lunes, 30 de marzo de 2020

JORGE IVÁN JARAMILLO HINCAPIÉ: Poesía Actual de Colombia


JORGE IVÁN JARAMILLO HINCAPIÉ (Pereira, Colombia, 1974). Comunicador social y periodista. Magíster en Ciencias Sociales, doctor en Pensamiento y Cultura en América Latina y posdoctor en Comunicación, Educación y Cultura. Como docente, se dedica al análisis de la representación de la cuestión Afrolatinoamericana en medios de comunicación. Litorales es su primer poemario. Mantiene una novela inédita.

Cuatro poemas de Litorales:



MANERAS DE COMER MANGOS

Esa manera muy tuya de comer el mango
Lentamente consumes todo su cuerpo
lo desnudas paso a paso
hasta que te haces cargo de la pulpa
y ahí queda la fruta
la rodeas sin agüeros y aspavientos
hasta que queda blanca
y ya no queda una cerda
Te sientas en el comedor y una a una
despides las cerdas paseantes en tus dientes
hasta que terminas el festín
y me miras con ese mirar tan tuyo
y me sonríes
y extiendes esa sonrisa por toda la mesa
y esa sonrisa me la guardo
me la guardo en los bolsillos
para cuando ya no exista primavera




LAS COSAS QUE NO SUPISTE HACER

Y fuimos arrojados a la convivencia
Esa misma donde se apagan todos los fuegos
La misma que obliga a tragarse mil sapos
La que no tiene reparos con los colores, olores y sabores
por una negociación
La misma que termina por apaciguar las intenciones sexuales
Esa misma donde me tocó ver cómo partías mal la cebolla
picabas mal el tomate
los papelitos del queso en tajadas los dejabas pegados
en la ducha la toalla húmeda
la cama destendida y las sábanas a su bienestar
las ganas de consumirnos en el placard
Todo eso, y cosas que no supiste hacer




***

LA CUESTIÓN ES MUY SENCILLA
Dos personas y se inicia la negociación
Cada uno va construyendo de acuerdo
a las necesidades del otro
Y preparar la comida
dormir hasta tarde
dejar correr el vino
sentir lo intangible con el roce
bañarnos juntos con el pretexto del ahorro
salir a largas caminatas entre canciones
y unos cuantos puchos
Y detenernos a mirar lo que ya no se mira
sentirnos perdidos pero teniendo el uno al otro
compartir una fruta hasta el último gajo
gastar las calles con los zapatos intactos
dejar correr mi mascota hasta que se canse
dejar correr el llanto por la primera ruptura




LITORALES

Hay días en que somos únicamente humanos
Nuestros miedos se estacionan en una esquina
Los sueños salen por la escarpada
La risa y el canto se quedan en el diván,
tan insustanciales y poco recurrentes
El amor se empeña en la primera casa de cambio
Pero llega la nostalgia y la utilizamos todo el tiempo
y nadie se percata de que se nos escapa algo,
que está lacerado y agoniza





viernes, 27 de marzo de 2020

JULIO SERRANO: Poesía Actual de Guatemala

Foto por Efraín Zavala


JULIO SERRANO ECHEVERRÍA (Xelajú, Guatemala 1983). Poeta y artista multidisciplinario. Estudió Literatura en la Universidad de  San Carlos de Guatemala, también ha tenido formación en cine y artes visuales. Ha sido becario de la Fundación Carolina en España, de la Residencia para Artistas de Iberoamérica FONCA-AECID en México y de la Fundación Yaxs en Guatemala.
Ha publicado Antes del mar (Metáfora, 2018), Estados de la materia (Catafixia 2017), Central América (Valparaíso, 2015), entre otros libros de poesía; además varios libros de literatura infantil, entre ellos Balam, Lluvia y la casa (Amanuense, 2018) y En botas de astronauta (Amanuense 2015). Publica periódicamente ensayos, crónicas y reseñas en medios de la región. Parte de su trabajo ha sido traducido al inglés, francés y bengalí.
Como realizador audiovisual ha trabajado en diversos registros entre el documental periodístico, el cine ensayo, la ficción y el video arte. Además fue codirector y coguionista del programa de sátira Estado del Estado. Actualmente trabaja en su primer largometraje documental El envoltorio sagrado.
 También ha participado en varias exposiciones de arte a partir de obra, registros e interpretaciones hacia las artes visuales.
Es cofundador y coordinador creativo de Agencia Ocote, un proyecto interdisciplinario de investigación desde el periodismo, el arte y las ciencias sociales.


