FRANCISCO GUITA Jr. (Inhambane, Mozambique, 1964). Inició su actividad literaria en Xiphefo, Cuaderno Literario, en 1987, del que es miembro fundador. Es profesor de Lengua Portuguesa en su tierra natal. Empieza sus publicaciones en 1997 con el libro de poesía El ahora y el después de las cosas (Ed. AEMO –Asociación de Escritores de Mozambique). En el 2000 publica De las ganas y de Partir (Premio Rui de Noronha –FUNDAC, 1999) y Brasas (1 premio de Poesía TDM –Telecomunicaciones de Mozambique, 2001) por la editorial Caminho y Editorial Ndjira, respectivamente. Y también Los aromas esenciales, por Ediciones Baile de Sol, Islas Canarias, n-1 de la colección África. Tiene textos dispersos en diarios y revistas nacionales y extranjeros. Está en las antologías: Rostros de la Lengua, Antología Breve Literatura de Mozambique. En Lusofon Antologi/Fem Kulturer – ett Sprak(Suecia), Imagen pasa Palabra (Portugal), Más nunca es Sábado (Portugal), Poesía Siempre, 23 (Brasil), Hotel, VerMar, antología bilingüe Alemán-Portugués, Diccionario Amoroso de la Lengua Portuguesa (Brasil), La Arqueología de la Palabra y la Anatomía de la Lengua (Mozambique), entre otras.
Traducción por Silvia Capón Sánchez y Francisco Manhaes Monteiro.
Selección por Gladys Mendía del libro LOS AROMAS ESENCIALES (Editorial Caminho y Editorial Ndjira, Tenerife, 2009).
Traducción por Silvia Capón Sánchez y Francisco Manhaes Monteiro.
Selección por Gladys Mendía del libro LOS AROMAS ESENCIALES (Editorial Caminho y Editorial Ndjira, Tenerife, 2009).
Ahora o nunca
el izar la vela sobre el mar
el tensar la cuerda
el sentir la virilidad del timón
y tener que partir
sí
sin recoger amarras ni ancla
sin fardo ni equipaje
recuerdos y recalcaduras
emociones y fotografías antiguas
sí
sin tener que mirar atrás
sin tener que tragar todo el asco mascado de los días
sin tener que decir adiós
sin tener que lastimar
y tener que partir
sin romper el silencio que encadena la ira
sin amainar el dolor y en la piel el ardor
sin desmitificar la noche que calienta la luz de luna del alma
sin acariciar la serpiente que se pasea en estas manos
sin
y partir
y embarcar sí y estallar
en la cresta y la impetuosidad de la ola y temer la onda
y navegar y encallar en la corriente del sur
y remar cuando el viento y el deseo reposen
y todas las auroras sean todas las puestas de sol
abandonar y partir
mas los amigos
los de infancia y los otros
todos los primeros besos los cigarros
hurtados y fumados
las primeras palabras atoradas
en la garganta ante los ojos tuyos
sin saber sonreír y amar y sufrir entre las manos
el primer amor
dejar todo y partir
y
sin ruta ni brújula
sin mapa ni nada
sin coartada ni compasión rasgar el viento
como se rasga el labio
en la voracidad del último minuto de partir
y
en cada relámpago de noche incendiado
haber camino tal vez para el norte
quién sabe para la muerte
y continuar partiendo
ahora
tener ausente el ansia
de sofocar la nostalgia
de delirar en la fiebre de estar solo
de tornear los callos de sal de las palmas
de las manos en la cintura del ecuador
de aplastarte los senos
en el firmamento de un orgasmo
después
tener presente la necesidad de añoranza
de la carta exacta en el correo restante
de otros parajes
del recado nunca dado
del no poder ser hoy y ahora
por la evidencia más cruda
de tener cerca dentro algo que sea
plenamente tuyo
partiendo
colilla apagada de un cigarro húmedo
pelo y ceniza sueltos en la melodía del viento
yodo en la herrumbre del anhelo de soledad
en alguna parte
no sea un espacio demarcado
y continuar partiendo
ahora
tener ausente el ansia
de sofocar la nostalgia
de delirar en la fiebre de estar solo
de tornear los callos de sal de las palmas
de las manos en la cintura del ecuador
de aplastarte los senos
en el firmamento de un orgasmo
después
tener presente la necesidad de añoranza
de la carta exacta en el correo restante
de otros parajes
del recado nunca dado
del no poder ser hoy y ahora
por la evidencia más cruda
de tener cerca dentro algo que sea
plenamente tuyo
partiendo
colilla apagada de un cigarro húmedo
pelo y ceniza sueltos en la melodía del viento
yodo en la herrumbre del anhelo de soledad
en alguna parte
no sea un espacio demarcado
paredes y alambre de espino
donde se entierre cada huella
