jueves, 2 de abril de 2020

MIGUEL A. HERNÁNDEZ: Poesía Actual Venezolana



MIGUEL A. HERNÁNDEZ ZAMBRANO (Venezuela, 1983). Licenciado en Letras por la Universidad del Zulia (2007) y M.F.A. in Creative Writing in Spanish por la New York University (2017). Ha publicado Antología del descapotable (Maracaibo, 2006), la plaquette de poesía Cotidiano (Buenos Aires, 2010), Un decir errado (mención especial del I Concurso Nacional de Poesía Delia Rengifo. Caracas, 2011) y ¡Oh, lorem ipsum!, poemario ganador del IV Concurso Nacional de Poesía (2013) de la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello. Reside en Santiago de Chile.


Selección por Gladys Mendía de su libro en proceso.





Me negarás tres y cuatro veces así empieza la noche
esta
y la noche más larga

5.125 millas de una ciudad a otra de noche
siempre de noche
no dijeron nada

nadie avisó
y solo quedó el miedo a perder el tiempo por venir
pero ¿quién dice eso?
¿quién pregunta?
¿y quién tiembla de pena?
las islas quedaron en una nube difícil de entender
y este anillo de hollín solo sabe de rabia
aquí se oye:
gritan, tocan y mueven banderas para remover las piedras yo no
yo no estoy allá
ni aquí
por eso el futuro no existe
se llenó de óxido y moho

en el calor
en el pánico de la rigidez
también por eso no estoy aquí
para decirte que te busco en esta noche larga
para doblarme las manos
para torcer la cintura
para oír tu llanto y tu gemido
para recorrer los cuerpos superpuestos
recorridos de calambres y aplausos
de líquidos y huellas
recuerda que es así como empieza la noche
y el llanto y el miedo
con la brújula rota
hecha añicos
pedazos inservibles en calles cuyos nombres nadie sabe
calles ciegas
calles aisladas
calles cerradas con alambres
calles que van a dar al río, al mar y a los estacionamientos de un 
mallporque allá quedaron viejos amigos
gente con la que alguna vez bebí e hice el amor
allá están

mostrando los dientes y los duros gestos de animales que han sobrevivido
las añoranzas del polvo

por eso olvídense de mí
olviden mi nombre y mis ansias de perderme
ya eso lo logré hace tiempo
por eso escribo esto
y por eso no estoy aquí
allá, lejos de cualquier cosa
flotando en este líquido pesado
mientras siguen leyendo tormentas y rabietas y chats alucinados en castillos

medievales
hechos para olvidar el hambre y la sed de los peregrinos
vamos ya
olviden el nombre de las caminatas
que yo sigo dando vueltas sin entender estos mapas
todos construidos con un odio divino
con la exacta medida para mi angustia y mis temblores
ya pronto les avisaré de mis canciones
de mis listas por cumplir
y de todo lo errático que han sido los ríos que he perseguido desde que olvidé aquella laguna llena de moho y escupitajos que tanto alabaron mis ancestros al golpe del cuero mientras rezaban

en cuatro patas en el centro del pueblo para que todos los presidentes se
volvieran duendes y fantasmas y nunca los volviéramos a reconocer
por eso y por todo es que odio el verano
que ya está aquí

en esta fecha temprana
da igual, tengo las escamas saladas para la cena
no habrá otro rapto similar en adelante
luego de toda esa rabia marina
pacífica
andina
salobre
que va cambiando nombres en todas las estaciones
y en todas las plazas del país
como recién nacidos con escarcha en las manos
y piedras para encender el fuego de la lujuria
como estos idiomas con los que me tropiezo a diario mientras digo café
o pregunto 
what’ve you been up to?y todas esas caras llenas de espanto luego de tanto calor
y tanta desmesura entre las piernas
luego de tanto caminar
de tanto cantar como mamíferos en celo

a la espera de una presa adecuada para el apareamiento
de los nuevos signos jeroglíficos
de la nueva hambre de todos esos niños
que juegan y blandean memes como banderas revolucionarias
las únicas palabras que aprendieron a pronunciar después del ancestral

conchetumadre

por eso espero sentado junto al aire acondicionado
—cansado, hambriento—
otro momento para exorcizar la lengua
para decir otro idioma

lentamente
con un sonido de piedra en los bolsillos
con un andar que hace tiempo quedó varado en una playa del Atlántico
donde el invierno la volvió blanca y gris
mientras que abajo los niños gritan
y reconstruyen la ciudad movediza donde nada se sabe de calles
que ofrezcan caricias a no ser que las ansias lo disparen todo
habría entonces que taparse los ojos
pelear con los ojos envalentonados
como una manada de abejas que sabe lo que quiere
y hace suya todo el dulce del mundo los grafitis quedaron en otra época
en un siglo que levantó edificios sobre espaldas de madera

hechas para el llanto preciso
por eso no perdonarán mi apatía
mi solitario deseo de ver pasar el tiempo frente a una barra.








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