jueves, 29 de febrero de 2024

VIVIANA GONZALES: Poesía Actual de Bolivia y México

 


Viviana Gonzales (La Paz, Bolivia, 1985). Poeta y dramaturga boliviano-mexicana. Licenciada en Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid; Máster en Arte por la Universidad Complutense de Madrid y Especialista en Seguridad Internacional por la UNED y el Instituto Gutiérrez Mellado. Premio Nacional de Literatura en Poesía (Santa Cruz, Bolivia. 2019) por su poemario Hay un árbol de piedra en mi memoria. Ha sido promotora de lectura para jóvenes; ha impartido distintos talleres de literatura (FILIJ, Centro Cultural de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Secretaría de Cultura, CASUL, Ítaca, Club de Lectura de La Paz, Bolivia, Museo de Arte Contemporáneo del Sur, Lanús, Argentina y de manera independiente). Talleres como Diles que no me maten, sino que me lean; Por los caminos del Quijote, una lectura contemporánea del caballero andante han tenido varias ediciones en instituciones de México. Ha trabajado como investigadora, correctora y antologadora independiente. El 2022 ha publicado, junto a la Editorial Planeta, El espanto que nos une, antología de cuento de terror latinoamericano. Un recorrido por los cuentos de terror latinoamericanos clásicos y contemporáneos. Ha cursado talleres literarios en la UNAM, el Centro Xavier Villaurrutia, Casa Lamm; tiene un diplomado en Creación Literaria en Literaria Centro de Escritores; y otro en Literatura en Lenguas Indígenas de México con el INBAL. Ha publicado en distintas revistas nacionales e internacionales, así como en antologías. Su monólogo Yawarmanta fue elegido, en 2019, para una presentación junto a dramaturgas jóvenes en la SOGEM.  En 2020 ha publicado, junto a la editorial argentina Buenos Aires Poetry, su segundo poemario titulado Canto de un pájaro de fuego. En 2022 su poemario, Te doy el tiempo de un zapato ha sido finalista en Nueva York Poetry. Editorial Dogma (México) ha publicado este poemario en 2023 y ha sido presentado en la Feria Internacional del Libro del Zócalo en Ciudad de México. Este año también un poema suyo ha sido seleccionado por la Feria Nacional de Escritoras Mexicanas (FENALEM) y ha sido publicado en una antología de Escritoras Mexicanas Contemporáneas. En septiembre de este año ha ganado la beca de la residencia de escritura creativa de Mineral School en Seattle, Washington. El manuscrito, Mamá tiene miedo está siendo traducido al inglés por la Profesora Ilana Luna (State Arizona University) y la ilustración la trabaja la artista argentina, Florencia Troisi. Su libro Canto de un pájaro de fuego es Mención de Honor como mejor libro de poesía y su libro Hay un árbol de piedra en mi memoria es ganador con medalla de Oro, en la categoría de poesía, en el International Latino Book Award en Los Ángeles.



Historia de un vuelo, un bastón y una trenza


Hemos saltado del vientre de nuestra madre o del borde de una estrella 

y vamos cayendo

Vicente Huidobro


En un vuelco de nubes celestes

hay un mar a lo lejos que yo no alcanzo a ver.

Son años de ceguera y no mar,

un soplido se desprende del tiempo.


El tiempo es –lo sabemos–

una palabra mayúscula.


Hay un hilo que brota por entre mis piernas

mientras vuelo el hilo me quiere atar a la tierra.

Mi madre y mi abuela cepillan una trenza enorme,

otra mujer la decora con guirnaldas y petunias.


Es difícil alcanzar el vuelo con el hilo que me ata,

con la vagina cerrada, entumecida y espantada.


Yo no puedo elevarme porque al miedo

nunca le ha dado la gana de soltarme.


Si ahora caigo de seguro el hilo se rompe y

el miedo saldrá corriendo

al ver la nada que soy, que me ha vuelto.


Alguno que otro llorará mi ausencia

mi madre

mi abuela 

desde el otro lado

la lluvia.


Mi hijo no tiene hilos entre sus piernas.

Hay un bastón que lo sostiene.

Puede fallar en el despegue o incluso caer como yo.

El bastón sujeta al hombre, a mi hijo.


Más tarde voy a llegar a llorar mi cortedad

y el miedo me volverá a coger vacía, 

eso le dejaré a mi hijo

mi muerte blanca y absurda

mi sexo nocturno con el miedo

mi trenza roja y omnipotente

que emerge todos los días

el monstruo que devora mi útero.


Mañana

quizás a hurtadillas

pueda volar de nuevo

libre de todo:

sin hilos

sin vientre 

sin miedo.


Tomar las tijeras de la máquina de coser de mi abuela

abrirlas 

abrirme

parir mis dolores

mis angustias

mi pasado

empaparme de hombría, sujetar un bastón 

con mis piernas y


Volar.



Atardecer con perros callejeros


Tengo trece lobos en mi espalda 

y cuarenta y ocho mariposas,

municiones suficientes para habitar la urbe,

cargamento que descargo a ras de las montañas

antes del amanecer.


No he logrado poblar espacios 

los caminos son de piedra,

dos perros me miran a lo lejos

el retrato de una niña en la casa de mi madre

sonríe 

con un árbol de navidad de fondo.


Le he dicho piedra

y me ha contestado

hombre

con los brazos en la nuca he clamado piedad

y la piedra ha vuelto a repetir

hombre.


Los perros se bañan con el agua del río 

que veo desde mi ventana,

mañana volveré a tomar mi camino

empinado

y estoy segura que me he de caer

más de una vez.


La niña de la foto no sonreirá entonces,

no lo hace desde hace varios años,

luego me llamarán y me dirán que mi madre ha muerto

antes de abrir la puerta los perros callejeros 

vendrán a olerme,

el río llevará los cuerpos,

la vista desde la cocina

de la casa de mi madre.



II


Ante esta tumba un príncipe

deja el sueño en el que todos duermen


un ternero chupa de la teta de su madre

implorando vida con cada succión.


El príncipe cuenta las ubres de la vaca 

y siente que esta noche es la última.


Desprovisto ya de su carne

siente la costilla de Eva

la acaricia


Eva petrificada en la memoria

barro y húmero

gimiendo desde la antesala vacía

la lánguida mirada del hombre y su silueta.


Ante el sepulcro y la eminente clausura del paraíso

el corazón de adán

es una espesa llama:

arde el universo.


caín y abel devoran los huesos sazonados

de su madre


la noche de la creación del mundo.




V


Él es quien se inventa a sí mismo: Dios.

Nezahualcóyotl 



dijiste la tarde

se llevó mi corazón


fue el silencio


el dolor de un náufrago

que no teme al hambre


gota del mar recogida 

desde algún ombligo


te ahogas en una la isla


No es la forma del amor.

No es la forma del destierro.

No es la forma de las llanuras del sueño.


Inocente

no sabes que en cualquier momento 

te sacará los ojos y

brindará con tu sangre en esta tierra

inhóspita


desnudo


con diez cabezas y sus bocas

abrirá tu corazón cubierto de espinas


serpientes metamorfoseadas

serán la memoria y la flecha

no esperes por seres compasivos.


Dotado de palabra te inventaste un nombre: 

Yo soy dios

dijiste;


monarca de brazos largos

intentaste amar a tu hembra diosa


¿no sentiste, no advertiste que tomabas una leona que te iba a devorar?


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