domingo, 4 de mayo de 2025

Isabel Teresa García traduce a Luis García Morales

Fotografía por María Teresa de García (Río Orinoco, 2010)

Luis García Morales (Ciudad Bolívar, 1929 – Caracas, 2015) fue un poeta y promotor cultural venezolano. Perteneció a Sardio (1958 – 1961), un grupo de jóvenes intelectuales venezolanos que redescubrieron y revalorizaron a autores de Venezuela y del mundo. Fundó la revista Zona Franca junto a Juan Liscano y fue jefe de redacción de la Revista Nacional de Cultura, director artístico de la Radio Nacional de Venezuela, director general de Monte Ávila Editores, y presidente fundador del Consejo Nacional de la Cultura (Conac). También, fue guionista y locutor de programas de radio dedicados a la literatura como La aventura del libro y El Cantar de los Cantares. Escribió tres poemarios: Lo real y la memoria (1962), El río siempre (1983; Premio Conac de Poesía) y De un sol a otro (1997; Premio Municipal de Poesía de Caracas). Parte de su obra ha sido traducida al inglés, al francés, al portugués y al italiano. 

Cinco poemas de El río siempre  (Ediciones Galería Durbán, 1983).

Traducidos al italiano por Isabel Teresa García


I


Cae gota a gota en lo profundo del bosque como rocío

Y gota a gota desde lo profundo del bosque llega a mí



I


Cade goccia a goccia nel profondo del bosco come rugiada

E goccia a goccia dal profondo del bosco arriva a me

   


III

  A Adriano González León


Estoy solo a orillas del río

Me visita el terror secreto de la soledad

Hay un fantasma fijo que me habita y me habla

Soy cada vez más extraño a la vida

Soy cada vez más piedra de la herencia


La ciudad arde bajo un mereyal sombrío

La ciudad arde en una esmeralda de mi memoria

Entro a su sol y escucho su plegaria de granito

El niño que me acompaña escucha

El gemido nocturno de sus muros

       Rociados con sangre de vaca


Estoy solo a orillas del río

Las aves tejen y entretejen el cielo

Las toninas soplan en los flancos de la marea

Y en la vieja luz de mis huesos

Tanta mirada perdida

Tanta música desconsolada

Brotando como flechas de la memoria

Estoy desprovisto de senderos

Llega un caballo conversando de hojas tiernas

Llega un friso troquelado en cuero de tambor

Llega un tigre que canta en lo alto de una mata

Me vuelvo lejos

Como si la historia nos estuviera soñando

Como si el día fuera sin término


Ante mi pasa una bala

Pasa la página de un libro

Pasa un camposanto


Donde van despidiéndose

     Del ayer o del mañana

Mis amigos


Pasa una mariposa vestida de mi rostro

Me siento mal frente a este hielo

           Que se desdibuja

Frente a este humo

           Que se deshace y me transforma

Escribo la estrella y desaparece

Escribo el fantasma y es mi olvido

Escribo mi nombre

Y el agua pasa por encima

Lavando su tiniebla


           El río

           El río siempre



III


A Adriano González León


Sono solo in riva al fiume

Viene a trovarmi il terrore segreto della solitudine

C’è un fantasma fisso che mi abita e mi parla

Sono sempre più estraneo alla vita

Sono sempre più pietra dell’eredità


La città arde sotto un anacardo ombroso

La città arde in uno smeraldo della mia memoria

Entro nel suo sole e ascolto la sua preghiera di granito

Il bambino che mi accompagna ascolta

      Il gemito notturno dei suoi muri

Spruzzati con sangue di mucca


Sono solo in riva al fiume

Gli uccelli tessono e intessono il cielo

I bonti soffiano nei fianchi della marea

      E nella vecchia luce delle mie ossa

Tanti sguardi persi

Tanta musica sconsolata

      Spuntando come frecce della memoria

Sono privo di sentieri

Arriva un cavallo conversando di foglie tenere

Arriva un fregio fustellato in cuoio di tamburo

Arriva una tigre che canta in alto su un ramo

Mi volto lontano

Come se la storia ci stesse sognando

Come se il giorno fosse senza termine


Davanti a me passa una pallottola

Passa la pagina di un libro

Passa un camposanto


      Dove stanno dicendo addio

Al passato o al futuro

        I miei amici


Passa una farfalla vestita dal mio volto

Mi sento male davanti a questo ghiaccio

        Che svanisce

Davanti a questo fumo

        Che si dissolve e mi trasforma

Scrivo la stella e scompare

Scrivo il fantasma ed è il mio oblio

Scrivo il mio nome

E l’acqua ci passa sopra

Lavando la sua tenebra


        Il fiume

            Il fiume sempre



XXVII


La

     simple

    cascada

     indómita

        del

  tiempo

baja    sube

       corre

       da vueltas

regresa

pasa por mis ojos y

mis manos

      Se deshace

        como yo

como yo

    canta

bajo el laurel

        como el laurel

        ilumina

solo un instante

     y

        se

evapora



XXVII


La

     semplice

        cascata

        indomita

           del

     tempo


scende       sale

corre

gira

ritorna

           passa davanti ai miei occhi e

           alle mie mani

          Si dissolve

             come me

come me

   canta

sotto l’alloro

        come l’alloro

      illumina

solo un istante

    ed

        evapora



XXXVIII


Entre el origen y el estuario

La velocidad se sumerge en la quietud

La quietud parpadea hacia el movimiento

El movimiento brilla en el soplo del rocío

El rocío se deshace en su propia luz

La luz reaparece en la sombra que la devora

       Y la sombra es mi cuerpo

Mi cuerpo claro     transparente

      Que se diluye

Entre el rocío del origen

Y las puertas vulnerables del mar



XXXVIII


Tra l’origine e l’estuario

La velocità si immerge nella quiete

La quiete lampeggia verso il movimento

Il movimento brilla nel soffio della rugiada

La rugiada si dissolve nella sua luce

La luce riappare nell’ombra che la divora

       E l’ombra è il mio corpo

Il mio corpo chiaro trasparente

         Che si diluisce

Tra la rugiada dell’origine

E le porte vulnerabili del mare



EL RÍO


Llega como una gota

          como un hilo

          como una serpiente

          como una turbulencia

Llega como remanso como transparencia como torbellino

Llega como playa como sardina como gamelote

Llega como lino como seda como lienzo

Llega como hormiga como topo como tortuga como conejo

Llega como caballo como toro como onza

Llega como sueño como despertar como pesadumbre

Llega como amor como tristeza como sufrimiento

Llega como penumbra como sombra como noche

Llega como barco como marino como náufrago

Llega como nadador como luz como velocidad

Llega como casa como palacio como cielo como infancia

Llega como tesoro como magia como sortilegio

Llega una vez llega dos llega mil

Llega acostado llega de lado llega vertical

Llega como aguardiente como vino como ginebra

Llega como historia como leyenda como conseja

Llega como yo como virtual como imprevisto como alucinado

Llega como hombre y como mujer

Llega como cuarzo y como diamante

Llega como silencio de pescador como pescado y como atarraya

Llega como rumor como sonido como gran música

          Y nos voltea la memoria

          Y oímos el murmullo de la gota al caer

          Cayendo en lo profundo del bosque

          Como respiración del bosque

          Como aliento

                Como rocío

    Como origen



IL FIUME


Arriva come una goccia

come un filo

come un serpente

come una turbolenza

Arriva come ristagno come trasparenza come vortice

Arriva come spiaggia come sardina come erba

Arriva come lino come seta come tela

Arriva come formica come talpa come tartaruga come coniglio

Arriva come cavallo come toro come giaguaro

Arriva come sogno come risveglio come pesantezza

Arriva come amore come tristezza come sofferenza

Arriva come penombra come ombra come notte

Arriva come barca come marinaio come naufrago

Arriva come nuotatore come luce come velocità

Arriva come casa come palazzo come cielo come infanzia

Arriva come tesoro come magia come sortilegio

Arriva una arriva due arriva mille volte

Arriva disteso arriva di traverso arriva in verticale

Arriva come acquavite come vino come gin

Arriva come storia come leggenda come favola

Arriva come me come virtuale come imprevisto come allucinato

Arriva come uomo e come donna

Arriva come quarzo e come diamante

Arriva come silenzio di pescatore come pesce e come rezzaglio

Arriva come rumore come suono come grande musica

E ribalta la nostra memoria

E sentiamo il sussurro della goccia che cade

Cadendo nel profondo del bosco

Come respiro del bosco

Come fiato

       Come rugiada

       Come origine






Sobre la traductora

Isabel Teresa García (1985) nació en Venezuela y vive en Suiza. Es poeta, traductora literaria y profesora de idiomas. Entre los reconocimientos que ha recibido, destacan el Premio Hispanoamericano de Traducción Literaria Aquelarre Ediciones (México, 2024), el Premio Internacional de Traducción de Poesía «M’illumino d’immenso» (México, 2022) y el Premio Bonaventuriano de Poesía (Colombia, 2016). Ha traducido a Saint-Exupéry, a Amalia Guglielminetti, a Carin Caduff, a Saki y a Donata Berra al español. Fue becaria del programa de residencia para traductores literarios latinoamericanos de la Casa de Traductores Looren (Suiza, 2024). Sus textos han sido publicados en importantes revistas literarias de América Latina. Su poemario Exilios fue editado por El Taller Blanco (Colombia) este año. Los poemas que aquí se presentan son parte del trabajo por el que la traductora recibió el Premio de Traducción al italiano «Le mille e una lingua» del Forum per l’Italiano in Svizzera (Suiza, 2025).








sábado, 3 de mayo de 2025

Entrevista a Roger Santiváñez. Por Ernesto González Barnert

 


“La poesía siempre es resistencia, porque es un acto cultural radical”


Entrevista a Roger Santiváñez y su libro Symbol: la poesía como fractura y revelación
Por Ernesto González Barnert*


Roger Santiváñez es una de las voces singulares e inclasificables de la poesía peruana contemporánea. Desde sus primeras incursiones en la escena literaria limeña hasta su actual residencia en Estados Unidos, su obra ha sido un laboratorio de experimentación, donde el coloquialismo, la contracultura, la violencia urbana y la contemplación mística conviven en un equilibrio tan precario como fascinante.

