YAMIL MALDONADO PÉREZ (San Juan, Puerto Rico, 1992). Ha publicado en el periódico Claridad y la revista Trasunto. Fungió como ponente en la presentación de la colección de teoría de Joserramón Meléndez. Su primer libro de poesía, La genealogía de los árboles, fue publicado por Isla Negra en 2019. En mayo del año en curso, será publicada su primera novela, Half-dust, a cargo de la editorial Sangre Fría. Realizó sus estudios subgraduados en la Universidad de Puerto Rico y actualmente culmina sus estudios graduados en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe.
Selección por Gladys Mendía del libro descargable Mar-gén (LP5 Editora, 2020)
7. A quien le escribo
Es a ella
a quien le escribo en tu ausencia
no eres tú,
tu fantasma,
tú, quimera
hálito rotundo,
esa canción tan tuya que te supera,
que no le bastará el peso
de tumba en la memoria lapidaria.
Es a ella
a quien le escribo en tu ausencia
no eres tú,
tu fantasma,
tú, quimera
hálito rotundo,
esa canción tan tuya que te supera,
que no le bastará el peso
de tumba en la memoria lapidaria.
Que quiero ser del mar
cuando me siento
a nombrarte constelado.
Que quiero ser recóndito
en mi astucia
y apuntarla a depurar
de entre él toda tu forma.
Que sea tu cuerpo
el que primero relampaguee
cuando coincidan en mí
tu voz y tu luz,
convidadas de ningún sitio
y llegadas por todas partes.
cuando me siento
a nombrarte constelado.
Que quiero ser recóndito
en mi astucia
y apuntarla a depurar
de entre él toda tu forma.
Que sea tu cuerpo
el que primero relampaguee
cuando coincidan en mí
tu voz y tu luz,
convidadas de ningún sitio
y llegadas por todas partes.
8.
Escúchame, hermano mío,
la tinta es el flujo de la Historia,
la voz, afuera, tendrá la propia
suya.
Pero ella por más vieja, es más ingenua.
(Dudo que el diablo haya previsto el capital.)
Te escribo desde un silencio
para otro.
Cuando la mente en morganas de sonido
desenfunda sobre tu ira, su vibrato,
que la tinta en su misterio
a veces aplaca, a veces
alimenta el fuego.
Pero el fuego dirigido es magma,
contra el fuego de la ira sin la especie.
Esa queda contrabandeando intemperies
y se asola en la muerte del amor.
No sé cuántos días adelante la faena,
cuántos pasos den los años del peñón
con el que aquí, ahora,
envaso esta nada para ti.
Ya más, no queda mucho que escribir,
titular, acaso esto: “Contra el hermano”
y enterrarlo en los balcones del olvido.
Pero será lector, como un buitre,
circundando una torre de silencio,
velando esos cuerpecitos humanos,
que tu hambre devuelve para el mundo.
Será cierto que ambos somos,
como el buitre y como el plomo
de esos cuerpos, en antesala
de renovación. No te enfades si te digo, que
ando ya en los vientres
de aves carroñeras de plata opaco,
mientras tú, en la altura de la torre
aguardas recubierto de brillante oro
así, por más abajo, más hermoso,
pero ves que ya estuve muchos siglos
con el cuello fijado por la muerte,
hacia mí mismo, inerciado, sin resorte
y desnudo contra el frío,
así que entenderás, hermano mío,
que un cuerpo vacío,
mejor, por
el mundo, esparce,
sin huir a ningún lado.
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