miércoles, 2 de julio de 2014

FELIPE MONCADA MIJIC. Poesía Actual de Chile



FELIPE MONCADA MIJIC (Chiloé, Chile 1973). Fundador y director de la revista de creación literaria La Piedra de la Locura. Ha publicado los libros de poesía; Irreal (2003) ediciones El Brazo de Cervantes, Santiago. Carta de Navegación (2006) imprenta Almendral, San Felipe. Río Babel (2007) ediciones Casa de Barro, San Felipe. Músico de la Corte (2008) ediciones Fuga, Valparaíso. Salones (2009) Manual Ediciones, Rancagua. Ha sido publicado en; Antología Concurso Nacional 70 años de las Juventudes Comunistas (2002), Antología Poesía Nueva de San Felipe de Aconcagua (2003), Antología 30 Poetas Jóvenes (2003) ediciones U. de Playa Ancha, El Mapa no es el Territorio-Antología de la Joven Poesía de Valparaíso (2007) ediciones Fuga, Valparaíso, Brevísima Antología Arbitraria Me Urbe (2011) Paracaídas Editores, Lima.




Selección por Gladys Mendía de Carta de Navegación (2006)





I
MARES TERRESTRES

Lágrima, anís, vinagre. Ajenjo, hielo,
bajo tu Cruz del Sur, como se mojan
los muertos cementerios, las callampas,
los pájaros polares y las bestias

Juvencio Valle
Nimbo de Piedra







UNA LUZ EN EL OCÉANO


Ninguna nube en el horizonte.
                        Sin provisiones.
No queda más
que caminar sobre el agua
hasta la isla más cercana.

El viento nocturno
            barre las piezas de la casa
            tiemblan las luces
            escuchando la bocina
                        de un naufragio.

Oremos.
Demos vuelta la copa de vino.
Bailemos con la sombra del ahogado.

Ninguna nube en el cielo raso.

Preferimos dormir
            como quien abre una ventana
            y se inclina ante el paisaje.





RAÍZ DE LA NAVEGACIÓN


Bajo el monte azul
            que permanece al fondo del patio:

            mariposa que flota en vino
            y luego trepa el muro
            en la forma de un escarabajo.

Despierto
            pero la montaña permanece
            y flota como pez o amapola
en el aire de la casa:

                        un barco
que se hunde de mapa en mapa
mientras
            por la ventana oímos la noche
tragando gritos de pelícanos.

Naufragio de nieblas en el monte
y apenas logramos desaparecer en la bruma
            cuando en un charco de vino
la noche
intenta mover las alas sin resultado.





LLUVIA


Amenaza las camas
            donde agonizan tripulantes.

Busca un licor de árbol sagrado;
un brebaje de algas y desagües
            que conjure el vuelo de locos.





ESTANCO


Si bien el barco es nuestro
vara durante años en algún desierto:
nunca deja de avanzar de mediodía a levante.

En algún estanco
            los niños corren por la proa
                        sobre huesos de gaviota
imaginando el azul que se extiende sin nubes.

El paisaje no deja de ser un espejismo

una superposición
            de cielo, playas y océano
                        cuya suma es el horizonte.

Hay ventanas
que siempre apuntan a la noche;
            a cementerios de tumbas menores
                        varadas frente a una capilla.

En otras ventanas el mediodía permanece fijo
esperando
                        que levantemos cruces de madera
                        como ofrendas al viento y su óxido.






DESVELO


Mi mujer sube y baja una pequeña escalera
Como un capitán de navío que desconfía de las estrellas
Julio Cortázar




Entre ambos se detuvo la sombra:
                        ángel o demonio

CARAS DE LA MISMA MONEDA

Bajo el magnetismo de un reloj detenido
salen gemidos de una grieta
leves manoseos bajo tu falda
y llantos que la música en inglés disimula.

Una polilla agita las alas para no morir
en el sexo de un bailarín ebrio.

Una niña defeca en un plato de porcelana
            aplaudida por corazones a carbón
            sumergidos en un acuario.

Al amanecer
            una colina arrasada por las bombas
            despide su última columna de humo
            entre canciones marineras
            y carcajadas que envejecen a las palomas.

Pero yo no duermo:
te siento cruzar dormitorios en penumbra
hablando muy bajo
iluminada por televisores trasnochados
y un cenicero desbordado de colillas.

Pero la sombra es un gato
que acude sin ser invitado
            a registrar nuestros fantasmas
            a lamer trozos de hielo
                        con olor a esperma.

No duermo:
visto traje de capitán en la nave vacía
y lámpara en mano
                        acaricio al gato

                        expulsado de los sueños.







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