sábado, 28 de febrero de 2015

SILVIA PIRANESI: Poesía Actual de Costa Rica






Silvia  Piranesi (San José, Costa Rica, 1979). Es bibliotecóloga y bailarina de danza contemporánea. Ha sido publicada en el suplemento La Malacrianza del Semanario Universidad, Revista Musaraña y Revista Miércoles de poesía. Publicó su primer libro No importa existe el viento, con Ediciones Perro Azul en el 2009 (Disponible la más reciente publicación de su libro con Editorial Germinal). Textos suyos aparecen en la antología del VIII Encuentro Internacional de Escritores, Eunice Odio in memoriam, de Ediciones Arboleda, en el 2011. Ha promovido durante los últimos 5 años diversas actividades literarias y culturales en la Alianza Francesa de San José. Dirige, junto con el poeta Esteban Chinchilla la Editorial Ambigú. Mantiene un blog piranésico: http:///www.escargotina.blogspot.com

Selección por Gladys Mendía.




PALABRAS SEGUIDAS POR NÚMEROS

1.

Casa 8. Temperatura 26. Edad 35. En 1914 nació. Desde 1932 estudió. En 1935 emigró. Por desgracia, en 1942 se casó. Volvió en 1951. Y en 1957 empezó de nuevo. Ya era 1964 cuando terminó. A esta vida le precedió siempre un detalle. A esta verdad la mentira le tiñe la mitad. La mitad de una mentira es alguna verdad. Nunca murió en esta biografía. Sólo volvió, empezó y terminó. Las biografías no existen. Sabemos detalles que no vemos en los registros. Lo sabemos muy bien. Sabemos y reconocemos las palabras exponenciales. Como las mentiras y como las verdades.




2.

El gato negro siempre estuvo a su lado. El gato negro siempre estuvo y se sentó a su lado. El gato negro siempre estuvo y se sentó a su lado en la penumbra. El gato negro siempre estuvo y se sentó a su lado en la penumbra de la sala. El gato negro siempre estuvo y se sentó a su lado en la penumbra de la sala fría. El gato negro siempre estuvo y se sentó a su lado en la penumbra de la sala fría y moribunda. El gato negro siempre estuvo y se sentó a su lado en la penumbra de la sala fría y moribunda la esposa. El gato negro siempre estuvo y se sentó a su lado en la penumbra de la sala fría y moribunda la esposa arrinconada. El gato negro siempre estuvo y se sentó a su lado en la penumbra de la sala fría y moribunda la esposa arrinconada en la cama. El gato negro siempre estuvo y se sentó a su lado en la penumbra de la sala fría y moribunda la esposa arrinconada en la cama junto al gato negro. Es mentira nunca tuvo un gato negro. Es mentira nunca tuvo un gato negro. Es mentira de verdad nunca tuvo un gato negro. Es mentira de verdad podría jurar que nunca tuvo un gato negro. Es mentira de verdad podría jurar que nunca tuvimos nosotros un gato negro. Es mentira de verdad podría jurar que nunca tuvimos nosotros juntos un gato negro. Es mentira de verdad podría jurar que nunca tuvimos nosotros juntos un gato negro moribundo. Es mentira de verdad podría jurar que nunca tuvimos nosotros juntos de niños un gato negro moribundo en la sala. Es mentira de verdad podría jurar que nunca tuvimos nosotros juntos de niños un gato negro moribundo en la sala a nuestro lado. Es verdad que de niños nosotros juntos en la sala nunca tuvimos a nuestro lado un gato negro moribundo ni de mentiras.





DOMINIO DE LAS BESTIAS

1.

Construyeron un muro durante la madrugada, justo por donde pasa el tren. No hay vuelta atrás cuando amanece. Ante la inminente explosión de metal y silencio abrupto, el tren pega alaridos, acelera el motor, cierra sus puertas, abandona a sus hijos y las hojas de los árboles que se cuelan por las ventanas.


2.