Nacido en Piura en 1956, Santiváñez formó parte de movimientos fundamentales para la poesía peruana como La Sagrada Familia, Hora Zero y, sobre todo, el Movimiento Kloaka, que marcó una ruptura radical con la tradición. Sin embargo, fue con Symbol (1991) que su poética dio un giro definitivo: un libro escrito desde los márgenes del lenguaje, en una suerte de trance alucinado donde el argot callejero, el nonsense, el plurilingüismo y la descomposición de la sintaxis intentan capturar el caos de una época marcada por la violencia política, la droga y la descomposición social.

Originalmente publicado en Princeton, Symbol es el libro más experimental de Santiváñez, una obra en la que el poeta se sumerge en un vértigo verbal para desentrañar los límites de la conciencia y del lenguaje. Hoy, con la reedición de este poemario en 2024 por la Casa Editorial Personaje Secundario, nos adentramos en su universo para comprender sus pulsiones, sus riesgos y su impacto en la poesía latinoamericana, donde funde lo conversacional con lo neobarroco, las tradiciones con la intemperie, la calle y sus códigos.

Con esta entrevista contestada por el poeta a orillas del río Cooper, sur de New Jersey, durante abril del presente año, buscamos explorar los pormenores de Symbol: su gestación, su estética radical, sus referentes literarios y musicales, así como su lugar en la trayectoria de Santiváñez. También nos interesó conocer sus lecturas esenciales, sus obsesiones poéticas y su mirada sobre la poesía actual con esa constancia que el poeta del reconocido poemario El Chico que se declaraba con la mirada o Virgen de Guadalupe, además, prosigue con deseo, la intuición correcta de que todo arte auténtico implica cuestionar el statu quo.


–Symbol es considerado uno de tus libros más experimentales. ¿Cómo surgió la idea de escribirlo?

–La idea de escribir SYMBOL nació a fines de diciembre de 1990, una noche regresando del Nirvana, un club de rock que había en Lima en esa época. Yo tuve la idea de escribir un libro de poemas que fuera una especie de viaje hacia lo más profundo de mí mismo, motivado por el efecto de un psicoactivo llamado pasta básica de cocaína, que fumaba todas las noches en aquellos días terribles.


–Se ha dicho que Symbol es un reflejo de la violencia y la desintegración del tejido social en el Perú de los 90. ¿Cuánto de esa realidad permeó en tu escritura?


–Sin duda intenté un cambio de estilo. Ya estaba cansado del tono conversacional que me vio nacer. Quería encontrar otra cosa. Así fue como, sin darme cuenta, derivé en una especie de lenguaje que se autoiluminaba a sí mismo, aun cuando había empezado usando un modo superconversacional, es decir, el habla de las esquinas de los barrios de Lima, especialmente el Rímac, donde reina el lumpen y sus giros coloquiales. La desarticulación esquizoide vino, supongo, de la droga.


–En términos de estilo, Symbol marca un giro en tu poesía. ¿Qué influencias te llevaron a esa exploración del lenguaje lumpen y la desarticulación esquizoide?

–Bastante, mucho, porque mi vida personal estaba rodeada de tres violencias: la de la guerra civil que vivía el Perú entre Sendero Luminoso y el Ejército; la del mundo de la droga, que es lumpen; y la salvaje relación amorosa que yo atravesaba con una jovencita del Rímac, a quien está dedicado el libro. Todo esto permea los poemas, pero no exactamente como tema, sino que está enhebrado, fusionado al ritmo de su lenguaje.


–¿Cómo ves Symbol hoy, más de 30 años después de su publicación original? ¿Qué ha cambiado en tu percepción del libro?

–La verdad, poco o nada. Veo el libro como un testimonio fuerte de lo que me tocó vivir en esos álgidos años que se padecieron en el Perú.


–¿Qué tan importante es la oralidad y el argot callejero en tu poesía?

–Muy importante, ya que durante un tiempo me interesaba trabajarlo como poesía o incluirlo en el discurso de un poema. Quizá hasta la actualidad pervive en mí esta actitud, aunque de forma más suave, diría.


–Se ha comparado Symbol con ciertos textos de la poesía maldita. ¿Te sientes identificado con esa tradición?

–Estuve muy identificado con esa tradición desde cuando empecé a escribir poesía, a mediados de los 70s, y luego —de hecho— durante la composición de SYMBOL. En realidad, mi incursión en las drogas duras (solo la pasta básica de cocaína) se debió a una ingenua lectura mía de la recomendación de Rimbaud, según la cual, para ser un vidente —es decir, un poeta auténtico— debías someterte a un riguroso, razonado y total desorden de los sentidos. Yo, como el muchacho inexperto que era, seguí esta consigna al pie de la letra. El problema es que terminé siendo un adicto a la droga, terminal, casi muero. Pero vi una luz al fondo del túnel y logré salir. Quedó SYMBOL como testimonio en poesía de aquel maldito proceso.


–¿Cómo fue el proceso de reedición de Symbol en 2024? ¿Hubo cambios o añadidos respecto a ediciones anteriores?

–No, no ha habido cambios. Usualmente, yo, cuando reedito algún libro, no corrijo nada. Lo dejo tal cual lo escribí. Me parece más honesto.


–¿Cuál crees que es el mayor desafío para un lector que se enfrenta a Symbol por primera vez?

–El desafío me parece agarrar su ritmo interno, que no es fácil porque está articulándose y desarticulándose cada instante, pero tengo la esperanza de que el cincel que opera su tratamiento del lenguaje logre conquistar al lector con la dulce violencia de sus asociaciones inesperadas y sus referencias herméticas, pero —ojalá— incitantes.


–¿Cuáles son tus diez libros favoritos de poesía mundial?

10 libros serían: 1) The Cantos de Ezra Pound. 2) Las flores del mal de Baudelaire. 3) Poesía completa de Lezama Lima. 4) Altazor de Huidobro. 5) The Waste Land de Eliot. 6) Howl de Ginsberg. 7) Una temporada en el infierno de Rimbaud. 8) Prosas profanas de Rubén Darío. 9) Incurable de David Huerta. 10) Galaxias de Haroldo de Campos.


–¿Cuáles son tus diez libros favoritos de poesía peruana?

–Estos: 1) Trilce de Vallejo. 2) Reinos de Eielson. 3) Abolición de la muerte de Westphalen. 4) Travesía de extramares de Martín Adán. 5) Canto ceremonial contra un oso hormiguero de Antonio Cisneros. 6) Monte de Goce de Enrique Verástegui. 7) Valses & otras falsas confesiones de Blanca Varela. 8) Contra Natura de Rodolfo Hinostroza. 9) Noches de adrenalina de Carmen Ollé. 10) Quasar & otros poemas de Mario Montalbetti.


–¿Hay algún libro que nunca pudiste terminar de leer? ¿Por qué?

–Muchos. Yo empiezo a leer un montón de libros, pero son pocos los que termino de leer hasta el final.


–Tu relación con la música es fundamental en tu vida. ¿Qué discos o canciones han sido esenciales para tu escritura?

–El rock es esencial. Son bastantes, pero escogeré algunos. Por ejemplo, Abbey Road de los Beatles fue fundamental cuando empezaba a escribir. También Pluribus de Grand Funk. Luego, sin duda, la canción Stairway to Heaven de Led Zeppelin. Más adelante: Chuck Berry, Elvis, Lennon, Harrison, CC Revival, Janis Joplin, Jimmy Hendrix, Doors, los Rolling, The Who. Hace poco: Scorpions. Del Perú: Los Yorks, Los Saicos, The Traffic Sound, The Telegraph Avenue, El Polen, Delpueblo, Narcosis.


–¿Qué relación encuentras entre el rock y la poesía?

