lunes, 22 de diciembre de 2025

Sobre Árboles de hoja perenne, de Belén Ojeda. Por Alberto Hernández

 



ÁRBOLES DE HOJA PERENNE´, DE BELÉN OJEDA

Por Alberto Hernández


´Soy el jardinero y la flor, no estoy solo en la celda del mundo´

O. E. Mandelshtam


´Han caído las hojas. / He nacido´

M. I. Tsviétaieva


´hojas del frambueso se hacen plateadas/ al girar su envés. / Hoy el sol está triste/ como tú, norteña (…) Los árboles se yerguen sobre el suelo resinoso´

B.L. Pasternak


´Pero el pinar y los juncos del estanque/ responden con un extraño eco´

A. Ajmátova


1.-


Los árboles suelen viajar, sus raíces ahondan en la tierra y exponen sus hojas al viento, su silencio, sus movimientos aéreos, una manera de comportarse con el clima y con la observación de quien los estudia, y quien esto hace se transforma en su sombra, en sus aromas y discursos, en la memoria de sus antepasados, porque los árboles también son seres, tan humanos que cruzan por el poema y emergen intactos o desencajadas sus ramas.


Los árboles cambian de lugar, mutan su fisonomía. Es decir, viajan con sus otras hojas, las que brotan con los frutos y son llevados en el sabor con que la boca los nombra y los convierte en belleza, por eso sus hojas son perennes, nunca mueren, se transforman, como el todo que los abona. Y así la poesía. 


En el poema ´Fragmentos del Diario de Smilka Milova´, versos que pertenecen al libro ´Graffiti y otros textos´, ganador de la Bienal Literaria del Ateneo de Calabozo, en el Estado Guárico, Venezuela/ Mención ´Daniel Mendoza´ de Poesía, cuyo jurado estuvo conformado por Francisco Pérez Perdomo, Salvador Tenreiro y quien esto cuenta, Ojeda escribe: ´Zagred, 12 de enero de 1944 // Dimos la espalda / a la casa y al manzano// Lo quebrado nos ligó para siempre / a la palabra huerto´. En el mismo poema dice: ´Belgrado, 28 de agosto de 1944// Sabíamos las horas/ por los gritos de los condenados / laúdes / sexta / vísperas´. No ha faltado en la poética de Belén un árbol, la maldad del poder o la presencia del padre como sombra benigna, aquel Alonso Ojeda Olaechea con quien tuve, hace muchos años, el placer de compartir algunos sueños. 


Ese libro, el mencionado arriba, da pie para hablar de éste de ahora, porque desconozco los otros anteriores de nuestra autora, quien en ese mismo título no deja pasar este verso: ´Es tradición jugar al ajedrez con piezas humanas´, imagen que también está presente en este que hoy tratamos.

Este inciso me permite también señalar acerca de nuestra relación con Belén Ojeda a través de ´La liebre libre´, en la que Harry Almela, Rosana Hernández Pasquier y este servidor formábamos parte de su consejo editorial. Dos trabajos de Ojeda: la primera edición (1999) de ´Somos cuatro´, en la que las voces de Ossip Mandelshtam, Boris Pasternak, Marina Tsvietáieva y Anna Ajmátova siempre estarán presentes. En la otra publicación de ´La liebre libre´, titulada ´Soy vuestra voz´, de Anna Ajmátova, también primera edición en 1994, ambos nos aproximaron a una poeta que recién venía de una larga estadía en la Rusia soviética donde estudiaba música, razón por la cual ella escribió la nota, hizo la selección y la traducción de estos sufridos autores nunca bien vistos por los jerarcas rojos. Posteriormente, nos tocó verla dirigir en nuestra ciudad de Maracay a la agrupación coral ´Madrigalistas de Aragua´ en la que dejó muchas enseñanzas y amistades.


En este caso, su árbol creativo mostró las nervaduras de su talento.


2.-


Ahora, la editorial LP5 nos trae ´Árboles de hoja perenne´ (Santiago de Chile, 2025) en el que Belén Ojeda sigue sembrando y cosechando de este árbol poético ( también genético) de cuyas páginas emergen ricas imágenes, temas que nos animan a continuar trazando su afán, su porfía por nuestras palabras. Belén se vale de tres epígrafes que bien vale anotar: ´La caída de las hojas/ fue el primer asombro del exilio/ viajar y volverse isla de uno mismo/ es la constante/ desde aquel desprendimiento´. El otro: ´La inteligencia femenina es reconocida con el nombre de “distancia” ´ y el tercero, que hace parte de una de las estancias del poemario: ´Cuando emigramos/ no conocíamos / los rigores del crepúsculo/ ni sus dominios´, entrada que nos anuncia el sendero que habremos de recorrer por las raíces, hojas y nervaduras de este nuevo universo que nos lega la poeta venezolana Belén Ojeda. 


3.- 


´Luna enjaulada´ es la primera parte de este poemario en el que el lector podrá abrirse camino a través de un poética en la que la metáfora del árbol y su hoja perenne contiene un ramaje de visiones, presencias y humanizaciones: Belén Ojeda desnuda sus palabras para confirmarse poeta en medio de un bosque donde las tribulaciones, la confusión, la figura del padre y un país lejano se aproxima al saberlo leer y luego escribir a través de las palabras y la música.


