lunes, 7 de octubre de 2013

DIANA ZAVALA. Narrativa Actual de Ecuador



DIANA ZAVALA (Jipijapa – Ecuador, 1983). Es autora de  los libros de relatos Carne Tierna y otros platos, Breve(r)dades , coautora de Soledumbre y Minicuentos de Autores Ecuatorianos. Es consultora en comunicación, cronista freelancer, integra el colectivo literario ClanDestino.





Bruma

Me espera en la esquina de cualquier dirección para que lo vea reír. Su boca deforme y su carcajada silente me alteran, los labios tienen el color de la sangre coagulada y cuando se estiran la saliva se escurre por la barbilla y forma en el piso una laguna que nos refleja. Le he rogado que no lo haga y me responde agitando de izquierda a derecha su cabeza acuosa y gigante. Intento agarrarlo para obligarlo a parar, pero la bruma lo esconde y lo muestra en un juego tortuoso. Él sabe que estoy mal y lo disfruta balanceándose en los trapecios helados de mi conciencia.


Alacranes
Todos los días se amputan piernas, brazos, se sacan ojos. Cada vez hay más hombres-muletas- hombres-sillas- hombres-prótesis. Son los new androides y no olvidan ni al miembro ausente ni a los médicos y sus sierras. Por la ciudad se escucharán sus pasos muertos y cuando el victimario de bata blanca se hinque y busque la mirada redentora solo encontrará vidrio, y cuando se apoye en el<< te salvé la vida>> haremos que calce nuestros zapatos. Aún caminan por mí los alacranes del desvelo.



Coitus Camerino

Mi primera vez huele a mierda de cucaracha,  a humedad de sótano.  Llovía aquella mañana,  lo único que a Yumber le quedaba en el bolsillo era la llave de uno de los  camerinos del teatro. Habituado a la negrura bajaba seguro manoseándome las nalgas,  yo a tientas.   Sin dificultad le halló el hueco al candado, pulsó el interruptor, casi convencido de que la bombilla estaba quemada, la luz alborotó a los murciélagos. En las paredes se amaban salamanquesas cantoras, polillas  devoraban el armario, había polvo en las máscaras y en los  transpirados atuendos de personajes. 
-¿Hace cuánto que no limpian?, pregunté asqueada.
-Hace un año, desde la función de despedida.
No pregunté más,  hablar del fracaso de la compañía era recordarle que era un fracasado, recordar que ese sería mi marido.  Tendió una capa roja en el piso y me desvistió con promesas de que ya no dolería.  Dos semanas antes me había roto en una casa de campo abandonada, ese día entró a-penas la punta.  Al ver la sangre me desquicié, hice mía la cantaleta materna sobre la honra.  Yumber calmó mis nervios jurando que se casaría conmigo.  Eso sí, aclaró que era preciso consumar para saber si éramos compatibles.

Un espejo roto reflejó el subibaja de mi primera cópula. No era lo que había deseado, me repugnaban las cucarachas cascarudas, la rata gris, la lujuria de los saurios.
-          Somos compatibles, ¿verdad que sí?
-          Nena, para llegar al altar falta explorar otra ruta. ¿Me hago entender?
Lloré a grandes muecas silentes, para no verlas apagó la luz.  Frustrados murciélagos sobrevolaron la escena sin sangre.





No hay comentarios: