Soy Bipan Mbousso Antoine, nacido el 25 de enero de 2003 en Mekon III, región de centro Camerún. Soy un apasionado del idioma español y la cultura hispánica por eso mis amigos me llaman Antonio Banderas porque es mi favorito en el mundo del cine. Me gradué del Bachillerato A4 Español en el Liceo de Nkoteng en 2021 y actualmente soy estudiante del nivel 3 en Lenguas, Literaturas y Civilizaciones Ibéricas Iberoamericanas e Italianas en la Universidad de Yaundé 1. Después del bachillerato, he integrado el equipo de la emisora "Hablemos español" , una emisora creada para ayudar a los estudiantes con el español. He participado en diversas actividades y concursos relacionados con el español, concursos organizados por la Embajada de España, donde he obtenido reconocimientos como el primer premio en el concurso "Saber y ganar" y el segundo premio en el concurso de poesía organizado por la Fundación Fernando Rielo en 2024. Además, soy autor del poemario inédito "Jardín de cenizas" y "Sous le ciel de Meta-lem"(obra escrita en francés), demostrando mi compromiso con la literatura universal y particularmente el idioma español.
De Jardín de cenizas
Por los besos de ayer que no verán mañana
No quiero que te cobras la cara de lágrimas
Ni que se enteran de estas despedidas
Sólo necesito otro beso o simplemente ,
Volver a ver tu mirada inocente.
Grito por los besos de ayer que no verán mañana
Grito por mi alma arrebatada en el silencio de los dioses
Triste arrepentimientos de anhelos infantiles
Maldita soledad que a mis ideas abraza.
El susurro del vacío
Un susurro constante, un eco sin voz,
que rasga mi alma desolada, presa del hastío.
La ciudad, un laberinto de soledad,
donde la inocencia muere ahogada en el silencio.
Rostros anónimos, pasos que se alejan sin fin,
risas huecas que resuenan gélidas y vanas,
un espejismo de sueños, un vacío sin luz,
que me envuelve en su manto de sombras y penas.
Busco un refugio, un lugar donde el alma pueda sanar,
libre de esta crueldad impía y de esta angustia que me consume.
Pero el eco se repite sin cesar en mi calma,
un recordatorio de la desesperanza que me habita.
La esperanza se marchita como una llama que se apaga,
y solo queda el susurro, la amarga verdad
de un alma perdida en la noche de la ciudad,
buscando un rayo de luz en la oscuridad que me rodea.
Fragmentos de un corazón roto
Silencio roto, un susurro apenas,
de un eco lejano que ya no regresa.
La memoria, un rompecabezas disperso,
donde el ayer se funde con la tristeza.
Un mar de lágrimas, salitre y amargura,
inunda el alma, la deja desierta.
Y en la arena, huellas borradas ya,
de un amor perdido, una promesa muerta.
El tiempo, implacable, un río caudaloso,
arrastra recuerdos, como hojas en otoño.
Y en su corriente, un grito silencioso,
Fragmentos de un corazón roto, un eco profundo.
La herida abierta, supura lentamente,
una cicatriz que nunca se cerrará.
Y en cada latido un eco constante,
de lo que fue, de lo que nunca será.
La sombra danza, burlona y cruel,
mostrando fantasmas, en la oscuridad.
Y en el vacío, un grito desolado,
que el silencio absorbe sin piedad.
Un corazón partido en mil pedazos,
un rompecabezas imposible de armar.
Y en cada fragmento, un dolor que late,
un eco profundo que jamás callará.
La Caída Silenciosa
El viento susurra un adiós,
a hojas que caen sin parar.
El sol se apaga... ¡Ay mi amor!
Mi sombra cubre el mar.
Silencio profundo, vacío eterno,
donde la ausencia se siente.
Mi alma llora el abandono celeste
Y se desvanece en el tiempo.
La tierra se quiebra sin voz,
bajo un peso oscuro y mortal.
Un alma yace sin dolor,
en un sueño profundo y fatal.
Y solo el tiempo, testigo cruel,
de una caída silenciosa y lenta,
donde la vida se apaga sin luz,
y la muerte se cierne sin piedad.
Sombras en el Pozo
Mi alma se hunde en un mar de dolor,
un abismo sin fondo, sin luz, sin amor.
La oscuridad me envuelve como un manto de plomo,
y el silencio me devora sin dejar un suspiro.
Mi pecho susurra un lamento constante,
que se pierde en el tiempo sin volver un instante.
Mi esperanza se marchita como una flor sin agua,
y el corazón se quiebra sin un grito ni lágrimas
Mi alma destrozada por la vida; y mi destino
se mezcla con el dolor sin consuelo, sin alivio.
Y en el pozo profundo, de mi propia desolación,
el alma se hunde en un sueño de hielo sin redención.
La soledad me consume como un fuego ardiente,
y el olvido me llama con una voz que no se apaga.
Un barco sin timón sin brújula, sin puerto,
naufraga en la tormenta de mi propio desierto.
Hubiera querido decírtelo antes
La tarde agoniza un crisol de añil y plomo,
donde conciencia germina pétalo a pétalo, un abismo.
Y en este ocaso fúnebre donde la luz se extingue lento,
un eco de palabras muertas, un torrente inconcluso... Siento.
No son las flores marchitas que el viento dispersa al vuelo,
ni el eco de un lamento que perdió su hilo y su consuelo.
Es algo más profundo, un abismo de obsidiana,
donde la verdad yace, muda, en una eterna mañana.
Un enigma de sombras un laberinto sin salida,
donde el tiempo se deshilacha y la razón se queda herida.
Te hubiera querido contar de un sueño hecho ceniza,
de un astro que se apaga sin dejar una sola brisa.
Un rompecabezas de instantes dispersos en el éter,
donde lo real y lo irreal se confunden, se entretejen, se prefieren.
Un código indescifrable cifrado en un beso,
que solo el alma intuye en un instante y un respiro.
Hubiera querido decírtelo antes pero el tiempo cruel tirano,
borró la huella, la esencia, el dicho de mi anhelo vano.
Y ahora solo queda el vacío una herida abierta en el alma,
un dolor invisible y tu silencio que me reclama.
