miércoles, 16 de octubre de 2024

ANA ILCE GÓMEZ ORTEGA: Poesía Actual Nicaragüense


Ana Ilce Gómez Ortega (Masaya, 28 de octubre de 1944 - 01 de noviembre del 2017). Poeta y periodista nicaragüense, miembro de la Academia Nicaragüense de la Lengua desde el 2006. Destacada figura de la poesía contemporánea nicaragüense. Fue madre soltera y asumió la causa y la lucha por los derechos y reivindicaciones de las mujeres. Fue opositora del régimen somocista desde los años 70 y fue miembro de la Asociación Sandinista de Trabajadores de la Cultura ASTC. Sus obras: Las ceremonias del silencio. 1975; Poemas de lo humano cotidiano. 2004; Poesía reunida. Editorial Pretextos. 2018




Ser o no ser


Vivir.


Ser o no ser no es el problema

sino planchar la ropa

atizar el fogón

escribir unos tiernos y antiguos poemas

mirarse en el espejo el otro rostro del rostro

descubrirse lobo triste por las noches

por las mañanas mujer cuerda.


 

Ser ejemplar y sobria y verbigracia

Mantener todo en orden más te vale

Disponer todo a tiempo Dios te asista

Ser o no ser no es el problema

sino tener el alma lista

para amargos si acaso o si hubieras.


 

Y una vez más enfrentarse al mande usté

como usté guste

pulir el piso espejo

lavar la ropa nieve

secar la loza estirpe

disimulando mugres y maneras.


 

Pero a pesar de todo

amar la telaraña vida

la hambruna vida tuya y de los otros

insultarla si quieres

abrazarla si quieres o si puedes.


 

Ser o no ser no es el problema

sino ese perdón barato que te entregan.


 

Y al final de la tarde

has ensayado todo te reprimen

has cumplido el deber no eres tan buena

tu cabeza da vueltas tiovivo

resaca de la piel, costra de olvido.

Esgrime tus cuchillos argumento

empuña tus espadas yo no quiero

atrévete de una vez sueña tu sueño

entra en la escena mundo

como quien entra a la sala de partos

de la vida por primera y alegrísima vez.

Plántate y rebelándote, revélate.


 Ser o no ser no es el problema.


 



La muerte no es una mujer


La muerte no es una mujer

con el cráneo pelado y una corva guadaña

entre las manos.

La muerte es un hombre que galopa

entre las noches que columpia el insomnio.

Es un varón disfrazado de oscura damisela.

Tiene unas rosas en las manos

y un cordel para colmar el cuello.

Alguien un día dibujó a la muerte

con rostro de doncella. Pero ella es él,

pálido, abyecto,

que en la noche se llega hasta mi sueño

y como un perro fiel

me hace aspirar su aliento de témpano

y misterio

y con fría insistencia se me acerca

y me lame los pies.


 


Furiosos pájaros


Estos son los furiosos pájaros

del deseo.

Ellos son negros.

Ellos se mueven sin hacerles

una señal determinada.

Un día los vi venir con sigilo, con sorna, con prisa en sus oscuras patas. Ahora los veo pasar

–¡Negros y eternos pájaros!– reconociéndome y saludándome.




A UNA MESA


Esta mesa fue de mi abuelo.

Sobre ella más de una vez reclinó su cabeza

y durmió largas siestas

donde se mezclaban vía crucis tormentas

toques de queda

y mujeres furtivas que se marchaban a la nada.


Esta mesa fue de mi padre.

Sobre ella pintaba pájaros y vírgenes

y naturalezas vivas

y mi madre planchaba sobre ella

con la plancha de carbón.


 ¿Quién era más triste:

la plancha, el carbón o mi madre?


 

Mía también fue esta mesa

y sobre ella escribí un día estos versos

que nadie se atrevería a publicar.


 

Cada generación tiene su historia.

Cada sueño su raíz. Cada mesa es como

la palma de una mano. Sus líneas

nos pueden revelar en el momento preciso

de dónde proviene

la madera de los sueños

la nostalgia de las manos

o el lenguaje cifrado

del corazón.





MAYRA SANTOS-FEBRES: Poesía Actual Puertorriqueña

 


Mayra Santos-Febres nació en Carolina, Puerto Rico, en 1966. Estudió Literatura en la Universidad de Puerto Rico y dos posgrados en la Universidad de Cornell, Estados Unidos. Ha sido profesora invitada en varias universidades de Latinoamérica y Estados Unidos. Es profesora de Escritura Creativa de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras y miembro del Instituto Internacional y Multicultural de la UPR. Obtuvo, entre otros premios, el Letras de Oro y el Juan Rulfo, ambos en el género de cuento, finalista del Premio Primavera 2017 por Nuestra Señora de la Noche y las becas John S. Simmon Guggenheim (2017) y la Rockefeller Bellagio Center Residency en el 2018. Algunas de sus obras se han traducido al francés, inglés, alemán, croata, coreano, islandés e italiano. Es autora de los libros de poesía Anamú y manigua (1990), El orden escapado (1991), Boat People (1994), Tercer Mundo Lecciones de renuncia (2014-20), Huracanada (2018); y de las colecciones de cuento Pez de vidrio y otros cuentos, El cuerpo correcto, Un pasado posible y Mujeres violentas. Además publicó las novelas Sirena Selena vestida de pena (2001), Cualquier miércoles soy tuya (2002), Fe en disfraz, Nuestra Señora de la noche y La amante de Gardel y el ensayo Tratado de Medicina Natural para Hombres Melancólicos y Sobre piel y papel. En el 2019 ganó el Premio Nacional de Literatura de la Academie de Pharmacie en Paris, Francia por La amante de Gardel.



(cambiar de nombre)

cambiar de nombre

de células de identidad

cédulas de igualita celda

dos por dos

son cable de tape en la manos

célula de grito y edad

procedencia

rito

y otra vez al mar

a cambiarse el nombre

células de inmensidad

celdas que idéntico se generan

helios y sol en griego con aspas

de libélula

rémora y un corral

más fuerte quel papel

aprisionando

una foto dos por dos que atrapa mueca

de manos con cable de tape a la espalda

a panza de perrera con pestillo

a punto de partida, otro corral

y de nuevo al mar

crédula de identidad

selva de agua

con sus ciudad enorme de muertos

hinchados en sal.


