jueves, 9 de octubre de 2025

Anotaciones sobre El desierto que cruzamos, de Victoria Benarroch. Por José Miguel Navas

 


Anotaciones sobre El desierto que cruzamos de Victoria Benarroch
Por José Miguel Navas

  y estas palabras / que caen al mar temblando
                                          Victoria Benarroch

  

     Victoria Benarroch, venezolana nacida en Caracas, es poeta, educadora con estudios en psicología y psicoanálisis. Ha dedicado su vida a la psicoterapia para niños y adolescentes; eso la llevó a un interesante proyecto llamado Mi libro de vida, que ayuda al desarrollo de niñas y niños con un método que busca afianzar su identidad. Según las propias palabras de Victoria, la poesía siempre estuvo a su lado, pero nunca se había planteado hacer de ella un camino. Realizó un taller de poesía con la poeta María Antonieta Flores. Su primer libro de poesía es Entretejido (2007, Editorial Eclepsidra, Caracas, Venezuela), un gran descubrimiento.

Leí los poemas y me conmovieron. Se trata de una poesía sutil, arraigada a una historia familiar que se conecta con lo colectivo para consolidarse como algo superior y curar las heridas: Entretejes tu mirada / afinando el camino incierto // pies galopando entre aguas. En 2015, luego de varios años de ausencia, también con la Editorial Eclepsidra, nos trae La memoria de los trenes, un libro hermoso que nos habla de su visión del judaísmo, del exilio de quienes se han ido y de ese poderoso sonido de los trenes que continúan su camino. Son el instante con la memoria que nunca debemos olvidar: ahora es de nosotros / herencia de la casa / cada pascua recordamos su aroma.

En 2025 recibí la grata noticia de que saldrá publicado El desierto que cruzamos, bajo el sello de LP5 Editora. Poderoso y enigmático título, que trajo a mi mente la imagen de la ceguera por el exceso de luz, paralizado por la inmensidad del desierto que no parece agotarse, intentando mirar más allá de los espejismos y los falsos paraísos. Podría decirse: la ceguera por el amor. Para cruzar ese desierto es necesario el perdón. No es casual que uno de los poemas centrales de este libro nos habla del Yom Kipur; para quienes son creyentes, es el día para perdonar, el día que Dios abre las puertas del cielo: perdonar al otro y sobre todo a nosotros mismos, de aquellos agravios, para darnos la oportunidad de liberarnos. Desde una perspectiva no religiosa, es la oportunidad de la mediación y la reflexión de las acciones, de los acuerdos. En el poema de Victoria lo refleja de una manera amplia: las piedras atentas a nuestras caídas / custodian nuestras nostalgias / saben del misterio / de la exacta línea que une el bien y el mal / regresan / regresan el día del Kipur / hacen fuerte nuestra alma / su equilibrio es noble y perdonan.

Este poemario trata un tema inédito en la poesía de Victoria: la experiencia de su feminidad. Cruzar ese desierto es también liberarse de cualquier atadura. Lo leemos en sus páginas: El abridor de puertas transita a la mujer / en la palabra / las semillas silentes delinean sus pasos. Con una poesía breve, honesta y cautivadora, Victoria nos envuelve en su experiencia personal y en la de quienes la rodean; se libera de la sed, abre los caminos a una versión libre y nos plantea que todo acto de libertad requiere meditación y lenguaje: Por todos los hombres / que no entendieron / mi ritmo / la transparencia de mi piel.

Esta lectura me conectó nuevamente con otras; releí a poetas como Susana Szwarc, Rubén Ackerman, Mercedes Roffé, Paul Celan y Yehuda Amichai. Sin duda, la poesía de Victoria Benarroch, y en especial El desierto que cruzamos, nos conecta con la memoria colectiva, la intimidad, el deseo y con la poesía breve —que no es cualquier cosa—.  Además, nos brinda la oportunidad de adentrarnos una vez más en la poesía venezolana, con su riqueza y diversidad. Recomiendo leer El desierto que cruzamos para disfrutar de un maravilloso libro de poesía.

Madrid, 2025.




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