.



V

Enlacé todas mis heridas al llanto
Como un camino que me iluminaba hacia el pasado.




VI

La luz es el acertijo final
De esta bestia.



VII

Un monte
Es partícipe de todo
Un monte
Tras mi casa
Destruido

Mis huellas
Son marcas de caricias
Que dejé en cada lugar
Desde mi despedida

El canto de los grillos penetra mis oídos
En estas calles

Es lo único que tengo.

  
VIII

Estoy cansada de escuchar mi voz
Sin redención apuñalando mi cabeza

Me busqué en camas desteñidas
Me encontré contemplando los párpados preciosos de desconocidos
Quise atarme a ellos
Pero las mariposas carcomían mi piel.



IX

Vengo de un cuerpo que desde el umbral
Solo lo acaricia el insomnio
He desgarrado mi ropa interior
Como al cansancio de la ciudad

Vengo
Y nada me pertenece
Todos los paisajes viajan conmigo
Señalando el silencio que vive en mí
Y exhiben el brillo
De aquellos cielos que no recuerdo

Quién dice
Que la ausencia no viene del portal de la muerte
Como una ventana ardiente que se abre

Quién dice que la muerte es una salida
Si queremos entrar.