–Encuentro una tremenda relación, ya que el aspecto lírico del rock (aunque fuera un rock salvaje y brutal) siempre lo encontraba en mi sensibilidad mientras escuchaba ese ritmo y melodía que elevaban mi corazón y me hacían sentirlo profundamente poético.


–¿Qué músicos o bandas han influido más en tu obra poética?

–Al comienzo influyó mucho Joan Manuel Serrat y sus canciones musicalizando los poemas de Antonio Machado. Luego me influye Paul y su tema Michelle. Bob Dylan, sin duda. Y bandas como Deep Purple, Black Sabbath, The Mamas and the Papas.


–Fuiste parte de movimientos como La Sagrada Familia, Hora Zero y Kloaka. ¿Qué significó para ti cada uno de estos espacios?

–La Sagrada Familia (1977–1979) fue el primer grupo literario que fundé y lo hice con el poeta Edgar O’hara. Fue mi primer grupo de amigos poetas, el colectivo de mi iniciación poética, unidos exclusivamente por un grande amor a la poesía. Es importante también que LSF experimentó una marcada politización de índole marxista, motivada por el ascenso de la lucha de clases en el Perú tras el derrocamiento de la Revolución Peruana del general Velasco Alvarado por el general fascistoide Morales Bermúdez, lo que provocó la contundente respuesta popular del Gran Paro Nacional Unitario del 19 de julio de 1977. Esta situación politizó a buena parte de la poesía peruana de aquella coyuntura.

Hora Zero es un grupo de la generación anterior a la mía. Yo admiraba a HZ desde mi adolescencia en Piura, saliendo apenas de la secundaria. Cuando me fui a estudiar a la Universidad de San Marcos, en Lima, conocí a los poetas de HZ. Así fue como Jorge Pimentel me invita en el verano de 1981 a integrarme a la Segunda Fase del Movimiento que los había reunido en 1977 (la Primera Fase fue de 1970 a 1973). Mi participación en HZ fue fundamental para mí, ya que me sacó de la burbuja pequeñoburguesa en que yo crecí y vivía y me llevó a conocer al pueblo de mi país, a la gente de carne y hueso y, sobre todo, a su lenguaje, a su habla cotidiana, a su jerga, a sus giros coloquiales; lo cual enriqueció tremendamente mi poesía.

Salí de HZ en 1982, cuando empecé a ver y sentir que existía una nueva realidad nacional popular en el Perú, producto del achoramiento andino en las ciudades y el fenómeno cultural denominado chicha. Esto fue determinante para decidirme a fundar el Movimiento Kloaka (1982–1986), tratando de que dicha nueva realidad fuera expresada por la nueva poesía que esgrimía el MK.


–En Cítica Afectiva abordas la poesía peruana y latinoamericana. ¿Qué poetas crees que han sido injustamente olvidados?

–Hay varios. Por ejemplo, Guillermo Chirinos Cúneo en el Perú, autor de un libro genial denominado Idiota del Apocalípsis. O Exit de Gonzalo Muñoz en Chile. En el Perú también hubo un gran poeta metafísico muy poco conocido: Juan Ojeda. Y otra: Enriqueta Beleván. Quizá Francisco Madariaga, en la Argentina, es otro.


–¿Cómo ha cambiado tu escritura desde tus primeros libros hasta hoy?

–Ha ido cambiando —pienso— desde mis días iniciales, en que me gozaba de y con la poesía conversacional, hasta mis días actuales —más o menos neobarrocos—. Se fue transformando mi lenguaje.


–¿Cómo influyó tu experiencia en Princeton y en otras universidades de EE.UU. en tu visión de la poesía?

–Influyó en el sentido de los libros que pude leer en la biblioteca de Princeton (donde está todo), que enriquecieron mi poesía; lo mismo que en algunas otras, pocas, bibliotecas universitarias.


–¿Cómo ha sido la experiencia de escribir como migrante en EE.UU.? ¿Ha cambiado tu relación con el Perú y su poesía?

–Sin duda influye el ser un inmigrante, de todas maneras. Pero no ha cambiado mi relación con el Perú y su poesía.


–En tus memorias hablas de una "generación derrotada". ¿Sientes que la poesía tiene un rol de resistencia ante esa derrota?

–Claro, la poesía siempre es resistencia, porque es un acto cultural radical.


–En tu experiencia, ¿qué diferencia la poesía latinoamericana de la norteamericana o anglosajona en términos de lenguaje y propuesta estética?

–La diferencia básicamente me parece que está en que la poesía norteamericana mantiene vivo su coloquialismo esencial. En cambio, nosotros, los latinoamericanos, avanzamos por aquel registro también, pero igualmente por muchísimos otros más.


–¿Qué opinas de la poesía peruana actual? ¿Ves una continuidad o ruptura con las generaciones anteriores o la tuya?

–Opino muy bien. Teniendo a Vallejo como respaldo histórico se puede comprender la calidad de varios de los nuevos y/o jóvenes poetas peruanos. Ellos saben manejar muy bien sus rupturas y continuidades con la tradición: Adán, X. Abril, Oquendo, Moro, Westphalen, Varela, Eielson, Hinostroza, Verástegui, digamos.


–¿Qué consejo le darías a un poeta joven que intenta abrirse camino en el mundo literario hoy?

–El único consejo que puedo darle es trabajar; es decir, leer mucho y escribir. The rest is dross, como dijo Hinostroza citando a Pound.



–¿Cuál es la pregunta que nunca te han hecho en una entrevista y que te gustaría responder?

Honestamente, no tengo ninguna ahorita.




* Ernesto González Barnert (Temuco, Chile, 1978) es poeta, gestor cultural y cineasta documentalista. Autor de Playlist, Venado tuerto y Trabajos de luz sobre el agua, entre otros libros, su obra ha sido distinguida con el Premio Pablo Neruda (2018), el Premio Nacional a la Mejor Obra Inédita del Consejo Nacional del Libro y la Lectura de Chile (2014), el Premio Nacional Eduardo Anguita (2009) y el Premio de Honor Pablo Neruda de la Universidad de Valparaíso (2007). Además, ha recibido el Premio de Poesía Infantil de las Bibliotecas de Providencia (2023), la Mención Honorífica en el Concurso Internacional de Poesía Nueva York Poetry Press (2020) y menciones en el Concurso Nacional de Poesía Joven Armando Rubio (2003) y los Juegos Literarios Gabriela Mistral de la Ilustre Municipalidad de Santiago (2005).

Licenciado en Cine Documental por la UAHC y Diplomado en Estética del Cine por la Escuela de Cine de Chile, ha trabajado en la creación y realización ejecutiva de las series de televisión Obturaciones y Letras Migrantes. 

Actualmente se desempeña como productor cultural en la Fundación Pablo Neruda, donde impulsa la difusión de la vida y obra del poeta, así como de la poesía hispanoamericana, mediante entrevistas, talleres, encuentros, presentaciones y edición de libros. Reside en Santiago de Chile.



Entrevista a Alejandro Cortés G. Por Ernesto González Barnert

 


“Un tatuaje es una cicatriz con la forma de algo que apreciamos”


Entrevista a Alejandro Cortés G.
Por Ernesto González Barnert*


Nacido en Bogotá en 1977, Alejandro Cortés González es una de esas voces que cruzan con naturalidad los caminos del verso, la narrativa y la música, como si los géneros fueran estaciones de una misma carretera emocional. Poeta, narrador, editor, gestor cultural, profesor universitario, músico y tatuador de la memoria: su obra carga con una intensidad vital que no se disfraza ni se domestica.

Autor de libros que ya forman parte del mapa contemporáneo de la literatura colombiana —como Pero la sangre sigue fría, Del relámpago nacerán luciérnagas, El álbum púrpura o Todos los diablos tienen sed—, ha sido reconocido con numerosos premios y becas que apenas rozan la superficie de una obra que, por dentro, lleva tatuada la biografía de toda una generación. En sus textos conviven el rock de los años ochenta, los vínculos complejos con la figura paterna, las contradicciones de la masculinidad, los ritos de iniciación, la ternura violenta, el humor de alta combustión y una emoción que se resiste a la anestesia.

Esta entrevista recorre, entre otras cosas, su imaginario más íntimo: desde el glam metal y los bares con neón, hasta las cicatrices del amor y la rudeza impostada del macho latinoamericano. Alejandro Cortés González escribe como quien pone una aguja sobre la piel del lenguaje, consciente de que un poema también es una forma de dejar marca. Lo suyo no es literatura de salón: es escritura que se arrastra por los sótanos de la experiencia y regresa, siempre, con algo que decir.

Tuve la suerte de conocerlo y disfrutar de su charla y su poesía en el Encuentro Internacional de Poesía, bajo el alero de la Feria Internacional del Libro de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, en Villahermosa, México, en marzo de 2025. Allí vi la fascinación que despierta su obra en los lectores, y desde entonces quedé con la garra de seguir explorándola, de preguntarnos —a través de su voz y sus versos— por lo que queda entre las manos cuando todo arde, y aun así seguimos escribiendo.