Selección por Gladys Mendía



Digamos que en principio
todo es, básicamente, luz.
Digamos que en una ventana
nos observa una multitud de ojos
que son hebras sensibles
de la frecuencia en que la luz
se refleja sobre una superficie,
        superficie que puede ser, en principio,
un rostro asustado,
unos zapatos mojados caminando rápidamente,
un uniforme gris, quizá,
el reflejo del cielo en la pupila de un niño,
un perro extraviado que se asoma,
un cristal opaco en los ojos del anciano
que apenas reflejan un pequeño rango
  del espectro electromagnético
que va del amarillo al verde,
          como una suerte de atardecer colorido
        antes de volver a la sombra.
Digamos, pues, que en principio somos luz
           y que este cuerpo caminando por la ciudad
 no es el mismo que observan
los ultravioleta, o el infrarrojo,
  ondas de radio que tienen sus propios cuerpos
y que caminan por esta misma ruta,
           bosque de cuerpos y materia
donde nos sentamos a esperar la noche.




De Estados de la materia (Catafixia 2017)




XV

Acaso el sonido de las olas
es la respiración lenta
de la inmensa bestia marina
que vino a dormir al infinito sobre la arena.
Acaso la ballena agonizante
no es sino un sol negro
iluminándolo todo desde el corazón
del cuerpo de pie,
ahora invisible frente al mar;
acaso la ballena no es una ballena,
sino el barco de madera al inicio de esta historia,
su respiración a punto de detenerse
es el ir y venir de las palabras que se le caen al casco del barco
como frutas que se pasan de maduras
y se deshacen en el agua,
o se hacen marca sobre la arena,
como si el animal cerrara sus ojos al caer las palabras,
y el cuerpo erguido empezara a sentir cómo
cada clavo,
cada tablón,
cadena,
cada pieza que cae,
es silencio naciendo
que, eventualmente,
lo llenará todo de su no caer,
y ahí la madera,
el hierro,
la arena
se harán luz,
luz oscura parecida al olvido,
y el mar se hará cada vez más negro,
hasta tragarse por completo a la ballena,
pero no así,
al cuerpo de pie.



XVI

El cuerpo duda
sobre su ser vertical,
piensa en las torres que han caído,
en los árboles que el rayo quebró,
piensa en un golpe en el pecho,
en un perro que muerde,
en una herida de color
y de miedo.
Duda sobre la gravedad,
duda  sobre la brisa,
          sobre el mástil,
          sobre su capacidad real
de sostener las velas.
Siente sus pies, siente su peso,
le pesa el mar al cuerpo de pie,
le pesa la noche,
y cargar al mar y a la noche
        no es poca cosa,
y piensa justo eso,
        no es poca cosa,
repite en voz baja,
        no lo es.



XIX

El cuerpo erguido
abre sus brazos
sobre el vacío.
La nada está ahí,
como el aire que sostiene
la hoja agonizante
entre el amor y el suelo.
Como el mar.
El cuerpo de pie
intuye la sombra
y el miedo,
sin embargo,
está de pie
sobre la incertidumbre.
Ese cuerpo erguido
sobre la nada
sueña que un día se lanzará,
y será la lluvia,
   será la flor,
           el fruto maduro y acompañado,
aunque a sus pies sea la nada:
sabe aquel cuerpo de pie
que no se lo llevarán las sombras,
que no cederá el peso del silencio
haciendo doblarse al tiempo
como a unas rodillas piadosas.
Lo sabe aquel corazón,
por eso abre sus brazos
    de pie,
    erguido,
    enamorado ante la nada.





El tiempo es el efecto de una gota de agua sobre un espejo. A lo mejor el cielo es el espejo, la gota, una nube y el tiempo la capacidad propia de los enamorados de encontrar figuras en las nubes, un gato, el rostro de un anciano, un volcán, una mujer tejiendo. La gota se mueve por el espejo hacia la tierra o hacia el mar. La gravedad finalmente se lo lleva todo, y lo devuelve.





De Antes del mar (Metáfora, 2018)












jueves, 26 de marzo de 2020

ROWENA HILL: Poesía Venezolana


ROWENA HILL (Cardiff, Gales, 1938). Poeta y traductora venezolana de origen británico, radicada en Venezuela desde 1975. Desempeñó por largo tiempo la cátedra de Literatura Inglesa en la Universidad de Los Andes, en Mérida, hasta jubilarse en 1998. Ha publicado los poemarios Celebraciones (1981), Ida y vuelta (1987), Legado de sombras (1997), Desmembramiento (2002), Últimos ritos (2006), Planta baja del cerebro (2011), No es tarde para alabar (2012), Marea tardía (2019) y El matrimonio de Lobo y Nave (El Taller Blanco Ediciones, 2019). Entre sus traducciones al inglés destacan Perfiles de la noche/Profiles of Night (2006), una muestra de la poesía de mujeres en Venezuela, Selected Poems/Poemas selectos, de Rafael Cadenas (2009), y Blind Plain, de Igor Barreto (2018).

