martes, 20 de junio de 2017

ASHLE OZULJEVIC SUBAIQUE: Poesía Chilena Actual



Ashle Ozuljevic Subaique (Santiago de Chile, 1986) Licenciada en Lengua y Literatura hispánica. Universidad de Chile Magíster en Estudios latinoamericanos. Universidad de La Serena Instructora de Yoga integral. Federación Argentina de Yoga.

 Selección de la autora


Hay distintos tipos de gritos


Ligado en lo estrecho
-a través de mis deditos toscos-
a la imposibilidad de tener
un orgasmo silencioso
a la negación síquico-fisiológica
[patológica
de mantener ese secreto tibio
[o cualquier otro
la misteriosa humedad sagrada
[o cualquier otra
dentro de la piel

Allí,
el grito,
la dificultad de permanecer estable,
correcta,
la imperiosa necesidad de ampliar ese vacío ansioso
con los ecos de una voz sorda y asqueada,
el reflujo constante que no se agota
de responderle a los mil rostros distintos
con que la muerte me ha perseguido;
un bichito de luz frágil
es
y su dura lucha contra la caída última 

Desfallecer
tal vez
en los labios otros,
en los ojos otros,
alcanzada por un rayo
en cualquier calle de cualquier ciudad,
darle hambre
tal vez
al monstruo que subyace en cada mañana
o calmarme la sed
con una gotera de arena;
desfallecer
alcanzada por un sueño
donde pueda hacer del exilio mi bandera,
perseguir siempre lo equivocado,
morir en brazos del enemigo,
moverme sin cuidado a través del tráfico convulso
las suficientes veces
que permitan volverme en ello especialista,
confirmar que todos mis engendros
tienen rostros familiares,
confirmar que persigo que muero que me muevo siempre
en el sitio inadecuado,
aventurarme
y fracasar,
huir como sea
del sinsentido de una vida
silenciosa
y demasiado tranquila.






Matta oriente

La revolución se hace, no se dice.
                        W.H

Propagar la revolución
cualquiera que ésta sea
difundirla como ley
alimentarla
vociferarla como un rezo apocalíptico
defender la revolución
peinarle el cabello y
acariciarle las mejillas
besar la comisura de la revolución
ponerle flores al cenicero y
hacer arder las chaquetas aterciopeladas
cocinar días enteros
amasando la revolución
soñar sin dormir
dejar de tomar aspirinas
renunciar a las escobas y a las casas sucias
impedir que la pena te trepe por los zapatos
abandonar la misericordia
dejarla tirada con sus piernas cortas
en una calle cualquiera

Defender la revolución de los consumistas
de los medievales de los templarios de los románticos de los joviales de los utópicos de los suicidas de los temerosos de los realistas
defender la maldita revolución
plantando tomillo, yerbabuena y matico
bañándose en leche de higo
y comiéndose las granadas de los campos eriazos
expandir la piel del cráneo
-de ser necesario-
para libertar el pensamiento
agujerearse el pecho
para emancipar las emociones
hacer de cada suspiro un canto revolucionario
hacer de cada beso un ataque neurasténico contra el bien común
ser revolucionario
histérico
ser mentiroso
y brutalmente honesto
ser triste
ser caramelo ser pan ser perro
coger
escribir
leer
hacer la revolución
defenderla
esparcirla como semillas
propagarla con una vela en la mano durante toda la noche
por las calles de esta ciudad muerta
ser contrarrevolucionario,
de ser necesario,
pero propagar la revolución.





Maculada


I

Cuando el sol me enceguece
dudo de la realidad que me rodea
y de las teorías de las manifestaciones de un dios omnipotente
que en mis pecas colapsaría
como un aerolito extraviado.


II

Me leyó las pecas como si fueran las líneas de mi mano
le di monedas,
todas las que tenía:
necesitaba que me dijera
que iba a ser feliz.


III

Nunca se cansa el sol de martillar mi rostro:
cada peca es un clavito diminuto que no duele
cada peca es un clavito que me salva de encancerarme
cada peca es un espejo para insectos.
Cuando duermo ellos vienen a mirarse
sin quedar nunca felices
del reflejo que reciben

los mato uno a uno
con las yemas de los dedos
pues nunca han sido capaces de contestar
cuándo y quién me unirá las pecas
con una línea brillante que no duela.




