jueves, 6 de julio de 2023

LENA YAU: Poesía Venezolana Actual

 


Lena Yau (Caracas, Venezuela 1968)

Narradora, poeta, periodista e investigadora. Especialista en el vínculo entre literatura e ingesta. Ha publicado: Trae tu espalda para hacer mi mesa Gravitaciones, España, 2015; Lo que contó la mujer canalla Katlathos Caracas, 2016 Kalathos, España, 2021; Bienmesabes Gravitaciones, España, 2018 El Taller Blanco, Cali, 2021 Sudaquia, NY, 2022 Hambre de Cultura, Bogotá, 2023; Bonnie Parker o la posibilidad de un árbol Utopía portátil, Caracas, 2018; Carne de mi carne Antología de cuento Mantis Narrativa Plural editores, Bolivia, 2018; Nubes Poesía Hispanoamericana Editorial Pre Textos, España, 2019; Escribir afuera Cuentos de intemperies y querencias Kalathos, España, 2021; Asintomática Escrituras del encierro en coronavirus Editorial Hypermedia, EE. UU, 2021; Cuentos de Venezuela Líneas portulanas Editorial Universidad de Zaragoza, España, 2022. Reside en Madrid.

Inéditos



Puerta de bala

Quiero que mi sueño no escape 

y como loca salto 

para alcanzar las palabras

que ya flotan,

suben,

buscan el sol.

Me resigno y pienso en lo que queda.

Un niño con pistola.

Mira a todos.

Me escoge.

Dispara.

Siento la bala penetrar mi cuello.

Siento que las voces de los que me rodean se ahuecan.

Siento que me desenchufo.

Esto es morir, entonces.

Pero no muero.

Pasan las horas, dejo de sangrar y no muero.

Nadie se ocupa de mí.

Me creen un caso perdido.

Soy una herida incompatible con la vida.

Le digo a un médico que está entre mis amigos:

- Tengo hambre.

- No puede ser....estás muerta.

- ¿tengo la bala en el pulmón?

- La tienes en el corazón. Te lo rompió.

Contesto que no.

Que casi.

Que no me afectó.

Que dejó un agujero limpio, claro, redondo.

Que la bala se detuvo en la nada. 

Que la nada, duele.

Que tengo hambre.

- ¿Hambre vaga o hambre de fuerza?

- De fuerza. Hambre de fuerza.

Luego en fragmentos y fracturas alguien me habla de acentos.

La maestra de niños encantada porque escucha mil ritmos.

Dice que antes sólo se aceptaban acentos homologados.

La palabra homologados me asquea.

Veo en mi camisa blanca 

una mancha de sangre lavada.

Tan lavada que es el revés de una rosa.

Yo camino con un hueco en la garganta 

mientras me explican la relación proporcional 

entre ángulos y recepción.




Mi hueco silba.

Es de plata.

Puerta de bala.

Me gusta.

Me siento imbatible.


Oración a los santos oníricos de mi altar agnóstico


Antes de alzar las manos 

y dejar que lluevan sobre las letras

                   oro

mi altar alternativo

es el misterio flotante

de San Borondón

lo pueblan 

agnósticos conocidos

beodos ilustres

grafómanos irredentos

ávidos microcopistas

cultivadores de hambres

duelistas del filo

babélicos involuntarios


san Hemingway

                    mantén lejos de mí 

la botella y la escopeta.



De Lo que contó la mujer canalla. Lena Yau. Editorial Kalathos. 2016. Caracas.


CARPETANIA 


Estirar el cuello para encontrar meseta por mar.

Y ese horizonte que trampea constantemente vistiendo un azul de costa que acaba en penillanura. 


A algunos no nos pertenecen los mares.

Es la penitencia, quizás, por abandonar la cuna. 


PLUVIAL 


A Maru Alcalde Varela 


Aún vivo en todas las viejas direcciones. 

Charles Simic 



Suena la lluvia y me desoriento. 

Busco grifos abiertos

teles encendidas

ordenadores patinando. 

No encuentro nada.

Abro la ventana: veo y escucho con nitidez. 

Las gotas son gordas y suenan.

No hay truenos

no hay relámpagos.

Hay insistencia

ronquera sostenida

rutina en un espacio impropio. 


Y unas nubes

            una falta de luz 

una bella impertinencia 

           un dislate 

una falta de geografía. 


LO QUE FALTA 


A Giovanna Rivero, que vuelve y vuelve 


Siempre es así.

Donde quiera que esté soy lo que falta.


Mark Strand 



La experiencia de caminar sobre los pasos propios. 

Pisar huellas añejas.

Cazar la sombra cuando no hay sombra.

Volver sobre uno mismo. 

Recogerse.

Mirar en silencio la vida que fue. Sentirse escena.

Saberse instante y fuga.

Regresar para completar. 


YO TAMBIÉN VI UN PERRO EN HENDAYA 


A Frank O’Hara 



Los pies al borde del pantalán 

y el temblor de mi rostro 

sobre el mar.

