miércoles, 13 de enero de 2010

DIEGO LAZARTE: Poesía Actual de Perú


























DIEGO LAZARTE (Lima, Perú 1984). Promotor Cultural de la asociación educativa Saco Oliveros. Ha coordinado el homenaje a la poeta Nelly Fonseca Recavarren, dirigido y producido su documental, así como de seleccionar los textos para su antología y estudio (CC. España, 2009).Actualmente dirige el programa de animación a la lectura La Biblioteca Itinerante (www.lafiestadelapoesia.blogspot.com). El 2008 publicó su tercer poemario “Diario de Navegación (Lustra Editores- CC. España). Poemas suyos aparecen en múltiples revistas nacionales hispanoamericanas.


Selección por Gladys Mendía



MAR ÍNTIMO

Te asomas débilmente
al filo de las palabras.

Estás en el vértigo de mis ojos,
mientras las salamandras
nacen del fuego de mis sentidos.

Entre tantísima tinta
Asoma tu médula furiosamente.

Pienso en ese mar íntimo y cutáneo
a la altura de tu pecho
al nivel mismo del mar.

Mecerán sus olas mis recuerdos.
Lo guardarse mi memoria de las desecaciones,
De la nostalgia y sus olorosos trabajos.

En sus orillas,
En tus riveras de aguas pesadas y antiguas
abrevan largamente los gatos
y habita la flor de lis.

Al pensar en tus brazos
pienso en iguanas que trepan por mis hombros.
Al detener mis pensamientos
siento el desequilibrio de los carruseles.




IMANES

La poesía es interminable cuando se comienza.
Sólo el amor sabe cuando termina.
Henry Miranda

Por las noches,
cuando los ritos de los jóvenes
son más puros.
Recuerdo nuestros días
cuando creíamos celosamente
en los poderes de la palabra y los imanes
y sabíamos por los sonámbulos que densos y azules vapores
nos investían.

En aquellos días teníamos trabajos sencillos,
mujeres bellas y supersticiosas,
vivíamos del deslumbramiento.
La ausencia nos aferraba a la palabra
y sabía cuando congregarnos.

Fueron los astros quienes nos supieron nutrir de sabiduría
mientras la música himplaba los sentidos
y desataba en las hembras naturales sacerdocios.

En aquellos días aprendíamos de los poetas,
de esos lujosos magnetizadores,
diestros pases de palabra.
Y medíamos nuestras fuerzas
en la hierba fresca y húmeda de la noche
cuando se sabía apoderar de nosotros
una lejana y augusta tristeza,
similar al gimoteo de las hembras y las bestias
en la sucesión de los eclipses,
y que nos lanzaría por la noche enfebrecida
y en contra nuestra.

Ahora que hemos descreído del poder de la palabra
habrán perdido sus poderes los imanes,
los elixires tornados agua.
Sufriremos la persecución del mar en sueños.

Ahora que la memoria nos persigue
y en la molienda nos trae relámpagos de miedo
y los inconfundibles sabores de la muerte,
no hay nadie que nos despoje del silencio,
de sus amargas penitencias.
Me sé desterrado por el amor
y sus ritos.
Ahora que ha caído el poder de la palabra
sólo los sonámbulos darán voces para nuestro encuentro.





20 de octubre. Cuarto menguante.

Mediante el frotamiento con piedras blandas, posiblemente calamitas, me internaba en la noche, entre densos escenarios que abonados por el sueño crecían irregulares y desmedidamente; que crecían en malsanas sucesiones de pasajes de materia vegetal, de rejas lanudas de óxido, de chalés perdidos y gobernados por la nostalgia y la buganvilia; de parques públicos y sus bancos de silencio y silicio, de efigies desorbitadas y confinadas a grutas para darles nombre.
Me detenía, además, ante arbustos de brácteas verdes de espanto. Colgaban de aquellos, flores amarillentas y celosas, que sobresalían por sus pistilos grotescos y descomunales.





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