Llegas a la ciudad donde te pierdes

cambiado más flaco

más lleno de cristal tu ojo

más acostumbrado a la muerte

más a los ruidos de motores

al ruido, al infinito ruido de los carros que parecen tripa de mar

de asfalto, de alimaña

llegas más acostumbrado a insultar

más flaco

con otro recorte

con otros artefactos bajo el brazo

no ves los letreros, no hace falta

llegas acostumbrado a andar perdido

y sin casa

llegas a seguir trabajando en lo mismo

más a la defensa de un rollito de papeles que mandas

a la antigua casa

llegas invisible

hace meses que no te miras al espejo

llegas sin afeitar a la ciudad anónima de brea en tu alimento

al ruido

ruido

al rumor de mantarraya por el cielo

llegas y juras que estás en el fondo del mar

no puedes creer lo que respiras

allá a lo lejos

un cachito de esquina con bodega, y aromas recordados

te tocas la verga en una esquina por aquello de comprobar

que llegaste con ella puesta

que no la olvidaste en el transporte

llegas con otro nombre

con otras residencias envueltas en un papelito verde

llegas y buscas la playa por instinto

estás de espalda al mar

llegas y hueles una alcantarilla que parece la proa de una yola

llegas y sabes que andas de paso

más raudo que antes

azaroso

llegas y sabes que estas a punto de irte

y que nunca te moverás de lugar.




(este cuerpo es un país)

este cuerpo es un país- pensó la mujer que escribe


la que por vez primera puso

su estampa sobre las superficies de la tierra.


este cuerpo es materia

como la piedra

y en él se encuentran dos sangres


la que traen los hombres de la caza

la que traemos las mujeres a la puerta.


una sangre atrae la depredación,


la otra marca los ciclos del tiempo.


veintiocho lunas

y la sangre resurge oscura

se vuelve tinta permanente

me convierte en fruta de la fruta.


estas piedras que todo lo han visto

conocen la historia.



sabe que todas las sangres son una.




(a las guerreras las marca)


a las guerreras las marca siempre la renuncia-

enseñan las viejas de la estirpe.


las marca la luna solitaria

que vierte su luz

ancha y amarilla

desde el firmamento.


todos la desean y le temen

pocos se aventuran a tocarla- cuentan las sabias de la estirpe.


las viejas guerreras

lo cantan. así lo escriben en sus cortezas

o sobre las piedras.


la luna es la reina guerrera- cuentan.


a quien ella selecciona

se le llena la cabeza de preguntas

pero una sola es la respuesta:


la renuncia.



MÓNICA VELÁSQUEZ GUZMÁN: Poesía Actual Boliviana

 


Mónica Velásquez Guzmán (La Paz, 1972). Poeta y crítica literaria. Publicó los poemarios Tres nombres para un lugar (1995); Fronteras de doble filo (1998); El viento de los náufragos (2005); Hija de Medea y La sed donde bebes (2011). Además, los libros de ensayo literario Múltiples voces en la poesía de Francisco Hernández, Blanca Wiethüchter y Raúl Zurita (México, 2009)y Demoniaco afán. Lecturas de poesía latinoamericana (2010).
 
 

Tu gemelo está en un dios que no viste
en un amor que dejaste olvidado
en las opciones
en otra forma de vivir
en todo lo que callas
tu gemelo canta desde tu niñez
te cuida como al más solo de sus hijos
te va siguiendo los pasos
y recoge a diario lo que queda de tu sombra
sabe tus transformaciones
no se parece a ti aun con tu misma cara
tu gemelo es el que quieres
el que pudiste
el que dejaste de ser
tu gemelo duerme a tu costado sin decir palabra
su nombre es el nombre que pondrás a tu hijo
sin saber que lo convocas
que también le sigues los pasos
entregándote sin peros
a las almas de doble filo
 
De Fronteras de doble filo



Siete maneras de decir el dolor
(fragmento)
 
 
Posibilidad 1
 
Hoy quisiera, Mónica, enfermarte larga, mortalmente,
sacarte lejos del mundo, convaleciente:
distanciar del cuerpo su llanto, su sudor solitario
de manera que todo quede, ahora sí, bien vacío
y ser un desierto rencoroso resuelto a envenenarse de sed.
Quiero hoy quebrarte un hueso imprescindible
esparcir las astillas de la estructura fundamental
que implores ayuda y extiendas anchas las manos
y no tengas pasos ni pies para darlos.
Quiero una úlcera que cuente de tu furia
músculos torpes pidiendo a gritos
abrazos que no han de venir
epilepsias que transparenten tu confusión
tu dificultad para contenerte
insomnio eterno para salvarte de los sueños
que anuncian cuando alguien va a morir.
Ningún consuelo, eso quiero darte,
para hacer visible tu necesidad de otro
para que te vean dolerte, partirte en pedazos y se sepa
y te sepulten, te lloren, te perdonen
aunque a nadie salve tu muerte,
el viento aleje tu nombre, todo sea casi igual.
Hay demasiado peso en tu sombra
y yo quiero curarte, lenta, con mi saliva…
Quiero restablecerte la balanza aún sin par
murmurarte que no hace falta,
que no hace falta morir así.
 


Desaparecido sur
(fragmentos)
 
 
2.
 
Quisiera desatar el nudo de plomo
que traigo en la garganta
y echarme a llorar largo
la reciente nostalgia que te tengo,
comerme el hambre enorme
de tu cuerpo ahora de tierra
y rendirme a la urgencia de amarte de otro modo.
Deberías ver cómo se enredó el vino con la pena
tu muerte con la espera
tu cuerpo con mi espíritu de polvo
tu alma y mi afán efímero de vida.
Nadie me dijo que tu muerte
(sigiloso vuelo alborotado)
se nos vendría así:
devolviéndonos la nuestra.
 
 
 
10.
 
En este sueño sólo hay ruidos.
Botas que corren gradas arriba.
Puertas, puertas
una mano que aprieta otra, la hiere
cajones, papeles, platos, todo roto
contra el piso, contra la pared, contra otro cuerpo.
Gemidos, gemidos, gemidos,
un hueso, dolor, algo roto.
Respiran agitados, golpean el muro, golpean claves
susurran ánimos,
pero un cuerpo cae tras otro
y otro tras otro
y así, no se puede despertar.
 
 
 
13.
 
La mano que escribía
que a veces repartía papelitos
quería un hijo porque no le quedaba tiempo,
arañó la nada entre las preguntas
empujó el hombro amado diciendo corre,
fue desconocida por los amigos
en los corredores del horror,
la que esposada cura a la otra, le da cariño
la que deshojaba sus dedos para contar los meses
está alambrada.
Rota de mí
esperando su cuerpo
en el fondo del mar.
 
 
De El viento de los náufragos
 


PAOLA ESCOBAR: Poesía Actual Argentina

 


Paola Escobar (Buenos Aires, 1971). Es Antropóloga social. Publicó "Piso trece" (Barnacle, 2023), "Las cosas tal y como son" (Barnacle, 2022) e integra las antologías "El silencio organizado: poesía argentina contemporánea y sus consecuencias prácticas" (Colección Sur, La Habana, Cuba, 2024) y "Búsquedas: antología de escritores de San Isidro" (2011).

Casi todas las mañanas escucha la canción “Mr. Blue Sky” de Electric Light Orchestra.