Un poema de El matrimonio de Lobo y Nave:


LOS HIJOS


Llegan a su término desconocido,
la perra primero, el cachorro sale fácilmente
de pelo liso como ella
con los ojos de medianoche de Lobo.
Para Nave es dolor puro
mientras los huesos tanto tiempo comprimidos
en la máquina de volar se esfuerzan
para abrirle paso a su hijo.
Grita cuando sale precipitado
y pierde conciencia.
La perra se asegura que el niño
respira libremente y atiende a Nave
temiendo perderla
empujándola suavemente hacia la vida
y lentamente vuelve en sí
voltea la cabeza hacia el niño
criatura nueva y singular
peluda y fuerte
con manos y pies humanos
y la cara de sabueso sabio.
La mira y sonríe.


La perra tiene leche para dos,
nunca faltan ratones y hojas.
Los niños crecen demasiado rápidamente
para las madres contentas,
retozando y peleando entre
la barrera de robots y la cueva.
Pronto descubren su propio lenguaje
y sus juegos se convierten en tácticas,
se adentran más lejos en la jungla
de maquinas descompuestas,
traen de vuelta piezas y construyen castillos
vehículos maniquíes,
estudian cómo hacerles moverse
hablar y recordar.
Con muchas inquietudes Nave
les muestra todo lo que sabe.


Una de las cajas de los chicos
comienza a transmitir noticias
de lo que sucede en el mundo fuera
de su recinto remoto:

dos canales, uno de anuncios
a voz en grito para el pueblo:
"escasez de raciones
necesario comer menos
el trabajo debe seguir"

- "el trabajo sin sentido," dice Nave,
"construyendo máquinas no viables
para que se queden quietos" -

"se está buscando una solución
la obediencia es el camino".

El otro canal es animado,
voces que murmuran se regodean
a veces tiemblan ansiosas
todos entorno al mismo tema:

"Las naves están casi listas
una reparación menor a un cohete
y estaremos idos
más allá de la galaxia;"

"el gas espera
en puntos estratégicos,
no dejaremos testigos".

Finalmente las órdenes:
"oigan ciudadanos
mañana será un nuevo comienzo
quédense quietos en sus casas
les será llevado el alimento".

"¿No hay nada que podamos hacer?"
preguntan los niños y Nave contesta
"Nada, ahora nada.
Sólo esperemos nos proteja la distancia."

El ruido les alcanza,
un estruendo y un relampagueo alto
desde la ciudad de Nave, la más cercana.
Tres rayas ardientes cruzan el cielo
ascendiendo raudas por la atmósfera.

"Usaron los propulsores de los cohetes
para encender el gas," dice Nave
y siente nauseas imaginando
el holocausto en sus calles.
"Esto es el fin."

"No es el fin. ¿Para qué estamos nosotros?"
protesta su hijo.

"¿Para qué están?"
Que él mismo lo diga.

"Para asegurar que la vida siga
y la luz vuelva a habitarla,
para que la tierra sea de nuevo su hogar.
Los tiranos se han ido,
las ciudades muertas se están purgando
pero hay gente fuera de aquí
otros como nosotros
otros oasis.
Tenemos que prepararnos para encontrarlos."



Ahora no están jugando los cachorros.
Juntos ordenan sus conocimientos
de códigos y estructuras cibernéticas,
luego olvidan las máquinas.
Sus estudios se enfocan en ellos mismos.

Tienen sentidos sin trabas,
ojos que ven la más mínima mota
de polvo o brote de hoja,
además de las distancias
del espacio donde los cohetes defectuosos
pierden las escamas y se desintegran
y del tiempo, penetrando su propio nacimiento
y los úteros carnosos
hasta el despertar de sus ancestros.
Desde la esfera del padre
irrumpe una corriente de luz
primordial, la acogen
estremecidos.

"Su padre pensó que iban a volar,"
dice Nave expectante.

"Por supuesto que sí," contestan.
"Tenemos que reanimar un planeta.
No nos puede faltar velocidad."

Aprenden a usar la respiración
para levitar, mandar calor
para incubar los brotes de alas.


Algún día lo lograrán.
Algún día un muchacho y su perro
por tierra o por el aire dejarán
el cementerio de propósitos desgastados
y encararán su destino.




miércoles, 25 de marzo de 2020

DOS POETAS JÓVENES PERUANOS

DOS POETAS JÓVENES PERUANOS
IVONNE M. BERNUY Y ADRIÁN HUAMÁN:





IVONNE M. BERNUY COLOMA (Lima, 1984) Médica egresada de la Universidad Ricardo Palma; ha cursado la especialidad en Endocrinología por el Hospital Nacional Guillermo Almenara Irigoyen a través de la Universidad Nacional Federico Villarreal. Actualmente labora en PADOMI (EsSalud) y en la Clínica Limatambo Sede SJL. Ha asistido durante el 2019 y este 2020 a varios talleres de poesía con reconocidos poetas. Ha publicado poemas en la editorial Lumpérica Cartonera, en el portal web La Mula y próximamente en una plaqueta como participante de los talleres de poesía dirigidos por Andrea Cabel.




