sábado, 24 de noviembre de 2012

Sobre Mardi Gras, de Julio César Pol. Por Miladis Hernández


MARDI GRAS. MATERIA FORZADA: INTELEQUIA
PARA DESCENDER EN LO AMORFO.

Jamás le des la espalda
al poeta obeso.
Julio César Pol.

En este abigarrado planeta donde existe de todo: Gentes delgadas, hermosas, gordas, deformes, ricos, hambrientos, diluvios y sequías; además de guerras, confrontaciones de poderes, correlaciones de fuerzas, amor, desamor y constantes destrucciones, encontraremos también, poetas situados en la trinchera contraria dispuesto a descender en los fauces de lo amorfo.
Sitio -brutal- donde la materia ordinaria, deforme, desvaluada actúa en la condición humana trayendo consigo ese lastre que divide a los hombres. Julio César Pol (Puerto Rico, 1976) consigue, a través de un renovado espacio poético, cincelar y desacreditar la imperfecta materia, el equívoco pensamiento que no acepta, y más que aceptar, que no tolera la diversidad humana.
Su rol es fabricar otra realidad, mostrarse desprovisto de carnalidad, aún cuando acciona desde un lenguaje corpóreo; un lenguaje  que replica y construye un mundo de reemplazo.
Julio César transita un ámbito poblado de encrucijadas marginales expresándose desde una fragmentación conjetural, desde una experimentación que propende a metamorfosear la imagen –extrapolándose- en disimiles escenarios con el objetivo de mostrar al individuo que anula o subordina el yo empleando un rejuego de intermitencias, de espontáneas expresiones para captar la exacta topografía de la vida ordinaria; submundo corrosivo, acres de desánimo, tierra en bruto, vacua de espíritu donde se apela a la muerte como acicate para llegar a un fin.
/Malentenderán la causa natural de mi muerte
y atribuirán al soprepeso
lo que realmente fue
una decisión/  
Centra su atención en otra parcela exhibiendo la capa horrenda de los fenómenos.
los gordos pasan trabajo en el amor/ se esfuerzan en sus deseos/comprimen sus dos moles/como dos universos que estallan al contraerse/.
Atrae el modo singular con que divide los segmentos.  Los títulos condicionan una vertiente cuasi irónica. Hay en ellos un pregusto por esclarecer, anticipar, y deletrear ese rostro “colectivo” que proyecta sin ningún escrúpulo su maleza.  Los gustos no se disputan/La perfección del círculo/La robustez en la silla/La pantorrilla gruesa/El entremés oculto, y finalmente Odas a la indulgencia condicionan todos los atrayentes, además de la versatilidad de los esquemas consumados por el ordenador: uso de tablas, operaciones y otros tipos de componendas virtuales.
Conviene precisar que estamos frente a una estética que polemiza determinadas circunstancias, el sujeto lírico revela una identidad única con un problema –adicional-. Desde una factura coloquial, y sin muchas pretensiones lexicales este autor distingue lo que hay en el reality show.
 Con mucha energía amplifica y vocaliza la pseudorealidad. Se declara como el aludido, como el apabullado imperfecto, el don nadie que ansía ser querido, asimilado, respetado, en última instancia aclamado por sus semejantes

Recomienda rozar, cercenar y aproximar al lector a esos desplantes. Al igual que Jünger sostiene que el presente no es propicio a la Literatura… “Corren malos días para la creación y la poesía...” Este autor urde sobre una trama intrincada en la cual la idea de la felicidad no existe. De ahí que encontremos a ratos un aliento kafkiano, o sea la búsqueda sin salida, la vida azarosa del individuo que se consume por sus faltas, por la extremada caducidad, el aniquilamiento y la frustración de ese personaje que no le interesa transfigurarse, a -quien- que no le queda más remedio que –mostrase-  sin reservas.
El monstruo de la Revolución Industrial
es el obeso.
En estas crónicas poetizadas hay un triunfo de la verdad donde se presencializa un clima asfixiante. Muchas serán las escaramuzas y los altos y bajos en cuanto al rejuego conceptual y la industriosa experimentación, pero cabe destacar que este poeta ha cincelado bien el sentido supremo de las palabras. Notifico que ostenta a la originalidad. En este poemario preludia una acertada confrontación ideoestética, una trabajada contención de hipótesis y una lograda síntesis para obsequiarnos con –paladeable- inteligencia otras flores del mal, otra invasión de ese Universo que con mucho recelo –negamos-.



Miladis Hernández Acosta.
Princesa de la poesía cubana.
14 de septiembre, 2012.
Virgo alienta.




jueves, 8 de noviembre de 2012

Sobre ART X Zumo Poética(s), de Luis Boceli. Por Miladis Hernández A.