Escocia


esa vertiente

entre las rocas

no sabe

que recientemente un hombre 

caminó los pastos verdes 

que encienden los pies de las montañas


esa vertiente no sabe

que el hombre gritó su tragedia 

al lago de aguas profundas


esa vertiente 

no percibe -¿cómo podría?-

los saltitos de las cenizas

que el hombre arrojó 

a ese devenir de agua

ciega sorda muda



Moléculas


excusas para verte otra vez:

devolvernos las cosas prestadas

excepto los intangibles

como un roce voluntario e intencional

con el propósito de que pongas

los ojos en blanco

o el caminito de moléculas 

que vas dejando atrás 

después de cebar un mate



Una foto


de fondo 

el océano Pacífico

inunda los declives de la cordillera

hombro con hombro somos una costura

de puntadas a la marchanta

un zurcido irregular

con hilos desprolijos

unen el mar azul

con el cielo 

insoportablemente

translúcido


hay una boca siempre abierta

lista para engullirnos



Cuando hierve el agua para el té


algunas palabras que salen de la boca

son monstruos marinos

fagocitan bichos invisibles

algas minúsculas

botellas olvidadas con mensajes adentro

degluten llaves y candados

diarios y zapatos viejos caídos a las olas

algunas palabras que salen de la boca

pegotean el aire que nos permite respirar

la distancia necesaria entre nosotros

algunas palabras que salen de la boca

se evaporan 

con el pitido de la pava

cuando hierve el agua para el té



Querido poema:

 

te exijo que ahora mismo

me saques una foto 

te demando que la reveles

en ocho renglones

te ayudo con la faena

alma dos puntos

corpúsculos de gelatina

sabor frambuesa

a veces flotan en manadas

y arman figuras anti-geométricas

otras veces se dispersan sueltos

con la soledad de los números primos

y dibujan arabescos

en el lomo de un incunable



Inadaptados


hay una jauría de perros

que ataca humanos sueltos en Ushuaia

dice la tele


una vecina con acento español

—español de España—

cuenta cuán malherida la han dejado

esos inadaptados

“ya no hago las compras de a pie

tengo miedo de salir a la calle”

dice la vecina


sin auto que la proteja 

de los colmillos

de los incisivos

de los caninos sin dueño


“ellos no tienen la culpa”

dice la vecina

“son de los barrios bajos”

dice la tele




BLANCA CASTELLÓN: Poesía Actual Nicaragüense

 


Blanca Castellón es una reconocida poeta nicaragüense, nacida en Managua en el año 1958. Su pasión por la literatura llega mucho más allá de la escritura en sí misma; asegura disfrutar y aprender muchísimo acerca de la influencia de las letras en la gente. Su actividad literaria parece incansable: es integrante de la Asociación Nicaragüense de Escritores, de la cual fue asimismo cofundadora, participó de la junta directiva del Instituto de Cultura Hispánica y, desde hace ya varios años, es vicepresidenta del Festival de Poesía de Granada, en su país. Cada año, al asistir a este importante evento, se encuentra con un acercamiento cada vez mayor de la gente a la poesía; desde niños que atienden concentrados las diversas lecturas, hasta adultos que llegan a la ciudad con fines turísticos y que cambian sus planes, cautivados por la belleza de los versos. Entre sus obras destacadas, encontramos "Ama del espíritu", "Flotaciones" y "Orilla opuesta". Por este último libro recibió el Primer Premio Internacional del Instituto de Estudios Modernistas, en Valencia. Además, su poesía puede encontrarse en más de veinte antologías, tanto nacionales como internacionales, y ha sido traducida al inglés y el francés, entre otros idiomas. El peculiar y amigable estilo de esta escritora se puede apreciar en “Abracadabra”



Abracadabra


Vuelvo a la punta

de una palabra tuya


cualquiera que rescate


lo que olvidé

de una copa derramada

en la piel de la esperanza


del humo de un cigarro

dibujando figuras suculentas

entre dos bocas


de todo aquello

que se va

que sube y baja

en lo íntimo del forcejeo


y el abracadabra

que abre sus puertas

al todo contra todo.



Adiós tristeza


Quiero que estrenes esta noche

la risa te regale en tu cumpleaños


-vamos-


suelta el lazo rojo

abre la caja de cristal

con fieltro al fondo


toma la risa y úntala en tu boca


yo sonaré

el manojo de llaves

agitaré el vaso

con monedas

de a centavo


vestiré las líneas de tu mano


enroscaré en mi cuello

tus huellas digitales


será una noche larga

y ancha como el río San Juan


al final como sorpresa

me abriré el corazón


para ahogar

en sangre

tu tristeza.



Amnistía


He salido de la cárcel

pocas veces


no tengo mucho que ofrecer

para cubrir la fianza


sin embargo he visitado otros

espacios que conservo aquí en mi celda


un disco de Gardel

un recipiente para el mate

con pajilla de plata


las obras completas Borges

de Girondo y de Cortazar

son velas encendidas en

mi altar a Buenos Aires


un Alebrije

y un traje completo de Tehuana

es el trozo de Oaxaca

aquí en mi encierro


un sombrero de mariachi

semillas de chile jalapeño

y un frasco de mole

sin usar es el México

que renace en mi jardín


Huidobro

Neruda


Zurita la Mistral y un litro de pisco

conservado en un Moais es Santiago


mi Chile sudando

en esta hoguera


Nueva Orleáns

Washinton y la Florida

colorean el mismo álbum


donde encienden sus luces

Boston y Nueva York


de Colombia guardo cumbia y ballenato

ondeo una bufanda terracota


que un joven en pleno festival de Medellín

intercambio por un poema que escribí


Centroamérica entera con su voz y su color


decora los barrotes que frecuentes ceden paso

a la palabra, al vuelo y a la libertad del canto.


extraño Paris Madrid y Roma

respiro la esperanza de cruzar el charco


morir cualquier día del que no tengo noticia


bajo lluvia o en la plenitud de la sequía

tratando de llegar a la otra orilla.



ARMANDO ROJAS GUARDIA: Poesía Actual Venezolana


Armando Rojas Guardia (Caracas 1949-2020). Es una de las voces fundamentales de la lírica venezolana contemporánea. Entre 1967 y 1973 fue marcado por la experiencia religiosa como estudiante jesuita y como miembro de la Comunidad de Solentiname (Nicaragua) dirigida por Ernesto Cardenal. Cursó estudios de Filosofía en Caracas, Bogotá y Friburgo (Suiza), y se ha desempeñado como editor, investigador y profesor.

Su poesía ha sido publicada en siete libros: Del mismo amor ardiendo (1979), Yo que supe de la vieja herida (1985), Poemas de Quebrada de la Virgen (1985), Hacia la noche viva (1989), La nada vigilante (1996), El esplendor y la espera (2000) y Patria y otros poemas (2008). Como ensayista ha publicado los libros El Dios de la intemperie (1985), El calidoscopio de Hermes (1989), Diario merideño (1991), El principio de incertidumbre (1994), Crónica de la memoria (1999) y La otra locura (2017). Toda su obra fue recogida en Obra poética (El otro, el mismo, 2004) y Obra completa. Ensayo (El otro, el mismo, 2006).