Caminaba haciendo equilibrio. El riel es estable cuando es amigo. Es el carril de la infancia y los insectos, el sol pesadumbre de la tarde, lo rojo de la frente. Mi desafío de niño múltiple era aguardar el temblor, cerrar el puño de piedra, abandonar a mis padres y sostener el aliento hasta el último momento.


3.

El metal puro no se encuentra en la naturaleza.


4.

El chofer de ese tren no sabe que hay gatos escondidos en el metal y con pánico. No sabe que hay sueños atravesados por bestias. Olvida que en ese balcón ya no duermen un perro y su dueño. El chofer se sienta en una manada, alza la mano y pega tiros. La manada donde se sienta es una evidencia: el vaso quedó anoche en el borde de la mesa, las medias sucias quedaron desde anoche en el pasillo, la puerta de la refri está mala, anoche quedó semi abierta. No mucho ha cambiado desde ayer, me visto, subo, me encierro, alzo la mano, pego tiros, domino a la bestia y le doy de comer piedras.





SITUACIÓN DE LAS RUTAS


Del techo un silencio. De la calle un martillo. La construcción del silbido negro acosando. Aquí sentada escucho el humo vertical, la ruta de los platos sucios, el tiempo rilke convertido en trance convertido en ángel terrible. Oigo que se acerca, trance el instante de cometer una fotografía. La fotografía persiste como novela geográfica del terror, la mano gira y enciende el motor justo cuando la mía pasa al lado escuchando. Justo se quema el bombillo a la 1:00 am. Justo el derrumbe de línea eléctrica, escucho el muerto, tumbando la ciudad que desaparece en masa colonial, ahorcado cada edificio por máquinas tiesas, sucias. O es eco mi cuarto. Eco terreno. Bloque masivo de concreto que se asienta en el puente cuesta abajo. La noche voluminosa por donde gira un animal enloquecido. No es la lluvia. O es la lluvia de cuatro patas rasgando el techo sobre mi cama. El techo vivo. Martillando. O el ángel terrible en picada rilke cuesta abajo. El puente mi cama. Mi cara la fotografía. El paredón pared que colapsa. Suena en las manos la paliza larda. Todo se puede decir para no decir este método síncope del miedo.





PRIMERA DUDA

Última noche en el paris canalla. Última noche de ciudad en masculino. Último verso repetido durante años desde el lugar en donde no se ve la ciudad o sus promesas. Último escritor que desea irse a Europa para escribir. Último pueblo. Última tierra en el poema de todos. Poema unísono de raíces, porque siempre es tema paris, como los abuelos. Los abuelos y sus manos, sus refranes, sus reglas durante el almuerzo. Los almuerzos familiares que se terminan de raíz en este lado, última familia, último idioma, como los recuerdos fríos de la duda, porque recuerdo ahora que nunca he ido a paris a comprobar si se trata verdaderamente de algún vos canalla.





PÁJAROS PENDIENTES

Lo que no se dice a gritos se despoja en la calle inútil, mintiéndole a no terminar lo que urge. Así estoy frente a la mesa del lugar, frente a la taza. La boca abierta de muñeco de trapo hablando. También la mano posa inerte los dedos a contratiempo en la madera, posa en el caballo negro desbocado como pasado quieto, o como lo que no ha pasado aún. Se me antojó negro después del recuerdo de mi papá, con cinco años y recordando viejos tiempos, dándole de galope al olvido. Es que me da risa el tiempo animal, acostarme cansada por las noches como con veinte años más. La edad pendiente un animal. Los que tienen veinte años más que yo se acuestan con mi edad. Mi cuello sospecha ahora la despedida, trazándola lenta de hormiga, inútil bordeando la taza. Así la espanto, con golpecitos en la mesa, pretendiendo metales del cielo, monedas que la buscan en la disonancia de la piedra. Me urge el punto afónico de lo hecho. Hecha la piedra, la mesa. Hecho frío el café como vértebra aconteciendo la edad, donde suelen despedirse los pájaros en cuartetos blancos desde la calle.





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