Nos deja sentirlo: ´…los árboles / ellos han perdido las hojas/ Yo también/ Mi copa/ diminuta y yerma/ quedó abierta a la confusión/ de los pájaros que anidan en mí/ mientras el árbol / inmenso/ recibe nuestros latidos / en su búsqueda / de un bosque total´. Aquí nos deja ver que el humano ser también pierde sus hojas en medio del impulso cardíaco de la realidad. Ese ´bosque total´ podría ser concebido como la permanente búsqueda del mismo ser.

Su yo protagoniza en el otro la fuerza que contiene su espíritu.


4.- 


Rosa Navarro Durán, en su libro ´Cómo leer un poema´, confiesa que ´El poeta es el prestigiditador de las palabras, puede crear con ellas un mundo´, más adelante precisa que ´Frente a la ficción, Gérard Genette habla de la poesía como ficción´, de lo cual se desprende que Ojeda se pasea tanto por esa ficción sin dejar de vivirse al aguzar su yo y ponerlo a la orden de su realidad, que puede ser la del otro: ´Durante horas de insomnio/ muelo la luz/ para alimentar/ a la jaula enjaulada (…) He dejado testimonio de aquella selva/ en un diario de cianotipos´: un lugar, un espacio salvaje, imaginado o no, confirma la presencia de la naturaleza de un sujeto que seguramente habita esa geografía, que podría ser espiritual. La poeta continúa su ruta en medio de esa naturaleza que la aproxima al árbol cuya hoja también podría ser la memoria, el recuerdo de una travesía: ´…nostalgia de hundir mis pies/ en el lodo// nostalgia de cuerpo empapado/ por la lluvia…´.


E implora: ´abrázame con tus raíces/ mírame´, en un arrebato donde el amor, ese cuestionamiento permanente, se transforma en un sonido tenue.

Arriba la voz poética a la estación que lleva el nombre del libro, donde retorna a los ancestros, en un viaje donde un río, las nervaduras de las hojas son personajes, para luego expresar: ´Nada pesa tanto/ como el olvido´, y admite su plural: ´Somos el cuerpo/ de un árbol´.


5.-


La figura del padre la regresa a la infancia. Ese eterno retorno al pasado tiene en la poesía muchos referentes: la palabra es un pasado perenne, como la hoja que cae del árbol y se transforma en humus, en el abono óseo, carnal, invisible con el tiempo.


´Nombro los árboles/ cuando voy de la mano de mi padre/ cafeto eucalipto yagrumo// Reconozco los árboles/ cuando voy de la mano de mi padre/ ceiba caobo samán´, especie de propiedad verbal que se define como el lugar donde esos árboles le han dado la vida a la voz cantante, a la poeta nacida en el trópico, y la nostalgia por esa tierra:

´La patria fue entonces/ el pequeño pozo/ que construía mi padre/para protegerme del oleaje (…) La patria fue también el sabor de la diferencia/ los tatuajes de caña y café// Patria-pan/ Patria-pozo/ Patria-patio/ Patria-padre´.


Y la madre, otro símbolo de esas hojas perennes, dueña de todos los afectos:

´Mi madre siempre tuvo/ dos corazones/ uno/ como el de todos/ y otro/ verde (…) Hoy descubro/ que en ese corazón/ nadamos juntas´.


Y…´entro a casa/ y no encuentro a mi padre / ¿Dónde perdí sus hojas? (…) Un machete parte el horizonte/ anunciando el regreso de mi padre (…) ¡Alonso! ¡Alonso!/ Lo llaman// Padre/ cuando regreses/ nos reconoceremos por el canto´, entonces entra la música, una partitura del poema.


6.-


La poesía se sueña, podría soñase en grupo, cantarse, anotarse en una partitura. Y ser definidos, los soñadores, como ´tortugas/ que llevan sobre su milenario cuerpo/ el peso del mundo´, como la imagen del elefante que sostiene el orbe o la simbología de Sísifo, quien en lugar de roca era la tierra entera la que intentaba subirle a los dioses.

Define y copia en el papel de leer música: ´…siempre es grave/ la tesitura de la palabra/ noche´, y en medio de esa sombría hora, un jardín. 


En ´Dos acordes te sostienen/ entre Juangriego y La Caranta´, la poeta Ojeda homenajea a una reconocida compositora, a través de una ´Aproximación a un sistema de acordes en la obra de Modesta Bor´.


La música, la dirección vocal encuentran en la poesía de Belén Ojeda un espacio para desarrollar su estética.


7.-


Persiste en el extrañamiento mediante ´Algunas aves/ emprenden largos viajes nocturnos/ Vuelan hacia sí mismas/ hasta desaparecer´: la noche y la muerte o la pérdida convidan a pensar que la poesía es también un raseo espacial. Y para eso, un ritual: ´El chamán espera el atardecer´.


8.-


El árbol carga, muestra sus frutos. Pero la violencia estorba, acomete contra el verde de esa hoja representada en la madre, en el padre buscado con ansias, por eso dice: ´La guerra es siempre en blanco y negro/ Guernica y el tablero de ajedrez / Los grises no alivian´. 


Una pregunta al viento: ¿Todo viaje conduce a un abismo?

Continúa la voz de Belén Ojeda al rememorar la pérdida de la infancia, a los amigos ausentes. Y se sensibiliza con la mirada puesta en la realidad: ´en el puerto maloliente/ en la hierba Caracas/ terca en las alcantarillas´, la locura que invade las calles. Y un recuerdo duro del episodio de una dictadura. Quedan estos poemas, queda esta voz dispuesta a ser oída por el mundo, por el árbol frondoso que ofrece este libro.




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