–¿Cuál fue el primer disco que rompieron en tu casa y cuál fue el primero que rompiste tú?


–Ernesto, agradezco a ti y a los lectores por este maravilloso espacio para seguir comunicándonos, ahora, desde la trastienda de la poesía. En casa yo cuidaba y escondía mi música, como un tesoro no apto para compartir con todo el mundo; mi familia, que escuchaba vallenatos y música tropical, también cuidaba sus discos. Creo que lo más parecido a un rompimiento de música fue cuando yo, a escondidas, grabé música de Def Leppard sobre un casete de Diomedes Díaz. Hasta la fecha no me han reclamado nada; supongo que nunca se enteraron.


–¿Qué tienen en común un poema y una cicatriz?


–La cicatriz es lo que queda después de una lesión. Yo iría más allá y diría que el poema se asemeja más a un tatuaje, que es la forma simbólica, colorida y corpórea que damos a una herida. Cuando la aguja entra en la piel, hiere, deja su semilla de tinta para que la cicatriz sea un punto de color. En el poema damos luz y matices a lo que nos conmueve del mundo, que no siempre —por fortuna— es algo doloroso. La metáfora de la cicatriz se queda en el dolor; la del tatuaje, reconoce que la alegría, la gratitud, la tristeza, el humor, la rabia, la asfixia y muchas emociones más distintas a las lamentaciones, caben en la piel de la poesía.


–¿Escribir sobre tu padre fue un ajuste de cuentas, una carta de amor o un conjuro de despedida?


–Fue un poco de las tres. Nunca me lo propuse. Por lo general, empiezo a escribir sobre algo que me llama la atención y la poesía termina escribiendo sobre algo que necesito escribir y no lo sabía. En Pero la sangre sigue fría (Poesía, 2012), Sustancias que nos sobreviven (Poesía, 2015) y Almanaque Bristol 1987 (Poesía, 2019) hay algunos poemas sobre la figura del padre que aún cargan la rabia y la tristeza de un ajuste de cuentas. En El álbum púrpura (2021) ya se ven algunos poemas que tratan de establecer un punto de encuentro en un ejercicio inconsciente de alteridad. En El señor notario (2023) algunos poemas ya empiezan a fabricar el amor desde la irrealidad como un conjuro de despedida y abrazo metafórico. Nótese que insisto en “algunos poemas” porque sobre el padre no giran esas publicaciones. Solo dos de mis libros tienen un direccionamiento simbólico a la familia: Del relámpago nacerán luciérnagas (Novela, 2018) y Almanaque Bristol 1987 (Poesía, 2019); ambos van para mis abuelos y para mi amada Bogotá. Sin embargo, en muchos se cuela algún poema o verso que le canta a la infancia, a mi familia, al núcleo que me constituye.


–¿Cómo suena el silencio cuando termina un poema tuyo?


–El silencio es el momento en el que se levanta la carga simbólica de las palabras. Es ese instante de conmoción interior donde algo grita hacia dentro. En el silencio, detonan las exclamaciones.


–¿Qué es más rudo: afeitarse con una cuchilla prestada o escribir un poema después de escuchar You Could Be Mine?


–Jaja… Me gusta la ironía dentro del poema para burlarse de esa idea de rudeza masculina hollywoodesca. Me divierte la osadía de este lenguaje en el poema. De hecho, que un poema sea capaz del humor y de liberarse de su carga de lamentos también me resulta interesante; no sé si ruda. Rudo es criar un hijo, levantarse una mañana de sábado, afeitarse con una cuchilla prestada, llevarlo a su práctica de fútbol y darse cuenta de que nadie en 10 kilómetros a la redonda ha escuchado You Could Be Mine.


–Si tu infancia fuera un tatuaje, ¿qué imagen tendría y dónde estaría en tu cuerpo?


–Definitivamente, serían los íconos de tragedia y comedia del teatro que aparecen en la portada del Theatre of Pain de Mötley Crüe. ¿Y dónde estarían? Bueno, están. Los llevo tatuados en la parte interna de mi antebrazo izquierdo. Fue mi primer tatuaje: el que me hice a los dieciocho. Solo se ve cuando toco el bajo, y es lindo pensar en eso, justamente: muestro mi infancia cuando toco el bajo.


–¿Cuál ha sido tu "Home sweet home" más dolorosa y cuál la más dulce?


–“Home sweet home” es encontrar el hogar, no en una casa, sino en el camino. Saber que toda mudanza tiene algo de dolor y de dulzura, porque el hogar es lo que fuimos nosotros dentro de esas paredes. Soy bien nostálgico: incluso me da esa sensación de dulce desapego cuando dejo la habitación de un buen hotel, jaja. En fin. Con el rock, la poesía y el amor he aprendido a ser un poco más caracol: es decir, llevar mi casa a cuestas, aunque queden sustancias viscosas después de cada desprendimiento.


–¿El rock te enseñó a escribir o la poesía te enseñó a escuchar?


–Qué buen paralelismo. En mi caso, primero vino el rock. Poco me gustaba la poesía clásica que veía en el colegio, esa que declamaban los niños en las izadas de bandera. Luego, gracias a letras muy buenas de grandes bandas de rock y metal, conocí a Pessoa, Baudelaire, Rimbaud, Coleridge, Novalis. No sabía que se pudiera escribir con tal libertad y honestidad. Desde entonces busco la música también en las palabras. Concibo la poesía como música escrita con palabras donde el ritmo crea nuevos significados.


–¿Qué hay en el garaje de un poeta rudo?


–No sé. Un auto que no funciona, recibos sin pagar y un afiche de Chuck Norris, supongo. Habría que preguntarle a alguno.


–¿Crees en la redención a través del arte o solo en su capacidad para dejar marcas?


–Si el arte redime, deja una marca. El arte está para tratar de conciliar el afuera con el adentro cuando se ha roto el equilibrio. Si eso sucede, se salva nuestra fe y queda una huella: en poesía la llamamos poema.


–¿Qué grita exactamente alguien que shouts at the devil desde el fondo de un poema?


–Grita que no todos somos iguales. Que el vergonzoso y repetitivo mainstream musical de países tropicales como Colombia, no tiene el derecho de anular con violencia a los que sentimos y pensamos diferente. Grita que hay aguas internas oscuras, agitadas y profundas, más interesantes que la monótona superficie.


–¿El amor es una sala de tatuajes, un videoclip de los 80 o una boina estilo AC/DC?


–El videoclip de los 80 porque puede contener a los otros dos.


–¿Cuál ha sido el verso que más te ha dolido escribir?


–Fue en una novela: Del relámpago nacerán luciérnagas (2018). Trataba sobre los últimos años de una mujer mayor aquejada por la trombosis y la soledad. La usé como catársis para hablar de mi abuela, mi país y mi familia. Allí escribí una frase que decía mi abuela cuando se planteó la posibilidad de hacerle una cirugía a corazón abierto, con un alto riesgo de no sobrevivir. La cirugía nunca se hizo. Mi abuela igual falleció, pero su frase se quedó en nosotros: “Ábranme el corazón para que vean cuánto los amo”.


–¿De qué sustancia está hecha la que nos sobrevive después de todo?


–De poemas; de la vida pasada por el corazón, que es la que no se olvida. La poesía —la escrita o la vivida en estado salvaje— es la sustancia que nos sobrevive. La marca que comprueba que a través de nosotros pasó la vida.


–¿Hay que tener sed de todos los diablos para escribir una buena historia?


–Hay que tener sed para que valga la pena estar vivo. Cuando se escribe, la sed se multiplica, la vida se intensifica. Todos los diablos tienen sed (Cuentos sobre el rock y el metal en Colombia, 2022), es el grito con el que se aferra a la vida un rockero en un país tropical. Se trata de sobrevivir y sentir que vivimos.


–¿Te parece más poético un neón encendido en un bar o el espejo donde tu padre se afeitaba?


–El neón, definitivamente. Ser una luz eléctrica, zumbante y colorida que da forma a alguna palabra en medio del negro manto de la noche. A veces siento mi poesía como una extremidad torpe de Novalis que burla el tiempo y alcanza a conocer la luz de un neón.


–Si pudieras revivir un sábado de tu adolescencia con walkman incluido, ¿cuál sería y por qué?


–Sin lugar a dudas, el sábado que conseguí el álbum Theatre of Pain de Mötley Crüe. Desde entonces, “Home Sweet Home” ha sido el himno de mi vida. Para homenajear ese instante es que escribí el poema “Home Sweet Home”.


–¿Cómo se educa el umbral del dolor cuando se es poeta en Colombia?


–La mayor parte de la poesía está hecha de lamentos, de heridas, de penas. Colombia tiene mucho de eso. Yo prefiero celebrar que seguimos vivos y dar gracias por cada pequeño asombro. Así, con más risas que quejas, se educa el umbral de dolor. Puedes consultárselo a cualquier tatuador.