Te digo


Te digo: he vuelto a no desear
nada material,
te digo: he regresado al no-consumo
de objetos manufacturados
sólo mantengo esta necesidad latente
de piel y sudor
de fluidos que emergen
más allá de mis confines
te digo: acércate prudente
todos somos frágiles
y todos feroces
te digo: el sol martilla mi rostro
cada peca es un clavito diminuto que no duele,
tal vez,
te digo: no te aproximes
mi puente de palitos delgados
pende de imperceptibles tuercas
el secreto es rodarlas yo sola
embarrarme las rodillas
y lamerme las heridas
te digo: he vuelto al desapego
nada más tengo apetito
de lo que no se puede comer.




Cuando las palabras no quitan la sed: Reseña del libro Tres de
Ashle Ozuljevic Subaique


Por Daniel Agustín Moreyra
Profesorado en Letras
Universidad Nacional de San Martín
Buenos Aires. Argentina.


“…Alguien tiene que llorar por los que no lloran,
alguien tiene que poner el pecho,
alguien tiene que amar por los que no aman…”

Hay distintos tipos de gritos, reza el título de uno de los poemas de Tres, el nuevo libro de la escritora chilena Ashle Ozuljevic Subaique. Pero, ¿Cuál es realmente el grito de la protagonista? Tres es un recorrido totalmente singular de un proceso de palabras que en principio parecen ser tranquilas, pero encubren tormentas.
Cada uno de estos poemas actúan como un sapo sumergido: cuando te das cuenta, estás atrapado en esa melancolía, en ese recuerdo fallido, en un presente donde la protagonista se debate entre amar o dejarse devorar por la indiferencia. Todavía conserva, su autora, la constancia de referirse a sus pecas, marcas que, aunque no de nacimiento, viene prefigurándola en la realidad y en la ficción hace ya varios años. Cabe preguntarse si no son las cicatrices de algo más, las heridas de guerra de los amores consumados u olvidados.
Poemas como Blanco, negro y verde, son ejemplos de que las palabras crean mundos, y suscitan en el lector una gran empatía por el yo poético. No hay forma de no enamorarse de ella, de la chica que desea confiar en el mundo, en su revolución, en su amor.
El libro se divide en tres partes, partes que forman el sentido general del poemario. Juntas son la confesión de distintas situaciones donde los recuerdos de la niñez y de la adultez confluyen en penas irresolutas y en incógnitas sin responder. En la segunda parte, el primer poema, que funciona más bien como un epígrafe, sintetiza el sentimiento del libro:
Léeme
léeme
léeme
involúcrate
del todo
esto que no lleva tu nombre
es para ti.

No queda más remedio que involucrarse, que devorárselo en una sola noche o en una mañana de frío. Siempre la protagonista está en ese lugar recóndito, ese lugar inaccesible llamado palabra, y que no puede domar.
Un libro, en fin, para luchar en el desencanto general al que nos vemos sometidos en los tiempos modernos, un libro para enamorarse después de la tempestad cotidiana de los años. Un nuevo libro que nos permite seguir disfrutando nueva poesía de esta escritora chilena que supo venir a la Argentina y hacer seguidores de este lado. Un libro para no quitarse la sed de volver a intentar con confidencias como ésta:
Confieso que
no estoy demasiado joven
ni demasiado vieja
para dejar de creer en el amor…







lunes, 5 de junio de 2017

ELÍAS CAPRILES: Poesía Actual de Venezuela





Elías Capriles (Caracas, Venezuela 1948) Profesor jubilado de la Universidad de Los Andes. Escritor y filósofo. Su obra  abarca desde la filosofía, la psicología transpersonal, hasta  la ecología, la sociología, la estética y la poesía. Sus escritos han sido publicados en: Venezuela, EE.UU., Rusia, Francia, India, España, El Salvador, Italia y Nepal. Es miembro de la Directiva de la International Transpersonal Association (ITA) en representación de Suramérica. En su labor como difusor del budismo sobresale especialmente su libro Budismo y Dzogchen (Capriles, 2000) y otras enciclopedias en línea como fuente en temas vinculados al budismo y el Dzogchen.
Estos poemas pertenecen a su libro Campos Crematorios: Poemas escritos en retiros en los Himalayas de fines de los setenta y comienzo de los ochenta.


Selección por Gladys Mendía





METAPOEMA

Tratando de eludir la futilidad,
transitoriedad e insignificancia
del propio ilusorio ego
uno escribe un poema.

Al intuir el vacío, el impulso del error es escapar,
tratando de llenarlo con la ilusión de solidez,
y de escapar de lo inmutable persiguiendo objetos cambiantes.
Hoy, la forma de escapar fue escribir un poema.