Rojas Guardia ganó el Premio de Poesía del Consejo Nacional de la Cultura de Venezuela en dos oportunidades (1986, 1996) y el Premio de Ensayo de la Bienal «Mariano Picón Salas» (1997). El año 2012 fue postulado al IX Premio Internacional de Poesía Ciudad de Granada Federico García Lorca. Desde 2003 ejerce la docencia en Caracas. Fue incorporado como individuo de número de la Academia Venezolana de la Lengua en 2016.



Del libro Poemas de Quebrada de la Virgen (1985)


8

 

Me despierta Tu olor entre las sábanas.

Vengo junto a Ti, que te me expandes

en la carne agradecida, con ímpetu solar.

 

Digo Junto a ti. Vuelvo a decirlo.

Y para algunos, poquísimos amigos

es hoy este rubor confidencial:

nadie sabe

 

que, a Tu sombra, gusto vivo,

el ápice frutal de mi deseo sabe intacto,

anterior al paladar de su lenguaje,

como aquella manzana de Cezanne

exacta sobre el fondo. Sin gusano.

 

  

10


A Miguel Martínez

 

El sabor del agua después de gustar la picadura

holandesa de mi pipa.

El rojo asoleado del capó de un automóvil

donde canta la salud del siglo XX.

La terca, muda, compacta verticalidad de la pared

sacramento de la paciencia de las cosas

soportando, día tras día, el desorden de mi cuarto.

Los tristísimos ojos de Charles Baudelaire

-fotografiados ahí, sobre la mesa-

mendigos aún de la hermosura.

La silueta del gato visto anoche

jadeante y sigilosa como la luna de Edith Piaf.

La torpeza de aquel piano -tres apartamentos más abajo-

donde las manos de alguna pálida vecina

ensayaban a Chopin

(bendito seas, Señor, en esta tarde cargada de misiles,

porque resuenan fragantes todavía la tos almidonada

y el frac y el malabar y la lavanda musical de Federico).

Aquel epicúreo rectángulo de sombra bajo el porche.

El color de la trinitaria en el crepúsculo

recordándome otra tarde en Nicaragua

en que bebí morado líquido (un jugo casual de pitahaya)

La risa de Miguel, para saber que existe el Paraíso

en la franja tropical de la memoria.

 

Haría falta también nombrar el cuento múltiple

de lo que me hace más sabio a su contacto:

el 3er. movimiento de la 9a. de Beethoven,

el cósmico juguete que son los dedos de Thelonius

tocando “Round Midnigth”, un solo lentísimo de Parker

-por ejemplo, “Lover Man”- en la mañana

cuando el abrazo se demora, insiste, recomienza

aquel poema de Ezra Pound, el que termina:

“…la aurora entra en el cuarto,

con pasitos menudos,

como una dorada Pavlova…”,

ciertas páginas calientes de Lezama

en que huele a malecón, las olas rompen

e incluso el mar tiene un color de daikirí,

aquella última secuencia de la película de Chaplin

(la ex-ciega y el mendigo se consuelan

de su imposible amor, con la mirada).

 

Enumeraría igualmente esos instantes

inocentes, su gloriosa mansedumbre

que no vistió, desde luego, a Salomón:

el momento más justo del acorde,

la simetría sedante del paisaje,

la esbeltez japonesa de la curva,

la gravidez sonora del volumen,

la santa promiscuidad de los colores:

 

me refiero a Tus poemas menudos dibujando

la infinita secuencia de la anécdota

que le cuenta a mi muerte Scherezada

en la penúltima, horrenda, bella noche.



11


Aquí, en esta casa,

donde cada palabra, cada gesto

son sólo los dóciles ecos de la luz

inmaculada,

vertical,

inapelablemente última,

añoro para ella

(la cháchara mujeril de la poesía

con sus técnicos chismes de ocasión

tan fotogénicos -whisky en mano-

sobre la página social

de algún Suplemento Literario),

le añoro, digo, algo de la casta

doncellez de la madera

recibiendo

la frugalidad silenciosa de una cena,

de la última cena.


MONTHIA SANCHO CUBERO: Poesía Actual de Costa Rica

 


Monthia Sancho Cubero (Costa Rica, 1968) Estudió periodismo y educación prescolar. Laboró en el diario nacional La República y en diferentes periódicos alternativos, revistas y radioemisoras. Fue Directora de la revista internacional de a bordo Join us. Ha publicado los libros de poesía: Palomas de grafito (2015), Trance (2017), El rastro de la grulla (2019). Parte de su obra se ha traducido al inglés e italiano y ha sido incluida en varias antologías en Costa Rica, España y Estados Unidos.

 

 

DESDE EL SUBSUELO

Yo sí veo desde abajo

el reverso de las piedras.

Siento el olor a desatino

y voces perturbadas,

por eso irrumpo

esta máxima a mi antojo.

 

Deambulo en un bosque animado,

lucho contra la locura teñida de cordura,

esa que se interna entre ariscos senderos

para apagar la fe de mi mirada.

 

He ceñido mi nombre a la zozobra,

identidad que desconozco,

pero ya poco me importa.

Cada noche

arribo a la muerte

con el sudario sobre el rostro.

La fila se hace larga

y aun nadie me espera.

 

Mañana leeré de nuevo

el reverso de estas piedras.

 

 

HIERBA INDÓMITA

Nunca creyeron

que yo fuera una de esas

que se abandona en el fango

para sorber resignada sus desconsuelos;

hierba indómita

tratando de esconder a ultranza sus harapos.

 

Una mujer que de vez en vez

hace orgías con la muerte

y sigue desafiando sus pupilas.

 

Pensaron que nunca

me había levantado

de la navaja de la ausencia,

del desamor y sus traiciones,

y que zurciéndome en mi claustro

-con algunos garabatos renacentistas-

fuera capaz de ahuyentar la agonía,

desfiladero que busca apagar

el hastío de mis pasos.

 

No suelo escarbar mi corazón en las vitrinas,

no quiero desplomarme ante esa hoguera.

Es suficiente tener que morir anticipada

entre el murmullo retorcido

de los malditos maxilares

que excorian con sus bocas de zarza

el quicio de mi espalda.

 


MONÓLOGO DE UNA MOCHILA

No podía guardar más el silencio

en las esquinas,

el lastre vigilante declinaba su lomo

desgajando el tiempo para emprender

con pies ligeros esta caminata

y la locura empacada en su mochila.

 

Necesitaba cruzar de acera,

evadirse del encierro de su agenda,

manicomio cotidiano

habitado de números, lágrimas y esperas.

 

Estaba urgida de barrer de sus párpados imágenes,

lavar los tímpanos de voces

y romper el veneno del discurso ornamentado de mentiras.

 

De vez en cuando

yo también soy 

esa necesidad cotidiana y ambulante,

esa explosión inmensa y contenida.

Busco desesperadamente sacudir de mis huesos

el cansancio de estar

tan solo a veces

                                    viva.

