martes, 11 de octubre de 2016

LOS CROMO-SOMOS DE ANTONIO IANNECE






LOS CROMO-SOMOS DE ANTONIO IANNECE

Antonio Iannece,  el italiano (Aquilonia, 1957-), fue deslumbrado por el Caribe, los colores intensos, las formas voluptuosas y los ritmos caóticos lo enraizaron en estas tierras y no le han permitido regresar. Fue seducido por el “otro mediterráneo”, del Omeros de Derek Walcott. Conocedor de la luz por sus estudios de fotografía en Italia, ha escogido el color como fuente principal de su lenguaje plástico. Las formas llegan después, en un intento desesperado de orden, para crear una arquitectura que sostenga el color. Más de veinte años entre las costas cumanesas y la insularidad margariteña han marcado su percepción, su visión ha devenido en una celebración de formas curvas y colores vívidos. 

La música caribeña también ha dejado secuelas estéticas que podemos ver en su obra. Tanto lo maravilló nuestra música que hasta llegó a tener su propia orquesta en Cumaná llamada “La Predilecta”.  Desde entonces se familiarizó con los ritmos bailables y el  jazz latino que permean su uso del color, sus pinturas se convierten en fiestas, en “jams” visuales.

Iannece trajo del viejo mediterráneo sus primeros estudios de arte y arquitectura. Las vanguardias venían en su maleta cultural: El Jinete Azul, la Bauhaus, en especial Paul Klee, influyendo en su filosofía del arte y la tendencia al primitivismo que descubriremos en parte de su obra, en las figuras, casi de petroglifo, integradas como animales en la selva en lo que  Klee llamaría composiciones, otras quizá estén relacionadas con el hecho de haber recibido en 1978 un premio por ilustración y comics en la Universidad de Nápoles y con la experiencia de diseñar ilustraciones para el diario “Il Mattino” de la misma ciudad, el año siguiente.

Las composiciones de Antonio son también una búsqueda espiritual, un retorno a las formas primordiales, casi celulares, cromosómicas, la luz y sus colores, una y múltiple, la interdependencia como condición plural del ser: cromo-somos. En palabras del mismo artista: “En algún rincón de la memoria aparecen fragmentos de formas y colores olvidados. Son como desechos que afloran  y se van juntando, sumando, acumulando hasta saturar la superficie”. Encontramos aquí el anuncio de lo primordial que regresa, los rastros, las pistas del origen, la memoria indestructible de la propia verdadera naturaleza, nuestro auténtico estado con sus infinitas posibilidades de manifestación emergiendo desde las profundidades de sí mismo hasta cubrir la superficie, impregnándolo todo. El mismo estado que abiertamente busca al seguir las enseñanzas del Lama Chögyal Namkhai Norbu desde hace más de 30 años.

Todos estos elementos se mezclan en este artista como las aguas de los dos mares que lo conforman culturalmente. Quienes lo conocemos sabemos que Antonio, el caribeño,  está en su mejor momento, renacido, reconociéndose, haciendo síntesis de sus experiencias, unificando sus dos mares, sus dos mediterráneos, sus dos caribes, sus composiciones surgen ya como frutas maduras. ¡Disfrútenlas!


 Por Carlos García Rad
(Texto leído para la inauguración de la exposición Cromo Somos, Casa de la Cultura de La Asunción, Isla de Margarita Venezuela, 2015)













Fotografías por Gladys Mendía.

