jueves, 6 de julio de 2023

YOYIANA AHUMADA LICEA: Poesía Venezolana Actual

 


Yoyiana Ahumada Licea (Caracas, Venezuela, 1964)

Magister Literae. Periodista, Guionista, dramaturga, poeta, profesora universitaria y actriz. Autora del poemario Ojos Quebrados (El Taller Blanco Ediciones, Cali- 2021), poedrama Polvo de Hormiga Hembra (Editorial Eclepsidra, 2013); Portugal y Venezuela: 20 testimonios (Fundación para la Cultura Urbana, 2011) Alucinados, visionarios e irreverentes, la idea escénica en Venezuela en los 70 (La iguana Bohemia, Ecuador, 2001), Compiladora de El mundo según Cabrujas ( Alfa, 2009), coautora de ¿Qué pasa Venezuela? (Bid & Co editor / Universidad Austral de Chile, 2020) 75 años Centro Venezolano Americano (2016); Aproximación a nuestra cultura (Venezuela positiva, 2008) Autora de los espectáculos Cabrujas: La voz que resuena, Cabrujas por siempre y el Estruendo de la memoria (2018) . Autora: Reinas sin corona (2021), Sylvia Plath: Matar al ama de casa, revivir a la poeta (Conferencia performativa, 2021), autora y directora de los cortos “ El poste” ( 2020), “El ángel de Bucaramanga”, “ No llames a las balas”, Selección oficial de Venezuela para el festival Femujer (Republica Dominicana, 2021) y “Niño Jesús ven a esta casa” del proyecto #Telacuentoyo, creado para el portal “El Pitazo”. Aparece en antologías: Poesía Venezolana en Voz Alta (Mujeres Todas, 2019), Fulanas y Menganas Antología Poética de Funcionarte Corp (Miami, 2018), 100 mujeres contra la violencia en Venezuela (2015), 102 poetas Jamming (2014). Profesora de las Cátedras Literatura Española I y II, Escuela de Idiomas Modernos Universidad Central de Venezuela, miembro de Asociación Venezolana de Crítica Teatral), Teatroteca y Círculo de Escritores de Venezuela. Reside en Venezuela.

Inéditos.


Volutas de humo


Atraviesa muslos ignotos

-entresijos de un alfabeto -

al final solo un canto de ventisca.


La mano que doma es otra

nervadura del cuerpo virgen

al prodigio abrasador acoge.

El ardor

procura raptos de cúrcuma

y benjui

dulces los labios

se posan

caracoles de humo

en tercas aguas

boca ígnea

el

animal hablante

devora.

Melancólico brillo

en tus ojos

aspira

el vicio esparce

la lengua erecta

se contorsiona.

Intimo cilindro

Vegetal.

Habáname


Altahabana


Deslucida

bestia de fuego

zurcido de añil

¿Adónde el sueño ?

Sobre el animal dormido

en las hebras de tus ojos

castiga el asombro.

Cuerpos sin nombre

inflaman la noche.

En los dedos

la ternura al borde.


*

Ceñida por manos de ceniza

desnuda mi casa

insiste.

Días sin nombre

en reino extraño

mi casa desnuda

sin dones

ni puertas

piel de sol.

Implora.


La cueca rota


Mi padre bailaba cueca y frotaba las espuelas

me habría gustado ver las chispas hiriendo mis ojos.

A veces me pongo su sombrero de huaso

a lo mejor fue un torpe bailarín

un muñeco de cuerda desorientado

su nombre se perdió en una esquela mortuoria.

Me lo hicieron extraño

la señora de los zapatos grandes

ella.

Se lo llevaron en un pájaro gigante

fue cóndor

atravesó los andes

vio arder la memoria.


Un día fui a buscar su tumba. Nadie me dijo.

El primero: no sé.

El segundo: lo olvidé.

El tercero: lo olvidamos.

Despues de todo nadie nombra lo que no ha amado

mis pies se lastimaron.

Únicamente ella tomo mi mano

dijo “nos encontrará el reposo”.

Mi paso se detuvo

ante una tumba sin nombre

aquel panteón sin cruces.

La tierra

yerta, oscura,

reseca, rabiosa

heredad muda

su muerte

me dejó en la pista


dando vueltas sobre mí.


El sepulcro

detrás del general Pratt

allí blanco, olvidado

siempre los civiles a la sombra de los militares

¡Viva Chile Mierda!



los pasos

retorcido sosiego.

¿Donde estás muerte?

Abre tus caminos

encorvada sombra

Ella

traspasa el tiempo.

Peces en el obituario que no habita

-no sabía decirle -

Me volqué a la arena

que se tragaba su rostro.


Pedí cuentas

intenté perdonarme.


Balbuceé un silencio

infligí mi piel

en el jardín de su tumba-castigo.

La señora

nunca vino

no se dolió en muertos ausentes.

No en los míos

los pesos para el vino y la cueca rota.


Borrar mis pasos.

Mi padre bailaba cueca y frotaba las espuelas

me habría gustado el salto, ese fulgor de plata hiriendo mis ojos

verlo en la pista

agitando su cuerpo vivo.


A veces me pongo su sombrero de huaso

a lo mejor fue un torpe bailarín

un muñeco de cuerda desorientado.

  


*

No temas dar el paso

perdida la sombra

insiste en la huella

podrás llevarte los maderos

ser tu casa en otra tierra.

  


De Ojos Quebrados. El Taller Blanco Ediciones, 2021.


No es posible callar

sin tropezar el nombre de las cosas.

Memoria sideral


He sido una estrella muerta.


Bajé hasta el fondo de mis huesos

-desprovista -

Una quietud desprende

al sol

animal cautivo

arranca la investidura

en la búsqueda de una señal.


El polvo ciego

velada escritura de las hojas

lo simple

lo bello

lo posible.


Tu olvido

sin manos

impúdico fulgor.



Una estrella muerta

balbuceo indómito

penitente incandescencia.


De Memorias del desierto (Poemario inédito)


Me queda tu luz en la palma

de la mano

y nombrarte en lo sagrado.


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