Quizás no fue Hendaya 

sino Bayonne.

Conté́ en dos lenguas

mis finales de agua.

Caroní́ en un salto.

Colón señalando desde la rambla. 

La Toja de fangos y piedras. 

Quise volver a mi reflejo

pero estaba roto.

El cuerpo inflado

golpeó un pilote de madera 

haciendo pequeñas olas

que lo empujaron

al curso de la corriente.

Lo último en irse

fueron sus ojos

sin vida.

El perro quiso salvarme un poco. 

Acepté la ayuda

susurrando Lanzarote. 

 


SIN COMPÁS 


Desvarar

regresar

caer

romperme la boca y los dientes

cerrar los ojos para evitar el puñal verde 

guardar los oídos del taladro 

asfixiarme de calor

tocar las fotos que han sido reloj todos estos años 

acariciar la tierra que guarda amores huidos

halagar mi lengua con sabores que me hacen texto 

ser hija recibida

recuperar las horas de sueño aconsejadas por Salerno 

rescatar una parte de mí que se fuga cada día

dejar de ver la cuna como bruma

como incendio

como isla que se aleja de mi nado. 


De Trae tu espalda para hacer mi mesa. Lena Yau. Editorial Sudaquia. Nueva York. 2021


I

Esas piedras

que me arrojas

son el mal pan 

de tu infancia.

Saborgar


Hizo girar el molinillo sobre la palma de mi mano.

Lloviznó polvo pimienta.

Dejó correr el aceite de oliva.

Me ordenó buen provecho.

Me lamí descarada mirando sus ojos.

Fuimos dos perros

esa noche memorable.


Parhelia 


A Juan Carlos Méndez Guédez.


Despertar de los ojos de la niña muerte,

del pez que intentó devolver al estanque

con abanico isabelino venido de Aranjuez;

despertar de sus trozos destrozos de cristal gelatina,

blancos irisados pútridos,

de la sauna pública, de una vitrina sucia y de la náusea,

del baile de gogós submarinistas,

de un subterráneo,

del inglés al español al ladino al francés,

de ladrones plurilingües,

entender sin entender

siríaco y friulano,

rogarle a Plinio El Viejo

entre lágrimas

que olvide al volcán,

huir de una nube ardiente de azúcar rosa.


Despertar de golpes de tacón en mi frente,

de cámaras fotográficas perdidas,

de agendas y plumillas recuperadas,

abrir los ojos sucesivamente,

encenderle la luz a cada pequeño horror.

Descubrir que la tachadura

rompió el papel

que llevaba mi nombre.

Prensar los párpados.

No quedan sueños.


Letraduras


la escritura

soga tensa que me guía


el texto

red que me salva


su palabra en la pantalla

cadáver que intento reanimar


la palabra que di

pies descalzos sobre asfalto líquido


él y yo

letra flotante en agua de borrajas.


Catara 


El corazón caminaba.

La tierra se abrió́.

Cayó.

(desde la grieta, grita)

Ahora es tubérculo que guarda ponzoña. 


Clarea. 

Ralla. 

Comprime. 

Haz líquido. 

Reserva. 


El dolor: animal clavado con alfileres en una pared. 

(palpita en silencio)

Un exoesqueleto en vivisección. 


Descarta pies, cabeza, piedad. 

Retira cuidadosamente el abdomen. 

Aceita un hierro candente.

Lancea sin dudar. 


Su presencia: enfermedad del cuerpo. 

(escalofríos temblor dental)

Una quemadura de vapor. 


Rajas de ají́ chirel con venas y semillas. 

Jugo del tubérculo corazón.

Insecto dolor mutilado y tostado. 

Mezcla sin agitar. 


Él está:

En la hoja en blanco.

Sal.

En la hoja en escrita.

Pimienta.

En la letra invisible.

Limón.

En las oquedades del discurso. 

Reposo. 


(todo lo que somos es lo que no somos) 


Unta el preparado en cada parte que reclame su huella. 

Espera a que el nombre se infle en ampolla.

Deja que crezca y reviente por cuenta propia. 


Levanta la piel para barrer debajo. 

Barrerlo de ti. 


Repite el proceso hasta la cicatriz.

Reza estas instrucciones en su memoria. 


recurrencias en el zumo de tomate


promocionar mis libros me obliga a viajar.

hay días en que veo el ala del avión cinco veces.

debería estar contenta pero odio volar.

no es miedo, es odio.

bebo para no sentir que vuelo.

a veces doy entrevistas borracha.

me porto bien.

soy una borracha responsable.

yo misma me digo:

este es el último trago,

alterna cada cóctel con agua,

come algo,

date una ducha de agua fría,

no mezcles ansiolíticos con alcohol,

no tararees boleros,

no lo nombres, no lo escribas, no lo recuerdes, no lo pienses, no lo extrañes, no lo sufras, no lo armes, no lo pliegues, no lo evoques, no lo escuches, no lo existas.


combato la resaca corporal con ibuprofeno y zumo de tomate.

para la resaca de su ausencia no existen paliativos.


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