Yo no soy poesía
pero la busco
donde respirar cansa
pero respiro
porque hay poesía.




Disección

Un averno de hormigas invade mis lamentos
asomo en los descuidos de sus límites 
mi sombra enfurecida

La inercia anestesia los acentos
el tono de esta voz

Inhalo feroz un segundo
Acaricio mi vientre proscrito

Obra 
los espejos


Y

A
B
R
O

    la línea media de este abdomen
    para mostrar
                                                                                   A TU DESIDIA SIN PAZ

                                                                                   mis entrañas
                                                                                   mis miserias
    la aorta que se bifurca en el vértice
    que despierta la pelvis

                                                                                   Aparece lo incierto
                                                                                    vuelve tu silencio

Cruzo el lunar de mi rodilla izquierda
lo recuesto sobre mi rodilla derecha


                                                  observo partir al tiempo






M Aquí

Heme aquí masticando la noche
presa de oscilaciones inciertas
digestión de sílabas abigarradas   cenizas

- si el fuego acaricia la cordura    
evanesce -

Heme aquí agujereando la diástole
la calma     anegando la luna
como una palabra desnuda a merced     
de una línea verduga que sonríe


Heme aquí
A
Q
U
Í
                    donde no estoy





El Ruido de una Gota



Las gotas cuentan otra cosa 
nadie cuenta las gotas.
 Emilio Adolfo Westphalen


En este letargo de cama omnipresente
el ruido de una gota tras los vidrios
galopa tras la sombra
de este cuerpo deshojado
por lo inhóspito del brío
de una gota tras de las ventanas

Yo susurro en el limbo caníbal
en el tortuoso lamento de una especie
como los grillos florecen 
tras los párpados cerrados en la hoguera
como lo etéreo de un recuerdo ambiguo
tatuado en la turba que camina 
por plazas y jirones
de faroles y ciegos
donde el amarillo encrespa
ríos de smog
sobre sus pasos


(Sigue una gota acechando este silencio
            incansable perfora el abismo de mi ombligo
            donde tantas veces clavaste tus palabras)

Tras su eco me percato
que el ruido de la gota del que hablo
                  es tristemente
              un reloj que vomita 
            lo caduco del tiempo
                                   la apoptosis 
                                   de codones que nos castra
                                                es decir
                                                 - la muerte -       




El Ruido

Cae sobre la piel como una marea
es un látigo
una sanguijuela pequeñita
casi una gota de bruma
un artrópodo cortés
que clava su aguijón sobre la ausencia










ADRIÁN HUAMÁN ARAUJO (Cajamarca, 1997) Escritor, improvisador teatral, periodista y comunicador audiovisual. Estudió esta última carrera en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas, mientras tomaba talleres adicionales, como dramaturgia, impro, canto, clown, poesía. Actualmente, es miembro fundador y redactor del blog/productora audiovisual “Itinerante”; además, es parte del equipo de difusión del documental “La Revolución y la Tierra” y la productora teatral “La Teatrera”. Además de haber sido publicado como invitado en “14 Cuentos Breves y Salvajes”, de Alejandro Mendighetti (publicación del concurso literario “Lucha Libro”, del que fue finalista), y la plaqueta de poesía “El Mar del Ángel Solo” (junto a otros talleristas de Andrea Cabel), es creador y difusor de su propio fanzine de poesía, “Andante”.


HUAMAN

Nací en el nido de halcones
en el pueblo de espinas
donde las razas se encontraron
donde la biblia supo lo que era morder polvo
y respondió haciéndonos morder pólvora.

Paganos y alucinados
como la ciudad y el campo
haciéndose los incapaces de compartir la misma oración.

Grotescos quinientos años:
una vida entera ignorando
el poder guardián y alado de mi nombre
ensuciándolo como tantos viejos trogloditas
como tanto cemento ensuciando la vida.

Ala gris sobre ala verde o viceversa:
ambas empiezo a desplegar otra vez
ambas igual de sangrientas igual de importantes.





MAPA PUBLICITARIO

hoy tracé un mapa para volar
y me he asustado.

este alveolo sucio que nos contiene
carcome las paredes en busca de orden.
tarjetas de crédito crecen como hidra:
cabeza uno explotando al centro y la dos y la tres.

dentro de la frontera
la contemplación se queda en las rebajas de verano
en una oferta de pizza pobremente iluminada.

me he asustado porque he reconocido
en esta casa colonial de quince pisos y ventanas espejo
en este golf cerrado para no socios
en este basural que si no sale en la tele no existe
en estas cuadras industriales de grafiti y alerta
en estos ojos arrancados de mi cartel electoral
en estas cuadras tan cambiantes a cada vuelta
un atisbo de irresponsabilidad animal:
los fantasmas se concentran más
en arreglar el áifon
pulir las nuevas armas
esconder los desperdicios
esperar o despedirse en los portones
comer el pollo a la brasa aunque las letras ya estén apagadas
aunque el virus ya se encuentre a la vuelta de la esquina.