viernes, 7 de octubre de 2016

MARÍA ANTONIETA FLORES: Poesía Actual Venezolana



MARÍA ANTONIETA FLORES (Caracas, Venezuela 1960). Escritora. Magister en Literatura Latinoamericana. Ha publicado los poemarios: El señor de la muralla (1991), Canto de Cacería (1995. Premio de Poesía de la I Bienal de Literatura Municipal “Augusto Padrón” 1994), Presente que no en ausencias (1995), Agar (1996), criba de abril (1998), Los trabajos interminables (1998. Mención Premio Municipal de Literatura en 1999), índigo (2001. Premio Único del Primer Concurso Transgenérico de la Fundación para la Cultura Urbana), limaduras (2005), la voz de mis hermanas (2005), regresaba a las injurias (2009), madera de orilla (2013), temples (2014), deletérea (2015). En ensayo, obtuvo el Premio Municipal de Literatura “Rafael Angel Insausti” mención Ensayo 1996 (Barinas) con Sophia y Mythos de la pasión amorosa editado en 1997 y ganó el Premio de la Mención Ensayo Literario de la IV Bienal de Literatura Mariano Picón Salas 1997 con Espiral sonora. Lectura de Ida Gramcko. Recibió el Honor prizes (for complete work) Naji Naaman’s Literary Prizes 2016, otorgado por la Naji Naaman’s Foundation for Gratis Culture, de Líbano, por su trayectoria completa. Su poesía ha sido traducida al inglés, italiano, alemán, francés, brasileño, rumano. Ha sido, también, incluida en más de veinte antologías nacionales e internacionales. Ha participado como poeta invitada en distintos festivales y encuentros internacionales en Colombia, Brasil, Argentina, México, Romania, Austria, Costa Rica, Nicaragua, Panamá, Perú.
Selección por Gladys Mendía.
J) De cómo una dama consciente
entrega sus riquezas y joyas a quien
recorre los campos de guerra
empuñando la aniquilación.
Señor de la Muralla
portadora
alta sobre toda cabeza
imploro un poco de tu fértil riego
Mira este rostro de ágata
promesa de sabias noches
la tolerancia de mis suaves pies
Recíbeme
dame la fuerza
la metamorfosis y la destrucción
Alójame
Hazme engendro de toda noche
Cuervo o ciervo de laderas
Soy cántico de antepasados
un nuevo hechizo
fragmento del cuarzo de los relojes
la de los signos y vientos favorables
el astrolabio
Fela fela
es tu orden
simple promesa del tiempo
de El señor de la muralla
el esqueleto de las hojas
sólo sabe de un viento indetenible
que las habita y las quiebra
el golpe de sus cuerpos cuando caen es silencioso
apenas crujen entre ellas
apenas dan cuenta del tiempo
y en las noches forman piras
Aquí también las hojas enrojecen
de Presente que no en ausencias
**
una luna azul
último trago
una botella de vino
blanco
cruzando el recuerdo
como si sus labios jamás dejaran de besarme
como si su cuerpo no fuera más que un largo abrazo
hoy
una luna azul en esta ciudad
casi plena
la música es tan lenta
la alegría que me sumerge
crazy and frágil
di los pasos que no regresarían
urdiéndome
en un intento de no ser recuerdo
de ser la larga mirada de un despertar
nubes azules, azul petróleo o añil
breve cubo que las manos desmoronan
una paciencia que espera
la tintura se disuelve
un cuerpo que se sumerge
plenty
hoy hay una luna azul que vibra sobre la piel
las pituitarias dilatadas
en el deseo, las membranas
teñiré mis palmas con el añil de la tristeza preñada
tatuada con cortes y arena
de índigo
viento contrario
le imploras a los árboles
que reciban los males que sobre ti han caído
las hojas lentas
apenas el tributo de la lluvia
tu respiración sibilante desencadena
la historia que asesina tus días
el vacío que encierran tus vísceras
entre el follaje
el vuelo de los pájaros
urgida por la serenidad
te detienes a escribir este poema
cautiva tú
en los tendones desgarrados
de la voz de mis hermanas
las grandes aflicciones
las palmeras
cuanto más peso llevan
más alto ascienden
tú del orden de los tréboles
te extiendes sobre una tierra roja
al borde del camino
seco y flaco el rastro de un arbusto
la higuera
tu mano extendida bajo su sombra
en la otra tierra
los eucaliptos se mecen bajo el viento rojo
hoy te despiertas con certezas
la luz del amanecer te contradice
diez lirios abrirán hoy
regresas de días de lluvia
las palmas se han secado en tus jardines
ellos te expulsaron
un niño canta
el zumo dulce de la naranja se seca en tus labios
y apenas comienza el día
de la voz de mis hermanas
las piedras cautivas
apareo piedras
lejos del sol y la lluvia
para recordar que el alma
es lo más firme del cuerpo
a ellas le ofrezco este silencio
la luz que por mi ventana adentra
de temples
de un lado a otro bajo sombras extranjeras
son las mantas las que yacen
sólo pido la resaca del regreso
allá donde los ríos confluyen
este paso majestuoso siente el lento contraerse
el espasmo que se detiene en tu boca
la bóveda mía de mi paladar temblando
allá con lo lejos del roce
se dibuja la mía maldad
violenta e irascible sobre los tejidos
ellos tan bien cerrados
ceden a los vapores húmedos
y no hay clemencia
de deletérea
en oliendo en deseándote toda mía se me iba ya sin mí me presagiaba
arduo tajo y mucha sangre por la ausencia el silencio haciendo
estragos toda negra en las cenizas aún ardía me gemía
en los velos
el aposento estos labios tanto ya dolidos de juntarse llanto no
entendían de palabras ya sabían de humedades sudores temblados
eran
tu nombre tuyas manos tuyas que me hacían más rajada más
hendida
y vino en detenerse este viento fugitivo
yo tenía entre los dientes los aromos de las rosas
de deletérea