jueves, 17 de febrero de 2011

JACK FARFÁN CEDRÓN: Poesía Actual de Perú

JACK FARFÁN CEDRÓN (Perú, 1973) Ha publicado Pasajero irreal y Vironte, en 2005; en 2006, Cartas y la serie de plaquettes Al Castor; en 2007, Ángel, Las ramas de la noche y El leve resquicio del amor; en 2009 Ángeluz, La Hendidura del Vacío y Series absurdas; y en 2010, Gravitación del amor y Aves pestañas vaticinando el horror de las lágrimas. Modera los blogs ‘El Águila de Zaratustra’ & ‘Exquioc’, al tiempo de editar la revista on-line Kcreatinn, en la que prepara un especial a José Saramago. Ha publicado en El Hablador (Perú), Letralia (Venezuela), Azularte (Canadá); La Comuna de los desheredados (España), Revista de Letras (Argentina), Destiempos (México) y Letras hispanas. En 2008 el Indecopi le otorgó “El reconocimiento por su contribución al respeto y promoción de la propiedad intelectual en el Perú”.

Selección por Gladys Mendía


Agonía de los vivos

Podrían dejar una estela de cangrejo,
varada en la playa de las acciones,
tras partir, los vivos,
dejando su memoria de muertos
en la marea sin faros.

Nada dejar. Vivos.

El inicio de una melodía,
que, grávida desliza,
hacia los días del porvenir
deja ardor que luego de años regresa
en el doméstico poeta.

Podría ser que sólo precisen agua,
gargantas resecas,
en sus casas empolvadas de niños de treinta,
esos seres que al parecer han viajado
y envejecen escribiendo
encerrados en sus casas.

¿Alguien puede certificar su presencia de vivos?
Si piensan que al mirarse en el espejo
no urde un leve miedo de no verse
un solo instante, siquiera,
están equivocados,
tanto este empolvado y poeta de casa como ustedes
dejarán la estela cancerada en la playa del olvido.

Podría ser que necesite beber en la insulsa agonía,
desempolvar un poco, empacar unos trapos,
acomodar unos tomos ya primeros,
pero en suma no sé ni quiero creer
que necesito de ánimas que salen y se rozan
con el poderoso y maquinal hollín de las ciudades,
sonido industrial en las aceras, ajustada la corbata,
cosidos los labios a desvariar planillas anegadas
por espejuelos de oficina.

La negra noche ha varado las estelas
en zig
zag.