 

 

JUEGO DE RAPIÑAS

Los buitres tienen picos por espadas,

el hombre las abriga en su lengua,

las afila con el veneno acre del verbo

y sigue el trayecto

que agrieta la epidermis del abrazo.

 

He vivido bajo el barullo

de esa cercha hostil que me transpola.

Hoy me desgajo

de ese juego de rapiñas

trazado en el reverso de cualquier etiqueta.

 

Me dispongo a recoger las esquirlas de mi savia

en este arrebato de horas sin minutos.

Hoy le susurro al latido de mis venas

que no quiero encajar en nada,

                                                           en nadie

                                                                                   en nada.

 

 

SACRILEGIO DE INCIENSOS

Yo no estampo en mi frente

un símbolo con ceniza

para enjuagar ante tus juicios

mis pecados.

 

Yo no toco las puertas de las almas

ni profetizo lanzando piedras

por las calles.

No me pongo la sotana de poeta,

no me siento ungida

y con licencia

de marcar con una cruz

cada tropiezo.

 

Soy de esa especie curtida,

espesa,

que enfurece su sangre mientras pulsa

y abolla el músculo cuando rota.

Reconozco el incensario

que alberga serpientes cascabeles.

Presiento el veneno, la hoguera,

 así como a la horda,

 que ceñida a las túnicas de encajes,

 columpia eslabones

y expele sus toxinas con inciensos.






YRENE SANTOS: Poesía Actual de República Dominicana

 


Yrene Santos (Salcedo, Villa Tapia, República Doninicana, 1964).  Al igual que las poetas anteriores, participó del Taller Literario César Vallejo.  Fundadora de la Tertulia de Escrituras Dominicanas de Nueva York.  Estudió actuación en la Escuela Nacional de Bellas Artes.  Ha publicado Desnudez del silencio (1987), Reencuentro (1997) y El incansable juego (2002).  Es profesora del Bread and Roses Integrated Arts High School en la ciudad de Nueva York.   
 
 

CIUDAD MECÁNICA
 
En esta población de sueños
no caven las violetas
no pueden volar las mariposas
sólo el miedo deja su olor
en las esquinas desbordando
las arterias
las factorías se nos atragantan
clausurando voces
las niñas amanecen
con sus ojos cerrados
y bien abierto el sexo
el reloj gira
enloquecido (enloquecido)
las paredes se abalanzan
sobre nuestras neuronas
los peldaños ascienden
descienden
en dirección a la muerte.
 
 
 
 
PERDÍ LAS PALABRAS
 
Hoy siento miedo
la palabra se me ha roto
la exactitud no es tan exacta
a esta hora de la tribulación
un sueño largo largo como la tristeza del tiempo
las palabras
qué son las palabras
He olvidado el tono de mi voz
la hilaridad y la coherencia.
Hoy me perdí en el paso intranscendente
de los pies
qué confusión de rostros
cuántas ideas perdidas en la nada.
 
 
 
 
MALABARISTA


Empiezo a envejecer
y no me reconozco ante el espejo
soy objeto y sujeto de un pasado que me miente
aguijoneada de amapolas en mi cuello
lloro risas, aspavientos
recuerdo los bambúes que a la una y catorce
despojaban mi otro yo quedándome despierte
una interrogante que se vuelven miles en mi boca
no llego a pronunciar
es la hora a pronunciar
es la hora y la locura que gritan en mis sienes
la mirada a tientas muerte rostros
las pestañas son el muro
                                                 silencios
las audacias de quien no quiere asumirse como
amante
perdón pido a la noche que de cuando en cuando
me trae el retroceso, los temores, el sí, el no
y a Descartes con su duda
la agonía de un beso que se pierde entre lengua y dientes
una nariz congelada por el susto
una boca que no se abre porque ignora su futuro.
Empiezo a envejecer
envuelta entre rubores
malabarista de momentos nunca olvidados
el agua sobre el zinc
mis pies en el lodo
los truenos como muerte vomitando sorpresas
me miré vuelta niña jugando a las escondidas
toqué las acacias, los perejiles, las santomas
olí la yerbabuena, las gardenias, los lirios
Empiezo a envejecer
y veo los niños (ya no tan niños)
repitiendo mis días
empiezo a envejecer
y soy feliz.
 
 
 
 
ESTA CASA PERFECTAMENTE AJENA
 
La casa se rebela
es terrible y absurda
la quiero perfecta
sin paredes vibrantes
que alberguen soledades
y tiemblen en la cama
comiéndose
el manjar de mis tristeza
sin restricciones de techos
ni oído
debo
deshabitar las iris
del reloj
hasta mutilar estas
multiplicaciones del
cemento.
 
 
 
 
DE MAÑANA
 
Los espejos de la sombra
no reflejan aún
esta mirada perdida
mis párpados obviaron la luz
quise levanta la mañana
y descorrer los sueños
pero se me volaron las ganas
espantadas de nostalgias
Ni la caricia del agua
ni el alegre amarillo
de mis zapatos
ni la rebeldía de los montes
que habita mi pelo
pudieron con esta tristeza
no cabe en mi bolso este día
y la calle de epidermis imperfecta
no comprende la agonía de mis pies.


MARIELLA TORANZOS: Poesía Actual de Ecuador

 


Mariella Toranzos: (Guayaquil, Ecuador 1988). Estudió Comunicación Social en la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil. Ha trabajado como redactora en distintos medios de prensa. Actualmente se desempeña como periodista de cultura. En 2012 publicó una selección de poemas en la antología ‘Sinergia’ de Onehitwonder Cartonera. Sus textos también constan en las antologías de 2012, 2013 y 2014 del Festival Internacional de Poesía Ileana Espinel.



Viñetas de un espejo trizado

I. Ayer rasgué mis alas. Destrocé con el filo del bidé sus pliegues translúcidos. Me abalancé sobre el azotándolas contra el filo como una loca, gimiendo de placer y asco al verlas desmembradas, en hilachas, una y otra vez hasta quedar vacía.
 No vengas más por aquí. Me he cansado de adorar a tu forma como un templo.
II. Descalza, camino un desierto de espejos. Piso los cristales hasta que se rajan y me cortan los pies. En el reguero de sangre dibujé el retrato de mi madre. Mi corazón se duplicó mientras dormía, ahora no me cabe en el pecho.
III. Hoy quiero morir mil muertes entre tus brazos. Te susurraré al oído las palabras que inventé para llamarte. Cierra los ojos mientras te beso y deja que mis lágrimas se cuelen por tus párpados. Dejaré en el lunar de tu mejilla, las tardes que quise a tu lado. Mañana volveremos a ser extraños.
 
 
 
Despedida
 
Durante el mes que te tomó dejarme
llené  el tanque de gas con treinta y tres dólares y treinta y tres centavos.
Te dije que era un regalo porque era
tu número favorito.
 
Organicé nuestras cosas.
‘Amor, acá están los sweateres’,
‘Acá está tu cepillo’.
Como si al llamar las cosas ‘nuestras’
me pudiera incluir en lo que tú llamabas ‘casa’.
 
