jueves, 8 de noviembre de 2012

Sobre ART X Zumo Poética(s), de Luis Boceli. Por Miladis Hernández A.


ART X Con Zumo Poética(s) o EL HOMO ENCANTADO

Presenciemos la destrucción y la construcción de mi alma.
                                                                                                          Luis Boceli

Con este poemario conviene  decir sin que me quede la menor duda que, se impone un cambio de estética en este discurrir del nuevo milenio. Más que apertura revisualizamos una carga de futuridad y un desmesurado contagio hacia la ultraexperimentación, y el total aniquilamiento del yo lírico. Uno de esos aportes ha de ser precisamente la ruptura con la grandeza, el divorcio con los rasgos integradores del ejercicio poético, y más allá del experimento, del monólogo abisal estamos observando la decadencia propia de la poesía como género madre.
Los lectores del nuevo milenio nos preguntaremos: ¿cuál es el derrotero de la poesía si los poetas nos conducen a los bordes del nihilismo, o si se están incorporando los hechos como reflejo directo de la problemática de los nuevos modos de comunicación? Hablo, y ellos hablan a través de un chat, dialogizamos todos por un circuito virtual, transgresor de imágenes, por la escafandra del internet donde queda un vacío que circunda la expresión. Quizás nos alejamos de lo humano y perpetuamos una rotunda individualidad desde nuestro espacio cibernético. Cabe preguntar hasta dónde el hombre postmoderno se está quedando solo entre la marquetería de su ordenador. No soy yo la más indicada para legitimar estas interrogantes, mi propósito tiene como finalidad ahondar en los textos que conforman  Arx Con Zumo Poética(s) del poeta peruano Luis Boceli (Chiclayo, 1981). Vale decir que en ellos el dolor deshumaniza el lenguaje. Su autor apela a consumar las más dinámicas estrategias para enfilar una postura totalmente renovadora.

Este artista proyecta un discurso que se sobresale de cualquier intento de logicismo. Aquí se fustigan las inventivas, se canalizan otros códigos para exaltar los fenómenos. Quien escribe programa un “yo” que a fuerzas revalúa los contextos para buscar su propia huella y conducirnos al origen, al génesis sideral, al HOMOS PRIMIGENIO/ Sí, Homos ¡Perforarse los ojos! ¡Con zumo cuidado!
Este poeta cansado de rebuscarse en otros discursos y sin pretender contaminarse con las zozobradas estéticas de la agotada postmodernidad se aferra a mostrar o figurar otra ruta como quizás lo hicieran los sujetos del parnasianismo.

Hallamos como constante –desdibujadas- maniobras, descontroladas formas para asumir ese advenimiento prematuro del Homos sapiensal que quiere perpetrar los fenómenos globales.

Puede decirse que Luis Boceli es un nigromante que asiste a su propia aniquilación, que se modifica ante una cultedad, y se muestra antagónico entre lo individual y lo social propiamente dicho. El poeta se resiste. Cancela cualquier vínculo con lo convencional. No hay particularidad histórica, sólo afán de reciclarse con lo lúdico, con el rejuego formal, con el accidente conceptual.

Yendo más lejos este autor no ensaya leyes, ni prefija modos definitorios de la expresión, su leitmotiv es preservar la inseguridad del Hombre, su decepción con la naturaleza circundante de las cosas. Es un irreverente, un preciosista del monólogo omnisciente: sujeto lírico que dialoga con un interlocutor desconocido, con el otro, el X o el Y. el anverso y el reverso de esa desintegración que desea, que aplaude y necesita para vencer a su YO. Se trata de un sujeto cansado, abrumado, alguien que no alberga soluciones, y su decisión ya está tomada por antonomasia porque hay en él una semejanza con los sacerdotes de la Samotracia, un escape hacia la fuerza mónada, a la luz primera que vio al hombre levantar las primeras piedras.

/Para qué citar autores si ya estoy muerto/

Es innegable un anonadamiento, un coercitivo registro de sí mismo para modificar y/o alterar los designios. En la negación confronta y se examina. Sin ninguna patria, sin ningún acompañante Luis se adentra en su laberinto. Maurice Abramowicz precisaba que… “Toda iniciación literaria, toda aventura descubridora, toda travesía hacia horizontes desconocidos se hace en compañía de espíritus afines, que comparten el ansia de viaje a paraísos ignorados”. Luis se aventura a calar –solo- su violenta convulsión.

Su contingencia tiene como meta encontrarse con el hombre que ya venció su propia vida y su propia muerte. El SER QUE HA REBASADO LA FRONDA DEL LIBRO ACACICO, y su único paradigma es PRESENCIALIZARSE ante Dios, no como asidero, pero sí como el otro oído que necesita para volcar la irresistible existencia y subyugar el alter ego.

Chateo con el Señor del cielo, la tierra y lo subterráneamente Oscuro
 
A modo de sugerencia hago hincapié en el texto Auto análisis al homo o salto al vacío. En dicho texto su autor ha cavado su insólita frontera. Hace extensiva su condición marginal, explaya una impunidad transgresora y amplia las condiciones para una literatura rupturista, alguien que piensa que negar la materia no le es suficiente, es por ello que refuta la absurda realidad, y comprende que, el hombre del siglo XXI, difícilmente distingue entre lo verdadero y lo simulado, por tanto vive en un mundo presidido por la falsificación y la impostura.

Así versa: ¡Es hora de cambiar las bujías, compañeros!     (Perforar los ojos)¡Es hora de morir mundo!.


Miladis Hernández Acosta
Princesa de la Poesía cubana.
12 de septiembre, 2012.
Noche mercurial.




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