Que locura querer escapar
del Vacío que es Supremo Gozo
y a través de ello dar lugar
a las penas del error del ego.

Tratando de dejar su marca:
“Yo escribí esto...
un poema
que me sobrevivirá.”

En vez de tratar de hacer
que el ego parezca real,
durable y substancial,
debemos penetrar su vacío
y regresar al Total Gozo.

No puedo contenerme, tengo que escribir
y por tanto aquí va
de modo que puedan leer cómo y por qué
el ego quiere que otros lean
“lo que él escribe”.

“Yo experimenté esto”,
y quiero que este “esto”
y este “yo”
sean inmortales;
así, por favor lee mi poema al respecto.

¿Qué se gana con esto?
el sufrimiento que surge de tomar
seres, objetos y experiencias
como absolutamente reales e importantes.

Trata de eludir el vacío
llenándolo con la ilusión de un poema
y entrando en la esfera de la hipostatización y el apego
quémate en el hornillo del error.

Una mancha de vino bajo un vaso roto...
hojas caídas que vuelan con el viento...
pájaros que pasan en formación ante el sol poniente...
deja que mi corazón se consuma y quede en paz.







CAMPO CREMATORIO

En el campo crematorio de mi corazón
arde lentamente el cuerpo del deseo.

No hay amante ni hay amigo,
ni satisfacción futura que me tiente.

Mis esperanzas
por un mañana de placer
un mañana de grandeza
o inclusive de satisfacer
un deseo del Dharma
arden lentamente
en el campo crematorio de mi corazón.

Que se quemen,
cuerpos de esperanzas
cuerpos de apego,
cuerpos de deseo
cuyo nacimiento engendra muerte
y más nacimientos y muertes.

Que se reduzcan a cenizas
en su campo crematorio natural,
y sus cenizas sean barridas
por el gran viento...
y lo que quede sea lavado
por las aguas del Río de nuestras vidas.

La Gran Muerte
no deja sombras
ni huellas
en el prístino estanque.






EL CAMPO CREMATORIO DE ŚITAVANA


Escapando del campo crematorio natural
en el que las ilusiones se consumen...

Buscando placeres,
yendo aquí y allá,
aferrándonos a pompas de jabón,
no queriendo ver
la transitoriedad y la muerte...
escapando del dolor
y así dando lugar
al sufrimiento inútil
de las vías del error
…pasan nuestras vidas.

La tradición aconseja vivir en cementerios,
campos crematorios, soledades desérticas,
moradas naturales en picos y montañas,
selvas salvajes y bosques
y otros lugares propicios.
Sin embargo, si no estamos listos
crecerán el orgullo y la arrogancia
—aunque, por supuesto, quienes estén listos
se beneficiarán enormemente.

Lo esencial es descubrir el campo crematorio de Śitavana
en el propio corazón.

No utilicemos los campos crematorios exteriores
para evadir el verdadero, secreto, y auto-ardiente
que nadie puede ver.

Por lo tanto, no utilices los campos crematorios exteriores
para evadir el que arde por sí solo.
Deja que tu actividad secreta
reduzca a cenizas tu corazón
no la uses para inflar
un corazón deshonesto.
Si tu corazón se ha consumido
en la sociedad humana estarás en Śitavana;
si tu corazón sigue afirmándose,
la vida en campos crematorios será fuente de orgullo.

Impávido mientras las últimas brasas y cenizas
son barridas por la brisa,
nos liberamos de los díscolos impulsos
que oprimen nuestros pechos.
Habiendo ganado la confianza suficiente
es hora de mezclarse en multitudes
y poner en práctica la conducta
que destruye el aferramiento a un estilo.
Sin embargo, ten cuidado
de no aferrarte
a la auto-imagen de Señor Heruka.

Lo esencial
es que tu corazón
se haga cenizas.

Un corazón inflado
al ser tocado o punzado
puede reventar.
Un corazón hecho cenizas
nada puede tocar.

No-corazón es verdadera Libertad.







SUFRIMIENTO

Nos ponemos una armadura,
nos ponemos una concha,
para evadir la conciencia
del sufrimiento de otros
y evitar ponernos en su lugar.

Un corazón abierto,
un corazón vacío,
no se protege contra las penas de otros.
Abertura al sufrimiento
es superación total del miedo.
Estar libre de congoja
es haber superado
la protección del ego,
las vallas, la tensión y el miedo.
El corazón abierto y vacío
irradia sin cesar
cálidas ondas de compasión y amor.