–¿Qué se puede aprender de una zarigüeya en la rueda de un hámster o de una mujer que hace el manicure en Texas?


–Que ambas tienen la esperanza de que moviendo la rueda cambie la jaula. Y, justamente, para eso nos sirve esta rueda, esta piedra sisífica, esta esfera monótona de dragón: para tener esperanza.


–¿Dónde termina la nostalgia y empieza la invención en tu escritura?


–La nostalgia es la frustración por la imposibilidad de que un tiempo regrese. La hipótesis es la exploración de las distintas posibilidades si algo no fuera imposible. Me encantan y divierten las hipótesis de lo imposible: ahí nace mi escritura.


–¿Cuál es la canción que todavía no has podido escribir?


Una que coincida con todos mis hemisferios y no se contradiga. La contradicción es fuente de creación; pueda ser que ahí radique el secreto de su imposibilidad.




*Ernesto González Barnert (Temuco, Chile, 1978) es poeta, gestor cultural y cineasta documentalista. Autor de Playlist, Venado tuerto y Trabajos de luz sobre el agua, entre otros libros, su obra ha sido distinguida con el Premio Pablo Neruda (2018), el Premio Nacional a la Mejor Obra Inédita del Consejo Nacional del Libro y la Lectura de Chile (2014), el Premio Nacional Eduardo Anguita (2009) y el Premio de Honor Pablo Neruda de la Universidad de Valparaíso (2007). Además, ha recibido el Premio de Poesía Infantil de las Bibliotecas de Providencia (2023), la Mención Honorífica en el Concurso Internacional de Poesía Nueva York Poetry Press (2020) y menciones en el Concurso Nacional de Poesía Joven Armando Rubio (2003) y los Juegos Literarios Gabriela Mistral de la Ilustre Municipalidad de Santiago (2005).

Licenciado en Cine Documental por la UAHC y Diplomado en Estética del Cine por la Escuela de Cine de Chile, ha trabajado en la creación y realización ejecutiva de las series de televisión Obturaciones y Letras Migrantes. 

Actualmente se desempeña como productor cultural en la Fundación Pablo Neruda, donde impulsa la difusión de la vida y obra del poeta, así como de la poesía hispanoamericana, mediante entrevistas, talleres, encuentros, presentaciones y edición de libros. Reside en Santiago de Chile.



Entrevista a Enrique Paredes Bassi. Por Ernesto González Barnert


“Creo que es bueno ver la poesía en cosas que no son poesía”


Entrevista a Enrique Paredes Bassi
Por Ernesto González Barnert*


En esta ocasión, tengo el placer de presentar una conversación con el joven poeta y creador Enrique Paredes Bassi, cuya trayectoria artística y vital nos invita a explorar los caminos de la poesía contemporánea y sus múltiples expresiones. Tuve la suerte de conocerlo como tallerista en el Taller de la Fundación Pablo Neruda 2024, dirigido por Francisco Martinovich, donde quedé atento a su poética y a su libro recién publicado por Editorial Aparte, donde también colabora.

Su poemario, titulado CD Espirituada y editado por la editorial nortina, ha sido destacado por la poeta Gloria Dünkler, quien lo describe así:

“La voz de CD espirituada busca su lugar entre lo rural y lo urbano, entre la carne y el instinto. (...) En esta exploración, Enrique Paredes Bassi encuentra su primera señal al borde del camino: la escritura, un mirador, un catalejo. Allí lo esperan las palabras como fauna rabiosa y un cuaderno donde anota. (...) Este ejercicio poético marca sus primeros hallazgos.”

A mi juicio, CD Espirituada es un artefacto literario que se aparta de las estructuras convencionales para construir un álbum de cacería de imágenes, sentidos y sinsentidos, bajo la música de los días. Su escritura es un ejercicio de desvío: a la normalidad le abre grietas, la subraya con un destacador conceptual, emocional o poético, y la sumerge en una luz ominosa que desenmascara lo que solemos dar por sentado.

Paredes Bassi despliega una mirada atenta a lo cotidiano, pero no desde la complacencia, sino desde la extrañeza. Cada reflexión, cada escena o pensamiento parece descolgarse de la linealidad para sugerir nuevas conexiones, revelando una poética de la inestabilidad apenas sostenida por el “alambrito” de lo emocional o visto, real o imaginado. Lo que sucede no solo es observado, sino reinterpretado con una inquietante escala de grises, donde lo absurdo, lo superfluo y lo significativo coexisten en un delicado equilibrio hasta dar con una estampa de temple por lo general tierno y lo tierno –como dice Anne Colere– debiera ser política.

Escribe desde el filo, allí donde las palabras no solo nombran, sino que también desarticulan. Su prosa es una invitación a mirar de otro modo, a detectar los pliegues de la realidad que solo se revelan cuando se altera el ángulo de visión. CD Espirituada se convierte así en un mapa de exploración, un testimonio de cómo el lenguaje puede ser no solo una herramienta de comprensión, sino también un dispositivo de extrañamiento. Un libro que desafía y nos recuerda que, en la grieta, en los intersticios de la modernidad y en el desconcierto, puede estar la clave para mirar, si no más allá de lo evidente, al menos con mayor profundidad.

Nacido en Los Ángeles, Biobío, y residente en Santiago desde los 13 años, Enrique ha construido un recorrido de búsquedas y transformaciones que lo han llevado desde la música y el dibujo hasta la escritura, la fotografía y la experimentación artística.

A través de esta entrevista, profundizaremos en sus experiencias personales y su desarrollo como poeta. Conversaremos sobre su niñez en el sur de Chile, marcada por la música y los cómics; su adolescencia en Santiago, llena de introspección y descubrimientos; y su posterior inmersión en la poesía y las artes visuales. También abordaremos cómo sus estudios en Literatura Creativa y su trabajo en editoriales han moldeado su voz y su mirada como creador.

Enrique Paredes Bassi es un poeta cuya obra nace del cruce entre lo íntimo y lo colectivo, entre la exploración de su mundo interior y la conexión con las experiencias de otros. Su recorrido artístico, enriquecido por su capacidad de dialogar entre disciplinas y su constante búsqueda espirituada. 


–Mencionas que empezaste a escribir poesía a los 15 años, ¿qué fue lo que te llevó a preferir la poesía sobre otros géneros como el cuento?

 

Creo que no fue una decisión, ahí hubo una pulsión, una respuesta a lo que estaba percibiendo. Un día pensé o sentí algo que me hizo querer escribir un poema, y lo hice no más, sin planificación. Tampoco tenía la intención de adherirme a una tradición como podría ser la de la poesía chilena. Todos mis primeros poemas los escribí en las notas de mi celular, viajando en auto, en la micro, en la casa de algún amigo. Yo creo que hoy mucha gente está escribiendo poesía de esa manera, quizás sin saberlo, o al menos sin considerarlo de esa manera, como algo que podría dialogar con la escritura poética que después se “oficializa” en revistas, en libros, en lecturas. Hay una especie de instinto en eso. Por ahí, las notas del celular cumplen una función parecida a lo que fue la libreta por mucho tiempo, un medio en el que escribir rápido algo, en el que liberar una ansiedad o sistematizar el pensamiento. La poesía a diferencia del cuento es laxa en ese sentido, su dimensión de origen es más misteriosa, y puede constituirse a partir de pedazos heterogéneos de lenguaje. Este lenguaje viene de todos lados

 

–¿Recuerdas algún poema o poeta en particular que haya marcado ese periodo inicial?

 

Por lo mismo que decía antes, empecé a leer poesía después de empezar a escribirla. Uno de los primeros libros que compré y me quedó dando vueltas fue Variaciones Ornamentales de Ronald Kay. Un poema del libro:


Nada ha cambiado después de su partida

(Como en la fábula los dos jóvenes

Sus dos alazanes y sus dos lirios

Son todos en cierto sentido uno)

La frágil sonrisa sobre la placa sensible

Es prueba suficiente de la eternidad.

 

–¿Cómo influyeron tus experiencias recorriendo Santiago, escribiendo, fumando y conversando en tu desarrollo creativo?

 

Recuerdo con cariño ese tiempo en el que con varias amistades empezamos a experimentar de esta forma. Ahora sé que lo que hacíamos era una especie de situacionismo o flâneur. Íbamos a lugares que no conocíamos, nos volábamos y recorríamos esperando encontrar algo bello o raro, algo que nos provocara. Sacar fotos era central, con el celu pero también con cámara análoga. Al mismo tiempo se compartió en tiempo real la plasticidad en formación de nuestros pensamientos, para bien y para mal… Hay un riesgo ahí, es fácil descuidar la mente en esa búsqueda, llevarla a lugares de los que después vamos a querer devolvernos.

 

–¿Qué papel jugaron esos amigos que compartían intereses similares en tu crecimiento artístico?

 

Su papel hasta hoy es central. Me siento inspirado por mis amigos y amigas. Creo que pueblan lo que hago.

 

–Has explorado diversas disciplinas como música, fotografía y dibujo. ¿Cómo dialogan estas distintas formas de expresión con tu poesía?