Le compré flores a un vagabundo.
Quería traértelas, marchitas y feas,
para demostrarte que podía devolverles
la vida.
 
Hay una cicatriz con la forma de tus dedos
justo sobre mi seno izquierdo,
que quedó como resquicio de todas las noches
que me sostuviste
como solo se sostiene algo
que se resbala.
 
Ahora hay seis provincias entre nosotros,
entre la última vez que nos besamos y hoy,
guardadas como flores marchitas al interior de un libro.
A veces aún te siento como un ruido atascado en mi garganta.
 



martes, 8 de octubre de 2024

MAURIZIO MEDO: Poesía Peruana Actual

 



MAURIZIO MEDO. Ha dirigido proyectos como el espacio de creación Transtierros a lo largo de una década, y el proyecto de divulgación crítica País Imaginario: Escrituras y transtextos, un estudio en tres volúmenes. Ha publicado algunos libros de poesía como Manicomio (Primera edición, Santiago de Chile, La calabaza del diablo, 2005; segunda edición: Lima, Editorial Zignos, 2007; tercera edición, 3era ed., Monterrey, La regia cartonera, 2013; 4ta edición, Guadalajara, Mantis, 2012; cuarta edición, Madrid, Varasek. Colección Buccaneers, 2015); Cuando el destino dejó de ser víspera (poesía reunida 2005-2015) (Cáceres, Ediciones Liliputienses, 2016); Y un tren lento apareció por la curva (Madrid, Ay del seis, 2016), Las interferencias (Madrid, Ay del seis, 2019) y Tren Europa (Madrid, Colección On the road, Varasek, 2024) Actualmente dirige El Laboratorio. 

Buena parte de los textos que presentamos fueron escritos durante el proceso de edición de Tren Europa, su última entrega.




VII



Comenzamos a construir la casa de 

acuerdo con los detalles que expliqué

a los albañiles, un día antes de

que llegaran, con tal 

de concluir la tarea. Tardaron. 

Y esa urgencia también 

fue del pasado. El presente nos exige 

estar alertas: un vecino reescribirá 

un auténtico clásico evocando el aura 

de un pasado cicládico, después de haber 

cancelado la hipoteca contraída con los

muertos antes de que pensáramos en esa 

frondosa arboleda, ni siquiera como un telón 

de fondo para el spin-off de un futuro paisaje. 

Nadie querrá reeditar ese clásico después de 

revisar el tono de cada uno de esos párrafos 

plagados de églogas, con un aire pastoril que

tendría que traducirse con medias palabras. 

Es la historia de nuestro tiempo. 

No puede ser conjugada, salvo 

con esas medias palabras. 





LI




Pour Ana María et Yves Niolet



1. Regresaba de ese enclave medieval, escondido bajo el friso labrado de un cuento de hadas en medio del bosque. Los niños descubrieron que los pinares no aparecieron en la saga. En su ficción, el bosque, salvo por la pregunta a la que le da vueltas hasta que el pasado acontezca de nuevo, le enseñó al héroe a no esperar una respuesta.


Entonces encontró el Grial. 


2. El héroe, de acuerdo con el manuscrito original de Chrétien de Troyes, pudo convertirse en leyenda después de interpretar que el sentido real de su misión consistía en mirar hacia atrás adivinando qué sorpresas regresarían del final del relato para suceder otra vez en el presente sin concitar sospechas por resultar predecibles, al menos durante cierto lapso de tiempo. 


3. De Troyes era un judío converso. Este detalle quizá explique por qué en su obra el héroe se revela en medio de las tormentas o bajo el calor del desierto, a través de vivencias que conciernen solamente al peregrino. Era un cualsea. Para Guilhem de Peiteus fue difícil comprender esto como un hecho político hasta el momento de sentarse y escribir farai un vers de dreyt nien. 4. Hoy es imposible regresar al origen de tal frase y encontrar otra que pueda provocar la risa estrepitosa de la mesnada, guareciéndola de la vasta oscuridad occitana. No en que reverberaría siglos después. Necesitas oírla.  Parece que recién se hubiera dicho ayer, pero en el registro enciclopédico se consigna que transcurrieron varios siglos. 


¿En qué otro bosque habrá caído esta lluvia? 


5. Lo sé bien. El héroe no habla con el bosque. Desaparece. Se vuelve parte de él sin una salida de emergencia como en ese cuento sufí. 


6. El editor observó que repetí 9 veces héroe. Si soy reiterativo no es por euforia, no logro traicionar mis viejos ideales. Intento convencerme: es por escéptico. No presté servicio en Poitou ni en Lemosín, y aunque nunca hubo normando ni francés en mi casa, he de seguir escribiéndola cada vez que evoque el aura de esa antigua algaba en el Gers, la de ese y no la de cualquier otro enclave, sin que ello me obligue a buscar consuelo en el consejo auroral de un falso chamán después de oír las últimas noticias en el podcast de Greta Thunberg.


8. No, no estamos destruyendo la naturaleza. Procreamos una nueva. A imagen nuestra. Por ello ya no habrá lugar para nosotros. 9. Nuestro futuro es como el de Homero. Si es verdad que fue ciego, habrá que reconocerle que recordaba muy bien lo que alguna vez pudo haber visto. 10. Los científicos calcularon que la probabilidad de que exista una memoria de esta clase es de una entre un millón. Los Magos sabían bien que las probabilidades de una entre un millón se cumplen nueve de cada diez veces. Afuera, el mundo sigue sucediendo en instantes sucesivos que nos llaman a vivir de forma permanente en un futuro en el que no existirán recuerdos. 


11. El héroe va por otra senda, inmortal, pero sin eternidad. Pensaba en el de Marianne Moore, obligado a caminar como un joven pilgrim que va en búsqueda de una nueva tierra y contra todo pronóstico consigue encontrar su pergamino; en el de Dostoievski, escondiéndose como si necesitara tomar aliento lejos del mundo y recordar todo cuanto ya se había abolido; en el de Broch quien sabía que la primavera más hermosa transcurrió en el último otoño; el héroe de Spicer no consiguió librarse de la inmortalidad que su soberbia le había construido; el de Ashbery fue Fantomas; el de Viel Temperley, Cristo. 12. Ninguno de ellos luchó con monstruos, depuso tiranos, robó extraños tesoros o rescató una doncella. Tampoco evadió la vergüenza al verse sujeto como tema en la gestación de la épica. 13. Cada uno vislumbró cómo los sueños y las realidades se entrelazaron en un abrazo etéreo que reveló la fragilidad de nuestras percepciones en un fluctuante caos primitivo y, dondequiera que fuera, supo llevar consigo el desierto y su sagrada zona de frontera, la misma que aparecía desprovista de malicia como en los filmes de Sergio Leone en las cuales el héroe, a quien creímos archivado en una vitela del Códice Voynichés, se confiesa, tambaleante, estando a punto de morir, con la ilusión que sus frases perduren para siempre. 14. Amén de ello, la Thunberg no sonríe con la misma frescura de la chica del clima.