(NO SOY) EL RÍO

el viaje plástico termina aquí:
al alba de mis tobillos
mis reglas de monte.
soy el bosque y me extiendo como quiero cubro las costras de arbustos troncos enredaderas
y de cada hoja conozco el nombre y el poder abierto en agua hirviendo.
luego tú
un pigmeo de casi dos metros repasando mi cabeza
creyéndote el hombre más alto del mundo:
si quisiera
abriría un ojo negro ante tus pies
convertiría tu piel en ichu seco
te inflamaría con un rayo.
pero te reconozco joven foráneo y ansioso
muy maduro hasta que empieza a perder el control.
la estrategia es hacerte tropezar con el musgo
más fuerte que cualquiera de los tuyos
sobreviviente futuro cuando ustedes se extingan los unos a los otros.
no te olvides:
vibro latente bajo el cemento.
al ocaso de su guerra final del último estornudo
volveré para tomar uno a uno
cada poste de luz cada banco cada falsa iglesia
cada trozo de tu acción cada bloque de ciudad
y la comunión volverá a ser entre tierra y cielo entre día y noche
sin necesidad de un crucifijo más que para los ciclos deshechos de nuestra esfera
carcomida por la bacteria
que creía ser torrente:
tanto río soy un río
tanto fluir sin pararte a contemplar
tanto verso ajeno
para mentirte sobre tu naturaleza.
soy el bosque
y te pondré a prueba
más
que cualquier
ciudad.





LAS IGLESIAS

no hay sol sino las barbas invisibles
no hay luna sino a los pies de la concepción
al atrio se prohíbe el ingreso de animales
y de raíces que contaminen la piedra.

no hay río pero el cáliz se eleva
no hay montaña pero sí altar mayor
y cada rostro pintado es una razón más
para desconfiar de la naturaleza.

el hombre la mujer no hacen nada:
todo es mano del viejito buena onda.
por las huevas hacer bien al prójimo
si las gracias nunca serán tuyas
porque (dicen los que saben) el único con poder
es un pie blanco y gigantesco que lleva el tempo
de este huaino sofocado por country
de un inglés que me gana aunque de inglés no tenga nada
(enáiwon lérit téic míover).

este espacio se ha hecho ajeno
y si vuelve la inquisición con su biblia
como la ames en bolivia
estoy dispuesto a ser ajusticiado
sobre el útero terrestre que tenemos en común
por darle a su virgen amordazada un libre vestido color apu.

de mis cenizas nacen las luces para quien se atreva a dar una vuelta más.





martes, 24 de marzo de 2020

MÓNICA GONZÁLEZ VELÁZQUEZ: Poesía Actual de México


MÓNICA GONZÁLEZ VELÁZQUEZ (Ciudad de México, 1973). Egresada de la Escuela Nacional de Artes Plásticas (UNAM). A la par cursó el Diplomado de Creación Literaria en la Escuela de la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM). Editora y poeta. Han sido publicados sus poemarios: Tríptico de desamor (Fundación Cultural Trabajadores de Pascual y del Arte A.C., 2001), La luz y las sombras altas (Fósforo, 2006), Poesía reunida (miCielo ediciones, 2007), Las cosas últimas (Fridaura, 2008); Gran mal (miCielo ediciones, 2010) Glory box (miCielo ediciones, 2012), Las eternas rutas (Diablura editorial, 2013), El misterio de los mundos vulgares (Canapé ediciones, 2013), reedición de Glory box (El quirófano ediciones; Guayaquil, 2013), “Crónica de los días que ya no son”, Antología poética 2001-2015 (El quirófano ediciones, Guayaquil 2016) y “El ruido del Mundo” (miCielo ediciones, 2017). Poemas suyos, han sido incluidos en antologías de poesía en México, España, Nueva York y Argentina. Destaca su participación en La palabra transfigurada: cien años de poesía visual mexicana (Ediciones del Lirio, CONACULTA-INBA, 2014). Becada por la Agencia Internacional de Cooperación Española para un proyecto de investigación literaria (2010). Mención honorífica en los certámenes anuales de poesía Badajoz y Alicante (España, 2010) y finalista en el Premio Internacional de Poesía Visual, Badajoz 2015. En 2007 funda miCielo ediciones, un proyecto especializado en la publicación de poesía en formato de Libro-Objeto, desde entonces ha participado en encuentros editoriales, como expositora y conferenciante en España, México y Nueva York.