 

Me gusta pensar que todas estas disciplinas están conectadas y pueden ir formando un imaginario común que en algún punto podría unificarse, hacerse convivir, por ejemplo en una película. Algo que me gusta de la poesía es que es una forma de arte que no requiere de mucho materialmente, con un lápiz y papel ya es suficiente. Con ella se pueden ir sentando las bases de todo lo demás, ir conformando una poética que después se transfiere a la música, al trabajo visual, a todo lo que hagas. Es material crudo y directo, un primer nivel de la creación artística.

 

–¿Qué buscas transmitir a través de la música que no logras expresar en la escritura, y viceversa?

 

La verdad no sé si busco transmitir algo a través del arte. Creo más bien que el arte se transmite a través de nosotros, como un germen cultural, y a veces no se tiene control sobre eso, o es mejor no tenerlo. Pero para responder la pregunta, al menos en este punto me parece que con  la música encuentro una forma de contacto distinta a la de la escritura, aunque igual ambas son artes auditivas, por lo que tienen harto en común. De cualquier forma, creo que para mí la diferencia tiene que ver por un lado con el tipo de experiencia que suscitan, y por otro con cómo nos relacionamos con las tendencias de los tiempos. En mi caso, la escritura, la literatura en su extensión, va más por el lado intelectual y contacta con una sensibilidad anacrónica, hace un enlace con los muertos, desde el presente; es algo menos inmediato, requiere reposo para que cale. La música en cambio es sentimiento e intuición, se conecta rápido.

 

–¿Cómo fue el proceso de creación de tu primer libro? ¿Qué aprendizajes importantes te dejó?

 

Este primer libro fue inesperado, no lo busqué mucho. Podría decirse que existió un poco por defecto. Entonces no fue tan fácil encaminarlo, porque por mi dispersión siempre me encontraba con ganas de irme hacia otra cosa, de seguir adelante con nuevos proyectos. Ahí hubo un primer aprendizaje, el de dejar que el texto repose y volver a él, y después de nuevo, y de nuevo. Extender su proceso de confección. En ese ir y volver empezaron a surgir dudas y realizaciones, también algunas crisis. Me acuerdo que en un punto me cuestioné y pensé algo tipo “por qué chucha estoy escribiendo esto, cuál es el punto”. El proceso del libro me obligó a encontrar respuestas a ese tipo de preguntas, y eso fue muy bueno. De alguna forma tuve que enfrentarme a las fallas propias de mi escritura y de mi parada con la poesía. Terminar pensando en qué mostrarle al mundo, porque supongo que eso es lo que diferencia a un texto inédito de uno publicado. Con este último se saluda al mundo, se hace un contacto más directo con otra humanidad, y las opciones son muchas. Surge una especie de responsabilidad, o bien, una posibilidad de ataque y disrupción. Ojalá haberlo hecho bien, pero en verdad eso no importa realmente, hay que dejar que sea, no más.

 

–¿Qué proyectos o exploraciones artísticas tienes en mente para el futuro cercano?

 

Hay varias cosas. Un proyecto de poesía, los poemas de una profe de lenguaje obsesionada con el medio oriente y la tarea de escritura de poemas que le pide a un curso de quinto básico. Pronto saldrá por una editorial de Rancagua una especie de nouvelle en verso que escribí hace años, una historia media romántica. Y estoy intentando escribir una novela, aunque voy lento. También tengo muchas ganas de escribir ensayos, hay varias ideas armándose en mi cabeza antes de sentarme a escribir.

Por el lado de la música, con mi polola tenemos casi listo un EP de pop experimental o algo así, eso se viene muy luego también.

 

–Si tuvieras que aconsejar a alguien que recién comienza a escribir poesía, ¿qué le dirías?

 

No sé, creo que todas las personas pueden abordar esto de formas distintas. Igual le diría que intente leer harto, y de todo. Que se junte a hablar sobre sus poemas con otras personas, pero que no encierre a la poesía en la poesía, eso pasa harto. Creo que es bueno ver la poesía en cosas que no son poesía, no sé si se entiende: salir a caminar, ir al cine, bailar, conversar estupideces, en todo eso pueden ir encontrándose los versos.

 

–¿Qué errores o aprendizajes de tu propio recorrido les sugerirías evitar o aprovechar?

 

Evitaría atraparme. Es fácil encontrar lo negativo en lo que hacemos, convencerse de que algo está mal. Y puede ser, pero es mejor darle una vuelta, oponer una fuerza y ver qué pasa en ese intercambio, en esa calibración. 

 

–Por último, puedes dejarnos 4 poemas de tu autoría?


Poemas de CD ESPIRITUADA


1. 


cerro de la ballena

yendo para atrás al revés

y por este pido perdón

ver que alcanzaron las idas y vueltas

de las mandas a la pura tierra


íbamos y volvíamos caminando

con un balde lleno de moras

un deambulante del clima

se bajaba el sombrero al verlas

preguntaba

qué le pasó a mi papá anoche


y seguía dando vueltas

al cerco del hospital

con cuidado a los perros

de la costa salvaje


2.


todo el lugar para nosotros

el cerro ruborizado sobre la capital

un poco más verde de lo acostumbrado

como yo ese día, que consumí más

de lo normal, como alguien

de nuestro grupo cinematográfico

que tenía rosácea. y unas plumas sucias


equivaldrían un regalo fácil; los arbustos

harían una sombra agujereada por el sol.

son esqueletos y esta extensión

un gran potrero, quizás

hasta donde alcancen a ver

los mejores ojos del grupo

que eran los de paloma, yo creo,

nuestra amiga en ese entonces.

no sé si te arrepientes de algo

no sabes la suerte que has tenido


3.


quizás todavía alcanzar a deshacer

una despedida si se cruza en rojo.

pero volver y que las cosas sigan

tal como se habían dejado.

pronto tener que guardar

algunos objetos perdidos

y devolverlos en otras torres,

en otras pausas del fotograma

en los videos del niño adrián;


en otros días de otra semanaque toque salir y subir a la pasarela

iluminada a medias en la principal

para cruzar con los demás usuarios

y las tsumiki de pedigree que quedan

al otro lado de nuestro seúl


4.


mensaje:

corazones de manzana en un botellón

yemas apuntan altocúmulos undulantes

el mercado circular avanza por las tablas

hay harto movimiento en alrededores

de un lugar inaccesible, candado

alambres de púa y afuera se ofrece

comida a precios convenientes


enrollándose con un chal en el muelle

espera que esta lista les sea útil

el día que las nubes empiecen a ventilar

las bodegas, los galpones, las logias

y el resto de la infraestructura.

derivada a un texto largo que se inclina

a la mañana lúcida, escucha la palabra

chinombianos. perro bueno para la pelota:

permítete amar a los gatitos sordos 



*Ernesto González Barnert (Temuco, Chile, 1978) es poeta, gestor cultural y cineasta documentalista. Autor de Playlist, Venado tuerto y Trabajos de luz sobre el agua, entre otros libros, su obra ha sido distinguida con el Premio Pablo Neruda (2018), el Premio Nacional a la Mejor Obra Inédita del Consejo Nacional del Libro y la Lectura de Chile (2014), el Premio Nacional Eduardo Anguita (2009) y el Premio de Honor Pablo Neruda de la Universidad de Valparaíso (2007). Además, ha recibido el Premio de Poesía Infantil de las Bibliotecas de Providencia (2023), la Mención Honorífica en el Concurso Internacional de Poesía Nueva York Poetry Press (2020) y menciones en el Concurso Nacional de Poesía Joven Armando Rubio (2003) y los Juegos Literarios Gabriela Mistral de la Ilustre Municipalidad de Santiago (2005).

Licenciado en Cine Documental por la UAHC y Diplomado en Estética del Cine por la Escuela de Cine de Chile, ha trabajado en la creación y realización ejecutiva de las series de televisión Obturaciones y Letras Migrantes. 

