Ida Gramcko (Puerto Cabello, 1924 – Caracas, 1994). Poeta, ensayista y dramaturga venezolana.
Licenciada en Filosofía por la Universidad Central de Venezuela. Fue Profesora de Literatura en la misma UCV y en el Instituto Pedagógico de Caracas. También se desempeñó como profesora de Filosofía en el Centro de Arte Gráfico. Con tan solo 19 años, se convierte en la primera reportera de periodismo policial y cronista en el diario El Nacional. En 1948 se convierte en agregada cultural de Venezuela en la Unión Soviética. Es autora de los libros de poesía: Umbral (1942), Cámara de cristal (1944), Contra el desnudo corazón del cielo (1944), La vara mágica (1948), Poemas (1952; 2016), Poesía y teatro (1955), Poemas de una psicótica (1964), Lo máximo murmura (1965), Sol y soledades (1966), Este canto rodado (1967), Salmos (1968), Los estetas, los mendigos, los héroes (1970), Sonetos del origen (1972), La andanza y el hallazgo (1972), Quehaceres (1973), Salto Angel (1985) y Obras escogidas (1988). También publicó los libros de narrativa Juan sin miedo (1954) y Tonta de capirote (1972). Publicó los libros de teatro Poesía y teatro (1955), María Lionza (1956), La Rubiera (1956), La dama y el oso (1959) y Teatro (1961), y los ensayos El jinete de la brisa (1967), Preciso y continuo (1967), 0 grados norte francos (1969), Magia y amor del pueblo (1970), Mitos simbólicos (1973), Poética (1983) e Historia y fabulación en “Mi delirio sobre el Chimborazo” (1988). Obtuvo los siguientes reconocimientos: Premio de la Asociación Cultural Interamericana (1942), Premio de Teatro del Ateneo de Caracas (1958), Premio de Prosa “José Rafael Pocaterra” (1961), Premio Municipal de Poesía (1962), Premio de Poesía de la Universidad del Zulia (1964) y el Premio Nacional de Literatura (1977).
El
poeta Alfredo Silva Estrada en el prólogo de sus "Obras escogidas"
(1988) señala que "Esta orfebre, esta artesano exuberante, este arquitecto
del lenguaje, esta tejedora agilísima trenza y destrenza, entreteje conceptos,
pensamientos, sentencias, definiciones primigenias, imágenes, metáforas,
símbolos, integrando discursos insólitamente ritmados, construcciones únicas
dentro del panorama de nuestra más alta poesía." y luego agrega que
"La poesía de Ida Gramcko supone, fiel a su fundamentación conceptual, una
violencia sobre la realidad, sobre las apariencias: irrupción abrupta,
sacudimiento de lo real, ensanchamiento de mundos". Su hermana Elsa
Gramcko (9 Abril 1925, Puerto Cabello — 1994, Caracas) fue una notable pintora
y escultora abstracta.
Selección por Gladys Mendía
VOZ
Hay
alguien que llama desde remotas cimas,
hay
una voz profunda que me pide estar cerca.
Los
aires se arremansan en corrientes continuas
hasta
fundir los ecos en la dormida piedra.
El
camino es un paso que dio el gigante mundo
con
sus botas de angustia, pensativas y negras;
era
un viajero entonces, desamparado y rudo,
y
con su andar de nave fue duplicando huellas.
A
veces tengo alas. Los cabellos furtivos
se
fugan entre ratos de las furias del viento,
las
manos, como arañas, van tejiendo en sus giros
una
red infinita de locura y de ensueño.
¡Llegaré
hasta la cumbre! Tendré todas las flores
azules
y mojadas que habitan en las cuevas,
y
habrá un concierto claro de pájaros y voces
en
la garganta virgen de la desnuda tierra.
Hay
alguien que me llama desde remotas cimas
y
voy tras su llamado como la humilde sierva:
manos
y pies descalzos...entre luces y vidas,
hasta
la voz profunda que me pide estar cerca.
De
Umbral, 1941
hallar dicha y sosiego
en un sueño beatífico y tranquilo;
atienda a lo que digo y lo que creo.
¿Sabes, nocturno amigo,
a qué cosa en verdad llamamos sueño?