Este corazón no puede ser desarrollado.
El corazón que es no-corazón
es la Naturaleza no-nacida.
Si se te revela,
no permitas que se nuble
ni tan siquiera por un instante
hasta que todo se haya vaciado
de la ilusión de sustancialidad.

Sin las barreras de la auto-protección
los sufrimientos atraviesan el corazón
sin tocar a nadie en él —
el viento mismo
atraviesa nuestro pecho.

La calidez que irradia del pecho
no conoce los límites de “un cuerpo”.






DICHOS DE LEÑA

Cuando encuentras leña húmeda, la dejas secar cerca del fuego
y la acercas a su centro a medida que se seca.
Pero si encuentras un trozo de leña que ya está bien seco
puedes introducirlo directamente en las llamas.

Una vez que leña seca comienza a arder en medio de leña seca,
todo lo que esté cerca será consumido.

Cuando las circunstancias no están dadas, no importa cuánto
soples,
el fuego no arderá.
Cuando las condiciones están dadas, aún si te olvidas del fuego
éste crecerá por sí mismo y alcanzará grandes proporciones.

Jadral Sengye Dorje  dijo:
«Si haces un pequeño fuego, cuando sopla el viento se apaga.
Si haces un gran fuego, cuando el viento sopla crece y
se expande.»

Es un asunto de qué clase de leña tienes,
y de condiciones que no pueden planearse intencionalmente.







UN CORAZÓN HAMBRIENTO

Un corazón hambriento
que ansía devorar el universo
tratando de morder algo sólido
en mórbida búsqueda de satisfacción.

De pensamiento a pensamiento,
de “placer” a “placer”,
de objeto a objeto,
el corazón hambriento
se siente más vacío y famélico.
Cuando aferra algo, intuye el vacío
y necesita un nuevo objeto,
una nueva búsqueda que le permita eludir
el vacío del presente
concentrándose en un suntuoso futuro
que jamás llegará.

Si el meditador es laxo,
el corazón hambriento lo hará
devorar un pensamiento tras otro,
siempre ávido de atrapar el siguiente.

Al morder, se pierde el gusto,
puesto que el placer está en perseguir.
¿Placer? Quien cierra sus ojos lo puede pensar,
pero quien observa su corazón
sabe que es un infierno en vida.

El Presente Intemporal y Vacío es
Supremo, Total Gozo,
pero el corazón hambriento lo elude
y así origina el círculo de sufrimiento.

Deja que tu corazón hambriento pruebe el vacío de sus objetos,
y aprenda el dolor de perseguir.

Deja que se agote
en el Espacio de la Dharmatā,
que es el Vacío Inoriginado
en el que es evidente
que no hay nada que se pueda aferrar
y en el que el ansia, tarde o temprano,
se ha de relajar
—en Supremo, Total Gozo—.






POESÍA DE KATHMANDÚ

En la poesía en lengua inglesa de Katmandú
hay muchas palabras caprichosas
e ideas excéntricas
pero muy poco sentido.
Yo apuesto al sentido
aunque arruine la poesía.
En mi opinión
lo que abunda en la poesía de Katmandú
es el opio y el ego.

La poesía debe inspirar,
la poesía debe ayudar a aliviar
el ubicuo sufrimiento
del saṃsāra.

La respuesta al sufrimiento no es el opio:
mientras más ascienden
más abajo caen
y no hay liberación
de la rueda.
Tomando la vía del cielo
se hunden en el infierno.

La poesía debe ayudarte a ver
el círculo
y la forma de salir de él:
por el corazón de la Tempestad,
por el cielo y el infierno,
Viendo a través del ego,
pisoteando el ego-centrismo,
violando la Gran Vía,
y encontrando la liberación
en el Reino Inconcebible
que trasciende el nacimiento y la muerte.

La poesía debe apartar al adicto
de la jeringuilla.

¿Quién muere de una sobredosis de heroína?
¿Quién se Ilumina
al enfrentar la Naturaleza
del nacimiento y la muerte?
¿Dónde están
esos supuestamente diferentes
seres o egos?

En el reino de un-solo-sabor
no hay diferencias.
Allí no hay lugar
para el orgullo.
Puedan los cuidados de mi corazón
reducirse a cenizas
en su campo crematorio natural.