Actualmente se desempeña como productor cultural en la Fundación Pablo Neruda, donde impulsa la difusión de la vida y obra del poeta, así como de la poesía hispanoamericana, mediante entrevistas, talleres, encuentros, presentaciones y edición de libros. Reside en Santiago de Chile.






lunes, 7 de abril de 2025

DALIA ESPINO VEGAS: Poesía Actual Peruana

 


Dalia Espino Vegas. Hija de aiapæc dios muchik y limeña. Doctoranda en Literatura y Cultura del programa de posgraduación de la Universidade Federal de Bahía. Tiene una página donde escribe y publica sus fotos sin prisa https://www.instagram.com/aia.paec/


tu k tal?


a veces tengo miedo de ver 

ver ver ver 

filtro ergo sum 

el grano inevitable de la vida 

el error 

en dónde la física cuántica nos arroja 

tu siempre tu nunca 

tus ojos profundamente amarillos 

como las noches en el centro de lima 

como el amor amarillo de cerati 

destellante como un poste iluminando lo lúgubre



foz 


he conocido el infierno en las garras de la selva

en la belleza de las nubes bien formadas

solo para turistas

el aguacero idílico 

que moja mis ropas 

mis cabellos indios

mi casa

mi cuarto de estudiante en la frontera

infinito verde 

cuerpos atrapados en el río

en las cavidades más profundas

donde yace el sudor del escandaloso verano

y que se unen lentamente a los afluentes de la oscuridad

besos trilingües 

que el río deja y ahoga

liqui-dos 

arrebatándose el agua

contracorriente besándo-sed



los retorcidos ojos abrazan un mundo de ausencia


nunca cantina siempre bar 

dices con tu voz de espuma

en la rockola suena cruz marcada de dios chacalon 

arrastrados por las avenidas 

bajo los cerros de los que tanto escribieron los antropólogos 

la garúa se empoza junto con mis lágrimas 

si tengo que hablar de amor pienso en lima 

y en la frontera

en salvador 

en el encuentro 

en sus portales 

en donde el mundo sigue 

el perú sigue 

sigue así como el amor se va 

y así como nada es para siempre

como esta casa 

esta vida que construimos a ciegas 

para vivir separados

piedra sombría si de ti hablará la noche

le pediría que me devuelva mi amor para matarlo, como dice Cavagnaro

la esperanza dejó de habitar las palabras

mi choledad se agrieta en la pierna 

en el dedo gordo 

en donde habita lo que se perdió 

en donde la chica 

del chico que soñaba con otra chica 

traza una línea 

sabiendo que esta es la primera 

y última vez para atravesarla





martes, 5 de noviembre de 2024

WILSON ALVES-BEZERRA: Poesía Brasileña Actual

 



Wilson Alves-Bezerra (São Paulo). Es poeta, traductor, crítico literario y profesor de literatura en Brasil. Tiene libros de poesía publicados en Portugal, Chile, El Salvador y Colombia. Ha publicado también los ensayos Reverberaciones de la frontera en Horacio Quiroga (ensayo, Más Quiroga, 2021) y Nuevos Papeles Íntimos. Cartas inéditas de Horacio Quiroga (Más Quiroga, 2022). En Inglaterra publicó una biografía de Horacio Quiroga: A narrative biography of Horacio Quiroga, the Lone Anarchist (Cambridge Scholars, 2023). Ha traducido al portugués a autores hispanoamericanos como Horacio Quiroga, Luis Gusmán, Sergio Bizzio y Alfonsina Storni (con apoyo de la Beca Looren / Fundación Pro Helvetia). Su traducción de El Peletero, de Luis Gusmán, fue finalista del Premio Jabuti 2010, en la categoría Mejor traducción literaria español-portugués. Es doctor en Literatura Comparada por la Universidad del Estado de Río de Janeiro y docente del Programa de Posgrado en Estudios de Literatura de la Universidad Federal de São Carlos. Impartió conferencias, talleres sobre literatura, poesía, traducción y escritura creativa para estudiantes y adultos en diversas instituciones brasileñas, y también en EE.UU., Portugal, Aruba y Chile. Se dedica, además, a la escritura y al estudio de las literaturas escritas con mezclas lingüísticas, como el portuñol, el spanglish etc.


Paubrasilia Alucinata.
 Historia natural de mi patria (Hanan Harawi Editores, 2024)
Wilson Alves-Bezerra (São Paulo)
Traducción: Jesús Montoya (Venezuela)


SOBRE EL LIBRO


Prólogo Vegetal a la edición peruana

Cuando los portugueses inventaron Brasil, hacia 1500, lo bautizaron con sucesivos nombres: Isla de Vera Cruz, Tierra Nueva, Tierra de los Papagayos, Tierra de Vera Cruz, Tierra de Santa Cruz, Tierra de Santa Cruz de Brasil, Tierra de Brasil. El definitivo y más popular hasta la fecha vino de un árbol muy frecuente en la costa atlántica y que servía para teñir telas de rojo: el Palo de Brasil. Su nombre científico era Caesalpinia echinata. Sus nombres en algunas de las lenguas locales eran: Ibirapiranga, Ibirapitanga, Ibirapitá, Orabutã, Arabutã. Se lo encontraba en la costa atlántica, hoy apenas existe, pues lo diezmaron los colonizadores. Desde el año 2016, el nombre científico se actualizó para Paubrasilia echinata – el palo de Brasil espinado.

En este mismo año, ocurrió el golpe blando parlamentario que depuso a la presidenta Dilma Rousseff. Asumió el poder el vicepresidente Michel Temer, quien gobernó en una alianza con los sectores más retrógrados del país – el ejército, los empresarios – con un programa totalmente diverso de aquél votado por la población brasileña. El país empobreció, la violencia, la miseria y la censura aumentaron y, como un efecto en cadena, las instituciones nacionales se fueron fragilizando cada vez más. A lo largo de tres años se crearon las condiciones para que la ultraderecha, por el voto popular, llegara al poder. El año era 2019 y empezaba el gobierno de Jair Bolsonaro. Al fin del periodo de la Nueva República (1988-2016) le corresponde el nuevo nombre del árbol nacional. ¿Se trata de coincidencia o de un ciclo más de nuestra historia natural?

Desde la llegada de los colonizadores portugueses, quizás movido por las olas, por el cambio de la luna, tenemos periodos de más muertes, abusos, violencia; esos períodos se alternan con otros, en los que se respira un poco y buscamos pensar que somos el paraíso que un día soñado por los europeos. No por otra razón, la portada de esa edición peruana de este libro es la reproducción de la primera historia natural brasileña, realizada por los holandeses Wilhelm Piso y Georg Let Marggraf, en el siglo diecisiete. Solemos vernos por el ojo del otro.

En portugués, ese libro se llama O pau do Brasil, nombre que, en portugués brasileño significa tanto el árbol como el órgano sexual masculino. Se pone en escena, sin mucha elegancia, lo peor del discurso patriarcal brasileño, inspirados por el destape de la olla brasileña de los últimos años. En otros países de continente se lo puede leer como una obra clásica de la Colonia, como un museo de un pasado olvidado, o incluso como una caótica sucesión de poemas políticos, escritos entre los años de 2016 y 2020, sobre una tierra imaginada. El contenido de esos extraños textos se proyecta, a la vez, hacia el pasado y el futuro del más extenso país de Latinoamérica. Está la historia del golpe a Dilma Rousseff, de la prisión de Lula, de los proyectos de Michel Temer para entregar (aún más) el país el capital extranjero, de la elección de Bolsonaro, del asesinato de la concejala Marielle Franco y muchos otros nombres que se pueden investigar en los diarios de la época. O tal vez, no. Porque son historias que se repiten con distintos tintes a lo largo y a lo ancho de nuestro continente. Para nosotros, brasileños, los nombres nos sirven para crear memoria. Tal vez para los extranjeros funcionen más como descripción de la Fauna y Flora.

2016, decía, fue el año en que se renombró el nombre científico del palo para exportación que nos nombra. Con el velo de la poesía, me pareció más exacto bautizar esta obra traducida con Paubrasilia Alucinata, pues no fue sin delirar que se han vivido esos años. ¿Qué es toda la historia de Brasil sino un largo recuento pesadillesco de los sucesivos períodos de excepción?

El autor




TEXTOS SELECCIONADOS


La poética de la soledad

Lo que no fue hecho, ni dicho aún, el juego aún no jugado, aquello aún por ser escrito, eso que se mueve bajo y sobre tu piel, el día en que desististe de tramar el juego que todos jugaban, eso que te hace más solitaria al día siguiente, porque todos los compinches se fueron cuando el dinero ya no era parte del pacto. El tipo de la maleta intentó una vez más otra jugada, porque de chantaje vive el mafioso. Y dijiste que no, sabiendo nuevamente que la boca te llevaba a la fuerza a ser diferente y menos numerosa; solo se vive entre pandillas en el madrigal de los gallinazos, te dijeron, y te encogiste solitaria en medio del lodo. Aunque parece que te levantaste más fuerte a la mañana siguiente, más erguida que el enemigo, como no te sentías hace tiempo, una vez más en la coalición de tantos. Cuando necesitas hablar entre chacales, tu voz se altera, se engrandece, se agudiza. Eso te lleva al límite de la lucha corporal: es necesario hablar con fuerza, tu cuerpo y tu falo son tu valentía, cincuenta años después. Parece nuevamente injusto no contar con las armas de la máquina, ni jugar el juego de lo simple, después de tantos años en la soledad del poder, ser una persona a solas, sin asedio de los que te lamían los zapatos a cambio de una putrefacta caricia. Tú gritas tus palabras de antes, y te preguntas después, a ti mismo: ¿cuánto tiempo dura en una calle vacía el eco de tu grito?