ART X Con Zumo Poética(s) o EL HOMO ENCANTADO

Presenciemos la destrucción y la construcción de mi alma.
                                                                                                          Luis Boceli

Con este poemario conviene  decir sin que me quede la menor duda que, se impone un cambio de estética en este discurrir del nuevo milenio. Más que apertura revisualizamos una carga de futuridad y un desmesurado contagio hacia la ultraexperimentación, y el total aniquilamiento del yo lírico. Uno de esos aportes ha de ser precisamente la ruptura con la grandeza, el divorcio con los rasgos integradores del ejercicio poético, y más allá del experimento, del monólogo abisal estamos observando la decadencia propia de la poesía como género madre.
Los lectores del nuevo milenio nos preguntaremos: ¿cuál es el derrotero de la poesía si los poetas nos conducen a los bordes del nihilismo, o si se están incorporando los hechos como reflejo directo de la problemática de los nuevos modos de comunicación? Hablo, y ellos hablan a través de un chat, dialogizamos todos por un circuito virtual, transgresor de imágenes, por la escafandra del internet donde queda un vacío que circunda la expresión. Quizás nos alejamos de lo humano y perpetuamos una rotunda individualidad desde nuestro espacio cibernético. Cabe preguntar hasta dónde el hombre postmoderno se está quedando solo entre la marquetería de su ordenador. No soy yo la más indicada para legitimar estas interrogantes, mi propósito tiene como finalidad ahondar en los textos que conforman  Arx Con Zumo Poética(s) del poeta peruano Luis Boceli (Chiclayo, 1981). Vale decir que en ellos el dolor deshumaniza el lenguaje. Su autor apela a consumar las más dinámicas estrategias para enfilar una postura totalmente renovadora.

Este artista proyecta un discurso que se sobresale de cualquier intento de logicismo. Aquí se fustigan las inventivas, se canalizan otros códigos para exaltar los fenómenos. Quien escribe programa un “yo” que a fuerzas revalúa los contextos para buscar su propia huella y conducirnos al origen, al génesis sideral, al HOMOS PRIMIGENIO/ Sí, Homos ¡Perforarse los ojos! ¡Con zumo cuidado!
Este poeta cansado de rebuscarse en otros discursos y sin pretender contaminarse con las zozobradas estéticas de la agotada postmodernidad se aferra a mostrar o figurar otra ruta como quizás lo hicieran los sujetos del parnasianismo.

Hallamos como constante –desdibujadas- maniobras, descontroladas formas para asumir ese advenimiento prematuro del Homos sapiensal que quiere perpetrar los fenómenos globales.

Puede decirse que Luis Boceli es un nigromante que asiste a su propia aniquilación, que se modifica ante una cultedad, y se muestra antagónico entre lo individual y lo social propiamente dicho. El poeta se resiste. Cancela cualquier vínculo con lo convencional. No hay particularidad histórica, sólo afán de reciclarse con lo lúdico, con el rejuego formal, con el accidente conceptual.

Yendo más lejos este autor no ensaya leyes, ni prefija modos definitorios de la expresión, su leitmotiv es preservar la inseguridad del Hombre, su decepción con la naturaleza circundante de las cosas. Es un irreverente, un preciosista del monólogo omnisciente: sujeto lírico que dialoga con un interlocutor desconocido, con el otro, el X o el Y. el anverso y el reverso de esa desintegración que desea, que aplaude y necesita para vencer a su YO. Se trata de un sujeto cansado, abrumado, alguien que no alberga soluciones, y su decisión ya está tomada por antonomasia porque hay en él una semejanza con los sacerdotes de la Samotracia, un escape hacia la fuerza mónada, a la luz primera que vio al hombre levantar las primeras piedras.

/Para qué citar autores si ya estoy muerto/

Es innegable un anonadamiento, un coercitivo registro de sí mismo para modificar y/o alterar los designios. En la negación confronta y se examina. Sin ninguna patria, sin ningún acompañante Luis se adentra en su laberinto. Maurice Abramowicz precisaba que… “Toda iniciación literaria, toda aventura descubridora, toda travesía hacia horizontes desconocidos se hace en compañía de espíritus afines, que comparten el ansia de viaje a paraísos ignorados”. Luis se aventura a calar –solo- su violenta convulsión.

Su contingencia tiene como meta encontrarse con el hombre que ya venció su propia vida y su propia muerte. El SER QUE HA REBASADO LA FRONDA DEL LIBRO ACACICO, y su único paradigma es PRESENCIALIZARSE ante Dios, no como asidero, pero sí como el otro oído que necesita para volcar la irresistible existencia y subyugar el alter ego.

Chateo con el Señor del cielo, la tierra y lo subterráneamente Oscuro
 
A modo de sugerencia hago hincapié en el texto Auto análisis al homo o salto al vacío. En dicho texto su autor ha cavado su insólita frontera. Hace extensiva su condición marginal, explaya una impunidad transgresora y amplia las condiciones para una literatura rupturista, alguien que piensa que negar la materia no le es suficiente, es por ello que refuta la absurda realidad, y comprende que, el hombre del siglo XXI, difícilmente distingue entre lo verdadero y lo simulado, por tanto vive en un mundo presidido por la falsificación y la impostura.

Así versa: ¡Es hora de cambiar las bujías, compañeros!     (Perforar los ojos)¡Es hora de morir mundo!.


Miladis Hernández Acosta
Princesa de la Poesía cubana.
12 de septiembre, 2012.
Noche mercurial.