Selección por Gladys Mendía de Glory box (2012)




El inventario y la despedida


I
Miro el horizonte, desciendo. Un cielo rojizo tapiza la ciudad; tantas veces odiada–amada–odiada, y anhelo fugaz de quien jamás la haya caminado. En la periferia de esta fauce que engulle, mastica y digiere sin distinción; en lo más alto de la vida horizontal, habitan mis pertenencias: un libro a medio leer (entre el sueño, el ocaso y los turnos de espera), una vasta colección de síncopas intermitentes (voces y sonidos metálicos que dan vida al atardecer), una cama (donde a ciertas horas, los milagros son posibles y los pactos de paz han sido firmados, no hay hambre, enfermedad y los niños no son el blanco de ataques extremistas, y el que camina lo hace con el espíritu), una almohada (donde reposa la furia de tantos días de activismo combativo y el eco del grito libertario desde la selva), sábanas blancas (donde los ángeles copulan), una mesa con cuatro plazas, un lirio en su centro y espacio para compartir las viandas y el corazón; quien también consta en el inventario junto con un par de piernas que lo transportan y unas manos que lo entibian, un par de ojos que lo miran latir a pesar del horror y la sangre derramada –pero de eso estamos hechos principalmente: sangre, huesos, dolor– al lado del dolor habita la esperanza, un par de maletas, zapatos de viaje para la travesía y paisajes inimaginables en éste sitio donde los caminos bifurcan.

II
Ahora que por fin te vas, déjame al lado de la carretera y con la boca por delante. Déjame con el bestiario que habita en mis sueños y mis hombres y mis mujeres y mi máquina de olvido y mi historia de familia y mis cuerdas en los zapatos y mis errores y mis pocos aciertos y mi voz cortando el aire, cuando ya nada es suficiente y sólo me consuela el Blues. Déjame con mis afiches: Goya, Tapies, Bacón, Modigliani. Déjame con los vértigos de Miller y Gil de Biedma severamente enfermo, reposando en la mesilla de noche. Déjame con Luis Urbina: Llora y llora, con su amor como un pájaro loco, dando tumbos en la noche estrellada. Déjame con ansias, el piso alfombrado, los labios, el corazón apretado; mordiscos en la cavidad de la boca y unos labios blanquísimos sin nombre.

Pero sobre todas las cosas, déjame con mi dosis de realidad y un vaso de agua en la mano.





Buenos presagios


En forma de águila y con sigilo, llegaron los buenos presagios y se posaron sobre el tendedero, mientras una lavandera refregaba cuellos y calcetines, percudidos por la mugre y la cotidianidad necesaria en la superficie de las cosas; y luego revoloteaban extasiados por la luz parda de una pantalla china, allá donde se compran los remedios para casi todas las enfermedades que aquejan a la humanidad, en el callejón del Niño Perdido casi esquina con Eje Central; y más tarde, en la súbita convalecencia de una confusión de palabras, temblor de dedos, espalda arqueada y espuma escurriendo por las comisuras de unos labios blanquísimos sin nombre.

Y aunque parezca más difícil, en la máquina traga monedas y adentro de una burbuja transparente en un verso cuyas líneas sentencian: Estoy aquí, soy tu suerte.

También estaban los buenos presagios.





La vida como un pedazo de cable unido a la tierra


I
No me dirá, una sola palabra
apenas sus labios enmudezcan.

El brazo rígido, la cara pálida
me pierdo en sus pupilas de fuego.

Creerá que fue un sueño
todos sus recuerdos han desaparecido
su cuerpo lánguido gravita en la almohada.

Miro sangre correr por su boca
me ha contado que es caliente y espesa.

Trino de cuervos, su voz apenas reconocible
coros desesperados que los dedos tensados dirigen
alto clamor, percusión de contraltos
progresión melódica, ráfaga hasta el destello
tenacidad grave del arco y la lira.

volar, volar, VOLAR...
sobre un páramo que nunca existió
aciagos campos de luz en el hemisferio, donde sus sueños habitan.

Viaje insólito de mareas arremolinadas
surca sus orillas con el cuerpo plateado
en una danza prominente.

Sus días son altos precipicios de paredes blancas
donde el tiempo transcurre en citas semestrales
y la vida como un pedazo de cable
unido a la tierra que no le pertenece.

En la fulminante experiencia
navega sobre nubes de terciopelo
turquesa es el color sobre los párpados
vuelve de sí sobre pasos vacilantes
y lluvia intermitente en las entrañas
(sombra quieta, en el rellano de la escalera)

¿Quién en su nombre, contará la historia fragmentada?

Antes y después del gran mal
una vez más, la vida se escribe en la confusión de sus ojos.

Yo le ofrezco dulces de anís y amaranto
cuentos insólitos, cine de antaño
cante hondo, romero perfumado
y el brillo de todos mis astros.

II
Mi mano será su ancla
cuando las aguas desborden.

Mi voz será su guía
cuando emprenda el viaje de oscuridad y silencio.

Mi sombra será su sombra
cuando el sol no brille, ni cerca ni lejos.

Mis brazos serán los suyos
cuando las manos graviten.
Mis piernas serán las suyas
cuando huir quiera del espanto.

