Esteban Cabañas (Concepción, Paraguay, 1937) es el seudónimo de Carlos Colombino, artista plástico, poeta, narrador y dramaturgo. Pertenece a la generación del 60 y en la actualidad está considerado como uno de los mejores representantes de la lírica paraguaya.
Su primer título poético, Los monstruos vanos, apareció en 1964. Posteriormente ha publicado otros seis libros de poemas: El tiempo, ese círculo (1979); Los cuatro lindes (1981); Desentierro (1982); Premoniciones (1986); Foso de palabras (1992); y El náufrago insumiso, con el que obtiene el Premio "García Lorca 98". Es autor, asimismo, de dos obras de teatro: Momento para tres (1959) y La parábola del sitio más perfecto (1984).
Ha publicado cuatro novelas: Lo dulce y lo turbio (1998), ¿Quiere usted tomar un café en esa esquina? (2000), Juego cruzado (2001) y El dedo trémulo (2002).
En 1999 fue uno de los cinco escritores seleccionados para el Premio Nacional de Literatura, y en el 2002, Juego cruzado resultó ganador del Premio Municipal de Literatura, otorgado cada dos años por la Municipalidad de Asunción.
CÍRCULOS
1
La razón del círculo es imitar su cola sin principio
el posible regazo de la nada
su ojo anticipado a medianoche
como un sol
su redonda potencia
su complicada lumbre única
su soledad partiendo desde el centro
donde no llega el fin
ni donde gira el cordón cerrado del infinito
2
Qué soy yo
sino una piedra vuelta
cuyo rostro ha caído
Qué soy yo
sino el revés de un traje
al final de un ovillo
El círculo no soy yo
ni la evidencia
sólo un fin
que no se identifica
3
La soledad tiene la voz de la piedra
la soledad que muerde su despacioso aumento
como un furioso tren desenredado
La soledad que muestra su rostro resguardado
por horizontes quietos y brújulas sedientas
la soledad del viento cabellera de aire
cubre un campo viejo de cegados árboles
que desgarra su propia cola enhiesta
sin obstáculos
la soledad de la raíz sin tronco
la soledad del libro sin mirada
de un dedo solo de mano mutilada
la soledad sin respuesta
la soledad del grito desovando
pobre espejos caídos sin imagen
la soledad parada como un pito
de cópula siniestra
la soledad vestida de relojes
sin memoria posible
4
Suplir la piedra y encontrar el aire
donde el sueño se incuba su vigilia
y el silencio en ruidos permanece
En el principio los círculos cerrados
donde el pie la cabeza
Todo tiende hacia nada
y lo eterno descubre
el tiempo de morir
5
Dar la vuelta
es realizar el recuento
la insistencia del día que no cesa
No es un aire ni un pájaro entendible
Es un poema negro
como un signo vacío
Yo soy aquí con esta voz
con estos ojos
el más ciego y el más silencioso
porque no tengo nada sino esto
Porque este sueño vano de ser otro
es como ser libre
6
En el eje que no domino
el caminar ladea su sombra
y es el suelo que estira su solidez
fuera de sus limites
Quién está marcado
quién amarra el aire
de qué seca semilla nace el silencio
pero es el seno un zapato sin pie
una envoltura
un olvidado aire
un sol un rio un ave
un volverse lentamente hueco enorme
un pozo de metal inútil
en que el eco golpea su repetido eco
La cáscara que enarbolo en el eje
no es mi rostro
7
Qué traición apreciable es este rostro
sin mirada ni grito
El tiempo esconde a la tormenta su despeinada mano
dividida por hebras sin destino
Oh materia de animal apagado en las ventanas del sueño
sin reflejos en el ciego cristal
que asume sus estrellas de hastío hasta morirse
8
Porque este rostro es una herida
una herida que habla
y que repite otra herida
porque este rostro se pronuncia como un rostro
sin poder evadirse de sí mismo
parque evadirse es todo un eterno círculo
uno se encuentra al fin sin vuelta posible
y porque no existe la posibilidad de encontrarse
de otro modo
9
Subo en la burbuja del tiempo
sin sostener la piel
sin empujar su anhelo
solo en el aire del espanto
con los pájaros negros aplastados
contra el cielo
Desplumada la tarde
hacia el otro camino más leve
donde deja su traje el otoño
y las hojas grabadas de inquietud
tiemblan al paso
allí
en su esfera de vidrio
se refleja mi mejor rostro
el más perfecto
el que adivina su muerte
10
El rostro que ha pasado guarda el secreto
el sin sentido
la imposible razón no admitida
la espalda del momento
La rapidez del aire lo evapora
con el olor de la nada
Ya no ocupa su boca la palabra
y la sed le traspasó los labios
las manos trasparentes
se han comido los senos de la noche
quedando como dos cuencas vacías
Sólo Él camina sin pasar
por su dormida secuencia
11
El rostro cae como fruto inútil
y el tiempo devora su cola de infinito
el puño marca la encendida violencia
con salvajes fuegos
con heridas que escapan a la sombra
de un ojo decisivo.
Ya nadie rescata su vengativo impulso
y el cuerpo levanta su máscara imposible
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