Atiende, hermano mío,
sin pena y sin recelo,
yo, que he soñado, yo, que no he dormido,
te pregunto sin voz desde mi lecho:
¿crees que el sueño protege del abismo,
rescata del asalto y del incendio?
Yo, soñadora inmóvil, no he creído
en mi rostro apacible cuando duermo.
Lucho soñando, sórdida, conmigo,
con un pájaro extraño, con el viento,
con un agudo y afilado pico
que me horada las sienes y el cerebro
y dejo sangre en el cojín y heridos
flotan ardiendo, aullando, mis cabellos.
Soñador y sonámbulo es lo mismo.
Se va entre nieblas, huérfano.
¿Quién hiló las almohadas? ¿El olvido?
La mano movediza del recuerdo
con un sombrío ovillo
y tejió la crisálida del lienzo
con una larga víbora de lino
que se enrosca en el alma y en el cuerpo.
Atienda aquel que alguna vez me dijo
hallar quietud seráfica en el sueño;
atienda a mi creencia, a mi pregunta,
que es la de todo soñador despierto.
Creo en mi corazón, su llama oculta
bajo las sábanas, ardiendo.
Creo en mi sangre muda
corriendo como un río del infierno.
¿Cree alguien en la calma de las tumbas,
en la paz de los muertos?
Quieren creer... ¡No lo han creído nunca!
Descansa en paz, sólo es un gran deseo.
Descansa en paz, pero la paz no escucha;
descansa en paz, pero el descanso es ciego.
La muerte, insomne, mira hacia la lucha
y el sueño es el más íntimo desvelo.
en un sueño beatífico y tranquilo;
atienda a lo que digo y lo que creo.
¿Sabes, nocturno amigo,
a qué cosa en verdad llamamos sueño?
Atiende, hermano mío,
sin pena y sin recelo,
yo, que he soñado, yo, que no he dormido,
te pregunto sin voz desde mi lecho:
¿crees que el sueño protege del abismo,
rescata del asalto y del incendio?
Yo, soñadora inmóvil, no he creído
en mi rostro apacible cuando duermo.
Lucho soñando, sórdida, conmigo,
con un pájaro extraño, con el viento,
con un agudo y afilado pico
que me horada las sienes y el cerebro
y dejo sangre en el cojín y heridos
flotan ardiendo, aullando, mis cabellos.
Soñador y sonámbulo es lo mismo.
Se va entre nieblas, huérfano.
¿Quién hiló las almohadas? ¿El olvido?
La mano movediza del recuerdo
con un sombrío ovillo
y tejió la crisálida del lienzo
con una larga víbora de lino
que se enrosca en el alma y en el cuerpo.
Atienda aquel que alguna vez me dijo
hallar quietud seráfica en el sueño;
atienda a mi creencia, a mi pregunta,
que es la de todo soñador despierto.
Creo en mi corazón, su llama oculta
bajo las sábanas, ardiendo.
Creo en mi sangre muda
corriendo como un río del infierno.
¿Cree alguien en la calma de las tumbas,
en la paz de los muertos?
Quieren creer... ¡No lo han creído nunca!
Descansa en paz, sólo es un gran deseo.
Descansa en paz, pero la paz no escucha;
descansa en paz, pero el descanso es ciego.
La muerte, insomne, mira hacia la lucha
y el sueño es el más íntimo desvelo.
De Poemas,
1952
déjame suspendida en el espacio,
entre los vientos firmes.
Allí se está como en un gran regazo
maternal y sin límites.
Déjame con los pájaros,
indagan lo invisible.
¡Ah, más allá del cielo se alza un árbol
que sus alas indómitas persiguen!
No lo han visto jamás y, sin embargo,
creen sentir su rumor en los confines.
Rumor de hojas distantes... Pero ¿acaso
no lo vieron, gigante, en el origen
primero de la vida, y en sus cantos
no es la voz de la ausencia lo que aflige?
Deja que suba a lo alto
y que mi canto vibre.
Canto la ausencia de algo,
de una estrella enterrada en nubes grises.
La sombra azul del árbol
se dilata y me ciñe.
Déjame con los pájaros.
Soy una flor delimitada y triste.
Arráncame los pétalos y el tallo
y la fragancia, y líbrame.
De Poemas, 1952
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