El orgullo
es el camino a la muerte.
¿Es que no se ha aprendido la lección de la crisis ecológica?
¿Es que no se ha aprendido la lección de la guerra atómica?
¿Es que no se ha aprendido la lección
del opiáceo?

Vendedores de opiáceos,
vendedores de esclavitud,
vendedores de infierno,
vendedores de muerte.

Que un buen corazón
hable por medio de la poesía de Katmandú
enseñando el Sendero para trascender
el corazón.

¿Poesía por su propia causa?
Para mí la poesía tiene sentido
sólo si enseña la Gran Vía.

¿Poesía para inflar el propio ego?
¿Poesía para la frustración y la muerte?

Poesía que enseña la Gran Vía,
poesía que apunta más allá del que apunta,
a la Naturaleza que no está “más allá”
sino que constituye la verdadera identidad
del que apunta
y de aquello a lo que apunta.
Aunque las palabras no pueden decirlo
seguimos pronunciándolas.
Hay un sendero que lleva más allá del sufrimiento:
¡sal y ven a Verlo!

No hay dedo y no hay luna.
El apuntar confunde
creando diferencias donde no hay ninguna.

¡Poetas de Katmandú, despierten!
¡Boten sus agujas!
Enfrenten el monstruo del que querían escapar
y se disolverá en el Gran Gozo:
el mar de sufrimiento
se revelará como el Prístino Océano de Liberación.

¡Poetas sin musa, despierten
a la canción secreta de la ḍākinī!

¡Conozcan a la ḍākinī,
conozcan el total y ubicuo gozo
de lo No-nacido!







LA RUEDA

Cuando me siento feliz
porque completé un trabajo indeseado,
porque obtuve un objeto de deseo,
o porque entré en contacto con una “fuente de placer”
—o cuando sigo cadenas de pensamientos—
¡hazme despertar!
¡hazme obtener de inmediato la certeza intuitiva
de que el ascenso lleva al descenso,
de que el adherirnos a lo que consideramos “placentero”
creará las condiciones para que nos adhiramos a lo “doloroso”
cuando lo encontremos —lo cual sucederá tarde o temprano—.

Así, Corazón de Púas, en esas ocasiones
deja que la serpiente se desanude
una y otra vez hasta que se vacíe la casa.
O, al menos, hazme sentir el dolor
de caer en el reino del error
de modo que la upadeśa venga a mi mente
—o, mejor aún, que el error se libere por sí solo—.

La rueda gira,
y si logramos estar mucho en el tope
tendremos que estar mucho en el fondo;
si llegamos al pico mismo del placer
tendremos que vivir el abismo mismo del dolor
—a menos que trascendamos la aceptación y el rechazo
despertando a lo que nunca nació—.







LA CONSORTE

A mí me corresponde ser auténtico
y sincero conmigo mismo
sin que me importe lo que tú y otros
piensen acerca de mí.
A mí me corresponde no proyectar una imagen perfecta
para sentir que es mi “yo”
y sentirme orgulloso y auto-satisfecho.
A mí me corresponde no explicarme
ni defender motivaciones e intenciones
sino mirar a la cara las reacciones
que las interpretaciones de otros producen en mí.

A ti te corresponde no acatar reglas u órdenes
y poner en práctica lo que beneficie a los seres.
A ti te corresponde estimular mis pasiones y errores
pero no para saber hasta qué grado me importas.
A ti te corresponde no juzgarme
y sin embargo hablarme
como si lo hicieras.

A cada uno corresponde, al juzgar al otro,
volver la mirada hacia adentro
liberando el error del juicio
y la perversión de la proyección.
¿Cuándo dejaremos de proyectar, juzgar y odiar
los trozos de nosotros que no podemos aceptar?
A cada uno corresponde, cuando surgen pasiones
mirarlas a la cara
para que se desanuden cual serpientes.
A cada uno corresponde quitarse las ropas y unirse al maṇḍala
más allá de conceptos de unión o separación.
Dorje y padma, liṅgaṃ y bhaga
son de la Naturaleza que trasciende a ambos.

Descansando en esta Naturaleza, no debemos creer
que su Revelación depende de objetos
ni objetivar
el cuerpo del Otro,
el gozo, los dones o el samādhi.

Cuando surjan objetivaciones
dejamos que se liberen cual serpientes.

Tu danza
es Troma pisoteando los cuerpos del ego
tu danza
revela la no-obstrucción de la manifestación
tu danza
es la puerta al no-ego
tu danza
es sólo el espejo
de la Danza Cósmica libre de ego,

ejecutor, director, controlador o mente.