Yrene Santos (Salcedo, Villa Tapia, República Doninicana, 1964). Al igual que las poetas anteriores, participó del Taller Literario César Vallejo. Fundadora de la Tertulia de Escrituras Dominicanas de Nueva York. Estudió actuación en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Ha publicado Desnudez del silencio (1987), Reencuentro (1997) y El incansable juego (2002). Es profesora del Bread and Roses Integrated Arts High School en la ciudad de Nueva York.
CIUDAD MECÁNICA
En esta población de sueños
no caven las violetas
no pueden volar las mariposas
sólo el miedo deja su olor
en las esquinas desbordando
las arterias
las factorías se nos atragantan
clausurando voces
las niñas amanecen
con sus ojos cerrados
y bien abierto el sexo
el reloj gira
enloquecido (enloquecido)
las paredes se abalanzan
sobre nuestras neuronas
los peldaños ascienden
descienden
en dirección a la muerte.
PERDÍ LAS PALABRAS
Hoy siento miedo
la palabra se me ha roto
la exactitud no es tan exacta
a esta hora de la tribulación
un sueño largo largo como la tristeza del tiempo
las palabras
qué son las palabras
He olvidado el tono de mi voz
la hilaridad y la coherencia.
Hoy me perdí en el paso intranscendente
de los pies
qué confusión de rostros
cuántas ideas perdidas en la nada.
MALABARISTA
Empiezo a envejecer
y no me reconozco ante el espejo
soy objeto y sujeto de un pasado que me miente
aguijoneada de amapolas en mi cuello
lloro risas, aspavientos
recuerdo los bambúes que a la una y catorce
despojaban mi otro yo quedándome despierte
una interrogante que se vuelven miles en mi boca
no llego a pronunciar
es la hora a pronunciar
es la hora y la locura que gritan en mis sienes
la mirada a tientas muerte rostros
las pestañas son el muro
silencios
las audacias de quien no quiere asumirse como
amante
perdón pido a la noche que de cuando en cuando
me trae el retroceso, los temores, el sí, el no
y a Descartes con su duda
la agonía de un beso que se pierde entre lengua y dientes
una nariz congelada por el susto
una boca que no se abre porque ignora su futuro.
Empiezo a envejecer
envuelta entre rubores
malabarista de momentos nunca olvidados
el agua sobre el zinc
mis pies en el lodo
los truenos como muerte vomitando sorpresas
me miré vuelta niña jugando a las escondidas
toqué las acacias, los perejiles, las santomas
olí la yerbabuena, las gardenias, los lirios
Empiezo a envejecer
y veo los niños (ya no tan niños)
repitiendo mis días
empiezo a envejecer
y soy feliz.
ESTA CASA PERFECTAMENTE AJENA
La casa se rebela
es terrible y absurda
la quiero perfecta
sin paredes vibrantes
que alberguen soledades
y tiemblen en la cama
comiéndose
el manjar de mis tristeza
sin restricciones de techos
ni oído
debo
deshabitar las iris
del reloj
hasta mutilar estas
multiplicaciones del
cemento.
DE MAÑANA
Los espejos de la sombra
no reflejan aún
esta mirada perdida
mis párpados obviaron la luz
quise levanta la mañana
y descorrer los sueños
pero se me volaron las ganas
espantadas de nostalgias
Ni la caricia del agua
ni el alegre amarillo
de mis zapatos
ni la rebeldía de los montes
que habita mi pelo
pudieron con esta tristeza
no cabe en mi bolso este día
y la calle de epidermis imperfecta
no comprende la agonía de mis pies.
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