Mi nombre escuchará
cuando pierda el control
y el switch desate la electricidad en su espalda.

Y cuando la nube azul instale su reino
en días de aparente sosiego
mi cordura será la suya
cuando no entienda
que yo, soy su reflejo.







lunes, 23 de marzo de 2020

MIGUEL ANTONIO CHÁVEZ: Narrativa Actual de Ecuador



MIGUEL ANTONIO CHÁVEZ (Guayaquil, Ecuador, 1979) es un escritor y gestor cultural ecuatoriano. Estudió Comunicación Social con especialización en Redacción Creativa (Universidad Casa Grande) y Relaciones Internacionales y Diplomacia (Universidad de Guayaquil). Trabajó como redactor creativo en las agencias de publicidad de su país natal. Posteriormente, se dedicó a la gestión cultural en el sector público. Sus obras: Círculo vicioso para principiantes (cuentos. Cuenca, Ecuador, 2005). La maniobra de Heimlich (novela. Lima, Perú, 2010; La Habana, Cuba, 2013) La kriptonita del Sinaí y otras piezas breves (teatro. Quito, Ecuador, 2013) Conejo ciego en Surinam (novela. Penguin Random House Grupo Editorial Bogotá, Colombia. 2013).




AVENTURAS DE UN GRUPO DE BECARIOS EN UNA UNIVERSIDAD NORTEAMERICANA

Anelius Borda llegó con las viandas que le hacían falta a su papá, y lo sorprendió leyendo un libro de relatos de Rodrigo Rey Rosa. Anelius le preguntó por él ya que nunca lo había leído.
–Lees pendejadas de vieja, por eso no sabes quién es. Irónico que yo sepa más de narrativa contemporánea que tú. Hay un cuento en este libro, La niña que no tuve, es una bala tierna al alma. Una niña con una enfermedad terminal que a ratos parece más inteligente y madura que su padre para afrontar la situación. Joyita nihilista. Si pudiera escribir haría un ensayo sobre ella.
–Escríbelo y ya.
– ¡Ja! Me habla el nene Reader's Digest. ¿Crees que esto es cosa de soplar y hacer botellas?
Anelius Borda iba a contarle de su invitación a Idaho pero sintió que sería inútil. Lo miró fijo como él le había enseñado a mirar a los perros para intimidarlos. En el barrio en que creció había muchos de ellos, sin dueño la mayoría. Luego de las interminables inyecciones antirrábicas alrededor del ombligo por las que tuvo que padecer el pequeño Anelius, su padre trató de llenarlo de valor enseñándole aquel secreto para que no volviera a ser presa fácil. Lo sentó y se lo contó como si se tratara de una revelación mesiánica.
Crack.
–Mi estómago…
–No estás enfermo, papá. Tú lo sabes.
–Estoy más flaco, ¿no te has dado cuenta?
–Porque no comes, eso es todo… –Anelius se sobresaltó al revisar la pila de libros que tenía junto a su sillón como si fuera agente antinarcóticos o, literariamente hablando, algún bombero piro maniaco de Fahrenheit 451–,… El mal de Montano, La náusea, La amigdalitis de Tarzán: ¿qué es esto: literatura para hipocondríacos? ¡Cómo no te vas a sugestionar!
–Es cierto, no estoy enfermo. Es más difícil de entender de lo que piensas.
–Inténtalo.
–Los cristianos, en su Nuevo Testamento, tienen las epístolas de Pablo; en una de ellas él dice: Vivo, mas no yo, es Cristo quien vive en mí. Bueno, yo puedo decir que alguien realmente vive en mí, a quien puedo sentir y con quien a ratos hasta puedo hablar.
–Dile a tu amigo imaginario entonces que te haga también las compras de la semana.
–Anelius, no me estoy quejando, solo quiero que me dejes tranquilo.
–No te entiendo, entonces para qué me llamas sollozando como moribundo.
De súbito el viejo empezó a retorcerse, se agarró del estómago, como si estuviera sobre el lomo de una serpiente marina. Pero el viejo parecía ducho en las maniobras de ese tipo de exorcismo, hasta que se incorporó y dio un largo respiro. Sudaba.
–Ya pasó… La hiciste enfadar, no le caes bien.
– ¿De quién coño me hablas?
El viejo le habló de su huésped interno, una especie tan antigua que hasta Hipócrates, Aristóteles y Teofrasto hablaron de ella y a quien llamaron platelminto, por su parecido con cintas o listones. Luego Celso y Plinio el Viejo acuñaron la expresión en latín “lumbricus latus”, gusano ancho. Pero tuvieron que pasar siglos hasta que Carlos Linneo incluyera en 1758 en la décima edición de su Systema Naturae a la Taenia solium.
–Cuando se lo conté a ella por primera vez, le dio gusto conocer la historia de sus ancestros. Bueno, digo ella como un convencionalismo mío, porque es hermafrodita... El punto es que le encanta que le lea, de hecho siento que ya no leo para mí sino para ella: con sus ventosas no solo absorbe mis nutrientes sino también mis conocimientos. ¡De ese modo hablamos un mismo idioma y nuestros temas de conversación no se agotan!
Anelius no sabía si compadecer o sentir coraje por esa bizarra relación filial que su padre tenía con una lombriz asquerosa que era capaz de crecer hasta 10 metros de largo, alojarse en los intestinos y que solo podía expulsarse por vía anal, y cuyos huevecillos microscópicos liberados en el ambiente podían ascender a millones. De todos modos, ¿cómo lo podía saber el viejo si él no se había practicado un examen, o al menos eso es lo que Anelius creía? Una situación tan confusa como esta lo obligaría a estar más tiempo con él y posiblemente podría malograr su viaje a Idaho.
– ¿Por qué esa cara? Todos en esta vida hemos sido parásitos de un organismo superior. Tú, por ejemplo, parásito de mis lecturas.
– ¿Por qué me haces esto, papá? Justo ahora, que tengo un viaje muy importante.
–Viaja, hombre, viaja, que eso es lo que te hace falta, dejar las revistas de salas de espera, conocer más el mundo.
Timbre.
– ¿Esperas a alguien?
–Ah, sí. Unos amigos. Nos reunimos a esta hora.
– ¿Amigos? Tú nunca recibes a nadie.
Entraron, en bloque, eran hombres y mujeres de distinta edad. Saludaron al viejo palpándole el estómago y este les devolvió el saludo de la misma manera, pero por los gestos y movimientos de los visitantes, no se asemejaba a un gesto espontáneo de afecto sino más bien al código establecido en una cofradía secreta. Se sentaron, y sin que el viejo se los dijera, miraron brevemente hacia Anelius –que estaba junto a la ventana– con una mezcla de curiosidad y desconfianza, hasta que regresaron a sus asuntos y lo ignoraron por un momento. Hablaban pero no hablaban; de ellos mismos, es decir. Era como si se proyectaran a través de sus vientres y no de sus bocas. Lo único que hacían era servir de intérpretes a una voz de su interior, y lo exteriorizaban en palabras sucintas para que lo supieran los demás, aunque no parecía ser necesario. Decir telepatía quizá era lo apropiado. Decir que eran seres solitarios, también. Y también que las solitarias en pleno tomaron una decisión trascendental para su futuro. Y que Anelius Borda estaba con prisa y su vuelo no esperaría. Y que ahora ellos, ellas o lo que fueren, escuchaban gratis clases magistrales en Idaho, Wisconsin, Gales, Oslo y San Petersburgo para hacer algo en sus largos ratos de ocio.