Le vendría bien leer a Mary Oliver. Es muy graciosa.


—Alguna vez fue de Roccanera. 


El bosque continúa haciéndome preguntas: es lo importante.


No el héroe.


(….)


¿Recuerdas el título de esa canción? El silencio del héroe nos obligó a fabricar la realidad sobre la marcha sin ningún preconcepto que pudiera negarla o confirmarla como un ensayo que se exalta transitando a lo largo de una ruta mítica, la cual era cierta en el sentido en que la luz la mostraba posible. Improvisamos entre sus curvas y sus peraltes inciertos y otras cosas más que aparecían en secuencias simultáneas. Y aunque cada gesto no revelara ni advirtiera nada, significaba. Vislumbramos cosas que jamás terminaron de expresarse. No es que no existieran. Estaban fuera. A través de ellas pudimos sentirnos parte. La ansiedad es vigilante, establecía el límite que separa los acontecimientos de la experiencia, aunque, en algún momento, nos creímos ciegos debido a nuestra incapacidad de comprender lo que transcurría alrededor de nosotros. Fue sólo un súbito eclipse, efímero con respecto a todo lo que se nos revela en el crepúsculo. 


Supimos que uno de los colores que los ciegos extrañan es el negro; otro, el rojo. Aunque hoy los momentos no tengan tanto color, yo soy celeste —te lo advertí en nuestra primera riña — pero finjamos que hoy preferiría rehuir a dicha cuestión. El celeste no es sólo por fe, también por historia. Rojo y negro son los colores del equipo de un pueblo en el que nadie es capaz de conjugar el verbo sillar. Es óntico. Entraña sólo a las piedras y no por la naturaleza metafísica con la que lo imaginamos. Su valor cayó en la bolsa. Es un descrédito. Tanto que empezamos a dudar si el pasado incumplió con la cláusula estipulada en el contrato sobre las distintas variables ocultas en una conjugación verbal. Apenas podemos registrarlas como en ese poema de Marwan Makhoul en el que el abuelo afirma: Palestina es un verbo irregular en pasado. Y el padre lo corrige acotando que no, que es en tiempo presente. 


Como fuera, desde hace siglos sus pobladores están de paso buscando el modo más conveniente de regresar en los próximos mediodías. Aunque no por mucho tiempo. 


Los días festivos llegan los lunes y pasan desapercibidos con el mismo color de los sábados bisiestos. Fue en una de esas fechas cuando confundimos el sol con un flagrante oso de fuego ardiendo sobre los ritos sofocantes de la vida provinciana y entonces decidimos volver al asombro en un presente intensivo, repleto de pasado y preñado de porvenir, pero en las márgenes de una historia sumida en la endogamia la cual parecía encontrar el equilibrio en la rapidez con la que arrastraba el pueblo hacia la nada. 


No deberías permitir que los poemas te mientan. Tampoco Björk. 


Hoy, de acuerdo con el Mapa de la Historia del Mundo, es imposible pensar en ti sin mí arrancando armónicos en el aire del concierto nocturno, y como tampoco consigo pensar en mí sin que medie el tenue resplandor de tu sonrisa, decidimos dejar el pueblo.


En La Cantuta todo pareció adquirir sentido, aun cuando el viento nos persiguiera con su llanto zigzagueando entre las ramas de los molles tal si intentara gritar una pena. Nunca fui capaz de traducírtelo. Los yaravíes son expresiones de lo que alguna vez pudo significar esa pena. Amén de la dubitativa referencia a los albañiles que nunca llegaron en la espuria ficción del poema VII, no existe un relato. El único arquitecto es el tiempo. Y de pronto el recuerdo que surge cuando encendemos la lumbre de la chimenea, quizá porque te amo aun cuando el futuro haya transcurrido hace mucho tiempo. Nuestra prerrogativa es no olvidar el presente señalando las distancias mientras dejamos salir los sentimientos que escondimos en el fondo de una baulera caleidoscópica en la cual las leyes del tiempo y el espacio no podrán verse alteradas. Como el héroe, elegí mirar hacia atrás con tal de ver qué sorpresas volverían, lejos de las tertulias en la Quinta Tirado. El héroe no existe. Como el Tren es otro país. Está lejos, No tiene una historia, salvo la que se está escribiendo. 



LIII



Dicen que, en la ciudad, salvo por el

débil furor del orgullo cívico, la espiral

inflacionaria, y unas pocas palabras 

después del Big Bang, el universo nunca 

fue muy complicado. No ocurrió nada 

interesante en 13 000 millones de años. 

Lo que existe es posible sobre la base 

de una serie de ausencias que evocan 

lo que no ha sucedido con tal 

de legitimar la esperanza. 


—Habría que reconstruir los lugares 

turísticos y volverlos sostenibles 

—me interrumpen.  La vecina 

salió en camisa de dormir a tender 

en el cordel los calzoncillos del marido

después de llevarlos delicadamente

como quien porta consigo una reliquia

del año 12, la misma ya no corresponde 

con lo que él hoy pudo haber prometido.  

Por ello me mira con hostilidad. Le devuelvo

el gesto, igual de punitivo, pero pensando 

en qué capullos florearan de acuerdo con

el umbral de riego. Hay una gardenia crecida

al improviso. Creímos que brotaría un molle, 

aunque nos cueste admitirlo, nos faltó el cauce

de un río y faenar bien los rebaños en el terreno 

que sobrevuelan los drones. Debían ser pájaros. 

Un dron produce 75 decibeles de sonido

y accede a nuestras vidas secretas. Mientras

la hierba crece cuesta arriba. En la otra acera

un antiguo deportista camina después 

de jubilarse pensando que, salvo la señal 

de extremaunción, ya no le ocurrirá nada. 

Tal vez por eso olvidó sus extraños zapatos 

de baile sobre una nota al pie de otra versión 

de la leyenda, en la que se rumora que 

él y la vecina tuvieron un romance, sin

saber bien cómo atenuar la deshonra 

después de tal apostasía. 


El rumor no pudo confirmarse,


Las noticias son más fugaces que 

nosotros, no sólo las concernientes

a la nueva nacionalidad de Snowden, 

los vientos de equinoccio, el sub linaje 

Q.1.1, las Kardashian o aquellas del

clan Baybasin, en otra telenovela. 


La internet también funciona así, los datos

duran unos cuantos minutos antes de desa

parecer, aplastados por una vertiginosa marea 

de nuevos estímulos en los cuales «todo es 

posible» para la paulatina cancelación del futuro. 


Tampoco se pudo corroborar la idea que corcovaba 

menguante alrededor de la zánora, no era un río,

al momento de encender el cortacésped, el tiempo

suficiente para imaginar un pantoum, esa forma 

de verso malayo que un día usurparon los franceses. 

Aunque la idea amagara ya no la recuerdo. 

