martes, 3 de julio de 2012

Sobre Vodka. Por: Miladis Hernández Acosta


VODKA O NECESIDAD DE HACER LA Poesía

en el bar de los solos

las mesas son grandes

y las sillas se multiplican.

FERNANDO FOGLINO

Quizás –ésta-  no sea una poesía  de ideas en un sentido filosófico, si no una poesía de una sobrecargada intensidad emocional, radicalmente bucólica, fruitiva, un tanto hedonista, de muchas fluctuaciones en el ritmo, y sobre todo de una apreciable aptitud  iconoclasta.

A pesar de lo dicho, VODKA de Fernando Foglino, (Montevideo, Uruguay, 1976) trastoca innumerables temas, mostrando una especie de álbum atemporal, de cronograma existencial radicalmente  diferente para yuxtaponer un realismo bien –recrudecido-.

Este autor, aparentemente  nos proyecta una escritura automática, un desasosiego al por mayor,  y una avidez por las cosas tremebundas. Ergo esto no quiere decir que Fernando se desentiende, o que en su búsqueda formal no haya pretensión de acercarse, o de aproximarse a  la base consustancial de la poesía. Todo lo contrario. Fernando desde su esquivez y naufragio existencial se nos acerca con una minuciosidad increíble para relatarnos un sin números de situaciones.

En sus textos encontraremos una intensa propensión por reinterpretar los hechos en su diversas magnitudes, claro está; reinterpreta pero sin jerarquizar situaciones concretas porque su afán, o su proyección  inmediata es revelarnos el aquí, y el ahora, el presente continuo, sin esperanzas, sin esperar nada en el mañana, porque para este autor, el mañana puede ser peor que el ahora.

Fernando se ha desnaturalizado por el dolor que encierra la pérdida del amor, y en última instancia la pérdida de la confianza.

 /un edificio cayó encima de mi cuerpo/más no me mató/camino entre escombros/ cabeza baja/ voy escrutando lo que quedó/ después del derrumbe/

En este poemario se cuenta una historia muy personal y hay un modo escritural que resitúa las cosas en una planicie dialectal. Fernando es un narrador que se empeña en trabar en lo eminentemente circunstancial.

Con un registro coloquial relata varios escenarios focalizados en la memoria. Presencial izado en el Caos  recurrente.  En efecto no exalta algún acontecimiento en específico, más bien relata las cosas sin ningún asombro porque todo le resulta perfectamente conocido, saboreado, paladeado, porque en él gravita una soledad que no hace concesiones.

La existencia por la existencia, al mismo tiempo una renovación en el vivir. El comamos y bebamos que mañana moriremos de San Pablo, aquí se reinterpreta de otro modo.

 en el bar de los solos/ya lo saben/y callan/callan/callan/callan/y de tanto callar/arman una frase que dice/silencio/coma/silencio.

Observo en estos poemas un desasimiento y una acentuada ruptura formal, idoestético, donde  no hay paradigmas ni alegorizaciones o condicionantes severas.

Todo es soliloquio, dejadez, vacuidad, genuflexiones, extraversión. Su autor se asume como antipoeta, y expresa  una realidad frontal. No le interesa asumir un lenguaje elevado para reorganizar los planos. Su intención es replegarse en lo inmanente, en lo elemental.

Se siente a gusto con ese principio suyo de amoldarse a lo circundante. Salirse de los límites, dejar que las cosas ocurran. No busca los efectos, ni siquiera investiga los causales.  Simple y llanamente  se ahoga en un desasimiento sin igual para perseguir las sorpresas.

y las bebidas invaden los manteles/ hacen de platos/ ocupan los sitios que no ocupó el tenedor del otro/el vaso/ el cuchillo/….

Se trata de una expresión muy desprejuiciada. Fernando no es un categórico, es una criatura honesta que muestra sus ideas sin muchos amasijos. Habla de sí, pero sin enaltecer su yo. Hace de sí mismo un retrato sincero, se proyecta como un simple mortal, alguien que trafica –solo- con su pertinente dolor -sin imaginerías posibles-. Alguien que se resiente.  En su escritura hay embates. Rupturas. Soledad, y trasiegos.  Así versa:

  duele el pan/duele la garganta/comer duele/golpea la copa con la mesa/un brindis por la soledad/



Miladis Hernández Acosta.

Princesa de la poesía cubana.

Guantánamo, Cuba.

12 de junio de 2012. Noche de Géminis.

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