en la arena suelta de los caminos que habré trazado
donde la sombra que me persigue permanezca
bajo la planta de los pies
que me transportan
donde el perfume tuyo en la memoria mía
no me despierte el anhelo
de volverme
partir
y sin tener que atracar
permanecer inmóvil
deleitar inmóvil los ojos en el rastro de espuma
que voy dejando atrás
atrás dejados inmóviles los versos
de la más púber inocencia
en algún lugar del foso del pasado
en el desván del tiempo
inmóvil el iris seco
abriendo la mortaja del náufrago
al que me condeno
inmóvil permanecer
pero partir
sentir entonces la marejada
del oeste del norte del este del sur
entrañárseme
espiral cuerpo abajo
agujas de relojes rodando
frenéticamente desenfrenados
sin mácula
saborear eso
y querer partir
mantener perenne el manto negro
del pasado del presente saberlo del futuro
y querer partir
consolará la sombra que hay en mí
solamente
no romperá ni un eslabón siquiera
de la cadena que no amordaza
pero que enclaustra el espíritu
incendiará la antorcha cuyo fuego comienza a propagar
en los puños cerrados que hay oblicuos
en el sofoco de esta alma que padece
sentir anhelo de partir
aguzar las iras que me contienen
plantar la infancia que los niños nunca tuvieron
sacudir el polvo de los ideales sobados
suciedad que ya no sale
devolver la dignidad
de mil veces mil por mil
hombres que rasgan la tela
y la carne en los andamios que levantan
esta tierra aún sumisa
que se obstina en florecer
e intentar partir
coger un puñado de las primeras
flores aún húmedas del primer
rocío del día nuevo que va a irradiar
y caminar hasta donde la tierra tiene por límite
el mar
sentir los pies enterrándose
en la arena aún fría
esbozar a la línea del horizonte un adiós
dos infinitos azules
tener que hincar los ojos a la tierra
sin lágrimas
y no partir
TÂNIA TOMÉ (Maputo, Moçambique 1981) Poeta, cantora, compositora, economista y socio-activista. Presidente de la Asociación cultural Showesia, ganó diversos premios en todas sus áreas como economista, poeta y cantora. Ha publicado varios libros de poesía
y cds de música. Participa en diversas antologías internacionales en China, España, Sudáfrica, Alemania y Chile.
www.taniatome.com
Traducción por Gladys Mendía.
De Conversaciones con la sombra
26
Lo que te digo, es de mí para mí
Conversación de adentros. ¿Entiendes?
Entiendes que no importa entender el mundo.
La nada es lo que más me agrada,
y busco en la sombra la nada.
Y solo ahí, entonces, me vuelvo a ver en ti.
Ah, se encendió dentro de mí
la propia sombra. Encendida
como el viento que el laberinto desdobla.
¡Ah, que ganas de comer las estrellas!
Mis manos son las que son esta historia.
Mis dígitos son los que son estos pensamíos.
Silencio. Pensamíos urgentes, espesos,
e hirientes como acacias.
Conocimiento largo en el suelo.
Yo quiero esperar el instante que viene.
Y después la burbuja de la palabra crece,
es un baño intenso y perfumado
de una mordedura de locura en la epidermis,
el desespero del mosquito que osa
invadirnos la sangre.
Y después el mosquito me ama de dolor,
y entonces dejamos de existir.
Y solo así existimos en el mundo.
27
¿Y después las palabras en cara de lluvia? ¿Y después lo ceniciento que cubre las casas? ¿Y
después el desprecio entre las manos tan diferentes, pero iguales?
¿Y después una música sangrando la miel que hay en existir?
¿Y después? ¿Y después del después que sigue?
Pues es precisamente eso que existo pretender. Esa flor deslizándose hacia el sueño, y dentro del sueño millares de sueños, en que creo en la forma como respiro. ACHÍSSS, existo y soy. Me soy principalmente para el cambio. Un cambio que no soy solo. Un cambio que soy contigo, con los otros y con nuestro futuro por venir.
Un cambio de comprenderme solo, en la comprensión de los otros.
28
Salir de casa aun exigía de mí un flaqueo.
Era como si el dolor de los siglos volviese y me agonizase.
A veces el curso del tiempo se volvía contra mí.
Yo tenía la libertad pero no sabía sacarle provecho.
Desaprendí más de la cuenta.
Aquella vida material me afectó
y comenzaba a estar cautivo en mi propia libertad.
Y yo no podía exigir más de mí.
Aquella puerta, era una puerta.
Podía abrir y cerrar. Estaba todavía en mí
proceder al movimiento de la intención.
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