Quizá fue sobrestimada, sin un lugar, como 

el que ocupan los árboles y los edificios. 


La mitología se acerca más a lo que estoy 

pensando, podría confesarlo también ante 

el visor de una Cámara Gesell, sin la menor

emoción, pero lejos del mindfulness, 

el feng shui, las terapias de familia, 

y también de una ciudad 

que no recuerdo. 


Entonces los perros comenzaron a ladrar.


Yo soy un hombre que riega, no como 

Ámpelo, peor que otro cualquiera, en

tanto cumplo con las horas de dictado 

en medio de otras tareas planeadas antes

de que el metabolismo del tiempo, debido 

al modo en que ha venido aconteciendo, 

me imponga otra velocidad 

al enfrentar a su antítesis.  


—Desde el anonimato medieval los textos 

no constituían bienes, eran acciones. Debí 

decirles, con tal de aclarar después que

aunque la escritura plantea delimitar

fronteras, después las trasgrede. Escritura

es un tipo de expresión que, como en ciertos 

relatos de ciencia ficción, asume significados 

diferentes. Es un destiempo que transcurre 

en un presente que no es el de todos. 


Entre los chuukeses robar está permitido. 

Es una muestra de poder. El de un escrito 

está en quedarse sin palabras, después de haberse 

reapropiado de las que habíamos perdido, 

siendo capaz de registrar esa pérdida como 

otra noción de la realidad o un nuevo flujo 

de conciencia, y no como el centro de atracción 

en un nicho rentable, sólo por la corazonada 

de que alguien precisa encontrar esa oferta. 

Quizá durante un desayuno, una vez que

las noticias de la Tierra le hagan comprender

que no tendrá más otro planeta.  


Ahora que el homo sapiens es un algoritmo 

obsoleto, debería concentrar mi atención 

en atender la gardenia, y no a quienes aparecen 

en clase como objetos de su propia publicidad, 

con la experiencia expropiada para el disfrute 

de las redes sociales en un auditorio que no 

consigue verse a sí mismo, por ello me resulta 

imposible comentar lo que estoy escribiendo, 

no sin el socorro de un doble, contratado para las 

escenas de peligro, especialmente para aquellas 

que devienen desde una voz interior y que nadie 

se atreve a reconocer como un Yo. 


—¿Qué le decimos al Dios de la muerte?


—Hoy no.  


¿Importa quién habla? 


—La gardenia es una planta arbustiva. 

Sus flores crecen en el ápice de las ramas

bajo el aroma de la lluvia en un jardín que 

no existirá hasta la próxima primavera.


La pedicurista se imagina como la maestra 

de futuros astronautas en un lugar en el cual 

dios puede estar disponible; el vecino con una

kufiya en la celebración del FanFest; 

y ella en redimir el romance en una 

habitación ninfoléptica.


Ninguno podrá ser escuchado. 


Afuera el negocio tiene que ver 

con el mundo onírico de un grupo 

de turistas con camisas hawaianas; 

equipos de póker seleccionados por

la I.A para el programa Artemis;

la subasta de una foto en miles 

de tokens no fungibles.


El futuro distrae, jamás advierte.


Cuando Clyde Barrow insistió en cantar 

Siboney en la prisión de Eastham.


Bonnie Parker pudo decir: un día de estos, 

caerán codo con codo. 


—Yo soy Nadie —gritó Ulises salvándose de ser devorado.


Las sirenas eran un rumor.


No son otra cosa que canto. 



LV



Las cosas cambiaron a tal velocidad que el futuro parecía estar transcurriendo. Por ello, antes de que consiga marcharse del todo encontramos la manera de irle pidiendo cosas comprometiéndonos a devolvérselas con una lógica retrospectiva sin saber bien cómo concertar con el relato. Ignorábamos el desenlace de esa narración, no las canciones de su banda sonora. las cosas cambiaron podría ser el título de alguna como si se tratara de una experiencia inmersiva en la amplitud modulada hasta que la historia baje la velocidad. Iré por tabaco donde Cristo perdió el mechero, y también por unas toneladas de argamasa para pegar los pedazos de un país que, hasta este momento, no ha conseguido serlo. Yo sólo hablo del Tren, después podré comentarte algo acerca de Clyde Barrow.  Las cosas nunca cambiaron. En un tren todo es contemporáneo, y no porque lo interesante ocurra en la sombra, tal como exclamé alguna vez, aturdido en la boca del túnel. El movimiento no se confunde con el espacio recorrido. El espacio es lo pasado, el movimiento es presente. Lo que vemos a través de las ventanas es aquello que transcurre el tiempo suficiente como para creer que, después de cruzar la boca del último túnel, encontraremos la tierra prometida, esa que jamás conocimos. El perfume de Clyde contrastó con el olor a pólvora quemada, quizá para que el tiempo la recuerde.  Bonnie escribía poemas.



LVI




No hablemos de ellos, los poemas acontecen una vez, después desvanecen. Nosotros pasamos a través de ellos en un espacio que el relato no quiso concedernos. No como experiencias, podrían cambiar de sentido. La poesía hace eso. Pone a las palabras en peligro, mientras el habla experimenta con la lógica heterónoma de su propio material, tanto que, cuando creemos avizorar un final, una mano invisible dibuja una curva que nos conduce otra vez al principio. Ese artificio cíclico indica que el trabajo recién ha comenzado. La posteridad es anacrónica. Habría que preguntarse ¿qué hacemos entretanto? Non siate dunque in ansia per il domani, perché il domani si preoccuperà di sé stesso, recitaba la nonna con tal entonación que volvía verosímil la ficción de los viejos evangelios como si cada uno de ellos revelase una verdad consigo, aun cuando mintieran. 



LVII



No me tradujeron en el idioma del país en el que orina el diablo cada vez que dios amaina la velocidad del vértigo que gira en dirección contraria. En el noticiero de la noche él dejó de hablar de sí en plural mayestático. El entrevistador, en vivo y casi al borde del llanto, exclamó afligido: ¿por qué se sufre tanto? Tampoco pude creerle. 


En la política el discurso guarece aquello que miente. Tal vez ello se deba a mi desdén.  Antes que ver los noticieros preferí aprenderme bien el ruido de los distintos acentos auditivos de sus auspiciadores, negociar su retórica, arrastrarlos por otras fronteras simbólicas y construir con ellos una dramaturgia en la que todos esos ruidos sean el eco discontinuo de un relato reticular, y no el de una poética analógica. 


En medio de la calígine, al fondo de la Sala de Máquinas, comprendí que, en la particular dimensión de las noticias, cualquiera puede dominar un sufrimiento, excepto quien lo siente. No pasa otra cosa. Las guerras de armas biológicas, la supremacía de la Internet, la obnubilación por la carne sintética, los corrimientos de tierras, los tsunamis, e incluso el auge de las criptomonedas ocurren en los momentos en los que la realidad se sitúa junto a la ventana y mira a otra parte hasta que dios diga basta, lejos de las primeras planas.