miércoles, 26 de noviembre de 2014

MARÍA RAMIREZ DELGADO: Poesía Actual Venezolana

MARÍA RAMÍREZ DELGADO (Los Teques, Venezuela 1974) Poeta, narradora y orfebre; se ha desempeñado como gerente cultural, productora e  investigadora literaria. Ha publicado: Navajas sobre la mesa, (bid&co, editor, 2009), Quemaduras (Grupo Editorial Eclepsidra, 2004) y En el barro de Lesbos (Ediciones Funsagu, 2002); Éramos malos y otros textos agrios (Ediciones Funsagu, 2002), ha sido publicada en las siguientes antologías: La mujer rota (Letralia Editores, Guadalajara - México, 2008) y Voces nuevas 1995-97 (CELARG, 1998). En 1999 se estrenaron en Caracas sus siguientes  textos teatrales  El sabor de las uvas verdes, que recibió mención especial del Proyecto Expresiones en 2003 y Punta de Piedras. Forma parte de la Comisión del Bicentenario. Mujer e independencia en América Latina. 1809-2009. Convocado por el CEMHAL, Perú.


Selección por Gladys Mendía de Navajas sobre la mesa






Cremarse

Las reposadas marcas del cigarrillo sobre la palma de la mano permanecen mudas.


Entre los dedos se puede sostener un árbol ardiendo. Las cenizas, esos gusanos anaranjados, esperan agonizantes sobre la mesa la desnuda quietud de la respiración, para volar convertidas en palometas hostiles.

Repararse inofensiva y dolorosa cauterizando la locura, una caricia escandalosa.

Dos horas de espera, tres tazas de café, veinte ampollas perfectas, circulares. 





*

Soy el principio de la mar inmensa dibujada por un niño  en un cuaderno.

De mí salen nuevas e infinitas mujeres bailando
fundiéndonos  unas con otras.
La insistencia se torna roja
y nos complace alejarnos de aquello que pudimos haber sido.
Dejamos nuestros cabellos regados por la playa,
como un cuajo de leche cortada sobre la mesa.
Ausencia que obliga a flagelar  el vientre,
vagabundean  ojos,  no nos dejen mirarnos,
de hacerlo, nos gastamos
para volvernos cometas.





Condenada

No nací en una isla pero contengo en los labios todas las arenas.


Escucho las piedras obstinadas gritando contra el arrecife. Como ellas soy terca, improbable, negra.

También soy el pájaro manchado transformado en serpiente que se arrastra cantándole a la tierra con las escamas.

¿Quién soñaría ver como la mar  se abre y deja ver su vientre?

Sus hijos rasgados y desesperados se lanzan sobre mi boca  y escupen dentro sus trozos de vida. Y ya no hay nada más, sólo la oscuridad del agua huyendo inútil del horror, para volver, cumpliendo una condena sobre el arrecife, sobre el pájaro que no he sido nunca, sobre la arena.









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