Réquiem a la Amazonia

Para cantar vuestras crisis, traje cisnes, traje indios, odaliscas y un jarro. Observé el conjunto abismado, un difunto carcajeo plácido, palacio adentro. Su boca era cloaca, no anteojos de sangre-partidos de Allende. Discursaba. Un ministro cae, otro ministro sale, un ministro apesta. En las calles nadie se mueve. Un gorrioncito entre labio y labia de acusado. Ni un pio. Cisnes indecisos en el espejo de agua picotean profundas plumas de titanio. El presidente indignado desfilaba en su podio: alas derretidas, entrañas devoradas, apenas exudaba. Duro ultrajaba huesos polvorientos. Hasta que. A pesar de. Se vio todo por la grieta escudera de la guardia, entre bala y bala. Plantas nordestinas al Parlamento se frotaban. Incontenible muchacha inundándose en llamas. Gritos, gases, golpazos. La muchacha inflamable. Millones de bocas bajo el hormigón de Brasília. Con tino, con desatino. Hay indios y negros soterrados bajo un sol inmenso.



Estafa de Excepción

Yo te amo y entonces parto. Yo te amo y entonces grito. Yo solo gozo en el exilio. Que, de rodillas en el maíz, pato desinfla, gallo afina, pinocho menea y gepettea gallina que no pica lombriz. Mi píldora galopa la lengua aturdida, no le cae rocío; a la flor de nuestras bocas le brotan purulentos huevos transnacionales. Mi bossa se embola, nada lírica se embrolla Alicia. Yo te amo y no permanezco, grito y no descanso. El soplo manso de mi cuerno, cabalgado por la circunstancia, ansia de un afligido. Yo paso, y juro que paso, hondo corriendo y lento. Yo te amo y no pico ni el queso y me coagulo. Su beso que no lamo hace tiempo. Allá viene de nuevo el machete purulento del sistema financiero. En un trueque las manos se abren, piensas, no chupo ni grillo y su olor no recuerdo. Que, con la ley de matanza, nos dan vara y el novillo cobarde no se mueve. Que, con la ley de la bragueta, quien tiene miedo tiene culo. Que, con la ley del I love you, el banco ofrece tarjetas y tasas amplias como anos de cobras. Que, con la ley de jubilación, es mejor morir a la orilla de un hueso que estar en la fila de negaciones. Que, con la ley de la ciencia, la tierra es plana y quien tiene nalgas que las defienda. Que el estado no. Hoy el estado no. Quien no tiene lo suyo, ¿qué hará?, ¿qué haremos?, ¿un poema más?, ¿un retroceso más?, ¿otro escalofrío?, ¿prefieres ser un obtuso vivo, que una Marielle muerta?, ¿tener un nazi a cuestas sin padre ni madre ni clan ni prensa que te defienda? La ley necesita de un pueblo como el periódico necesita de unas nalgas. Frente a la profunda y vana cólera, otro huevo purulento pasa y se la clava. 


Galope

Pasa un gobierno entero galopando y el poeta pregunta al polvo: ¿qué ha de ser en el fin del fin? ¿Cuatro años más de gemidos? ¿Más marchas spray látigo cárcel y todo el ganado viendo un verano espectacular? Relájese y aproveche la experiencia, dice la muñeca rusa al arrancar el avión militar. Hágase la paja y manténgase con mesura frente al general, mientras abre las piernas en las arenas de Alcántara, en la Punta de la Playa, en Guantánamo. Ánimo. No todo lo que llega se va, pero todos pierden los sentidos: esto no es un poema, es el país del exilio. Balanza el sillón, el pastor en el picadero corea: volteretas y diezmos, no se pierdan el culto, que Jesús el prostituto vendrá a devorar el capital. El poeta avista la fila al pie del guayabo. Este es un juego de cintura dura, este es el juego de sus vidas. Si no se inscribieron todavía, en el amor de la herida de cristo, que sean ungidos, que sean poseídos por el ejército. Paguen sus recibos mientras la ministra come caviar. Amplia es la tierra y llana es la idea. No adiestren sus pensamientos. Paja y mesura al general.



¿Y para qué poetas?

El poeta se extiende en el libro y el libro se llama O Pau do Brasil. Elemento nocivo, repulsivo, de cañería, comunista, poeta escupitajo, de garganta roja, inmunda, de las honduras de la literatura. El poeta que se explaya en la llama de la escritura, en el sarcófago de las librerías acabadas; él no se salva de la oreja hedionda de otro poeta que lo valida, él, que no se apuesta por ningún premio o manifiesto: el poeta es un resto –flotando en la manteca del capitalismo. En la arruga sebosa del cinismo, un poeta trama con otro una batalla contra el fascismo, una antología, un encuentro, un recital, una bacanal de palabras que no saldrán en televisión. ¿Quién lo lee? Hay rastros de sus versos en el vertedero, aquellos que nadie leía: residuos. Principio de esperanza de la utopía barbuda, como la barriga rotunda del luciferino –¿cuándo vendrá? Y aquellos viejos poemas de Maiakovski, ¿qué decir? En torno a los poetas, marcharán a la tormenta. Hay una jauría de píldoras fuertes navegando en un mar de cabellos prematuramente blancos. Ismálias al borde de los edificios, una lengua hilada en cada mueca, una imagen en cada callejón, un soldado en el gueto, un amigo en la fosa, una memoria insepulta. Hay una pila de procesos judiciales empodrecidos, de la que todos los poetas sienten vértigo frente a la tempestad que avanza.









SANDRA SANTOS: Poesía Brasileña Actual

 

Fotografía de Leonardo Brasiliense

Sandra Santos (São Luiz Gonzaga) Escribe crónica, cuentos, poesía y literatura infantil. Realizó varios proyectos colectivos de literatura y poéticas visuales, tales como: “Código Colectivo” (poesía en QR CODE); “Eleições 2010”; “Instalação do Verso”; “Poema em Foco”, “Cartões Galantes”; “Transversos”; “Revista Copa del Mundo Brasil 2014. Publicó Lexofágico – Projeto Instante Estante (2012); Uiara (2011); Galaxias (2014); Coletânea de Poesia Gaúcha Contemporânea (2013); Sabor que Conta (2013); Lindas Lendas Brasileiras (2014) además de publicaciones en revistas literarias de Chile, México, Italia, Canadá, Argentina y Rumania. Sus textos ya fueron traducidos al castellano, italiano, francés, inglés, rumano, guaraní y quechua.

Esta edición de Flor de Udumbara es una versión trilingüe: portugués, español y quechua.

Flor de Udumbara (Hanan Harawi Editores, 2016/2024)
Sandra Santos (São Luiz Gonzaga)
Traducción: Diego Propatto (Argentina)


SOBRE EL LIBRO


Poesía hecha de viajes y de miradas, donde el deseo del lenguaje es la novedad desde la que se contempla el mundo. Poesía, flor o deseo, Udumbara solitaria floreciendo en los intersticios de la realidad. Sandra Santos nos propone un viaje minucioso, donde los lectores podrán encontrar imágenes deslumbrantes, paisajes reales e imaginarios unidos por la costura de los poemas. Y en el centro, el buen augurio que habla de un mundo mejor, posible incluso en los límites de la pobreza y el desamparo.

Poesía experimental, poesía antropológica, poesía de la soledad y el autoconocimiento. Sobreponiéndose a los desafíos de la traducción, Flor de Udumbara nos permite acercarnos a una de las voces más innovadoras de la actual poesía brasileña.

Carlos J. Aldazábal (Argentina)




SELECCIÓN DE TEXTOS



El arte de cultivar girasoles 


Van Gogh recoge ahora 
quince girasoles en Arles 
 
porque un chamán de las Américas 
tiene fiebre y flores en la cabeza 
 
una flor se levanta a las 6:15 de la mañana
para componer un arreglo 
 
quince capítulos de 
girasoles amarillos 
 
donde contemplo la luz 
de tus ojos 



Arpilleras

las arpilleras de Isla Negra
recogen de la calle su bordado
donde guardan la memoria

de todas las mujeres

no hacen ruido
sus armas son agujas
de silencio y acero 

escriben ese diario 
de palabras prohibidas 
en el paño del algodón

y empieza a florecer 
la verdad



El calígrafo, el flautista y el poeta 

aprehender el aire en el silencio 
entre las palabras 
 
concebir el arte  
en este vacío  
visual y auditivo 
 
pausa 
 
una respiración nueva extraída 
de cada fibra 
 
dureza y suavidad 
sopesadas 
 
y la mano 
 
está lista 
para el diseño melódico de la letra


**

después de leer a Drummond,                                                        
¿Cómo recoger 
la flor sin nausea? 

después de leer a Cabral
después de leer a Cecília
 
¿qué otro perro?
¿qué otra bailarina?

¿qué dolor después de Poe?
¿qué amor después de Rimbaund?
¿qué canto será Pound?

¿y quién la lucidez
de Éluard?

¿qué sol puede nacer
después de un girasol
de Kerouac?



Catar


un silencio ancestral
me calla

de bruces 
cato mis porotos 

falla que no sé
habla que fallé

vengo a la superficie
en cáscara y grano

semilla 
amputada en vano

invaginada en mí 
una serpiente duerme 
ajena a toda ficción