CHAROL GUALTEROS: Poesía Actual de Colombia


CHAROL GUALTEROS (Bogotá, Colombia, 1995). Es licenciada en Psicología y Pedagogía de la Universidad Pedagógica Nacional e integrante del Grupo Representativo Institucional del Taller de Poesía Ulrika UPN-RELATA. Ha publicado en revistas y suplementos culturales universitarios. Su primer poemario se titula Todo se está quemando bajo la lluvia (El Taller Blanco Ediciones, Bogotá, 2020).

Cuatro poemas de Todo se está quemando bajo la lluvia



SÍMIL DEL HOMBRE

Despedirnos y sentir el peso de la existencia
como mi cara después de ser sumergida en la alberca.

Los hombres son muy parecidos
hacen el amor similar

tienden la cama regalan flores y gorjeos
a veces siento que me objetivan.

¿O seré yo quien ha puesto el precio?
En mi versión decir todos es injusto
He conocido uno finamente delgado
su rostro sabe a frío después del calor
hace el amor como un demonio vengándose de
cada odio en la miserable ciudad en que
hospedamos nuestros sueños;
eyacula, eyacula y eyacula es roto como yo
huye como yo.



EPITAFIO

Si el muerto pudiese hablar
Mencionaría el susurro inevitable de los vivos
Abrazaría tres o cuatro aromas
Respondería la última carta
Tendería la ropa.



RELATOS DE CLASE

Mi mamá
me dice que soy un hijueputa.
Mi papá
le da contra la pared hasta sacarle sangre
Dios me quita los ángeles si me porto mal
Cuando sea grande voy a estar afuera
en el dibujo puedes ver que estaré feliz

Me dijiste que pasarías el descanso conmigo
y mentiste



MONTAÑA RUSA

El lugar atestado de risas
Luces de la ciudad reunidas esta noche Flash
caras horribles son bellas en sus pantallas
La gente sube y baja de atracciones
No había más que vacío absoluto a metros del cielo
Y la empanada frente a mí lloraba por el silencio
La miré con compasión
La pobre no quería pasar de la garganta
Le dije por consuelo

Él no está callado
Todo hace mucho ruido.